La preinscripción del Athletic para la próxima edición de la Intertoto (también conocida en los vestuarios como intertonto) pone de manifiesto el peculiar sentido del humor que gasta el presidente García así como su total carencia de sentido del ridículo, un sentido que, como el común, es muy necesario para desenvolverte en la vida y más si tienes responsabilidades públicas. Afirman desde el Athletic para justificar la decisión que como este año la Liga acaba en mayo, la posible participación en ese torneo no interferirá en el normal desenvolvimiento de la pretemporada, según dicen los responsables técnicos. Teniendo en cuenta que dichos responsables son los mismos que dictaminaron que Iraizoz estaba para jugar, el pronóstico es preocupante. Afortunadamente, las posibilidades de que el Athletic acceda a uno de los puestos que dan derecho a disputar la Intertoto son tan remotas como las que tiene de superar al Racing en la Copa, pese a las proclamas a la épica que parten desde la prensa amiga.
Es lo que tiene el querer gestionar un club de fútbol como una empresa, empeño en el que se han embarcado los últimos presidentes del Athletic para destacar sus rasgos de modernidad y gestión eficaz. Gestionar un club como una empresa conlleva tomar las decisiones con criterios economicistas. Estar en una competición europea es garantía de ingresos extraordinarios y todo vale con tal de lograrlo, incluso hacer el ridículo.
Sería cruel recordar ahora el fiasco que supuso para el Athletic su única participación en el invento, participación forzada por un presidente de estos modernos, que en su día también argumentó que los técnicos no ponían ninguna pega al experimento. Los técnicos nunca ponen pegas a nada de lo que diga el presidente, que es el que les paga, cabría puntualizar aquí.
La Intertoto es en sí misma una competición tan extraña, sobre todo para nuestro fútbol, que la próxima será su última edición. Nació como una competición de verano auspiciada por las 'Lottos' de los países centroeuropeos y escandinavos, con sus peculiares calendarios de competición, que organizaban el evento para mantener la actividad de las quinielas en verano. Era habitual que, concentrados con el Athletic allá por finales de julio, en un hotel alemán u holandés, asistiésemos asombrados a partidos televisados de esta entonces para nosotros, extraña competición, mientras los jugadores rojiblancos arrastraban las agujetas de los primeros entrenamientos de la pretemporada.
La UEFA, siempre atenta a meter la mano donde pueda y los propios organizadores de la Intertoto, deseosos de prestigiar su torneo, ya estudiaron allá por 1994 premiar al ganador con una plaza en una competición europea de verdad. Idea que fraguó poco después ante el asombro de los clubes de los países mediterráneos, que siempre consideraron una locura poner a sus equipos a competir en esas fechas. Los más arriba mencionados criterios economicistas hicieron poco a poco su trabajo y durante unos años las plantillas de han visto abocadas a un ritmo de trabajo demencial, sólo sostenible a duras penas por aquellos clubes que disponen de futbolistas suficientes, en cantidad y calidad, para afrontar el reto. Pese a todo, la lógica se ha acabado de imponer y a partir del año que viene la Intertoto pasará a ser historia.
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