jueves, 6 de mayo de 2010

No va más

Se acabó. Los que se quieran entretener pueden seguir jugando con la calculadora, pero pueden tener la seguridad de que las hipótesis más favorables no se cumplirán. Tendrían que superar una condición sine qua non de imposible realización: ganar en el Santiago Bernabéu. Ya sé que fútbol es fútbol, tal y como dejó sentenciado Boskov y que los partidos duran noventa minutos y hay que jugarlos. Pero por si les sirve de pista, recuerdo las palabras de Castillo tras el partido perpetrado ante el Málaga. "Ganar en Madrid es casi imposible". ¡Ese es el espíritu, sí señor!.
Estoy de acuerdo con el lateral. Incluso diría más pronunciando una palabra menos. Yo quitaría de la frase ese 'casi' que solo busca la corrección y el quedar bien. Digámoslo claro. Es imposible que el Madrí, ceda un solo punto en el último partido que va a jugar en su casa cuando los necesita todos. En el improbable caso de que en el minuto 85 se mantuviera el empate a cero, pongamos por caso, no sería descartable que bajara al césped la guardia civil para detener medio equipo rojiblanco. La Liga de las Estrellas, le mejor liga del mundo, etc, etc, no puede permitirse ciertos lujos y que el Madrí pierda es un lujo, no lo olviden.
Claro que nadie piensa que será necesario llegar a medidas extremas para garantizar el triunfo del Madrí ante el Athletic el próximo sábado; los blancos se bastan y se sobran y mucho más ante un equipo completamente desfondado como el rojiblanco.
El grupo de Caparrós ha llegado al tramo final del campeonato, al decisivo, in articulo mortis y ya solo cabe esperar eso que se ha dado en llamar el fatal desenlace. En aquel partido contra el Zaragoza se hizo evidente que las piernas ya empezaban a fallar más de la cuenta y las siguientes citas no han hecho sino confirmar el proceso degenerativo, que ante al Málaga alcanzó también la cabeza. Hemos jugado con más corazón que cabeza,, vino a decir Caparrós echadno mano de la frase hecha. Efectivamente, a este Athletic solo le queda su corazón enorme, ese que hace que los jugadores sigan corriendo, chocando y volviendo a correr aunque sea sin meta ni dirección.
El equipo se ha venido abajo de manera espectacular en el tramo final, en esos ocho o diez partidos que según Luis Aragonés son los que deciden todo un año. El comienzo temprano de la temporada (el Athletic ya estaba compitiendo en Julio), las limitaciones de la plantilla, el estilo de juego... se pueden seguir varias pistas para tratar de descubrir las causas del descalabro. Estaría bien que los responsables lo hicieran para que no vuelva a suceder.
Tomando los diez últimos partidos de cada temporada de las dos anteriores temporadas con Caparrós en el banquillo encontramos que hace dos años el Athletic ganó cuatro, empató uno y perdió cinco. El año pasado, repitió número de victorias, cuatro, sumó dos empates y sufrió cuatro derrotas, tres de ellas en las tres últimas jornadas, cuando todo estaba centrado en la final de Copa. Este año el Athletic ha sumado tan solo dos victorias y cuenta con tres empates y tres derrotas a falta de dos partidos. Los números dicen que está siendo el peor sprint final con Caparrós en el banquillo. El técnico y sus ayudantes son los que mejor tienen que conocer las causas profundas que han provocado este desenlace; todo lo demás serán especulaciones
Del partido ante el Málaga poco se puede decir que no se haya dicho ya. Al Athletic se le ha hecho de noche y no ve la luz ni siquiera cuando se encuentra con un fogonazo como el de Toquero a los cuatro minutos. Se pensaba que en los últimos fracasos había tenido que ver el hecho de no ser el primero en error. Hipótesis falsa, como quedó demostrado ante los andaluces. De nada valió adelantarse en el marcador. Duda igualó el tanto de Toquero con un corner magníficamente sacado y no por casualidad; antes había amenazado con dos saques soberbios y todavía asustó con un cuarto que se fue a medio metro del segundo palo.
Duda dejó a la grada fría, helada, consciente de que aquello podía ser el definitivo final de un sueño. Y la grada no se equivocó. El Athletic no pudo encontrar una solución porque el problema lo tiene dentro y es igual que el rival sea un aspirante a la Champions como el Mallorca o un superviviente que solo trata de salvar el pellejo como el Málaga. La temporada se le ha hecho larga, muy larga, al equipo, tanto, que lo mejor del partido contra el equipo andaluz ocurrió cuando Rubinos Pérez pitó el final: ahora ya solo quedan dos partidos para que acabe todo. Es a lo que único a lo que puede aspirar este Athletic.

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lunes, 3 de mayo de 2010

Game over?

Estamos en tiempo de calculadoras, así que no es extraño que haya quien, como el propio entrenador y algunos jugadores, sigan empeñados en asegurar que no todo está perdido después de la derrota ante el Mallorca. Los más optimistas recuerdan, además, que hasta la séptima plaza puede dar una plaza europea. Y no les falta razón. La presencia del Atlético y del Sevilla en las finales de la Europa League y de Copa, permite una serie de combinaciones favorables. Pero una cosa es la aritmética y otra el fútbol y la afición rojiblanca parece haberse dado cuenta de que aunque los números sigan dando, lo que no da en absoluto es el juego de un equipo que muestra mayores síntomas de agotamiento físico y mental cada jornada que pasa.
La gasolina que ya escaseó en el Reyno de Navarra, duró apenas veinte minutos ante el Mallorca. Mientras las piernas de los rojiblancos mantuvieron su frescura hubo fútbol, iniciativa y ocasiones; hasta tres: la de Toquero, precipitado; Llorente, afortunado Aouate; y Gabilondo, impreciso por apenas medio metro. Pero eso fue todo. A medida que los minutos iban cayendo en los músculos de los leones, el Mallorca se fue apropiando del balón y del juego. Tampoco es que los de Manzano maravillaran, pero se fueron haciendo con el partido y empezaron a merodear el área del Athletic hasta que cazaron el primer gol. Es verdad que era su primer remate a puerta, pero tampoco extrañó demasiado que se adelantaran en el marcador. Todavía el Athletic pudo arreglar el entuerto gracias a un buen centro de Iturraspe que tuvo continuidad en un extraordinario cabezazo de Llorente en el último segundo de la prolongación el primer tiempo.
Los de Caparrós habían logrado llegar vivos al descanso y con la baza moral de haber conseguido empatar en el último momento. El gol psicólogico que se dice. Pero cuando todo el mundo esperaba un arranque brioso en el segundo tiempo, apareció un Athletic adormilado que regaló dos goles en apenas dos minutos.
Ya lo habían intentado un par de veces en el primer tiempo Iraizoz y Amorebieta, y a la tercera lo consiguieron Koikili y Amorebieta. Consiguieron regalar un corner al Mallorca a partir de un fuera de banda a favor. Una de esas jugadas absurdas que de vez en cuando suele brindar el Athletic al respetable y, sobre todo, al rival. No es de ayer, ni de antes de ayer. Históricos equipos rojiblancos han encajado goles a partir de un corner a favor, o de una falta mal botada en las cercanías del área rival. Ante el Mallorca Koikili le dejó un marrón a Amorebieta junto al banderín de corner y el central, en lugar de quitárselo de encima, quiso hacer lo que no sabe para acabar cediendo un corner. Para colmo, Nunes se le anticipó en el área para cazar un remate soberbio pero que en ningún caso debió permitir la defensa del Athletic. Un minuto después, Aduriz aprovechó otro error de la zaga rojiblanca para cerrar el partido con un remate colocado. Aduriz tuvo que ser, para más inri. Huelgan más comentarios.
Ahí acabó el partido y con él, seguramente, el camino del Athletic hacia Europa, aunque, no lo olvidemos, el nivel de exigencia puede bajar un escalón todavía, si se dan las combinaciones necesarias. Pero además, el Athletic tendrá que demostrar el miércoles que más allá de las buenas palabras, sigue dispuesto a no rendirse hasta el último minuto. El Málaga marca ahora la última frontera y las sensaciones no son precisamente buenas. La frialdad del público en un partido que se consideraba una final, resultó sintómatica, como si en el ánimo del aficionado pesara más lo visto ante el Zaragoza u Osasuna, que la aritmética. Mala señal que el público no se lo crea. Porque los jugadores posiblemente creen y seguro que quieren, pero no parece que puedan.

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