viernes, 30 de septiembre de 2011

El Athletic encuentra el camino

Por fin llegó la primera victoria en San Mamés, aunque los testigos presenciales no fueran tantos como la noche europea hacía suponer. Es igual, los que faltaron verían desde casa el triunfo de su equipo. Es lo que tienen los tiempos actuales, que no te escapas del partido ni aunque te entierres. En cualquier caso, merece una reflexión la entrada que registró San Mamés en el estreno europeo de esta temporada. Todo el año hablando de Europa, que si la UEFA por aquí (esto los del plan antiguo), que si la Europa League por allá (esto los modernos que siempre están a la última y los más jóvenes), que si es una obligación del Athletic estar siempre en competición internacional, que si cómo va a ser posible eso con este equipo, que si Caparrós aquello, que si Bielsa lo otro, y resulta que llega el que en teoría debe ser el partido más interesante de la fase de grupos con el rutilante Paris Saint Germain de visitante, y el campo registra una entrada similar a la que tendría en un partido contra el Granada una tenebrosa noche de miércoles de enero, por poner un caso. El tópico de las noches mágicas, esos miércoles europeos de bocata y rival de relumbrón, pasó a mejor vida. Para empezar, es que ya no se juega ni en miércoles y así no hay manera de sostener el tópico, hombre. Y encima con un ambiente frío, tirando a gélido. Puso la pelota en movimiento el Athletic y se hizo el silencio, como si los que acudieron a San Mamés lo hicieran con la ceja enarcada y pensando en a ver qué va a pasar hoy, que en animar como descosidos desde el primer minuto. Dio la impresión de que los jugadores del Athletic fueran los únicos en todo el campo que eran verdaderamente conscientes de que estábamos en un partido de competición continental. Porque ni sus colegas del PSG parecieron muy convencidos de ello hasta muy avanzada la noche. Afortunadamente, los leones se pusieron en situación y entraron en el partido como la ocasión lo requería. Es verdad que ya no se estila eso del balón largo y el cuchillo entre los dientes, (a este paso acabaremos con todos los tópicos) pero a su manera, a su nueva manera, el Athletic puso cerco al rival hasta asfixiarlo en una primera media hora ciertamente brillante, propia de esos arranques de partido que tan temibles han hecho a los leones en su feudo a través de la historia. Había un técnico, cuyo nombre no viene al caso, que decía que el fútbol es sota, caballo y rey, y otro que decía que el fútbol es siempre por los extremos. Ni uno ni otro están en la extensa nómina de comentaristas y expertos que tan bien explican desde un estudio a sus colegas lo que ellos no hicieron cuando estuvieron en un banquillo. Y no están tal vez porque el fútbol es tan sencillo como eso y no como algunos lo quieren pintar. Ante el PSG el Athletic hizo ese fútbol de sota, caballo y rey y por los extremos. El de toda la vida. Antes lo hacía de una manera, apertura a banda y todo el mundo a correr, y ahora lo hace de otra, varios toques para descolocar al rival y apertura a la banda para intentar acabar poniendo el balón en el punto de penalti. Antes se decía que los jugadores del Athletic no sabían hacer otra cosa por sus limitaciones técnicas. Bielsa nos está demostrando que de eso nada, que estos chicos, si se ponen, pueden mover la bola con similar gracia que otros teóricamente más dotados. Los dos goles que derrotaron al PSG llegaron como decían aquellos viejos entrenadores: por las bandas y culminando con un buen centro en el que el balón va gritando mientras vuela:¡ remátame! Para cuando los franceses entraron en el partido, ya estaban perdiendo gracias a un golazo de esos que solo marca Gabilondo. Por cierto, un gol que mereció pañuelos que, sin embargo, no se vieron en San Mamés. Otro tópico a la papelera. Cuando en el futuro algún veterano narrador radiofónico chapado a la antigua exclame ¡gol de pañuelos en San Mamés!, las nuevas generaciones se preguntarán quién demonios es ese tal pañuelos. Y eso si hay suerte y a las nuevas generaciones les alcanza todavía para preguntarse cosas. Los del PSG reaccionaron al gol y pusieron en aprietos al Athletic en el último cuarto de hora del primer tiempo. Lo explicó muy bien Bielsa en la sala de prensa, porque si algo le caracteriza es su claridad y honradez para analizar los partidos. Cuando los franceses dieron un paso adelante, el Athletic acusó cierta inseguridad, como si los fantasmas del día del Villarreal o del Rayo merodearan por su área. Esta vez hubo suerte y en lugar de perder en un suspiro la ventaja que tanto había costado adquirir, la ampliaron en el último minuto antes del descanso, eso que toda la vida se ha llamado el gol psicológico, lugar común donde los haya. Por primera vez en la temporada el marcador hizo justicia a lo que había ocurrido en el terreno de juego. Tras el descanso, la expulsión de Sissoko, contumaz en la patada, terminó de aclarar las cosas. La tarjeta roja fue el certificado de defunción del PSG, que su propio entrenador firmó y rubricó minutos después retirando a Pastore, borrado del mapa por un Javi Martínez que culminó una de esas actuaciones que le llevaron a la internacionalidad, omnipresente en el centro del campo, con un imán en las botas para recuperar balones, generoso en las ayudas y valliente en las arrancadas. Estuvo imperial el de Aiegi escoltando a un De Marcos que se está ganando el respeto de la grada y de los rivales aflorando unas virtudes en su juego escondidas hasta ahora. A su espalda, Ekiza, cuyas intervenciones alimentaban una sola pregunta ¿por qué diablos no jugó este chico desde el minuto uno del primer partido?. Muniain, con recorrido y picaresca (tuvo mucho que ver en la expulsión de Sissoko esperándole lo indecible con el balón en los pies hasta sufrir la tarascada), o un Susaeta en plan estajanovista, ganándose el diploma de trabajador el mes y hasta marcando un gol, aunque siga con su más que dudoso criterio a la hora de decidir la última acción, formaron el esqueleto sobre el que se construyó un equipo que brilló a gran altura. Queda dicho que el fútbol no tiene muchos misterios y que el Athletic no está haciendo otra cosa que interpretarlo con otro estilo. La mejoría de fondo que se adivina, el paso adelante que puede y quiere dar este equipo, es mucho más profundo que una mera cuestión de forma de jugar. Se trata de algo con mucho más recorrido y más sustancia pensando en el futuro. Este equipo afronta los partidos convencido de sus posibilidades y pendiente de sí mismo. Sale al campo seguro de que será capaz de imponer su ley, de llevar el mando, de ser quien ordene los tiempos. Se ha visto, y en trayectoria ascendente, contra rivales de la entidad del Málaga, el Villarreal y el PSG. La victoria llegó a la tercera, pero fue una victoria ciertamente oportuna porque llega en el momento en el que se estaba empezando a dudar. El partido de anoche tiene que servir para desterrar cualquier vacilación. Ese es el camino. Recorrerlo con paso decidido nos llevará a la meta. Seguro. llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

domingo, 25 de septiembre de 2011

El Athletic se pierde en los pequeños detalles

Está comúnmente admitido que la mayoría de los partidos de Primera División se acaban decidiendo por pequeños detalles, matices, algún error individual. Es tanta la igualdad que rara es la ocasión en la que un equipo supera a su rival de manera tan apabullante que no deje lugar a la duda. Hablamos de los equipos normales, claro. Porque al Barcelona y al Madrid les basta aplicar el trazo grueso de Cristiano Ronaldo o Messi para pintarle la cara a brochazos al rival de turno. Los demás, necesitan manejar con tino el pincel para sumar una victoria, generalmente por la mínima, o arañar un empate agradecido. Pues bien, es en estos pequeños detalles donde el Athletic se ha perdido en los cinco primeros partidos de Liga. Haciendo balance, solo del partido del Betis puede decirse que el Athletic fracasó, e incluso entonces cabe atender al matiz de cómo y cuándo llegaron los goles del rival. En los otros cuatro encuentros la opinión mayoritaria coincide en que el Athletic mereció tanto o más que el rival, ganar cuando empató e igualar al menos donde perdió. Haciendo la mencionada salvedad del día del Betis, el equipo de Bielsa está manteniendo una trayectoria ascendente en cuanto a juego. Frente al Villarreal, los rojiblancos jugaron, como afirma su entrenador, el mejor encuentro hasta el momento. La nueva disposición sobre el campo y la situación de Javi Martínez por delante de los centrales dotaron al equipo de un mejor equilibrio. Defendió con más seguridad, cediendo muchos menos huecos que en ocasiones anteriores, y atacó tanto como siempre, aunque también es verdad que ni en Málaga ni ante el Villarreal, se vio el chaparrón de remates de partidos anteriores. Suficientes, sin embargo, para haber movido mucho más el marcador.
Fue un partido jugado de igual a igual, el disputado contra el equipo castellonense, a diferencia de choques anteriores contra este equipo, cuando los amarillos ganaban al Athletic con las manos en los bolsillos. Como partido igualado, los pequeños detalles tuvieron una importancia determinante. Y aunque hablar del árbitro después de un resultado negativo suene a disculpa penosa, las decisiones del colegiado tienen que entrar, obviamente en el capítulo de esos pequeños detalles, como parte del juego que son. Las paradas del portero del Espanyol, las malas decisiones en ataque del día del Málaga, los fallos del portero y defensas contra el Betis... ya están en el balance de estos primeros partidos. Contra el Villarreal también encontramos esos pequeños matices que a la postre decantan un partido. El gol del equipo castellonense, por ejemplo. La jugada arrancó en una falta contra el Athletic interpretada por Borja Valero y certificada por el pésimo Iglesias Villanueva, continuó con una posible falta a Gurpegui no señalada cuando disputaba el balón a un delantero rival, siguió con una decisión de Iraizoz manifiestamente mejorable y acabó con Amorebieta despejando un balón que se iba fuera si lo deja pasar; el despeje se pudo ir a cualquier sitio, pero cayó, otro pequeño detalle, en los pies de un delantero rival libre de marca en el área pequeña.
Vayamos a la expulsión de Ekiza, que le sentó a un Athletic que ya empezaba a dar síntomas de fatiga, como un puñetazo en la boca del estómago. Admitamos que las dos tarjetas amarillas fueron justas. Lo que plantea más dudas es que Ekiza fuera el primer amonestado después de un primer tiempo en el que los defensas del Villarreal disfrutaron de bula para agarrar, golpear y zancadillear. Y recordemos que la segunda tarjeta llega en una jugada que comienza en un fuera de banda que es favorable al Athletic pero que linier y árbitro concedieron al bando amarillo. Claro que los pequeños detalles atañen también a los propios jugadores del Athletic. El pase en profundidad en el borde del área sobre la carrera de Muniain, en el que balón se enredó en el talón del navarro, el último pase contra el cuerpo del rival cuando hay un compañero desmarcado a su espalda, el regate de sobra, el remate desviado...todo cuenta, y cuenta mucho, tanto como para condenar al fondo de la clasificación a un equipo que por fútbol debería estar a estas alturas mucho más arriba.

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viernes, 23 de septiembre de 2011

Los críticos, criticados

En el post de ayer Urtzi Jaureguibeitia hacía una aportación realmente interesante, sobre la que merece la pena reflexionar. Tras manifestarse harto del tema de las elecciones, se declara votante de García Macua y proclama:
No haber votado a Urrutia también me da derecho a hablar sobre el Athletic en términos deportivos sin ser faltón ni tener dobles intenciones
Urtzi pone el acento en una cuestión que requiere un análisis: la crítica a los críticos. Es un viejo mecanismo de autodefensa muy propio de la condición humana éste de criticar al crítico, de tratar de encontrar una razón oculta y casi siempre turbia en el juicio adverso. Se habla siempre de las presuntas bondades de la crítica constructiva, pero en general las críticas suelen tender a la destrucción. Criticar al crítico o atribuirle intenciones perversas es una forma de desautorizarle, de quitarle la razón. Se trata de mover el foco para que el crítico se convierta en criticado. Azkuna lo acaba de hacer en el asunto de Kukutza. El alcalde no perdió el tiempo en analizar el conflicto entre el derecho a la propiedad privada y el derecho de un colectivo más o menos amplio a hacer uso de unos bienes que estaban en estado de abandono. Tampoco se entretuvo demasiado en calibrar la proporcionalidad del empleo de la fuerza de la Ertzaintza. Se limitó a afirmar que tras Kukutza está Bildu, y mencionó la kale borroka. Ante buena parte de la opinión pública, el alcalde mató tres pájaros de un tiro. Sin despeinarse.
Pero volvamos al Athletic. Tiene razón Urtzi Jaureguibeitia cuando reclama su derecho a la crítica por encima de la elección de su papeleta en las urnas. Sería perverso que ahora se desautorizara a quien se queja de ver a Javi Martínez de central o a Aurtenetxe en el banquillo, acusándole de ser un resentido votante de García Macua (o de ser de Bildu). Sería atentar contra la lógica más elemental sostener que todos los votantes de Garcia Macua están indignados viendo a De Marcos de lateral y que todos los votantes de Urrutia están convencidos de que Javi Martínez es un magnífico central. Del mismo modo, no será difícil encontrar votantes del bando perdedor que se alegraron sinceramente de la victoria en Bratislava, y votantes del actual presidente que salieron deprimidos de San Mamés tras el partido contra el Betis. Pero tampoco vamos a pecar de ingenuos a estas alturas del partido. A nadie se le puede negar el derecho a la crítica, incluso a la crítica irracional, allá cada cual con sus neuronas, pero no parece de recibo silbar al equipo en el minuto seis de un partido en San Mamés.
Se puede afirmar, sin temor a equivocarnos demasiado, que la afición del Athletic se encuentra actualmente dividida entre los que no admiten la crítica a Bielsa y los que criticándolo, recuerdan a los primeros que fueron ellos los que se pasaron cuatro años censurando a Caparrós, que es otra forma más elaborada de autodefensa ante la crítica, es decir, no me reproches ahora lo que tú hiciste antes, o sea una versión avanzada del clásico, 'y tú más'. Espero y deseo que haya una tercera facción y que, además, sea la mayoritaria, formada por quienes siguen viendo los partidos del Athletic con el único interés de ver ganar al equipo o al menos, verle jugar bien, que se alegran cuando gana y se cabrean cuando pierde.
En estas disquisiciones estaba mientras le daba al botón del mando a distancia cuando, de pronto, pillé al vuelo la figura de un Eduardo Velasco tronante cual Moisés enarbolando las Tablas de la Ley, advirtiendo a Urrutia de las calamidades que le sobrevendrían al Athletic en el caso de que la actual directiva cuestionara las cuentas de sus predecesores en la próxima Asamblea de Compromisarios. Lo que viene a continuación es una transcripción cuasi literal de lo que decía Velasco con la mirada fija en la cámara: "No toquen las cuentas. No las cambien ni reformulen lo presentado y auditado por la anterior directiva. Si lo hacen, están a la espera más de siete mil socios y la fractura social será tremenda". Por un momento, me recordó a aquel columnista de un pequeño periódico español de provincias, cuyo nombre no viene al caso, que escribía furibundo: 'Le advierto a usted señor Eisenhower...'
Cuando el bueno de Beti Duñabeitia proclamó aquello tan celebrado de un socio,un voto, ni siquiera podía imaginar que más de treinta años después, alguien añadiría una coda a su máxima para convertirla en 'un socio, un voto, un soldado al servicio incondicional del candidato de turno'. Con su admonición Velasco negaba directamente a Urrutia no solo su derecho, sino su obligación de revisar al detalle el estado financiero del club, estado financiero sobre el que, por cierto, tiene que basar su propio proyecto económico,que no será el mismo si parte de más diez, o de menos diez, por poner una cifra.
Velasco se refería, al parecer, a los siete mil aficionados que ostentan actualmente la condición de Socio Barria, un extraño limbo, sin apoyo estatutario, donde esperan el paso al reino de los cielos del nuevo San Mamés, quienes habiendo abonado su entrada para adquirir la condición de socio, siguen sin serlo de pleno derecho. Una hipotética reformulación de las cuentas del club (en ETB daban el dato de un déficit de 10.000.000 de euros frente al superavit anunciado en su día por García Macua), podría tener, según el comentarista una incidencia en la suerte de esos siete mil aficionados, hipótesis, por otra parte, poco probable, al margen de para qué se haya destinado el dinero que llegó a las arcas de Ibaigane en concepto de cuotas de ingreso de nuevos socios. Continuando con el razonamiento expuesto más arriba, estoy seguro de que ni la inmensa mayoría de los votantes de García Macua depositaron su papeleta convencidos de que su gesto no comportaba una declaración de adhesión inquebrantable al candidato, ni los Socios Barria depositaron su cuota de ingreso y su confianza en un único presidente, sino en el club. Confieso que desconozco a qué intereses pueden servir discursos tan maniqueos como el referido, ni tan siquiera si responden a un interés concreto y por el contrario son simplemente excesos propios de los tiempos televisivos que sufrimos.
Y en medio de todo, el Athletic, ese Athletic al que todos proclamamos nuestro amor incondicional, zarandeado por unos y por otros, por críticos y criticados, por tirios y troyanos. Menos mal que somos la mejor afición del mundo. No quiero ni pensar en qué sería de este club si tuviera una afición simplemente normalita.
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jueves, 22 de septiembre de 2011

Este proyecto se merece un voto de confianza

Al Athletic no le queda otra que apelar a la paciencia y al sentido común de todos sus integrantes, empezando por los socios, después de la nueva derrota cosechada en Málaga. El ambiente post electoral está haciendo estragos y eso es lo peor que le puede pasar a un equipo que sigue amagando pero no acaba de concretar. Ha estado muy oportuno Pako Ruiz en Deia recordando que Heynckes empezó su segundo ciclo en el banquilllo rojiblanco con los mismos números que ahora tiene Bielsa. Estaría bien que lo tuvieran en cuenta quienes datan la fundación del club en 2007, más que nada para que tengan una referencia. Entonces no se habló ni de crisis, ni de finales. El prestigio del técnico alemán no estaba en cuestión y la temporada acabó con tranquilidad y un equipo en crecimiento. Lo deseable sería que ahora sucediera lo mismo; otra cosa será que ocurra, tal y como se está agitando el ambiente en algunos círculos.
Sigo apoyándome en terceros. En un momento dado de la retransmisión del partido de Málaga, el comentarista de Canal Plus hizo una reflexión en voz alta: 'La verdad es que suerte, lo que se dice suerte, no está teniendo el Athletic este año', afirmó cuando el marcador todavía no se había movido. Apelar a la mala suerte después de la tercera derrota consecutiva en Liga puede parecer banal, pero es que en el caso que nos ocupa, es difícil sustraerse a contemplar este factor, de peso más que probado en una actividad que no deja de ser un juego. Baste recordar cómo jugó el Athletic en La Rosaleda el año pasado y cómo empató Javi Martínez en el descuento y compararlo con lo que sucedió anoche. Las ocasiones falladas en Cornellá y los regalos concedidos graciosamente al Rayo y al Betis completan el cuadro. ¡Claro que el análisis debe ser más profundo!, pero contemplando todas las variables.
Confieso que después de la escabechina que sufrió la estructura defensiva del Athletic ante el Betis, esperaba el partido contra el Málaga con inquietud. Ni la entrada de Ekiza parecía suficiente para apuntalar una defensa tan ruinosa, teniendo en cuenta que Bielsa apostaba de salida por colocar al etéreo Iturraspe como medio centro. El desarrollo del partido volvió a poner de manifiesto que los designios del fútbol son inescrutables. Ante un Málaga de poderosísimo juego ofensivo, la defensa del Athletic opuso un fútbol de tanta garantía que el equipo andaluz llegó al descanso habiendo cobrado un disparo al palo en saque de falta y una penetración peligrosa por la la banda que acabó en remate alto. A cambio, el Athletic había ofrecido una lección de solvencia en su retaguardia y un fútbol de ataque inusual para cualquier equipo que juega fuera de casa. Otra buena noticia fue el desempeño de Oscar De Marcos como lateral izquierdo hasta convertirse en el jugador más destacado en el bando rojiblanco. Bien en defensa y contumaz corriendo su banda una y otra vez, el chaval se desveló como el lateral que necesita el juego que propone Bielsa. Como Iraola mejoró notablemente respecto de su actuación del domingo, el Athletic dispuso de suficientes alternativas en las dos bandas como para terminar dominando el partido a partir de los primeros veinte minutos. Son aspectos estos, que se quedan en el limbo de las crónicas enterradas por la crudeza del resultado. De ganar en Málaga ahora todo el mundo estaría hablando de las cosas positivas del equipo, que las hay, pero en cambio, el aficionado medio, en su tendencia al masoquismo, prefiere recordar la lentitud de Llorente en el área, el regate que siempre le sobra a Susaeta, pese a que el de Eibar está asumiendo un protagonismo importante a las órdenes de Bielsa, o la frialdad de Gabilondo. Claro que siempre nos quedará Muniain, en cuyas extraordinarias cualidades coinciden ganadores y perdedores de los comicios, si bien ahora nadie recuerda, la memoria es selectiva y frágil, que si el navarro está destacando este año sobremanera, hasta convertirse en el líder del facto sobre el terreno de juego, es porque por fin, está jugando cómo y donde verdaderamente puede desarrollar todo su fútbol.
Pero queda dicho que todas las reflexiones vienen marcadas por ese único punto que figura en el casillero del Athletic a estas alturas. Y es verdad que el equipo ya empieza a necesitar una victoria como el comer para revertir la tendencia. Una victoria que sirva sobre todo para que los jugadores no pierdan la fe, un triunfo que permita aclarar el panorama y que garantice al proyecto un voto de confianza, que sin duda merece por todo lo que apunta, acallando esas trompetas empeñadas en anunciar el apocalipsis.
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lunes, 19 de septiembre de 2011

Desmadre en la catedral

Más de treinta años viendo al Athletic cada semana es tiempo más que suficiente para desarrollar una especie de sexto sentido que permite deducir bastante aproximadamente por qué derroteros va a transcurrir un partido a partir de lo acontecido en los primeros cinco minutos. Podría resumirse en que si el Athletic no ha forzado un par de corners, no ha levantado un par de centros o no ha hecho moverse al portero rival en esos primeros cinco minutos, malo. Y no se habla aquí del Athletic de las grandes ocasiones, ese que sale desmelenado a comerse el mundo. No, me refiero al Athletic cotidiano, a ese que, sobre todo en San Mamés, intimida al rival en el arranque explicándole clarito y por derecho, que diría aquel, quién manda en el campo. En los viejos tiempos en los que el Real Madrid apelaba a la épica y a los pisotones de Juanito para eliminar equipos alemanes en el Bernabéu, Camacho recurría a la psicología parda para aleccionar a sus compañeros. El saque inicial debía ser suyo, y el primer remate, de no ir a puerta, debía estrellarse contra la valla de la publicidad para que el sonido del balonazo retumbando en la chapa provocara el doble efecto de encender a la grada y amilanar al rival. Hoy en día los anuncios no son de chapa, sino tableros luminosos, así que ahora Camacho diría que ni hay ruido ni hay ná. Sin llegar a verbalizarlo de esa manera, también el Athletic ha practicado siempre esa estrategia de intimidación temprana. Corners, centros, balones sobre el punto de penalti, anticipación, al menos durante los primeros veinte minutos, tiempo suficiente para poner en situación al graderío y al rival. Ya sabemos que no es ese el estilo que predica Bielsa, pero a su manera, hay formas de hacer entender al contrario que tendrá que sudar sangre si quiere llevarse algo de San Mamés. Ocurrió contra el Rayo y ocurrió contra el Betis. En esos primeros cinco minutos que marcan la temperatura del partido, fue el rival quien se hizo con el balón y con el espacio llevando el partido a la parcela del Athletic y desvelando un equipo rojiblanco apocado, reconocible como el de sus peores tardes. Suele suceder en estos casos que todo se pone en contra. Anoche Iraizoz mostró el camino a los andaluces organizando una barrera mal colocada y peor construida para defender una falta que solo Ayza Gámez vio en una disputa de Amorebieta. La falta no tenía excesivo peligro, pero el medio punterazo de Beñat, ¡qué casualidad!, se coló por el lado del portero, sin necesidad de parábola ni exquisiteces, porque la puerta estaba abierta. Este gol en contra a los seis minutos sacó al Athletic de un partido en el que ni siquiera había entrado. Minutos después, un fallo defensivo masivo que empezó en una absurda protesta sobre si el balón había salido por la banda o no, desembocó en dos jugadores béticos libres de marca en el área pequeña con el balón controlado. Si los dos equipos hubieran pactado entonces acabar el partido, y solo habían transcurrido doce minutos, todos lo hubiéramos agradecido, sobre todo el Athletic.
Marcelo Bielsa alineó el mismo equipo que tan buena imagen había ofrecido el jueves en Bratislava. Qué sucedió para que ese equipo tan pizpireto y atrevido se convirtiera en apenas tres días en el pelotón de los torpes, pertenece a los arcanos del fútbol. Queda dicho que la puesta en escena fue lamentable, pero es que después se sucedieron los errores, individuales y de concepto, hasta convertir al Betis en un gigante apoyado en dos delanteros diminutos que acabaron desquiciando a una defensa que tampoco es que necesitara mucho para ponerse a cazar mariposas. Bielsa lo intentó permutando las posiciones de Javi Martínez, que volvió a empezar de central, y Gurpegui, de Susaeta y Gabilondo en las bandas, pero nada salía porque el Athletic asistía impotente a la exhibición de un equipo que hacía exactamente lo que el técnico argentino había ordenado hacer a sus jugadores, es decir, presionar muy arriba la salida del balón y mantener su posesión el mayor tiempo posible. Sin balón, el Athletic entró en una agonía de la que solo empezó a salir a base de un derroche de coraje tan encomiable como inútil. Acortar distancias antes del descanso se antojaba un milagro tal y como estaban las cosas, pero ya está dicho que en estos casos, todo suele salir mal. El triunfo que hubiera supuesto llegar a la caseta con un 1-2, se frustró en el tiempo de descuento por culpa de una mano tan involuntaria como evidente de De Marcos dentro del área. El penalti restableció en el marcador la diferencia que había existido sobre el terreno de juego. El en otras ocasiones expeditivo Bielsa, esta vez tuvo demasiadas dudas a la hora de introducir cambios en un equipo que no funcionaba. Mucha gente calentando en la banda para nada, como si el argentino estuviera pensando que aquello solo se podía solucionar cambiando a los once. Los rojiblancos se dedicaron a hacer la guerra por su cuenta: Muniain quería ganar el partido él solo, Susaeta se entregaba a un permanente ejercicio de autohipnosis, Llorente no sabía si iba o venía, hacía mucho tiempo que Gabilondo se había ido, si es que alguna vez estuvo, y hasta Iraola daba por momentos explicaciones de por qué había sido suplente los dos primeros partidos. Mientras tanto los delanteros del Betis se movían en el área de Iraizoz como Pedro por su casa, trenzando jugadas entre la incredulidad y el esperpento. El Athletic estaba roto por el eje desde el minuto uno y nadie acertaba a poner remedio mientras todas las miradas se fijaban en unos defensas siempre vendidos. Sobrevino el caos que alcanzó su punto culminante en la tangana que acabó con la expulsión de Mario. El partido, por llamarle algo, se convirtió en un remedo de esas películas americanas que relatan las peripecias de unos adolescentes bobos y sobrehormonados que no encuentran la manera de llevarse al catre a la guapa de clase. La película podía titularse desmadre en la catedral. Los aficionados regresaron a sus casas ya de madrugada, atónitos tras lo que habían presenciado. Hacía tiempo que no habían visto a su equipo tan frágil y desarmado, a merced de un rival que le pudo endosar una goleada abochornante. Y sin embargo, los leones, apelando a la única razón de su casta, consiguieron llegar a los minutos finales manteniendo la posibilidad de empatar el partido, pese a que muchos acusaban de forma escandalosa el esfuerzo del jueves sumado al castigo del propio partido. Quienes después del partido de Bratislava preguntaban dónde se juega este año la final de la Europa League, murmuraban anoche a modo de mantra, 'ahora vamos a Málaga y luego viene el Villarreal', sin terminar de asimilar lo que acababan de presenciar. llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

viernes, 16 de septiembre de 2011

La suma de individualidades hace un gran Athletic

Por llegó. Al cuarto intento. No es exagerado decir que el fútbol sublima este mundo de prisas y consumo inmediato, quiero eso y lo quiero ya. Si a la exigencia se le añaden razones más turbias, nos encontramos que todavía en el mes de septiembre, las urgencias pueden empezar a hacer mella en el devernir de un equipo. No hay más que repasar los titulares de los medios de comunicación locales y el sentido de las crónicas para entender de lo que estamos hablando. Había que ganar, sí o sí, para evitar un estado de opinión que más cabría calificar de estado de histeria, bien canalizada y alimentada, eso sí. Y tenía que ganar Bielsa, no el Athletic. Curioso. Afortunadamente, el Athletic de Bielsa respondió a la exigencia y a la cuarta obtuvo ese triunfo tan exigido. Lo hizo, además, a lo grande, en competición internacional y fuera de casa. Dominando el partido de cabo a rabo, dando un recital de toque y control del balón y de los tiempos, con profundidad y llegadas masivas al área contraria. Jugando con fidelidad al guión establecido por el entrenador, pareciéndose un poco más a ese equipo que se intuye que quiere Bielsa, un equipo protagonista, ambicioso, con personalidad en el campo, dominador; el sueño de cualquier aficionado hecho realidad. El Athletic jugó en campo ajeno al ataque, siempre más cerca de la portería rival que de la propia, dando siempre una sensación de superioridad que haría sospechar sobre el verdadero calibre del rival si no tuvieramos la referencia de que el Slovan eliminó a la Roma a doble partido. El equipo italiano cayó, 1-0, en el mismo escenario en el que el Athletic prácticamente se paseó. Por ciero, el Trabzonsport que pudo salir goleado de San Mamés, ganó en el campo del Inter, 0-1. Está bien recordarlo para ir tomando algunas referencias sobre el potencial que apunta el Athletic. Claro que ganar era lo más importante. De eso se trata en cualquier deporte. Pero la discusión, recordémoslo, era otra: cómo queremos ganar. Y el Athletic ganó en Bratislava como más gusta, jugando un buen fútbol y mostrando al mundo su calidad individual y colectiva. Del partido cabría destacar que el equipo de Bielsa está muy bien encaminado en la búsqueda de la piedra filosofal del fútbol: que la suma de unas buenas individualidades haga un gran conjunto, esto es, que el equipo no tenga que vivir de la genialidad de alguna estrella, ni que los jugadores vean anulada su personalidad en el supuesto beneficio del conjunto, o sea, ni el circo Price ni un campo de trabajo siberiano. Brillaron las individualidades, y de qué manera. Muniain jugando por fin en el sitio donde más puede rendir, Iturraspe motivado, Susaeta con chispa y participativo, sin duda animado por el gol, Iraola reivindicándose como lo que es, un titular del que no se puede dudar, De Marcos insinuando que sí, que puede ser una buena opción para un puesto maldito, Amorebieta sacando el balón desde atrás, Gurpegui dando poso al centro del campo...Claro que también hay cosas que mejorar, como la puntería y el estado de forma de Llorente, que quizá tengan bastante que ver con el nuevo papel que tiene que interpretar, o el sitio que tiene que ocupar Javi Martínez, un futbolista que puede rendir a gran nivel en cualquier punto de una linea imaginaria trazada entre los dos puntos de penalti. Pero lo más importante es que la suma de todas esas individualidades dio como resultado un equipo compacto, de líneas muy unidas, confiado en su fortaleza, atrevido para atacar y convencido de que la mejor forma de defender es manteniendo la posesión del balón lejos de la portería propia. Fue un gran debut europeo protagonizado por un equipo que se presentó como visitante con un solo defensa nato, Amorebieta, en la alineación. Un dato que es en sí mismo toda una declaración de intenciones. llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Razones para el optimismo

Se dice que el ambiente anda revuelto en los entornos del Athletic, o sea que en tascas, oficinas y tajos se habla del equipo con más pasión de la habitual. No tengo datos para contrastar esa impresión. Si se dice, puede que sea cierto… o puede que se diga precisamente para que sea cierto, no sé si me explico, aquello del medio, el mensaje y todas esas cosas; la opinión pública y la opinión publicada, vamos. Parece que no son pocos los que están encantados de que el Athletic solo haya sumado un punto en los dos primeros partidos. Hay quien se proclama rojiblanco a los cuatro vientos cuando en realidad lo es según el viento que sople en cada momento. Hay quien se toma esto de las elecciones tan a pecho que si no ha ganado el candidato que él ha votado parece que le estés mentando a la madre. Cosas de la naturaleza humana, de las pasiones futbolísticas y de las otras. El asunto me empieza a recordar aquel aciago 1994, cuando hubo quienes llegaron a emplear contra Irureta un argumento de tanto peso como el hecho de que vistiera de chandall en el banquillo. No es broma, ya he oído -y leído- por ahí, que a Bielsa siempre se le ve con el mismo chandall gris de la equipación del Athletic. El siguiente paso será oir y leer, que Bielsa es un triste. El argumentario de cierto tipo de gente tampoco es que dé para mucho más, qué le vamos a hacer. Ahora que a treinta grados de temperatura en la calle hay quien ya habla de turrón, prefiero buscar razones para el optimismo; y he encontrado un buen puñado. El rosario de ocasiones que ha hecho el Athletic, sobre todo ante el Trabzonsport y el Espanyol, el tiempo que los rojiblancos jugaron en la parcela contraria en el partido de Cornellá, la variedad de recursos que han mostrado los rojiblancos para llevar la pelota al corazón del área contraria, el brillo con el que nos deslumbra Muniain jugando en su sitio y liberado de tareas de contención, la rapidez con la que Bielsa decide los cambios y su capacidad para corregir sobre la marcha…Ya, ya sé que a cambio se puede oponer que mejor que corregir sobre la marcha es acertar de salida, los fallos defensivos (que en el Athletic, por desgracia, no son patrimonio de ningún entrenador) la misteriosa desaparición de Iraola, el heredado asunto de los laterales, Ekiza, los goles fallados… Nada que no se pueda corregir a corto o medio plazo, o cuya explicación no nos la proporcione el tiempo, juez implacable que da y quita razones. Es más fácil ganar jugando bien que jugando mal. Y el Athletic está jugando bien en líneas generales. De momento, me quedo con eso (publicado como colaboración en www.eldesmarquebizkaia.com)

lunes, 12 de septiembre de 2011

Un equipo adolescente

El Athletic y el Espanyol presentaron la noche del domingo en Cornellá las dos alineaciones más jóvenes de Primera División. Una gran noticia para ambos clubes en tanto que los jugadores de los dos equipos mostraron unas condiciones más que denotan un buen presente y un futuro ciertamente esperanzador. Ganó el Espanyol aunque quizá sería más exacto decir que perdió el Athletic, blando de remate en el área contraria y con la consistencia de un flan en la propia. En el terreno entre las dos áreas, los rojiblancos enseñaron otro esbozo de lo que quiere Bielsa. Es una buena noticia que jugando lejos de San Mamés, el Athletic se pase tanto tiempo en la parcela de campo del rival. Pero sigue siendo una mala noticia la falta de definición en los metros donde se deciden los partidos. Este Athletic de Marcelo Bielsa es una criatura en fase de crecimiento. Desde aquel comienzo de julio en el que el argentino, por exigencias del guión electoral, se prestó a protagonizar aquella especie de documental en el que por videoconferencia nos enseñó todo lo que había aprendido del que habría de ser su nuevo equipo y el método de aprendizaje que siguió, hasta el momento actual, el Athletic ha pasado de los primeros pasos infantiles de la pretemporada, cuando alternaba carreritas más que modosas con tropiezos propios del aprendizaje, a la actual situación que cabría encuadrar en la siempre difícil edad de la adolescencia. El equipo rojiblanco es respondón, descarado, soñador y divertido, pero deja demasiadas cosas para luego y se despista con el vuelo de una mosca. De su descaro y su imaginación para soñar con un futuro mejor, viene obteniendo una multitud de ocasiones de gol y de jugadas más que vistosas; de su inconstancia y el despiste propio de la juventud le han venido los disgustos en forma de empate en casa y derrota fuera. Con todo, este Athletic adolescente apunta a un adulto bello y más que interesante cuando desaparezca ese acné que ahora todo lo afea. A nadie se le escapa que un proceso de esta naturaleza requiere de tiempo para desarrollarse y parece que no son pocos quienes no están dispuestos a concedérselo. Sería una catástrofe que intereses bastardos pusieran en peligro un proyecto que promete. A nadie se le niega el derecho a opinar, ni a criticar lo que no le guste; pero la línea que separa la crítica del ataque desaforado es tan tenue que a veces se traspasa sin que uno se de cuenta. Qué decir cuando el paso se da conscientemente. Resulta sospechosa la fijación que algunos tienen con la reivindicación de la figura de Caparrós, como si no hubiera habido más entrenadores en la historia del Athletic; sospechosa reivindicación de un técnico y de sus logros, como si el Athletic no tuviera en sus vitrinas Ligas y Copas y en su palmarés múltiples participaciones en competiciones europeas. Este adanismo forzado, comprensible en seguidores que todavía no se afeitan y no han conocido otra cosa, no se compadece con una afición orgullosa de una historia blasonada de laureles. Se empieza organizando un recibimiento por perder una final y se acaba creyendo que el Athletic se fundó el año 2007. El Athletic ha cometido muchos errores a lo largo de su historia. Aprender de ellos para que no se repitan ha sido determinante para que esa historia se haya desarrollado siempre en la zona noble del fútbol. Parece que hay quien está empeñado en repetir algunos errores que llevaron al Athletic al borde del abismo la última década del siglo pasado. Sólo cabe apelar a la madurez de una afición que se considera ejemplar y esperar que prevalezca el sentido común.