lunes, 30 de marzo de 2009

Los socios, los aficionados, los compromisos y las entradas para la final

Desde que el Athletic anunció cómo repartirá las entradas que le correponden para la final han menudeado las quejas de aficionados que se han sentido marginados por la decisión de la Junta Directiva de reservar todas las entradas para los socios. Bueno, mejor dicho, todas no. El 20 por ciento de las que recibirá de la Federación se irán a eso que se denominan compromisos de la institución, que no son pocas las entradas, ni pocos los compromisos.
Se quejan los aficionados no socios de su marginación y usan como argumento principal, el lugar común de que el Athletic somos todos, o el Athletic es de todos, que toma cuerpo en la subvención que recibe por parte de la Diputación. Esgrimen los que protestan, que si el Athletic recibe dinero del contribuyente, no puede ahora cerrarse en exclusiva a sus socios. Cualquier decisión de la Directiva sobre la forma de repartir las entradas hubiera sido motivo de queja por parte del sector presuntamente agraviado. Si García Macua hubiera reservado, pongamos que un millar de entradas para los aficionados no socios, estos hubieran protestado argumentando que en tiempos de escasez son ellos los únicos con derecho por la sencilla razón de que son ellos los que con sus cuotas contribuyen al sostenimiento del club. Protesta por protesta, García Macua ha preferido quedar bien, o menos mal, con los que votan, aprueban o rechazan presupuestos, que con los que animan y apoyan, pero no deciden nada en el seno del club. La lógica de tal decisión es aplastante
Volviendo al argumento de la subvención de la Diputación como justificación de un reparto más universal de las entradas, solo cabe decir que es más bien pobre, por no decir totalmente inconsistente, como muy bien han replicado algunos socios que se han dado por aludidos. Por la misma razón, esos socios reclaman su mayor derecho puesto que, además de contribuyentes de la Hacienda pública como el resto, pagan además su cuota como socios,luego siguiendo ese hilo argumental son doblemente acreedores del club. Por la misma razón que defienden los de la teoría de la subvención, podrían expresar su malestar los clientes de Petronor o de Iberdrola, que esos sí que también somos todos, y aportan sus buenos dineros al club sin que ello revierta en forma de entradas entre la clientela.
Ocurre que estamos ante casos similares y, por lo tanto, equiparables. La Diputación mantiene un convenio de colaboración con el Athletic que consiste en una contraprestación económica a cambio de publicidad y otra serie de aportaciones del club como un considerable paquete de entradas para todos y cada uno de los partidos que disputan sus equipos en casa, entradas que la Diputación reparte según su criterio sin que hasta la fecha se conozca la existencia de manifestaciones de indignados contribuyentes Gran Vía abajo exigiendo su parte alícuota del billetaje.
Sencillamente, no es cierto que el Athletic no corresponda con entradas al dinero público que recibe. La Diputación, como Petronor, Iberdrola y algunos otros, dispondrá de las correspondientes entradas para la final, las que el club se ha reservado para satisfacer sus compromisos. Los aficionados que no son socios yerran pues el objetivo al señalar con el dedo al club. Harían mejor en fijarse en el Palacio Foral y reclamar un reparto democrático de las entradas que recibirá la Institución.
Y los socios harían bien en exigir un mayor detalle de ese elástico apartado de los compromisos del club. Cuántos y cuáles son, y en qué se sustancian exactamente. Es de suponer que un campeón de la transparencia como García Macua, no tendrá un comportamiento turbio a estas alturas, con lo sencillo que tiene que es contabilizar en público el número de entradas que se llevarán los anunciantes, los miembros de la Fundación, los empleados, los técnicos, los jugadores y los directivos.

llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

lunes, 23 de marzo de 2009

Ya estamos aquí otra vez

El optimismo oficial aseguraba que nos habíamos ido definitivamente, pero ya estamos aquí otra vez, a dos puntos del descenso, con esa sensación en la garganta, tan incómoda como familiar ultimamente. Y todavía podemos estar dando gracias porque mantenemos ese colchón mínimo sobre el agujero después de ser el peor equipo de la segunda vuelta. ¿Alguna explicación?. Ninguna. Tenemos diez finales por delante, el equipo está muy fuerte mentalmente, San Mamés tiene que ser un fortín, bla, bla bla.
Después de dos años con el mismo entrenador en el banquillo seguimos sin contar con un equipo fiable, con el mínimo de fiabilidad como para suponer que puede aguantar un trimestre seguido manteniendo un nivel regular. Arriba o abajo, no hay término medio; el problema es que, por mucho que se empeñe la propaganda oficial, estamos más tiempo abajo que arriba.
La norma, la excepción y la evidencia. Es importante distinguir una de otra. Y la norma de este equipo es ésta de comportarse como un equipo menor, frágil, el único incapaz de sumar un solo punto ante eso que se llamó ampulosamente "los Alpes" de la Liga, o sea, la serie en la que sucesivamente todos los equipos se ha enfrentado al Sevilla, Barcelona, Real Madrid y Villarreal. Todos han arañado puntos ante tan temibles rivales; todos menos el Athletic. ¿Alguna explicación?. Ninguna, salvo las relacionadas con algún arbitraje. Pobre argumento para justificar tanto desastre. La excepción fue aquella racha de siete partidos sin perder, que le permitió al equipo colocarse en la zona media de la tabla y animó al optimismo oficial a hablar de la UEFA y esas cosas que tanto gustan en las tertulias de aficionados.
Y la evidencia es lo de Villarreal. Un equipo con un plan de juego elemental como el funcionamiento de un botijo, con una defensa que es la segunda más goleada del campeonato (¿no habíamos quedado en que Caparrós había mejorado mucho la seguridad del equipo?), un centro del campo que si defiende no ataca y si ataca no defiende y una delantera unipersonal, con Llorente como único faro, referencia y esperanza. Que no nos falte Llorente hasta el final de la temporada. ¿No habíamos quedado en que se podía vender a Aduriz porque había delanteros de repuesto?.
Ya estamos aquí otra vez, mirando la tabla por abajo y atentos a los marcadores de los equipos en apuros. Encomendándonos a San Mamés para que nos vuelva a sacar del atolladero en el que el equipo se ha metido solito por una mezcla de autocomplacencia, demagogia, error de cálculo y limitación futbolística. El fogonazo de la noche del Sevilla más que alumbrar el camino, deslumbró y cegó a más de uno. Volvemos exactamente a donde estábamos hace una vuelta, o sea, a jugarnos la vida contra el Mallorca, a apostarnos el cuello contra Osasuna...Es el sino de un equipo que no es sino consecuencia de una plantilla mal construida y peor gestionada, pero esas cosas no se dicen; lo importante es conseguir una entrada para Valencia o celebrar la consagración de la primavera...

llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

domingo, 15 de marzo de 2009

¿Seguirán todavía con el cuento de Villar?

Supongo que Muñiz Fernández vendría a San Mamés con el consabido libro de instrucciones que dice una recua de imbéciles, ha dado Villar a los árbitros para favorecer al Athletic. Será por eso por lo que perpetró una actuación que si no acabó en una cuestión de orden público fue sólo porque la afición de San Mamés prefirió tomárselo a choteo. Si le queda algo de sentido común debajo de la capa de gomina, Muñiz Fernández estará a estas horas con el ego por los suelos. Cuando un árbitro encrespa los ánimos como lo hizo el asturiano, lo mínimo que espera es salir escoltado y al borde de la agresión, como un héroe del silbato. Que lo haga en medio de la rechifla general debió de ser muy doloroso para él; tanto como que el campo entero le tributara una cerrada ovación en el momento en el que Higuain transformaba el penalti con el que el colegiado cerró su exhibición.
Muñiz Fernández es un árbitro malo, pero no peor que muchos de sus colegas. Le tengo por un colegiado un poco por encima de la paupérrima media que dan los árbitros españoles. Por eso, estoy convencido de que lo que hizo el sábado en San Mamés no fue la obra de un incompetente. Los incompetentes suelen repartir sus errores y Muñiz no los repartió. Se equivocó siempre hacia un lado, si es que lo que hizo pueden llamarse equivocaciones. Un árbitro sabe muy bien lo que está haciendo cuando en los primeros cinco minutos de partido carga con dos tarjetas amarillas a dos defensas del mismo equipo; sabe tanto como cuando deja sin sanción dos agresiones en el mismo periodo de tiempo. De la misma manera que no creo que Villar haya dado instrucciones en un sentido, me niego a creer que las haya dado en otro, es decir que, como insinuó Caparrós al final de partido, la Liga está viva gracias a la victoria del Madrid el sábado. Lo más probable es que Muñiz Fernández fuera por libre y que decidiera perpetrar su estrambote de acuerdo a su leal saber y entender. Él sabrá porqué lo hizo.
Es posible que el Real Madrid hubiese ganado el partido con un arbitraje normal. Jugadores tiene para hacerlo como demostraron Robben o Lass. Pero no lo hubiera hecho con tanta facilidad a cómo lo hizo gracias a la escabechina que perpetró el árbitro con el Athletic desde el pitido incial. Porque una de las claves del partido del sábado era la puesta en escena del Athletic. Como suelen ser clave en este tipo de partidos de alto voltaje los primeros quince minutos de los rojiblancos, ese arranque arrasador que, por ejemplo, laminó al Sevilla en la Copa, suele ser decisivo para la suerte del Athletic en el desarrollo del partido. Pues bien. Muñiz Fernández desactivó las armas rojiblancas permitiendo por un lado, y amonestando por el otro. Los de Caparrós no pudieron sostener su ritmo de caballería polaca en ese primer cuarto de hora porque el partido se paró y se trabó en una sucesión de broncas, discusiones y tarjetas. Los rojiblancos se llevaron los codazos y las tarjetas y eso permitió a los blancos zafarse de un asedio que temían. Maniatado Koikili por una amarilla en el minuto 6, Robben transformó su banda en una autopista por la que llegó el primer gol. Una falta inexistente de Ocio fue el preludio del segundo gol, en un balón que se comieron defensas y portero rojiblanco a partes iguales.
Parecía muerto el partido cuando Heinze (increíble que acabara sin tarjeta) hizo un autogol que marcó a la vez el resurgir y el hundimiento del Athletic. Casillas salió aparentemente a protestar que el Athletic siguiera el juego con un blanco caído en el césped. En realidad salió a provocar por ver si picaba algún pardillo. Lo hizo Yeste que se fue hacia él para empujarle, momento en el que Casillas cayó fulminado al suelo cogiéndose la cara (en la sala de prensa confesaría luego que Yeste no le tocó en la cara sino que le empujó en el pecho). Casillas, hasta el sábado querido por el público de San Mamés, recordó entonces a un personaje como Buyo.
Muñiz Fernández consideró que aquello era motivo de expulsión del capitán rojiblanco y alguien en el Athletic tendrá que considerar que aquello es motivo de una seria reflexión. No puede ser que un jugador, y menos el capitán, corra el riesgo de recibir una tarjeta a la vista de cómo estaban el partido y el árbitro.
Ni el gol del empate cabeceado por Llorente y propiciado por una cantada de Casillas, alimentó demasiadas esperanzas en la parroquia. Una cosa son los milagros y otra remontar al Madrid y al árbitro con uno menos. El gol de Huntelaar en el primer minuto de la segunda parte, en otro fallo de Iraizoz, fue la sentencia definitiva y el preludio de una goleada tan cruel como injusta.
Del encuentro quedan algunas lecturas. Por ejemplo, que el Athletic se obsesionó demasiado pronto con el árbitro y le perdió la cara al partido y al rival. Que Yeste debe reflexionar muy seriamente sobre lo que hizo. Que todo el equipo debe pensar que cuando no sale el plan A, tiene que haber un plan B y que cuando la tormenta arrecia es mejor guarecerse que salir a pecho descubierto. Que Caparrós haría bien en estudiar mejor los cambios. Los relevos que hizo en el segundo tiempo, lejos de servir para mejorar algo, no hicieron sino acabar de romper el equipo.
Una nota final. De Juande Ramos sabía que no había tenido empacho en romper a media temporada su contrato con el Sevilla para ir a hacerse millonario al Tottenham sólo para convertirse en uno de los técnicos más breves que ha conocido un banquillo inglés. Desde el sábado también sospecho que es un cínico o que no sabe ni cómo se escribe la palabra vergüenza. Decir, como dijo en la sala de prensa, que el árbitro no influyó en el desarrollo del partido le coloca en un lugar destacado en el poblado panteón de entrenadores de fútbol que tienen el rostro de hormigón armado. Caparrós estuvo brillante recordándole lo de Liverpool.

llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

miércoles, 11 de marzo de 2009

Los dineros (y las deudas) del fútbol

Un militante que desde que consiguió que suprimieran la mili ha puesto el fútbol en el primer lugar de su lista de objetivos a eliminar, me avisa de que ha colgado en su blog un post que a su vez remite a otro que da cuenta del estado económico de los equipos que compiten en la ahora llamada Liga BBVA. Merece la pena leerlo porque, aunque en realidad no aporta nada que no se supiera, nunca está de sobra mirar a la realidad de cerca, tan de cerca como nos la pone el cuadro que publican en ese post.
Empiezan a ser numerosas, y cada vez más frecuentes, las voces que alertan de la situación de bancarrota que sufre el fútbol de élite. La pomposamente llamada Liga de las estrellas, según denominación inventada por algún periódico deportivo madrileño, tan dado a la exageración y al enaltecimiento de lo propio, lleva tiempo estrellada en su economía. El hecho de que aparezcan esas voces de denuncia, podía hacer suponer que el deterioro es de tal calibre que alguien se está empezando a plantear durante cuánto tiempo todavía se podrá seguir sosteniendo una situación insostenible.
Ya han ensayado todo para conseguir mantener la ficción de que España es la número uno en algo, aunque sea en el fútbol, por sostener lo que llaman la mejor Liga del Mundo. La ruina de los clubes tradicionales llevó en su día al Gobierno a promover la Ley que obligó a todos los endeudados a convertirse en Sociedades Anónimas para recaudar capital. Sólo se salvaron Athletic, Osasuna, Real Madrid y Barcelona, por presentar en aquel momento números negros en sus balances.
Aquella transformación en Sociedades Anónimas provocó situaciones propias de película de Berlanga, que oscilaron desde la solución de que fueran las instituciones públicas (Ayuntamientos y Diputaciones) quienes compraran la mayoría de los paquetes accionariales (Racing), hasta la entrada en el fútbol de caciquillos locales ligados al ladrillo o bucaneros como el difunto Jesús Gil, que se hizo con la propiedad del Atlético sin poner un duro; le bastó con enseñar un aval que retiró un minuto después de hacerse con las acciones.
Como tampoco aquello sirvió para aclarar el panorama económico, llegaron las recalificaciones (la esquina del Bernabéu, la Ciudad Deportiva), las permutas de terrenos (Valencia), las ventas de estadios (Sarria) y, cómo no, las declaraciones de concurso de acreedores (Celta, Las Palmas, Levante, Alavés, Real Sociedad...) una vez constatado que ya no quedaba más remedio que reconocer la ruina.
Pero pese a haberlo ensayado todo para evitarlo, la deuda sigue creciendo en progresión geométrica, en lo que constituye la mejor explicación práctica de lo que se entiende por una huida hacia adelante. Hay que seguir endeudándose fichando al delantero brasileño que nos garantizará estar en Europa el año que viene o ascender a Primera, o evitar el descenso, porque sólo así podremos seguir haciendo taquillas y cobrando derechos de televisión, que a su vez servirán para fichar un defensa argentino que nos garantice estar en Europa, o no descender, o ascender a Primera y así sucesivamente.
Pero caeremos en un error y cometeremos una injusticia si culpamos de este desaguisado económico sólo a los dirigentes. Quien esté libre de culpa que tire la primera piedra. O mejor, que recuerde la última vez que después de dos derrotas de su equipo haya vociferado al calor de la barra de un bar que lo que hay que hacer es fichar un delantero brasileño, o un defensa argentino; que se ha dado la vuelta en la tribuna y le ha exigido al presidente que se gaste la pasta y que fiche, porque con estos mantas nos vamos a Segunda; o que eche al entrenador (previo pago del millonario finiquito, claro) y traiga un técnico italiano, que esos sí que saben meter en cintura a estos vagos que tenemos en la plantilla. Por no hablar de la Prensa, tan proclive a denunciar las profundas crisis que subyacen después de un par de derrotas. Y así sucesivamente...

llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

domingo, 8 de marzo de 2009

Ya es hora de despertar

Supongo que el baño, o la ducha fría, del Camp Nou servirá para que todos despertemos, regresemos a la realidad y volvamos a pensar en las cosas terrenales, o sea, en la Liga, y dejemos las celestiales para el 13 de mayo. Si volvemos a la realidad comprobaremos enseguida que en la segunda vuelta mantenemos los mismos números que en la primera en idénticos partidos, es decir, que desde que la Liga superó el ecuador tan solo hemos sumado cinco puntos y acumulamos derrotas que nos están acercando a los puestos de abajo. No quiero ser exagerado ni hablar de descenso a estas alturas, pero conviene seguir mirando con el rabillo del ojo a los equipos de abajo. De momento, estamos a mitad del famoso Everest que en la primera vuelta nos dejó en los puestos de descenso y seguimos por idéntica senda: Sevilla y Barcelona cero puntos. Nos quedan Real Madrid y Villarreal. Espero que no se repitan los números de noviembre.
La derrota de Barcelona por previsible y porque seguimos en la nube, ha dolido menos que en condiciones normales, por no decir que no ha dolido nada pese a que la palabra ridículo puede muy bien pasar por la cabeza de más de uno a la vista del partido. Si nos consolamos con el hecho de que el Athletic consiguió salir con un marcador decoroso, pues vale; pero no quiero ni pensar en lo que pudo ser si Eto'o está medianamente acertado, si los postes no juegan a favor de un gran Iraizoz o si Iraola no saca dos balones de la raya.
Hemos visto muchos partidos este año en los que el Barcelona ha arrollado y goleado a sus rivales en el Camp Nou y el Athletic no ha sido la excepción. El partido no admite demasiado análisis. Los rojiblancos aguantaron con decoro la primera media hora y hasta pudieron adelantarse en el marcador si Yeste llega a acertar una ocasión clara. Después, un desajuste defensivo en el que se notó que el Athletic jugaba con un central improvisado como Gurpegui, propició el primer gol del Barcelona, y minutos más tarde, otra vez Gurpegui cometió penalti sobre Iniesta que transformó Messi.
Lo peor vino tras el descanso. Caparrós dejó en la caseta a Javi Martínez para dar entrada a Toquero. Privado el Athletic de su hombre escoba en la zona ancha, los centrocampistas blaugrana encontraron los espacios que querían para moverse a placer a veinte metros del área de Iraizoz. La ausencia de Javi Martínez dejó al Athletic con un hombre menos puesto que su sustituto Toquero no fue más que un espectador que vio el partido a ras de césped. Fue un error táctico mayúsculo ante un equipo frente al que hay que rozar la perfección, y si el Athletic no lo pagó más caro fue porque la fortuna estuvo de su lado.
Huelga establecer cualquier paralelismo entre el partido del sábado y la final de Copa que disputarán ambos equipos dentro de más de dos meses. No tiene nada que ver un partido con el otro, entre otras razones porque las finales no se parecen a ningún partido y porque las circunstancias que estén incidiendo entonces sobre los protagonistas tampoco serán las mismas. En cualquier caso, hará bien Caparrós en extraer las lecciones precisas del baño del pasado sábado y, sobre todo, aprovecharlo para despertar a sus jugadores. El siguiente visitante de San Mamés se llama Real Madrid, un nombre que ha alumbrado muchas gestas rojiblancas.

llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

jueves, 5 de marzo de 2009

Athletic total

Qué difícil se hace escribir de sentimientos. Qué difícil es reflejar lo que ocurrió en San Mamés la noche del miércoles. Cuatro de marzo de 2009. Una fecha más para apuntar en ese calendario de gloria al que el Athletic le va sumando hojas desde hacer 111 años. Yo estuve allí, podremos decir dentro de unos años los que tuvimos la suerte de vivirlo. En especial todos esos chavales que llevaban dos décadas aguantando que sus padres y sus abuelos les repitieran eso de que yo estuve allí, sin que ellos consiguieran estar en ningún sitio importante. Por fin tienen una referencia que contar; la demostración palpable de que lo que les contaban sus padres y sus abuelos no eran historias adornadas por el paso del tiempo; la evidencia del mito hecho realidad. Los que estuvimos el miércoles en San Mamés vivimos una de esas experiencias que quedan marcadas para toda la vida. Como la que vivimos los afortunados que estuvimos en Las Palmas, o en Valencia, o aquel día contra la Real en San Mamés, o en la final contra el Barcelona de Maradona. La semifinal ganada al Sevilla aporta a la vida del club algo mucho más trascendente que el derecho a jugar una final; significa el eslabón que engancha dos generaciones, la de los que vivimos los últimos éxitos, y la nueva que empezaba a temer que su tiempo pasara en balde. La cadena rojiblanca no solo sigue unida, sino que se alarga hasta el infinito, como siempre ha sido. No hay riesgo de ruptura. La niña que vio en su casa el partido por televisión con la bufanda anudada al cuello, el chaval que saltó al césped cuando acabó el partido, el que bailó entusiasmado en un bar de Pozas porque aun sin entrada quiso estar cerca de la Catedral, ya eran del Athletic, pero ya lo serán para siempre.
El miércoles fue el día del Athletic total, del sentimiento que une a jugadores y afición hasta un extremo incomprensible en otras latitudes. No se trata del manido jugador número doce. Es algo más, es el compartir sensaciones, vivencias, amor a unos colores. Una sociedad partida y repartida en unas elecciones que se acababan de celebrar tres días antes y que han dejado a los políticos mirándose con el ceño fruncido, vivió, vibró, respiró y disfrutó hasta el paroxismo en una comunión perfecta. El Athletic es lo único que nos une; ¡y cómo nos une!.
Era imposible que el Sevilla se saliera con la suya. Jiménez estaba enfadado con sus hombres al final del partido, porque se equivocaron en cosas que, decía, tenían suficientemente estudiadas. Debería ser más comprensivo el entrenador sevillista. Hasta el acero más templado se hubiera fundido en la caldera de San Mamés. Que sus hombres se derritieran como lo hicieron entra dentro de lo comprensible.
Nunca he visto un San Mamés en tal estado de ebullición. Por establecer una comparación, recuerdo el día que se ganó la Liga de la 83-84 en el último partido ante la Real. Pero entonces hubo momentos para el silencio angustiado, para la preocupación por lo incierto del resultado, hasta para el enfado y la decepción ante la visión de un Athletic comido por la responsabilidad, impreciso y desconocido. Frente al Sevilla fue otra cosa. No hubo tregua. Se ovacionó cada robo de balón y hasta cada saque de banda, porque en cada recuperación, en cada choque, en cada carrera, todos recuperábamos, todos chocábamos, todos corríamos. ¿Cómo iba a ganar Kanoute algún salto a Amorebieta si con el central saltábamos cuarenta mil defensas?. ¿Cómo no iba a sucumbir la defensa del Sevilla a la presión de Toquero si con el de Sestao presionábamos cuarenta mil estajanovistas dispuestos a dejarnos las cuerdas vocales como papel de lija?.
El gol de Javi Martínez a los tres minutos de partido se empezó a marcar por la mañana en las calles engalanadas. Lo marcaron los niños que fueron a la ikastola con la camiseta, los chavales que salieron zumbando del instituto con al bufanda entre los libros, los comerciantes que cerraron antes de la hora para ir al partido. El pase que propició ese gol lo dieron los cientos de seguidores que arroparon al autobús del equipo desde el hotel hasta el campo, los cuarenta mil que minutos antes de que los equipos saltaran al campo entonaban a coro el himno y los gritos rituales. ¿Qué el primer gol llegó muy pronto?. Demasiado se hizo esperar en subir al marcador. Lo llevábamos marcando desde hacía una semana por lo menos.
Ese gol fue el último gramo de pólvora que hacia falta para incendiar San Mamés. El equipo superó la ansiedad y se asentó en el terreno al mismo tiempo que el Sevilla de diluía en un mar de dudas. El segundo gol confirmó a Jiménez la inutilidad de su estrategia de utilizar a Fazio como un antiLlorente. El delantero había prolongado el balón en el primer gol y marcado el segundo. Fuera Fazio y dentro Luis Fabiano para poner orden. Demasiado tarde. El Athletic ya había instaurado el caos y en ese caos la defensa del Sevilla se dejó arrebatar el balón otra vez por Llorente para que Toquero marcara el tercero y viviera una experiencia que no olvidará en su vida.
Aquellos que dudaban de la identidad del Athletic, los que pretendían poner en tela de juicio su filosofía, los que al calor de una pretendida modernidad reprochaban la excesiva querencia por la tradición, los que querían caricaturizar la historia como batallita de abuelitos, los que no entendían, en suma, de qué hablamos cuando hablamos del Athletic, lo tienen claro desde ayer. Pudieron ver al Athletic total, una suma de voluntades, una comunión de almas rojiblancas que trasciende el mero hecho del fútbol. Así ha sido más de un siglo y así seguirá siéndolo en adelante. ¡Ah! y Del Nido se lo comió enterito. ¡Vaya si se lo comió!.

llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

miércoles, 4 de marzo de 2009

La meteorología se pone rojiblanca

Hoy es el día y los hados se han puesto de nuestra parte. Llueve y hace frío, o sea que se anuncia una noche caliente, como las de antes, en San Mamés. Claro que lo del barrillo y esas cosas era en tiempos en los que los equipos respondían a una serie de características vitales que conformaban su personalidad. Con este tiempo climatológico, hace veinticinco años nadie hubiera dudado de que al Sevilla esta noche le caían cuatro en San Mamés. Era cuando el Athletic contaba con gente acostumbrada a jugar con katiuskas y en el Sevilla había mayoría de andaluces, maestros en jugarla de tacón y acostumbrados a un Sánchez Pizjuán que muchas tardes parecía un descampado reseco.
Ahora es otra cosa. Ahora, en cualquier equipo tienen gente acostumbrada a jugar hasta con nieve, todos los campos son alfombras verdes y los equipos han difuminado su personalidad hasta el extremo de hacerlos irreconocibles.
Pero me gusta que el día haya amanecido frío y lluvioso. En el fútbol sigue habiendo mucho de atavismo y no hay color entre llegar a San Mamés mojado y frotándote las manos para entrar en calor, que hacerlo aplatanado por el viento sur.
La meteorología ya está poniendo de su parte; la afición, también. El equipo tiene la palabra a partir de las ocho en punto.

llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

domingo, 1 de marzo de 2009

El Athletic no tiene fondo de armario

Kanouté se bastó el solito para ganar el partido a los suplentes que puso en liza Caparrós. No es una buena noticia que el delantero sevillista se mostrara tan eficaz y suficiente. Es verdad que el miércoles se enfrentará a una pareja de centrales más acoplada, pero también es cierto que su capacidad de maniobra en el área augura problemas para Iraizoz. Cualquiera de los goles que hizo el sábado, por su factura, los podría repetir el miércoles.
Pocas pistas más se pueden extraer del partido del sábado. Pocas pistas y ninguna conclusión salvo lo ya sabido: que el Athletic tiene un fondo de armario muy reducido. Ver a Ustaritz sufriendo en la banda derecha, a Balenziaga repitiendo sus errores de principiante en la izquierda o a un Gurpegui acelerado por las urgencias de ganarse el puesto, o al menos la confianza del entrenador, fueron una constante durante todo el partido, por no hablar del proscrito Muñoz o de la delantera, donde el derroche físico y de ilusión de Vélez y Toquero fue inversamente proporcional a su eficacia y calidad futbolística. El Athletic tiene jugadores para incorporar al equipo poco a poco sin desentonar; meterlos a todos de golpe sólo provoca situaciones como la del sábado, o la del día del Almería. No tiene, en ninguno de los casos, profundidad de banquillo para hacer rotaciones al estilo de los equipos de la NBA.
Caparrós apostó por la Copa sin complejos alineando un equipo donde sólo se podía identificar como habituales a Vélez, Susaeta, Gabilondo o Amorebieta. Demasiada ventaja para un Sevilla que dominó a placer y mostró una superioridad abrumadora, incluso con la laguna de ese gol de Gabilondo que llegó para dar la razón una vez más a Boskov; aunque parecía que era metafísicamente imposible que el Athletic marcara, fútbol es fútbol.
Se adelantó el Athletic y por un momento la afición soñó con el milagro. Poco tiempo en cualquier caso. Kanouté llegó pronto al rescate de su equipo y devolvió el discurso de la lógica a un San Mamés que pensaba más en el miércoles que en lo que estaba ocurriendo en el campo.
La Copa le ha costado ya al Athletic tirar a la basura seis puntos, los de Almería y los del sábado. Todo se dará por bueno si el miércoles consigue el tan ansiado billete para la final. Una apuesta que está provocando una reacción en el entorno que no me gusta por lo que tiene de exagerada... y de mercantil. Llegar a una final después de un cuarto de siglo tiene su trascendencia y es comprensible la ilusión; pero todo tiene un límite y nunca está de sobra el sentido de la medida. Ojalá todo sea para bien. Por último, una sugerencia sin ningún ánimo de que sea tenida en cuenta: si el miércoles cobran a los socios, ¿podrían descontar de la cuota anual partidos como el del sábado?

llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar