martes, 31 de enero de 2012

Fútbol, leyes, usos y costumbres

Además de por el Reglamento, única norma impresa negro sobre blanco que regula el fútbol, este deporte y sus aledaños se rigen por una serie de leyes no escritas y diversos usos y costumbres que se suelen resumir en sentencias y tópicos más o menos afortunados que en su elementalidad esconden verdades indiscutibles del tenor de 'no hay enemigo pequeño', 'los partidos duran noventa minutos' o el ya clásico de Boskov, 'fútbol es fútbol', que resume en tres palabras la esencia de este deporte y que merecería estar esculpido en mármol.
Estos días volvemos a asistir a una nueva repetición de estos usos y costumbres. Han bastado un par de tropiezos y siete puntos de distancia en la tabla, para que los hasta la fecha comedidos jugadores del Barcelona, empiecen a enredarse en unas declaraciones que hasta ahora eran exclusivas de sus grandes rivales blancos. No es que los de Guardiola se hayan salido del tiesto y hayan dicho nada que ofenda a nadie, pero oir a Messi hablar de los árbitros ya supone un cambio cualitativo. Lo de Xavi y su valoración sobre el saber perder de los madridistas, entra en el terreno del puro cotilleo, puesto que se trata de la publicación a traición de una conversación privada, que fue posible porque a un veterano como Xavi le pillaron como a un pardillo y porque alguien de TV3 no acudió en su día a clase de deontología, pero hablar a día de hoy de deontología o simplemente de vergüenza profesional, es como ponerse a recitar con Pedro Crespo aquello de 'al rey la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios', emotivo sí, pero tan absurdo como un colador sin agujeros.
Si los barcelonistas están cumpliendo fielmente con la costumbre de quejarse de los árbitros en época de vacas flacas, la presencia de un equipo de Segunda B en la semifinal de Copa, ha desparramado toda la panoplia de tópicos y lugares comunes que suelen acompañar estos casos extraordinarios, aunque no tan inhabituales como se pueda pensar en un primer momento. El Castilla llegó a jugar una final de Copa contra el Real Madrid, y el Numancia ya se cargó a tres equipos de Primera cuando era un perfecto desconocido, por no hablar de la pléyade de los llamados 'matagigantes', que alcanzaron alguna vez las portadas de los periódicos.
El protagonista es ahora el Mirandés así que, de pronto, la ciudad ferroviaria se ha convertido en el epicentro de la noticia (¡toma topicazo!). Ya sabemos que uno de sus jugadores trabaja por las mañanas en un banco, lo que curiosamente en los tiempos que corren no le ha hecho perder un ápice de popularidad entre sus convecinos, y no hay radio que sintonices o televisión que enciendas, en la que tarde o temprano no acabe saliendo Carlos Pouso o algún eufórico lugareño. Ya nos han informado sobre el número de habitantes de Miranda de Ebro, sus principales fuentes de riqueza, la relación entre el presupuesto del Mirandés y la renta per cápita de Kazajistán, y sabemos también que las entradas para ver el partido cuestan 90 euros, que no en vano la de atizar duro en la taquilla sigue siendo una de las costumbres más arraigadas en este mundo del fútbol ultimamente tan audiovisual.
Decíamos que en este deporte tienen singular importancia los usos y las costumbres, pero también rigen las leyes no escritas. Es verdad que no hay enemigo pequeño, pero al mismo tiempo, una de esas normas que no se pueden leer en ningún sitio como tales, dice que al final del sueño la lógica, que también existe en el fútbol, termina imponiéndose. Al fin y al cabo en castellano hay un dicho para demostrar una cosa y otro para sostener la contraria, así que el fútbol funciona en este sentido como el refranero, o sea, que no hay enemigo pequeño, pero el pez grande se acaba comiendo al chico. Al cumplimiento de esa ley que apela a la lógica se tiene que aferrar el Athletic para alcanzar la final. Está muy bien el entusiasmo que despierta siempre en las masas la pedrada certera de David en la cabeza de Goliath, pero hablamos de fútbol y lo normal suele ser que Goliath coja la piedra y le atice a David, aunque la aplicación de la ley del más fuerte resulte siempre impopular.
El Athletic tiene abierta la puerta que conduce a la final y solo tiene que dar el paso para atravesarla. Depende de sí mismo y cuenta con la ventaja añadida de jugar el segundo partido en San Mamés. Dispone de un equipo manifiestamente superior a su rival y el efecto sorpresa ya no existe por razones obvias y porque Bielsa ya ha demostrado ante el Oviedo y el Albacete que él no se deja sorprender ni permite la relajación a sus jugadores. Normalmente es injusto hablar de fracaso cuando nos referimos a un equipo tan peculiar como el Athletic, pero en este caso, no superar la eliminatoria constituiría un fiasco de dimensiones siderales.
No se trata de exhibir absurdos sentimientos de superioridad, ni de minimizar los méritos del rival, que los tiene, pero si a Urrutia le dicen en septiembre que elija el itinerario de Copa para su equipo, no le hubiera salido mejor. Los rojiblancos lo tienen todo a favor. Ni el Mirandés ni nadie les puede ganar a correr, a entusiasmo, ni a ganas de ganar. Y si hablamos de usos y costumbres, la del Athletic de jugar finales se remonta a 1902. De algo le tendrá que servir.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

sábado, 28 de enero de 2012

Llorente rescata a un Athletic desconocido

Fue como una de aquellas películas de cine mudo en las que los protagonistas se mueven a una velocidad inusitada. Entre las estrecheces del campo de Vallecas y el planteamiento que hizo Sandoval, el Athletic estuvo muchos minutos, demasiados, moviéndose como el gran Charles Chaplin, acelerado, corriendo de aquí para allá, tropezando y enredado consigo mismo. Fue un Athletic desconocido, y no solo por la alineación, que sufrió lo indecible porque el Rayo le sacó del carril por donde había estado circulando toda la temporada. Desde que está Bielsa en el banquillo nadie le había hecho tantas ocasiones al Athletic, ni a nadie habían hecho tan pocas los rojiblancos. Se dirá que es exagerado criticar el ataque de un equipo que marca tres goles fuera de casa y además estrella un balón en el larguero, pero fue prácticamente lo único que hizo el Athletic en el área contraria. No es poco, claro que no, y ahí están los tres puntos para demostrarlo, pero el juego ofensivo del equipo ha estado funcionando mejor en casi todas las salidas. Goles son amores, pero en este caso el mérito le corresponde solo a su autor, el inmenso Fernando LLorente.
El Athletic acusó los cuatro cambios que introdujo Bielsa. Javi Martínez, Muniain, Herrera y De Marcos dejaron sus sitios a San José, David López, Iñigo Pérez y Toquero. Descontando al portero, es un cambio que afecta al cuarenta por ciento de la alineación. Mucha novedad es esa para un grupo que ha venido estando formado prácticamente por los mismos.
Le faltó pausa al Athletic pero es que el Rayo puso todos los medios para que no la tuviera. Las dimensiones del Teresa Rivero favorecieron el plan del equipo de casa. No es lo mismo hacer presión en todo el campo en Chamartín que en Vallecas; allí mueres en el intento; en el barrio todo está a dos pasos.
Ya no es noticia que el Athletic sufre sin balón, pero una cosa es que te quiten el balón y otra que pierdas los papeles. Se notó, y de qué manera, la ausencia de Javi Martínez. Los que dudaban de su papel en el eje de la defensa ya pueden ir buscando otra cantinela para pasar el rato. Amorebieta fue menos grande sin su socio y San José las pasó canutas ante los hábiles delanteros rayistas, liderados por el eterno Tamudo hasta que se tuvo que retirar con un brazo lastimado, para alivio de los rojiblancos.
Sólo el Real Madrid había conseguido batir a Iraizoz en todo el mes de enero, y el Rayo le metió dos. El primero en un saque de corner de libro, con peinada en el primer palo y fusilamiento sumario en el área pequeña; el segundo por las manos blandas del portero. Y si no cayeron más fue porque los delanteros franjirrojos son habilidosos pero dentro de un orden, de lo contrario no estarían en el Rayo, y fallaron ocasiones cantadas, sobre todo en la segunda mitad.
Menos mal que Fernando Llorente llegó al rescate con el catálogo debajo del brazo. Peinada perfecta a un gran saque de falta de Iñigo Pérez; control con el pecho, apertura de espacio y remate letal por abajo; cabezazo picado marcando los tiempos para llevar a la red un gran centro lateral de Toquero. ¿Quiere usted más modelos?. Elevación por encima del marcador y cabezazo brutal con la frente, como dicen los clásicos que hay que rematar los corners.
Es probable que las cosas no hubieran cambiado mucho con todos los titulares en el campo, o sí, que diría don Mariano, pero es una hipótesis indemostrable, así que sobra plantearla. Los que estuvieron, habituales e interinos, se emplearon a fondo aunque con suerte y rendimiento irregular, alternando acciones brillantes con esas otras que despiertan en los aficionados una irresistible necesidad de estrangular al autor.
Lo que sí es noticia es que el Athletic se fue del campo con la sensación de llevarse algo más de lo meritado. Pero tampoco está mal que en el arranque de la segunda vuelta lleguen al casillero rojiblanco los puntos que se quedaron en el camino de forma inmerecida en la primera mitad de la competición, sin ir más lejos contra este mismo Rayo que se llevó un punto de San Mamés.
Y tampoco está mal que el equipo tenga el coraje de levantarse dos veces y ganar a base de trabajo y sufrimiento, que no todo va a ser exquisitez y lucimiento. Además, lo de Vallecas va a venir estupendamente para preparar el próximo partido de Copa. El terreno de Anduva tiene unas dimensiones físicas similares a las de San Mamés, pero ya sabemos que el fútbol vive muchas veces en una cuarta dimensión. Por eso nos gusta tanto.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

viernes, 27 de enero de 2012

Fútbol en el patio trasero

Si los estadounidenses consideran Centroamérica como su patio trasero, Vallecas es el patio trasero futbolístico de Madrid. De siempre, las visitas a Madrid han tenido algo especial. Cuando un equipo va a jugar en el Santiago Bernabéu, los jugadores saben que se van a exhibir en un escaparate que concita millones de miradas, los entrenadores se esmeran en dar con la táctica que muestre al mundo su sabiduría, los directivos viajan con la corbata nueva, y algunos aficionados, con los calzoncillos limpios; por si acaso. La visita al Real Madrid es la gran salida de la temporada. Cuanto toca el Manzanares es otra cosa. Sigue siendo Madrid, pero es un Madrid más suburbial, como de Rastro. Y, qué decir de Vallecas. No hay jacuzi en el vestuario de Vallecas, ni ministros en el palco. Tampoco aparece esa fauna peculiar que se suele citar en el palco del Manzanares y sus aledaños. Vallecas es otra cosa. Menos Madrid. El patio trasero. El oropel y las luces del Santiago Bernabéu, quedan muy lejos del campo de la calle Payaso Fofó. Aquí las cosas son más simples y las dimensiones, más humanas. Los porteros, son los porteros de campo de fútbol de toda la vida, con su chaqueta y su gorra de plato, y los de seguridad, son eso, seguratas, no guardias pretorianos a los que hay que pedir perdón y cuadrarse antes de pasar. Si el césped está mal, o muy mal, que seguro que lo estará, es sencillamente porque no puede estar mejor. Y los aficionados no hacen mosaicos ni monerías de esas (en realidad tampoco tienen mucho espacio para hacerlo). Los más ruidosos ondean banderas con la efigie del Ché Guevara, algo tan original en el fútbol español como la propia camiseta del equipo, con su franja roja cruzada.
Los viejos cronistas, los de la época de Felines y Rocamora, solían referirse al Rayo Vallecano como 'el simpático equipo de Vallecas'. Ya se sabe que los equipos simpáticos, por definición, son aquellos que pierden mansamante, sin dar una mala patada. Sus propios aficionados utilizan el diminutivo cariñoso para referirse a su equipo. En los bares de la Avenida de la Albufera el Rayo es el Rayito.
Pero que nadie se llame a engaño, que hace tiempo que el Rayito dejó de ser el simpático equipo de barrio madrileño. Ya lo demostró cuando visitó San Mamés en la primera vuelta. El Athletic está obligado a devolver la moneda y sumar tres puntos que le mantengan en los puestos donde se juegan las cosas de verdad al final de la temporada, pero no lo tendrá fácil. Vallecas no es el campo más cómodo para hacer el juego que quiere Bielsa. El césped estará irregular y el balón se moverá como guiado por control remoto por un chiflado. Lo estrecho del campo permite poner la pelota en el área con un saque de banda, y si el portero tiene un toque medianamente decente, los saques de puerta alcanzan fácilmente el borde del área contraria.
Pero es en esa clase de campos donde se juega la verdad de la Liga. Está muy bien lucirse en el baile de los grandes salones, pero es en el patio trasero donde se juegan los cuartos. Bielsa, argentino a fin y al cabo, conoce bien ese fútbol suburbial, de potrero, donde a la concentración habitual hay que sumarle la necesaria dosis de picardía para saber por dónde te quieren robar la cartera.
Será un partido áspero y peleado, uno de esos encuentros en los que la estética pasa a un segundo plano porque se impone el espíritu industrial. Si los jóvenes leones de Bielsa quieren saber cómo se juega en Vallecas, tienen a quién preguntar. No han sido pocos sus antecesores que han acabado o han pasado alguna temporada en el Rayo; podrían casi formar un equipo completo. Imanol Etxeberria, Oscar Vivanco, Corino, Estibariz, Aiarza, Pizo Gómez, Bolo y Urzaiz fueron en su día jugadores del Rayito, aunque si hay un futbolista vasco al que se le pueda identificar vistiendo la camiseta franjirroja, ese es Imanol Ibarrondo.

EDITADO DESPUES DE LA CONVOCATORIA
Javi Martínez no viaja a Vallecas. Bielsa ha preferido resguardarle al comprobar que arrastra algunas molestias musculares. La ausencia de Javi altera considerablemente el sistema defensivo del equipo, aunque el técnico tiene recursos suficientes para encontrar una solución. Entran en la lista Alvaro Peña y, por fin, Ruiz de Galarreta. Posiblemente no sea ni el mejor escenario ni el mejor rival para un debut, ni tampoco es seguro que lleguen a participar, pero es una buena noticia que los recambios ya estén llamando a la puerta.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

jueves, 26 de enero de 2012

Justicia poética

El jardinero del Iberostar acabó haciéndole la vida más fácil al Athletic en Mallorca. El erial que tienen por aquellos pagos como campo de fútbol, acabó jugando una mala pasada a sus inquilinos. El equipo de Bielsa no estaba sufriendo ningún apuro para defender la renta del primer partido pero estaba a la espera del asalto con todo que los de Caparrós debían ejecutar en los últimos minutos. Faltaba un cuarto de hora para el final cuando Ramis cedió el balón a su portero, Calatayud puso el interior de su bota derecha para recibir el envío y éste, juguetón, saltó por encima para terminar alojándose en la red. El ondarrutarra Zubikarai debió esbozar una sonrisa amarga en aquel momento. Algunas generaciones de rojiblancos, los que sufrieron más de un infierno en el viejo Luis Sitjar, los que jugaron con unos pantalones verdes, los que cayeron allí en otra eliminatoria copera... el tesorero del club que sigue intentando tapar el agujero del impago de Aduriz, se reirían con ganas con el número cómico y por la alegría de ver a su equipo definitivamente en la semifinal. Los más veteranos retrocedieron casi una veintena de años, cuando en un amistoso jugado en San Mamés, el gran Franco Baresi le coló un gol idéntico a Taconi. En aquella ocasión la culpa no la tuvo el césped, sino una bolita de papel albal estratégicamente situada en el borde del área pequeña del gol norte. El invencible Milan cayó en la catedral rompiendo una racha de alrededor de un centenar de partidos invicto. Capello dijo que aquello no contaba porque era un amistoso. Otros tiempos.
El gol de Ramis decidió el partido de Mallorca, pero no la eliminatoria. Esa llevaba mucho tiempo decantada, prácticamente desde que acabó el encuentro de San Mamés. Meterle dos goles a este Athletic es tarea reservada a equipos mucho más grandes o que jueguen con más grandeza que el Mallorca. Joaquín Caparrós planteó el partido casi en el plano psicológico. Su idea era no sufrir daños irreparables al principio, para poder llegar al tramo decisivo con posibilidades de éxito. Durante todo el primer tiempo, el equipo que tenía que remontar se dedicó más a defender que a atacar, una paradoja nacida de la mente de su entrenador. El Athletic hizo eso que ahora se llama defender con el balón, esto es, mantener su posesión de forma que el rival no tenga otra cosa que hacer que mirar. Durante muchísimo tiempo la pelota circuló de las botas de Javi Martínez a las de Amorebieta, de las de éste a las de Iturraspe, y vuelta a empezar. Alguna vez se asomaba por allí algún mallorquinista a hacer como que presionaba, poca cosa como para inquietar a un Iraizoz que no tuvo que intervenir para otra cosa que no fuera devolver una cesión o sacar de puerta. Defender tan lejos de la portería evita cualquier sensación de agobio y eso siempre se agradece.
El Athletic tuvo algunas ocasiones para remachar la eliminatoria, casi siempre por fallos de defensas o portero rivales, pero ni Muniain, ni De Marcos, ni Llorente anduvieron finos. La lesión de Muniain cerca del descanso obligó al técnico a reordenar el esquema dando entrada a Toquero y cambiando de banda a Susaeta. Fueron unos movimientos que condicionaron lo que ocurrió a continuación.
Tras el descanso Caparrós puso en marcha la segunda parte de su idea, aunque fue el Athletic el que le facilitó las cosas. Ocurrió que los rojiblancos perdieron el balón que había sido suyo durante todo el primer tiempo. Muniain es un jugador que incluso lejos de su mejor momento, aporta una considerable posesión de la pelota y ofrece soluciones a sus compañeros para mantenerla. Susaeta no compensó su ausencia en esa faceta porque el de Eibar no entró tantas veces al centro como lo hace Muniain. Para colmo a Herrera le dio por ponerse fallón en el pase y el control hasta el punto de que Bielsa le retiró para el cuarto de hora. El Athletic perdió el centro del campo, Toquero y Llorente quedaron desconectados y los rojiblancos se tuvieron que dedicar a defender en plan clásico, o sea, con la defensa en el borde del área y siempre expuestos al albur de las decisiones de un árbitro de criterio imprevisible. Pereira creaba problemas a Aurtenetxe y buscaba el área como escenario donde poner en práctica sus dotes interpretativas, aunque, afortundamente, Del Cerro Grande no picó. No hubo nunca peligro real, pero sí una permanente e incómoda sensación de incertidumbre.
La salida al campo de Chori Castro, su hombre más incisivo, culminó la pregonada estrategia de Caparrós, pero la noticia fue el propio Athletic, el más defensivo y vulgar de toda la era Bielsa, encerrado atrás, definitivamente perdido el balón y renunciando a cualquier cosa que no fuera dejar pasar el tiempo, sostenido únicamente en la seguridad de los imperiales Javi Martínez y Amorebieta, bien secundados por Iraola. Como rendidos al influjo de su antiguo entrenador, los rojiblancos recuperaron modos y maneras que creíamos olvidados. Vimos durante ese tramo del partido a un Athletic ramplón y especulador que nada tuvo que ver con el equipo alegre y ambicioso al que ya nos habíamos acostumbrado. Dicen que todo se contagia menos la hermosura y el Athletic se contagió del fútbol áspero y tosco de su rival dejándose llevar a un terreno que no le convenía. Llegó ese gol que volveremos a ver en los resúmenes de la próxima nochevieja y el Mallorca se quedó sin poder desarrollar la tercera parte de su plan, ese que apuntaba a la búsqueda del milagro en el último cuarto de hora.
La final queda a un solo paso, el que obliga a superar al sorprendente Mirandés y el Athletic llega a la cita presentando un balance copero de cinco victorias, un empate, nueve goles a favor y ninguno en contra. El equipo de Pouso tiene mucho mérito y Anduva será un fortín, vale, pero en septiembre hubieramos aplaudido con las orejas si nos dicen que a estas alturas estaríamos ante semejante escenario.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

martes, 24 de enero de 2012

Una derrota que consolida una idea

Pocas veces una derrota tan abultada como la que sufrió el Athletic en Madrid, habrá despertado tal unanimidad a la hora de juzgar al equipo. Medios de comunicación y aficionados coinciden en el elogio del derrotado y resulta prácticamente imposible encontrar el mínimo atisbo de censura. No estamos hablando del periodismo o de la afición que puede haber detrás de un equipo de medio pelo; nos referimos a una crítica especializada y a una afición que si destacan por algo es por su espíritu crítico, a veces extremadamente crítico, sobre todo cuando analizan a un equipo al que entienden que pueden exigir en función de su calidad. Se han podido leer crónicas más aceradas y comentarios más vitriólicos después de victorias del Athletic que lo que se ha leído y escuchado después de la derrota del Bernabéu. La unanimidad en el elogio solo puede obedecer al hecho de que, por encima de la circunstancia puntual del marcador, el entorno rojiblanco ha entendido que su equipo ha caído siendo fiel a su idea, una idea que ilusiona y hasta entusiasma, porque todo el mundo considera que puede ser la que devuelva al Athletic a competir por metas más elevadas que las que ha estado buscando la última década.
Es fácil subirse al carro del vencedor, pero la madurez se demuestra cuando se arropa al que ha caído. El Athletic no mereció, ni por lo más remoto, perder como perdió ante el Real Madrid y es con eso con lo que se han quedado las gentes rojiblancas. Culminada la primera vuelta, enfrentados los diecinueve rivales, ha quedado claro que los rojiblancos no han sido inferiores a nadie y que, por el contrario, han obtenido un botín de puntos por debajo de la cifra a la que se han hecho acreedores por su juego. Han visitado San Mamés equipos como el Barcelona o el Atlético de Madrid, y el Athletic ha viajado a los campos del Sevilla, el Valencia o el Real Madrid, por citar a los que todo el mundo considera como los aspirantes más cualificados a ocupar los puestos nobles de la tabla. Solo ha perdido en el campo de los merengues, pero por encima de los resultados queda un valor especialmente apreciado por estos lares: el cumplimiento de la palabra empeñada. Bielsa prometió en verano que su equipo sería protagonista y buscaría la victoria a partir del manejo del balón en cualquier escenario y ante rivales de todo tipo y condición. Eso es lo que ha estado haciendo el Athletic durante estos cinco meses de competición en todos los frentes, y eso lo agradece su entorno. El Athletic ha jugado con la misma filosofía y actitud, y prácticamente con los mismos hombres, ante un Segunda B como el Oviedo en San Mamés, o ante el Real Madrid en el Bernabéu. Salvo el partido de París frente al PSG, absolutamente prescindible, Bielsa ha puesto en liza a lo mejor de que ha dispuesto. E incluso en aquel partido, los menos habituales interpretaron la misma partitura que los titulares.
Es muy importante que se consolide la idea que propone el técnico argentino, de ahí la trascendencia de la reacción que ha tenido la llamada familia rojiblanca después del traspié del Santiago Bernabéu. Por encima de la decepción lógica de ver al equipo encajar cuatro goles de forma inmerecida, subyace la personalidad de la que hicieron gala los rojiblancos. Somos el Athletic y venimos a ganar jugando al fútbol, dijeron desde Iraizoz hasta Llorente. Unos estuvieron más acertados que otros, alguno volvió a evidenciar que no está pasando por su mejor momento, pero todos se dejaron la piel y, sobre todo, se aplicaron para interpretar un fútbol valiente y descarado. Un gol y tres ocasiones claras contra un gol del Madrid fue el balance de un primer tiempo primoroso. Luego ocurrió lo que casi siempre ocurre en ese campo, pero esa es otra historia.
Lo que de verdad importa es que el Athletic sigue creciendo semana a semana en la fidelidad a una idea de fútbol novedosa en las formas, pero directamente conectada con su ADN, una idea de fútbol ambicioso, de asalto, propio de un equipo orgulloso de su historia y de su personalidad excepcional. Haría falta el candil de Diógenes para encontrar hoy en día algún crítico, aunque no se descarta que los haya. Al fin y al cabo este es un país de empecinados y no son pocos los que encuentran un placer especial en afirmar aquello de 'ya lo decía yo'. Allá ellos con sus filias y sus fobias. La parte sensata de la afición, la inmensa y aplastante mayoría, empieza a percibir que el Athletic está en una encrucijada histórica que marcará un antes y un después, como en otras ocasiones lo hicieron otros jugadores y otros entrenadores que han defendido estos colores. Los más jóvenes no recordarán que hasta que llegó Heynckes, por ejemplo, los pases atrás se silbaban en San Mamés y una cesión al portero se consideraba en el límite del delito. Los que acusaron al alemán poco menos que de atentar contra el código genético del club, acabaron aplaudiéndole, a él, y a los que daban un pase atrás. Ahora estamos ante algo bastante más profundo que no valoraremos en su justa medida hasta que pasen unos cuantos años. Pero que una derrota consolide una idea demuestra que algo hemos avanzado desde Heynckes hasta aquí.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

lunes, 23 de enero de 2012

La realidad y la ficción

La euforia por el buen juego del Athletic y sus últimos resultados había desenfocado la visión de la afición. Hubo quien creyó que los de Bielsa podrían ganar en el Santiago Bernabéu. En su ingenuidad pensaban que el partido ante los blancos es como todos los demás. Ya se sabe que en el fútbol la memoria es flaca, pero no lo debería ser tanto como para olvidar que en la casa del Real Madrid o eres aplastantemente superior, digamos como el Barcelona o el Milan de los buenos tiempos, o estás expuesto al albur de cualquier circunstancia que inexorablemente decantará el partido hacia el lado de los blancos. Unas veces es un gol anulado, otras una oportuna expulsión y las más el penalti médico habitual. Esta vez hubo casi de todo. Qué le vamos a hacer. No faltará el comentarista bienintencionado que asegurará que al Madrid no le hacen falta ayudas arbitrales para ganar al Athletic. Pues sí, ayer le hicieron falta todas la ayudas para ganar a los de Bielsa, mire usted por dónde. Porque durante más de una hora, incluso cuando ya tenían el marcador en contra, los rojiblancos no fueron menos que los blancos en casi ninguna faceta del juego. Tuvieron más balón, llegaron más y remataron más que los de Mourinho hasta el punto de que durante diversas fases del primer tiempo provocaron el enfado del público con los suyos. El Madrid estuvo contra las cuerdas un buen rato. La falta de instinto asesino de los leones les permitió mantenerse de pie. Solo cuando el árbitro ya había hecho su trabajo, pudieron los blancos sacar pecho. Para la historia y la estadística quedará un marcador tan abultado como injusto, pero el fútbol es algo más. Por eso no hay reproche alguno para los de Bielsa pese a la goleada.
El Athletic construyó una obra de arte durante el primer tiempo. Defendió con seguridad y atacó con ambición, sentido, y mucha gente. Le perdió lo que le ha venido perdiendo durante toda la temporada: su falta de puntería para plasmar en el marcador su superioridad en la hierba. Llorente y De Marcos tuvieron la sentencia en sus botas con el marcador a favor, sin contar las numerosas jugadas de peligro que se fueron al limbo por una elección equivocada en el último pase o por una imprecisión. El porcentaje de llegadas al área respecto de las posesiones fue sencillamente espectacular, más de la mitad de las veces que el Athletic se hacía con el balón en el centro del campo o en su defensa, conseguía llevarlo hasta los dominios de Casillas.
Fue injusto que se llegara al descanso con empate, pero todo lo que le faltó al Athletic a la hora de culminar, le sobra al Real Madrid cuando enfila hacia la portería contraria. Una buena jugada de Marcelo igualó el excelente contrataque que habían dibujado doce minutos antes Javi Martínez y Herrera para que lo culminara Llorente. Lástima, porque los de Bielsa habían hecho méritos, y ocasiones, para regresar con ventaja al vestuario, pero los méritos hay que materializarlos, y los rojiblancos no supieron hacerlo. En el pecado llevaron la penitencia.
La realidad del Bernabéu se empezaba a atisbar en el horizonte. Buen juego, dominio del balón y ambición...pero sin premio. Y con algunas situaciones digamos que sospechosas, como el dispar criterio del árbitro para juzgar dos acciones idénticas de Cristiano Ronaldo: patada por detrás, sin posibilidad de disputa del balón, tarjeta amarilla la primera, plácet arbitral la segunda.
Pero lo peor estaba por venir. La fatalidad del Bernabéu llegó puntual a su cita. Lo hizo nada más empezar la segunda parte. Un forcejeo entre Iturraspe y Kaká se convirtió en penalti. Hubo agarrón de Iturraspe, claro, como lo hubo de Ozil en el inicio de la jugada. Cuenta la leyenda que Mateu Lahoz es de los que dejan jugar y no suele señalar ese tipo de acciones; será cuando ocurren en sitios que no sean el área del rival del Real Madrid. A Muniain, sin ir más lejos, le agarraron no menos de media docena de veces, en distintas partes del campo, sin que el hecho mereciera la atención del colegiado.
El Athletic continuó a lo suyo sin arrugarse, aunque la ventaja en el marcador tranquilizó a los de Mourinho, que ahora defendían mejor y encontraban algunas facilidades para contratacar a un equipo que tenía que arriesgar más en busca del empate. El equilibrio duró veinte minutos, hasta que Mateu Lahoz señaló el segundo penalti contra el Athletic, acompañado esta vez con la expulsión de De Marcos. Sentencia definitiva para que no cupiera la menor duda.
La cosa coincidió prácticamente en el tiempo con el doble cambio que ordenó Bielsa, sentando a Llorente y Amorebieta para dar entrada a Toquero e Ibai y bajando a De Marcos al lateral izquierdo, de ahí su presencia en el área en la jugada fatal, lo que impide analizar la maniobra del técnico. El partido ya estaba liquidado y lo mejor que podía pasar era que los minutos corrieran con rapidez. Otra vez la realidad, la cruda realidad del Santiago Bernabéu.
La ficción corrió a cargo de Antonio Miguel Mateu Lahoz, un tipo que se hacía pasar por un árbitro valiente y con criterio, que deja jugar al estilo de sus colegas ingleses, ignorando las faltitas y las interpretaciones melodramáticas a la que tan aficionados son los futbolistas de la Liga española, sean locales o foráneos. A Mateu Lahoz ya se le cayó la careta el jueves en Cornellá cuando dejó sin señalar dos penaltis en el área del Espanyol, que hubieran puesto al Mirandés en la semifinal de Copa. Dos acciones mucho más burdas por cierto que las que ayer observó con vista de lince en el área del Athletic, tan burdas como la falta de Ramos a Muniain que estuvo en el origen del cuarto gol del Real Madrid, por ejemplo, o tan sutiles como el empujón de Ramos a Ibai en el área madridista. Por no hablar de la agresión de Lass a Toquero sin balón por medio, en el más puro estilo de la escuela de pensamiento (si ello fuera posible) de Pepe, delante de las narices del colegiado.
Ayer Mateu Lahoz demostró que es como todos los demás, lo suficientemente cobarde para cambiar de criterio sobre la marcha y achantarse ante Cristiano Ronaldo o ante cualquier madridista a la hora de la verdad, y ciego para distinguir la oportunidad de aplicar la ley de la ventaja. Pura filfa. Los árbitros españoles son todos tan parecidos en su forma de proceder que solo se distinguen entre sí por la cantidad de gomina que usan. Ayer lo pudimos volver a comprobar. En el Santiago Bernabéu en caso de duda, blanco. Como siempre.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

viernes, 20 de enero de 2012

Thinking football: cuando coinciden
el fútbol y el pensamiento

Hace tiempo que los intelectuales dejaron de renegar del fútbol despreciándolo por considerarlo el opio del pueblo que alienaba a las masas dejándolas inertes ante el poder establecido. Primero tímidamente, más tarde como signo de aggiornamiento, escritores, músicos y toda suerte de representantes de la cultura fueron saliendo del armario para, en algunos casos confesar, en otros proclamar con orgullo, su pasión por los colores de un determinado equipo. Los listos de la clase, los gafitas que en el recreo permanecían sentados en una esquina mirando con desprecio cómo jugaban sus compañeros con la pelota se quedaron sin argumentos; de pronto, hablar de fútbol en la oficina, en la cafetería, en la tertulia de amigos, dejó de ser propio de individuos de escasa sesera que no tenían otra cosa que hacer que preocuparse por lo que hacían once tipos en calzoncillos con una pelota, mientras el mundo se hundía y la civilización entraba en crisis.
El fútbol es la actividad que concita el interés de un mayor número de personas en todo el mundo. Si su expansión fue espectacularmente veloz en la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del XX, la televisión ha multiplicado su incidencia en el cambio de milenio. La FIFA tiene más organizaciones afiliadas que la ONU y los futbolistas son conocidos hasta en la aldea más remota. Ver en las noticias a un tipo vistiendo la camiseta de Messi con un kalshnikov al hombro ha dejado de ser sorprendente. De hecho, las imágenes que narran revueltas o enfrentamientos suelen mostrar más uniformes futbolísticos que militares. La ropa de camuflaje de los pobres del tercer mundo consiste ahora en versiones piratas de camisetas del Milan, el Manchester United o el Real Madrid.
El fútbol es deporte, es juego y es negocio a escala mundial. Una actividad de trascendencia universal bien merece una reflexión más allá de la conversación distendida o acalorada en la barra de un bar. Y es importante no solo participar, sino plantear la reflexión.
Hay diversos parámetros para definir la grandeza de un club de fútbol, y uno de ellos es la inquietud que muestra por acompasar su vida a cada tiempo. En este sentido, el Athletic también está en un primer nivel. Siempre lo ha estado. Fue el primero en organizar sistemáticamente la cantera con la creación de Lezama, y ha estado en primera línea en la introducción de cualquier novedad en el plano de la preparación física y táctica, facilitando la formación continua de sus técnicos. En el plano de la igualdad, la presencia de la mujer, tanto en el plano directivo como deportivo, ya es un hecho irreversible. Faltan cosas por hacer, evidentemente, pero lo primordial es tener la inquietud de hacerlas.
A través de su Fundación, el Athletic ha organizado una serie de jornadas de reflexión en torno al fútbol y sus circunstancias, que vivió ayer su estreno con una mesa redonda en la que participaron el escritor mexicano Juan Villoro, el periodista y escritor Enric González y el exfutbolista y técnico Jorge Valdano.
No es la primera vez que el Athletic se embarca en un proyecto semejante. Al comienzo de la década de los noventa, bajo la presidencia de José Julián Lertxundi, el club organizó lo que se denominó Aula Athletic, en cuya efímera vida destacó un denominado 'homenaje al gol' que reunió en Bilbao a goleadores históricos de la Liga, encabezados por Zarra y Di Stéfano. Las difíciles circunstancias que atravesó el primer equipo entonces, impidieron cualquier otra cosa que no fuera la búsqueda de una solución deportiva, por lo que aquel Aula Athletic apenas organizó un par de actividades más, alguna de dudosa oportunidad, por cierto.
'Thinking football', que así se denomina el proyecto actual, parece una idea más sólida. La Sala BBK donde se celebró el evento presentó una entrada cercana al lleno, con predominio de gente joven, menor de treinta años, mayoría masculina, aunque también hubo algunas chicas, y muchos medios de comunicación, como siempre que el Athletic es el convocante. Villoro, González y Valdano hablaron de fútbol con acento mexicano, argentino e italiano (Historias del calcio, una de las obras más conocidas del catalán Enric González, reune las columnas que publicaba semanalmente en El País durante su época de corresponsal en Roma). Defendieron la eficacia de la estética y debatieron sobre la estética de la eficacia, citaron a Eduardo Galeano y recordaron a Vázquez Montalbán, dos futboleros confesos, y dejaron algunas preguntas sin respuesta acerca del futuro de un fútbol globalizado. Hablaron de esas y de muchas más cosas durante dos horas que se hicieron cortas porque reflexionar sobre el fútbol es tan divertido como ver un buen partido en el estadio.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

jueves, 19 de enero de 2012

Esto tiene buena pinta

Todo ocurrió según el guión previsto. El Athletic y el Mallorca salieron a hacer el fútbol que practican habitualmente. Unos a tocar, a jugar y a mirar a la porteria contraria; los otros a aguantar, a cerrar, a emboscar y a tratar de sorprender. Durante algunos minutos pareció que el plan de los otros se podía imponer. Iraizoz se tuvo que emplear a fondo para repeler dos duros remates y en otra oportunidad el balón pasó de largo por su área pequeña sin encontrar rematador. En el otro lado, el buen trato al balón, la paciencia, el atrevimiento para buscar el resquicio en medio de la maleza, no encontraba premio. El portero despejó casi sin querer un remate de Llorente, Herrera disparó duro pero diez centímetros desviado de la base del poste y De Marcos no acertó por dos veces a centrar en condiciones para culminar buenas combinaciones de Susaeta y Herrera. Lo consiguió a la tercera y puso el balón en la cabeza de Llorente para que éste lo alojara en las mallas. Antes de que se llegara a la mitad de la representación el chico bueno ya ganaba al villano y el final feliz se adivinaba por encima del suspense.
Bielsa suele referirse al reglamento como una herramienta a utilizar para mejorar el juego; Caparrós prefiere elucubrar con eso que se ha dado en llamar el otro fútbol, un concepto que todo el mundo entiende pese a que parezca tan difuso. Antes del descanso el Mallorca ya había cometido más de una docena de faltas señaladas por el árbitro mientras que sobraban los dedos de una mano para contar las del Athletic. No deja de ser una concepción utilitaria del reglamento, siempre que haya un árbitro que lo permita. González González es uno de esos colegiados que se saben la norma pero desconocen el juego. El error de su ayudante, anulando el tercer gol a Susaeta por un fuera de juego inexistente, con ser muy grave por su influencia en el resultado, es más comprensible que el criterio que empleó el árbitro en el aspecto disciplinario de su actuación. Se comportó como un marciano que hubiera llegado dos horas antes a la tierra, desconocedor absoluto de las características de los jugadores y de las intenciones de los equipos, pretendiendo repartir justicia por igual a dos grupos que no tenían el mismo comportamiento.
Si una virtud tuvo el Athletic fue su capacidad para mantener la cabeza fría y no perder la paciencia durante los largos minutos en los que le costó hincar el diente a la poblada defensa de un Mallorca que siempre dejaba descolgado a alguien con la caña preparada, lo que obligaba al Athletic a mantener la cautela. Lo de los rojiblancos fue un trabajo de demolición llevado a cabo con sistema y con perseverancia. Hace tiempo que el público de San Mamés ha entendido qué es lo que pretende su equipo y donde antes había murmullos y gestos de desaprobación cuando el balón viajaba en dirección contraria a la portería rival, ahora son aplausos de reconocimiento a la inteligencia de unos jugadores que si no encuentran el camino por un lado, dan varios pasos atrás para buscarlo por el otro.
El fútbol es tan especial que contradice hasta los principios más sólidamente asentados en la mente humana. Así, el rectángulo de juego es el único espacio del mundo donde la línea recta no siempre es el camino más corto entre dos puntos. En fútbol el rodeo, la línea quebrada, son muchas veces atajos hacia la portería contraria, aunque a primera vista pueda parecer lo contrario. Así llegó el primer gol, cuando Herrera abrió para que De Marcos levantara un centro preciso a la cabeza de Llorente. En el fondo fue una triangulación de las tantas que hace el Athletic a lo largo de todos los partidos, solo que dos de sus lados se dibujaron dentro del área.
El gol no alteró el guión. Dio la impresión de que el Mallorca daba por buena la derrota mínima, con la que seguía dentro del partido y de la eliminatoria. Si se hubiera tratado de un partido de Liga, el tanto hubiera cambiado el escenario. Pero en la Copa la eliminatoria dura 180 minutos por lo menos, y las valoraciones son distintas. El Mallorca no se abrió, se diría que, al contrario, extremó las precaciones ante un rival crecido con la ventaja y convencido de que estaba transitando por el camino adecuado, el que lleva a la semifinal.
Un lujo de Susaeta llevándose el balón de espuela precedió al gol de Muniain, un tanto que resume todas las contradiciones que encierra este juego. Si alguien conoce a este equipo ese es Caparrós, si alguien preparó hasta el detalle más nimio para frenarlo, ese es el técnico utrerano. Marcajes, posicionamiento, ayudas, todo estaba previsto, pero fue el más pequeño y metió un gol de cabeza, un gol que llevaba buscando con ansiedad desde hacía tiempo y que se le venía negando precisamente porque el deseo le cegaba en el último instante.
Ahora, el partido y la eliminatoria ya estaban donde el Athletic quería y el Mallorca no tuvo más remedio que abrirse. Y ahí apareció un Athletic nuevo, un equipo sensato y con oficio, sólido le llamó su entrenador, capaz de manejar la pelota con solvencia en el tiempo y en el espacio, dominador siempre de la situación a la espera de asestar el golpe de gracia. El Mallorca solo pudo inquietarle a balón parado, recurso de los que no tienen más producción; poca cosa para un equipo que se siente cada vez más seguro y convencido de lo que hace.
Esto tiene buena pinta, muy buena pinta, y esto no es solo una eliminatoria en la que el Athletic ha avanzado mucho pero en la que tendrá que seguir trabajando otros noventa minutos. Tiene buena pinta el equipo, que sin dar un gran espectáculo como el día del Levante, se mostró más sólido, más hecho, ante un rival que le planteo problemas que hasta ahora no había sabido resolver. Los cerrojos se rompen con paciencia, con insistencia, con convicción en lo que uno está haciendo. Los de Bielsa demostraron que también se saben esa lección. Tiene buena pinta San Mamés, otra vez casi lleno y entregado a su equipo, cada vez más convencida la grada y cada vez más predispuesta a disfrutar del fútbol. Tiene buena pinta en definitiva el futuro. Este Athletic es un equipo que mejora de semana en semana, solvente, ahí están sus números, una gozosa realidad que apunta a un futuro ilusionante.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

miércoles, 18 de enero de 2012

Caparrós no es el primer entrenador del Athletic que vuelve a San Mamés como rival

El retorno de Joaquín Caparrós a San Mamés ocho meses y tres días después de aquel ya célebre partido contra el Málaga que significó su despedida de la catedral, ha levantado una expectación natural aunque no exenta de alimentación por parte de algunos medios, que no han dudado en recurrir a la metonimia de reducir esta eliminatoria a un enfrentamiento entre el Athletic y Caparrós, obviando directamente al Mallorca en sus titulares. La actuación que ha mantenido el técnico de Utrera desde que abandonó la disciplina rojiblanca es digna de elogio, puesto que en ningún momento se ha prestado a alimentar ese morbo que algunos buscaban. Si sobreinterpretó su papel durante los comicios hasta convertirse en el principal agente electoral del anterior presidente, una vez concluido el proceso su actitud ha sido totalemente respetuosa para la entidad y sus nuevos rectores, tanto directivos como deportivos, lo que descarta de antemano cualquier veleidad revanchista o de mal gusto. Otro tanto cabe decir de Marcelo Bielsa, quien hace unas semanas ya tuvo el detalle de elogiar el trabajo de su antecesor sin que mediara pregunta alguna al respecto.
La multiplicación de medios y la perenne necesidad de convertir en noticia de alcance el hecho más nimio cuando se habla de fútbol, hacían temer un mayor revuelo en torno a este regreso. Afortunadamente, y gracias fundamentalmente a la actitud de los protagonistas, ha habido más ruido que nueces y la cosa se cerrará previsiblemente con un recibiento cariñoso de San Mamés al que fue su entrenador durante las cuatro últimas temporadas. Algo de lo más natural, por encima de algún absurdo debate que se ha llegado a plantear sobre la conveniencia de tributar al técnico visitante un recibimiento excesivamente caluroso.
San Mamés tiene una larga experiencia recibiendo como visitantes a sus antiguos entrenadores, algunos de los cuales dejaron una huella mucho más profunda en forma de títulos, e incluso de polémicas, que la que ha dejado a su paso Joaquín Caparrós, así que nadie se sorprenderá por nada.
Fue Ferdinand Daucik el primero de los que regresó a la catedral dirigiendo al equipo visitante. Y lo hizo en varias ocasiones y bajo distintos colores. El cuñado de Kubala, que dirigió al Athletic que alcanzó su penúltimo doblete en la temporada 55-56, se acabó marchando víctima del desgaste de tres años intensos y de alguna excentricidad como la de colocar al portero Carmelo como delantero centro los últimos minutos de un amistoso, gota que, dicen, colmó el vaso de la paciencia de San Mamés. Los dos años siguientes a su marcha, regresó al frente del Atlético de Madrid. Más tarde volvería a San Mamés dirigiendo al Murcia, al Sevilla y al Espanyol.
El eibartarra Baltasar Albeniz, el entrenador de los once aldeanos que ganaron al final de Copa de 1958 en el Bernabéu al Real Madrid de Di Stéfano, volvió al año siguiente como técnico de la Unión Deportiva Las Palmas, y más tarde regresaría en dos ocasiones al frente de la Real Sociedad.
Martim Francisco, el primer técnico sudamericano del Athletic, padre de la era moderna del equipo juvenil, se sentó en el banquillo visitante de la catedral para dirigir al Betis y, en dos ocasiones, al Deportivo de La Coruña.
Dos viejas glorias como Rafa Iriondo y Koldo Agirre dirigieron en San Mamés al Betis y al Hércules respectivamente, sin olvidar que ambos se enfrentaron en aquella final de Copa Athletic-Betis, de infausto recuerdo para los rojiblancos.
Sus regresos nada tuvieron que ver con el que protagonizó Javier Clemente al frente del Espanyol en la temporada 86-87. La personalidad del técnico, sus logros deportivos y las circunstancias de su polémica salida confluyeron en la catedral un 22 de noviembre de 1986. El partido, muy disputado, se saldó con un 2-1 favorable a los entonces entrenados por Iribar. Clemente regresaría más veces a la catedral, aunque sus retornos fueron menos ruidosos. Desde el banquillo visitante dirigió al Atlético de Madrid, Betis y Rel Sociedad.
Iñaki Sáez, veinte años al frente de Lezama y una temporada en el primer equipo, también tuvo ocasión de enfrentarse al Athletic, aunque en su caso no pudo regresar a San Mamés. Dirigió como visitante a la Unión Deportiva Las Palmas, entonces en Segunda B, en un partido de Copa que se disputó en Mendizorroza por estar San Mamés cerrado por sanción federativa.
El austriaco Helmut Senekowitsch regresó como entrenador del Cádiz la temporada 88-89, años después de su efímero paso por el Athletic los años previos a la consecución de las últimas Ligas.
Txetxu Rojo y el malogrado Txutxi Aranguren, compañeros muchos años en la banda izquierda del Athletic y entrenadores efímeros del primer equipo, fueron también técnicos rivales. El extremo al frente del Celta, el Salamanca y el Zaragoza; el lateral en las filas del Logroñés.
La trayectoria de Jupp Heynckes fue más curiosa si cabe. Tras entrenar al Athletic, regresó a San Mamés como técnico del Tenerife y del Real Madrid, antes de volver de nuevo a la disciplina rojiblanca.
Si un regreso pudo despertar el morbo de los medios y de los aficionados, y si un entrenador era merecedor de algún desagravio, ese fue Jabo Irureta, pero no hubo tanto ruido cuando volvió por primera vez al frente de la Real Sociedad, ni cuando lo hizo dirigiendo al Celta. Luego, como entrenador del Deportivo acabó convirtiendo sus visitas, siete, en una rutina.
Luis Fernández, regresó con el Betis y José Mari Amorrortu con la Real Sociedad. Tras ellos, Valverde, con el Espanyol y el Villarreal y Mendilibar, con el Valladolid y Osasuna, han sido los últimos en volver. Esta noche le toca a Joaquín Caparrós. Seguro que San Mamés le recibirá como se lo merece.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

martes, 17 de enero de 2012

Los números avalan el proyecto

Este proyecto se merece un voto de confianza. Así titulé el post que escribí inmediatamente después de que el Athletic cayera en el campo del Málaga. El equipo había empezado la Liga empatando en casa ante el recién ascendido Rayo Vallecano, cayó derrotado en Cornellá ante el Espanyol y tocó fondó de nuevo en San Mamés, derrotado por el Betis. Málaga había sido la siguiente estación de penitencia y los marcadores negativos se superponían a la resaca electoral. Con un solo punto en cuatro partidos el pelotón de agraviados se sentía fortalecido en sus argumentos en defensa del continuismo. Ni siquiera la victoria a domicilio ante el Slovan en el debut europeo le alcanzaba entonces a Bielsa para tratar de explicar su proyecto. No importaba que el equipo estuviera empezando a enseñar algunas de sus potencialidades, que su fútbol fuera sugerente aunque llegara en pequeñas dosis todavía; los errores eran más que los aciertos, los ensayos del técnico con la alineación se esgrimían como prueba de su desconocimiento, cuando no de su incompetencia, y se añoraba como imprescindibles a jugadores descartados que apenas habían jugado un rato en el primer equipo. Aquel post se publicó el 22 de septiembre. Desde entonces el Athletic no ha vuelto a perder lejos de San Mamés, si nos olvidamos del intrascendente partido de París. De hecho, desde entonces el Athletic solo ha perdido una vez: ante el Granada en San Mamés, un partido que debió no solo ganar, sino resolver por goleada.
Poco a poco los críticos se han ido quedando sin argumentos y los nostálgicos empiezan a olvidar y a disfrutar del presente. Aquel proyecto que merecía entonces un voto de confianza, está avalado ahora por unos números indiscutibles pero, incluso por encima de los datos fríos, el aficionado medio, ese que solo quiere ver ganar a su equipo y disfrutar con su juego, que está al margen de cualquier otro interés, oscuro o declarado, ya ha visto con claridad meridiana lo que este proyecto le puede ofrecer. Llegarán nuevas derrotas y habrá momentos para la duda, pero el partido del pasado domingo ante el Levante marcó una línea de no retorno. Hubo pasión el día del Barcelona, y regocijo íntimo ante el televisor en la victoria de Sevilla. Frente al Levante estalló la fiesta colectiva en San Mamés. Una y otra vez, con una frecuencia espectacular, los rojiblancos trenzaron jugadas, crearon ocasiones, demostraron atrevimiento levantando las ovaciones de un público entregado a un fútbol bello y ambicioso que enlaza directamente con la tradición más acendrada del Athletic, ese equipo al asalto del área rival, que busca la portería contraria hasta el último aliento.
Pero vayamos a los números. A falta del partido contra el Real Madrid para cerrar la primera vuelta, el Athletic ocupa la quinta posición en la tabla con veintiséis puntos, dieciséis ganados en casa y diez fuera, a cuatro de la última plaza para la Champions que todavía ocupa el Levante. El Athletic ha ganado seis partidos, cuatro en casa y dos fuera, ha empatado ocho, con idéntico registro como local y como visitante, y ha perdido cuatro, tres el mes de septiembre y uno en diciembre ante el Granada, también igualando registros en derrotas como local, Betis y Granada, y visitante, Espanyol y Málaga.
Hay otros datos que desmienten en parte la impresión general que ha dejado este equipo a lo largo del primer tramo de la competición. Se ha venido hablando de un conjunto al que le cuesta un mundo hacer goles y que padece de unas lagunas defensivas alarmantes. Pues bien, ese equipo es el cuarto más realizador del campeonato ostensiblemente por detrás de Real Madrid y Barcelona, pero a solo dos dianas de los 28 tantos que acredita el Valencia. Y es el tercer equipo menos goleado, empatado a diecinueve goles encajados con Valencia y Sevilla, ocho más que el Barcelona y tan solo dos más que el Real Madrid.
Es cierto que el Athletic se ha dejado en el camino un número escandoloso de ocasiones falladas, que le hubieran podido dar un buen puñado de puntos, pero también es verdad que ha sido la mejoría defensiva la que le ha permitido catapultarse en la tabla. De los diecinueve goles encajados, doce llegaron los meses de septiembre y octubre. Iraizoz ha mantenido su puerta a cero en los cinco partidos que lleva disputados entre Liga y Copa en 2012. Aquel pánico colectivo que desataba cualquier pérdida de balón, ha quedado en el olvido. El sistema está rodado, los jugadores conocen mejor sus tareas y, sobre todo, el eje de la defensa con Javi Martínez y Amorebieta se está destapando como una de las mejores parejas del campeonato.
Queda por comprobar cómo responderá una plantilla corta y muy exigida a medida que avance el campeonato y se acumulen partidos en las piernas. Antes de Navidad el equipo pareció algo falto de chispa, que ha recuperado con creces en las dos semanas de parón. Habría que saber si esa bajada en el rendimiento obedeció a la acumulación de partidos, a un calendario de entrenamientos programado a propósito o a otras circunstancias. Son datos en manos del cuerpo técnico. Consciente de la exigencia física que conlleva su sistema, Bielsa ha concedido siempre una extraordinaria importancia a la preparación de ese aspecto y ha delegado a lo largo de su carrera en técnicos de primera línea. No se tienen noticias de que ninguno de sus equipos decayera en lo físico y no hay razón para temer que lo vaya a hacer un grupo que, como el Athletic, atesora juventud y muchos años de trabajo previo en Lezama. Al contrario, hay razones sobradas para la ilusión a la vista del evidente crecimiento que está experimentando el grupo.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

domingo, 15 de enero de 2012

Cómo ganar un partido desde la defensa

Los hados empiezan a sonreir al Athletic. Cuatro goles el jueves y tres el domingo, siete goles en una semana, son un excelente y casi inesperado botín para un equipo que venía adoleciendo de una falta de puntería que empezaba a ser preocupante. De pronto el balón empieza a llegar a la red contraria con regularidad, pese a que todavía se siga percibiendo la sensación de que son más las ocasiones falladas que las transformadas. Esa sensación describe por sí misma el juego del Athletic, para alegría de unos seguidores que se divierten en el campo aplaudiendo las que se meten y las que se fallan, en comunión con un equipo que cada vez despierta menos dudas.
Puede sonar a paradoja, pero el Athletic cimentó su goleada sobre el Levante en una defensa de hormigón armado, sobre todo en el centro de la línea. Amorebieta y Javi Martínez fueron los protagonistas de un espectáculo que no se recordaba desde los tiempos de la pareja Goikoetxea-Liceranzu. Dominadores de todas las suertes del juego, abrumaron a Koné, intimidaron a cualquiera que se acercara por su zona y empujaron al equipo hacia arriba, bien sacando el balón con criterio, bien protagonizando arrancadas que encendieron a la grada.
Se podrá seguir discutiendo sobre si la situación de Javi Martínez en el eje de la zaga resta potencia al centro del campo o no. Lo que no admite cuestionamiento alguno es que el internacional lleva camino de convertirse en uno de los mejores centrales de la Liga y que su aportación desde esa posición, revierte considerablemente en el buen juego general del equipo. Para un futbolista de su calidad, jugar tan atrás es una bendición añadida a sus cualidades. Su posición le otorga una visión panorámica del campo, lo que la da una ventaja considerable a la hora de la toma de decisiones. Puede elegir presionar al rival, anticiparse, esperarle, hacer una cobertura... y siempre con el criterio que la da su visión privilegiada. Pero es que una vez recuperada la pelota, esa misma situación le permite salir eligiendo el mejor camino para convertirse en la base desde donde inicia el Athletic su juego de ataque.
Casi otro tanto se puede decir de un Amorebieta que si no cabe definir como revelación, sí es un jugador distinto al que conocíamos hasta ahora. Mide sus impulsos y calibra su contundencia con precisión de relojero. Sigue intimidando a los delanteros rivales pero los árbitros ya no le ven como un peligro público. Está rápido en la anticipación, atento en el marcaje y solvente en las disputas. Está, simple y llanamente, enorme y encima marca goles.
Los dos centrales tuvieron mucho que ver en una victoria holgada ante un rival que llegó a San Mamés dispuesto a plantar cara y atacar al Athletic. El Levante dejó claro que su excelente primera vuelta y el puesto que ocupa en la tabla, no son fruto de la casualidad. Es un equipo veterano, muy veterano, formado por jugadores de aluvión, que rindieron sus mejores armas futbolísticas hace años en diferentes equipos, pero que juntos están viviendo una segunda juventud. Gente como Farinós, o Juanfran, como Barkero o Valdo, como Del Horno o el eterno Ballesteros, han armado un grupo muy solvente que hace de la veteranía un grado y encuentra su razón de ser en la vergüenza profesional que tantas veces se echa en falta en algunas presuntas estrellitas quince o veinte años más jóvenes.
El Levante quiso plantear un partido cara a cara y dejó constancia de su buen nivel durante muchos minutos. Se equivocó, porque no hay cosa que más agradezca el Athletic de Bielsa que un rival ambicioso y valiente, que plante batalla a pecho descubierto. El gol de Amorebieta a los once minutos facilitó muchísimo el trabajo de los leones, que a partir de ese momento pudieron jugar como más les gusta. El Levante lo intentó con fe y no poca calidad, pero estrelló en la muralla cimentada sobre Javi Martínez y Amorebieta. Su ambición no se traducía en llegadas a los dominios de Iraizoz y en cambio dejaba huecos en su retaguardia que explotaron muy bien Susaeta, Herrera y Muniain. De Marcos ayudó a los de arriba y a los de abajo, siempre cerca de la pelota, y Llorente se reencontró con el gol cuando faltaban cinco minutos para el descanso dejando el partido prácticamente cerrado.
Si hubo algún motivo para la inquietud en la segunda parte, fue debido a la actitud casi temeraria de un Athletic que siguió buscando más goles, despreciando el riesgo y renunciando a la simple conservación del marcador favorable. Es encomiable esa actitud, pero a veces se agradecería un poco de sosiego, sobre todo con un marcador favorable. Los primeros veinte minutos de la continuación fueron un toma y daca que solo beneficiaba a un Levante que acarició la esperanza de volver al partido gracias a que el Athletic no quiso nadar y guardar la ropa. En cualquier caso en ese toma y daca todas las ocasiones fueron rojiblancas, así que el público se lo pasó bomba hasta que estalló celebrando un tercer gol que establecía un marcador más acorde con lo visto sobre el terreno de juego. La ovación con la que San Mamés despidió a sus futbolistas certifica la comunión entre afición y equipo. El aplauso sonó festivo después de una sucesión de buenas jugadas, de ocasiones y de goles; después de una estupenda y divertida tarde de fútbol, que es lo que en definitiva busca el aficionado cuando acude a la catedral.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

viernes, 13 de enero de 2012

Un trabajo de profesionales

Eliminar a un Segunda B tiene un mérito relativo, así que no hay que perder de vista esta circunstancia a la hora de analizar lo ocurrido en San Mamés a pesar de que el Albacete planteó un partido bastante más valiente y honesto que otros equipos de Primera División que han pasado este año por la catedral. Su condición de rival inferior, no obstante, fue un dato que obvió el Athletic en su conjunto; las gradas presentaron un mejor aspecto que en algún partido europeo y el equipo se afanó a la tarea con el mismo ímpetu que si hubiera tenido enfrente a un rival de su alcurnia. Hay que apuntarle buena parte del mérito al entrenador, que no se ha cansado de pedir seriedad sea cual sea la circunstancia de cada partido. Su imagen en la banda apremiando al cuarto árbitro, dando instrucciones y organizando el cambio de Iñigo Pérez, mientras todo el campo celebraba alborozado el gol de tacón de Toquero, es lo suficientemente elocuente y describre su ideario.
El Athletic encaró el partido olvidando cualquier sentimiento de superioridad sobre el rival, dispuesto a hacer su trabajo y obtener el resultado previsto por la lógica sin concesiones, con el equipo titular incluido Llorente, quien en los dos primeros tres minutos desperdició dos ocasiones claras, la segunda monumental, de abrir el marcador. Regresaba como titular siete partidos después y lo hacía con el punto de mira desviado, aunque no en su versión desesperante, esa en la que la afición le acaba acusando de indolente. El delantero se esmeró en el trabajo, fijando a sus pares, acudiendo a las ayudas y abriendo huecos a los compañeros, aunque notó la inactividad.
Esos dos fogonazos no arredraron, sin embargo, a un Albacete valiente y aguerrido que demostró venir con la lección táctica aprendida. Presionando muy arriba la salida del balón y multiplicando el esfuerzo de los laterales, consiguió dificultar la salida del Athletic y enmarañarle en el centro del campo, donde generaba situaciones de superioridad numérica. Los de Bielsa respondieron aplicando la virtud de la paciencia, moviendo el balón con criterio hasta encontrar al pase adecuado para romper la presión que, normalmente, estaba dirigido a los costados, sobre todo al derecho, donde Iraola y Susaeta con el apoyo intermitente de Herrera, encontraron pronto un filón. En el otro lado Muniain se empeñaba en hacer la guerra por su cuenta con menores resultados y De Marcos ayudada en todas partes, siempre cerca de la pelota. El partido entró en una paradoja. Al Athletic le costaba salir de su campo con el balón, pero descubría que la defensa del Albacete era un flete porque los manchegos pagaban en debilidad atrás el esfuerzo que estaban haciendo unos metros más adelante. El gol tenía que caer por su propio peso y llegó gracias a un pase demoledor de Muniain que Susaeta resolvió con sutileza ante la salida del portero. Hacen esta jugada Xavi y Messi y los del Canal Plus nos anuncian un programa especial.
Había una especie de psicosis general en San Mamés, alimentada a medias tanto por los resultados que están obteniendo los equipos de Segunda y Segunda B en las eliminatorias, como por los desastres que ha venido sufriendo el Athletic en los últimos minutos de algunos partidos, así que el gol de Susaeta se celebró largamente pero no acabó de tranquilizar al personal, que veía que su equipo ya acumulaba un buen puñado de ocasiones desperdiciadas, de esas que dice la tradición del fútbol que se suelen pagar a última hora. El descaro de un Albacete que no se rendía, hacía el resto.
Susaeta y Muniain fueron también protagonistas en el segundo gol, aunque fuera Herrera el que lo marcara. El de Eibar, con la cabeza levantada, vio la llegada del chaval para regalarle un pase atrás, que Muniain remató con violencia pero contra el cuerpo del portero. Mereció la jugada el gol, que llegó en el rebote gracias a la decisión y a la precisión de Herrera a la hora de empalmar desde el borde el área.
Corría el minuto 65 cuando llegó este segundo tanto que ponía al Athletic a salvo de todo mal, o sea, con un cierto retraso sobre el horario previsto de acuerdo con el trabajo que estaba realizando el equipo. Luego llegó el gol de Toquero, que había sustituido a Llorente y que fijará este partido en la historia del Athletic como aquel en el que Toquero marcó de tacón, ¿te acuerdas?. San José cerró la goleada rematando de cabeza un corner muy bien sacado por Iñigo Pérez y Muniain y el propio Toquero tuvieron en sus botas a última hora la posibilidad de poner el marcador en unos parámetros más aproximados al número de ocasiones de que disfrutó el equipo, pero en este caso siguieron alimentando la fama de fallones en los metros finales que tienen los rojiblancos este año.
Pocas cosas negativas se pueden recordar del partido. Acaso la tardanza en encarrilarlo y en afianzar el resultado, lo que, una vez más, obligó a un cierto sobreesfuerzo al equipo y condenó a la intranquilidad al respetable durante una hora, aunque esos nervios se alimentaran con algo tan irracional como ese a ver si estos nos la lían a última hora. Eso y algunas tonterías de Muniain, como un salida driblando contrarios desde el área pequeña de Iraizoz o un agarrón a un rival que le pudo costar la segunda tarjeta amarilla.
En el otro lado de la balanza hay que destacar la recuperación del gol, pese a que la relación entre ocasiones creadas y transformadas sigue siendo preocupante, pero sobre todo la actitud de todo el equipo, que salió al campo muy consciente de qué era de lo que se trataba, se empleó a fondo, y fue demoliendo poco a poco la resistencia del rival hasta acabar laminándolo. Un trabajo de profesionales que se dice.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

martes, 10 de enero de 2012

Quien tiene un goleador tiene un amigo

El desmentido formal de Marcelo Bielsa, 'en lo que a mí respecta, no hay necesidades', va a ser insuficiente para que el mercado de invierno no sea una noticia de primer orden en Bilbao a lo largo de todo este mes. Quizá es todavía demasiado pronto para afirmar que el asunto ha alcanzado la categoría de culebrón, pero que el mismo día dos periódicos del mismo grupo titulen de manera tan opuesta, nos da una pista. 'Aduriz no se vende', dice el valenciano Las Provincias, al tiempo que El Correo informa en su edición en papel en Bilbao, que el Valencia está a la espera de una oferta formal del Athletic.
La necesidad de contar con un delantero que supla con garantias a Llorente alimenta tanto el deseo como los rumores. El hecho de que no haya elección posible y Aduriz sea esa única alternativa, simplifica bastante las cosas.
No es de ahora esa necesidad imperiosa de un hombre resolutivo en el área. Desde que Carlos Ruiz lograra el Pichichi en la temporada 74-75 marcando 19 goles, ha llovido mucho y el Athletic ha vivido mejor o peor cubierto. Lezama llevaba cuatro temporadas funcionando cuando Carlos consumó su proeza, pero dos años después de aquel Pichichi, el Athletic ya recurrió a un fichaje que también fue un culebrón en su época. Aitor Agirre, un delantero centro prototipo de tanque, se vistió de rojiblanco en la temporada 77-78, procedente del Racing de Santander después de protagonizar el rumor de cada verano al menos los tres años anteriores. Que un chico de Sondika estuviera metiendo goles por esos mundos no les encajaba ni a los aficionados ni a los medios de comunicación de la época, así que Aitor llegó por fin a San Mamés aquel verano del 77. Marcó diez goles en los dos años que estuvo y nunca pudo considerarse titular.
La misma temporada que Carlos se convertía en el máximo goleador de Primera, debutó Dani en el Athletic. Coincidieron pues en el equipo el último Pichichi rojiblanco y el último gran goleador, el único de la era moderna que se ha ganado un sitio entre los diez máximos realizadores de la historia del club. Dani, con sus 199 goles ocupa el tercer puesto de esa clasificación histórica, solo por detrás de Zarra y de Bata. Carlos, acabó sus días como rojiblanco con 115 goles marcados.
Pero Lezama ya estaba funcionando y no tardaría en dar sus primeros frutos. Sarabia era juvenil cuando Carlos fue Pichichi, y debutó en el primer equipo un año antes de la llegada de Aitor Agirre, pero el curso posterior tuvo que marcharse cedido al Barakaldo, desde donde regresó para instalarse definitivamente y entrar en la historia del Athletic con sus 118 goles y el espectáculo de su fútbol. Llegó practicamente al mismo tiempo que Bengoetxea, así que ambos pueden presumir de ser los dos primeros delanteros que proporcionó Lezama. Sus trayectorias resumen el precepto bíblico que ha regido desde entonces en la cantera en lo que se refiere a la producción de atacantes: han sido muchos los llamados, pero muy pocos los elegidos.
Si nos centramos en los delanteros goleadores de referencia que ha tenido el Athletic desde Manolo Sarabia, podemos decir que Lezama ha aportado además al primer equipo a Julio Salinas (aunque solo estuviera cuatro años en los que marcó 29 goles) y a Fernando Llorente (92 goles en las ocho temporadas que llevaba el año pasado). Entre Sarabia y Llorente el club tuvo que recurrir a los fichajes de Uralde (40 goles en tres temporadas), Loren (9 goles en dos temporadas), Ziganda (91 goles en siete cursos), Joseba Etxeberria (104 goles en 15 años) y Urzaiz (129 goles en once temporadas), para darles la responsabilidad de liderar el ataque.
Sería injusto, no obstante, olvidar a otros productos de los primeros tiempos de Lezama como fueron Noriega y Endika, autores de goles históricos y que asumieron un rol importante cuando la delantera titular era la formada por Dani, Sarabia y Argote. Y de entre los fichajes también hay que recordar a jugadores como Valverde (50 goles en seis temporadas), Ezquerro o Jon Andoni Goikoetxea, unos por su aportación en forma de juego y goles, otros por lo que significó en su momento su adquisición.
Lezama ha aportado una considerable cifra de delanteros al primer equipo durante todo este tiempo, aunque la inmensa mayoría no acabó de cuajar o tuvo una aportación notablemente inferior a los citados como referencia. Arrien, Sarriugarte, De Diego, Roberto Martínez, Uribarrena, Huegun, Bolo, Suances, Bidaurrazaga, Alvaro, o los más recientes, Garmendia o Jon Vélez, completan una lista salpicada por fichajes como los de Jabo, Luke, Mario Bermejo, Sívori, Toquero o Díaz de Cerio.
En la persona de Aritz Aduriz, el objeto de deseo que tanto ha dado que hablar desde que fuera traspasado al Mallorca, convergen todas las categorías referidas en este texto. Es un producto de Lezama que no cuajó en su día en el primer equipo, que llegó como refuerzo de emergencia para triunar y que ahora se contempla como un fichaje de mucho más relumbrón que lo que pueden significar los 23 goles que marcó los cuatro años que estuvo en el Athletic.

llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

domingo, 8 de enero de 2012

La ruleta rusa no tenía bala

Digamos que el partido de Getafe aportó una novedad para el Athletic. Hasta la fecha, las comparecencias de los rojiblancos se cerraban siempre con la impresión de que habían merecido algo más que el resultado que señalaba el marcador al término de los noventa minutos. Hubo derrotas que olieron a empate, igualadas frustrantes porque se merecieron los tres puntos, y hasta victorias poco celebradas por lo apretado de los guarismos cuando todo el mundo esperaba una goleada. En Getafe, no. En el Coliseo Alfonso Pérez, la igualada sin goles reflejó en su justa medida lo que había ocurrido durante el partido. Tal vez se pudieron ver un par de goles, pero repartidos equitativamente, así que el empate resume exactamente el desarrollo del encuentro.
Es el segundo partido consecutivo que acaban los rojiblancos con el marcador inmóvil, y hacía casi dos años que no terminaban un partido de Liga sin dar trabajo al empleado que mueve los números. Desde abril de 2010, exactamente. Aquello sucedió en el Sadar. Ya ha llovido.
Es verdad que en Getafe pudo marcar Iraola, si llega a culminar con un remate decente una gran combinación que comenzó prácticamente en el área propia, o si Susaeta no hace carambola con el larguero y uno de los postes desde una posición bastante forzada. Pero también es cierto que el Getafe estrelló en el larguero un remate bastante más claro y que llegó al área de Iraizoz en situaciones suficientemente favorables como para poder haber movido el marcador, anuladas unas por su propia imprecisióon y otras por alguna intervención oportuna de los defensas rojiblancos. Pero, en definitiva, con o sin goles, el reparto de puntos fue lo más justo para dos equipos que pusieron más intención que inteligencia, más voluntad que precisión y más ilusión que fútbol elaborado. Fue un partido lleno de errores que propiciaron situaciones comprometidas en ambas áreas. En ese sentido fue entretenido y hasta divertido para el espectador neutral. Sobre todo durante la última media hora, cuando los dos equipos decidieron jugar a la ruleta rusa. Ninguno de los dos acertó con la bala.
La novedad más importante para el Athletic fue, sin duda, la reaparición de Llorente. Su sola presencia en el tramo final le cambió la cara, si no al partido, sí a la defensa local, que tuvo que cambiar de mentalidad sobre la marcha. Fue la del delantero una aparición que tasó, tanto como su ausencia lo ha venido haciendo, el enorme peso específico que tiene en el equipo. Casi sin tocar el balón propició un gol, justamente anulado por fuera de juego, pero precedido de una excelente jugada ensayada a balón parado, el remate de Susaeta al larguero, un par de llegadas en ventaja de Aurtenetxe, mal rematadas por el lateral, y una penetración muy peligrosa de Iraola, mal anulada por el linier señalando un inexistente fuera de juego. Todo eso, y la sensación de que el Athletic atacaba con más profundidad, en apenas media hora de presencia de Llorente sobre el terreno de juego.
Si la reaparición del ariete fue la gran novedad, el planteamiento inicial de Bielsa y su gestión de los cambios, fue, sin embargo, un más de lo mismo que requiere cierta reflexión. Hasta los más fanáticos defensores de Toquero tendrán que reconocer que su papel como delantero centro es un desaire a la historia de este club. El 'dos' del Athletic cumple una función cayendo a la banda, desde donde suele sacar algunos centros de mérito, o como segundo delantero, doblando a Llorente. Pero otorgarle el protagonismo en el eje del ataque merma de manera considerable las alternativas ofensivas de su equipo. Ha quedado demostrado en todos y cada uno de los partidos en los que ha faltado Llorente, pero el entrenador ha insistido en lo mismo sin apostar por ninguna otra solución. ¿Contumacia en el error o ausencia absoluta de alternativas?. Se agradecería una respuesta convincente.
Con altibajos, jugando solo a ratos, y bastante lejos de los momentos brillantes que ofreció este equipo no hace mucho, lo cierto es que el Athletic fue sobre todo fiel a algunos principios inconmovibles desde que Bielsa está en el banquillo y que le hacen reconocible. Los rojiblancos fueron siempre de cara a por la victoria, incluso en el tramo final, cuando el sentido común, o el mero espíritu de supervivencia, aconsejaban tomarse las cosas con más calma y asegurar el puntito. La última jugada del partido fue un corner contra la portería del Getafe. Unos minutos antes, los madrileños demoraron un saque de banda en posición de ataque, un poco por ajustar las líneas y otro poco mirando el reloj. Nada que objetar en ese sentido al Athletic.
El otro dato positivo es la incuestionable mejoría del sistema defensivo, aunque en el Alfonso Pérez hubo un par de jugadas que recordaron peligrosamente aquellos tiempos en los que el equipo dejaba un desierto a su espalda cuando atacaba. Acabar con el marcador a cero y concediendo un solo remate claro y poquito más al equipo de casa en noventa minutos, tampoco está nada mal, cuando hace un par de meses todos nos tapábamos los ojos cuando el equipo perdía el balón en cualquier sitio del campo. Bienvenida sea esa seriedad defensiva, aunque se agradecería la recuperación de la precisión y la velocidad en el pase, y un cierto sentido de la prudencia para buscar la solución más sencilla en terrenos comprometidos.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

jueves, 5 de enero de 2012

Una reflexión a propósito de Guardiola,
el Barcelona y Bielsa

El formidable eco mediático que tienen algunos clubes suele provocar ondas expansivas que acaban desestabilizando a terceros, algunas veces de forma maliciosa. Provocar rumores o especulaciones que afecten al rival directo, hace mucho que forma parte de la estrategia de muchos entrenadores y presidentes. La situación de Guardiola en el Barcelona, en el tramo final de su contrato y sin noticias de una inminente renovación, ya ha empezado a provocar una más que considerable marejada informativa. Si el día de inocentes la televisión del principal medio deportivo, que podría ser considerado órgano oficial del Real Madrid sin temor a caer en la exageración, ya gastó la broma de la huída del técnico culé a Qatar. Ahora, como si de un contrataque se tratara, la competencia ha hecho correr la especie de que los dirigentes del Barcelona han elegido a Marcelo Bielsa como repuesto en el banquillo. La cosa no hubiera tenido más recorrido que el que media entre la fecha de la publicación de la presunta noticia y el retorno de la competición oficial, pero he aquí que el propio Guardiola ha decidido alimentar el negocio periodístico aseverando que, en efecto, Bielsa podría ser un excelente sucesor en el banquillo del Camp Nou.
Marcelo Bielsa por su parte se ha negado a dar pábulo al rumor cortando en seco cuando le preguntaron en Lezama la víspera del partido de Albacete. Pero eso no quiere decir necesariamente que el asunto haya caído en saco roto. El buen trabajo de Bielsa en el Athletic no está pasando desapercibido y seguro que asistiremos a más capítulos de la misma historia o similares, al menos hasta que Guardiola renueve su contrato, que es lo que apunta la lógica. Que lo que ocurre en el Barça afecte al Athletic es lo de menos en este negocio en el que hay dos protagonistas y un montón de comparsas. Hace mucho que resulta muy difícil pronunciar las palabras ética y fútbol en la misma frase.
Claro que en este caso, el problema lo tiene el Barcelona y no el Athletic. El entrenador rojiblanco ya dio pruebas sobradas de su calidad moral manteniendo el compromiso adquirido con el candidato Urrutia por encima de ofertas más sustanciosas y sólidas en aquel momento. Tampoco la entereza de Guardiola está a prueba. Probablemente ambos sean dos de los tipos más fiables que se mueven en un mundo tan frívolo y cambiante.
El problema lo tiene el Barcelona no con Guardiola, sino después de Guardiola. Un entrenador medianamente inteligente se lo pensaría mucho antes de aceptar la oferta de sustituir al actual técnico blaugrana. No se entiende a Guardiola lejos del equipo que dirige,como tampoco se comprende al actual grupo azulgrana sin su técnico. Constituyen una unidad indisoluble e irrepetible, llamada a ocupar un lugar en la historia y por lo tanto insustituible.
Este Barcelona es como el Ajax de Cruyff y Rinus Michels, el Brasil de México'70, el Madrid de Di Stéfano... un grupo que ya ocupa un sitio en el panteón del fútbol, un equipo que solo se forma cuando se produce una conjunción universal de estrellas y planetas. Es un grupo cerrado de elegidos que no admite interferencias que rompan su equilibrio.
Si ciframos la perfección en el diez, el Barcelona no baja del ocho y medio, y ello siendo muy exigentes. El margen de mejora de este equipo es mínimo, y ya se sabe que todo lo que no mejora, empeora. El banquillo del Barcelona se convertirá en un cadalso cuando Guardiola lo abandone. La red de complicidades y afectos tejida entre los jugadores y el técnico, las inevitables comparaciones... todo jugará en contra del recién llegado, que será incapaz de aportar nada que mejore lo que ya existe y por contra correrá el riesgo de averiar la maquinaria en cuanto quiera cambiar un engranaje.
No hay más que acudir al antecedente inmediato. Desde que Cruyff se fue del dream team hasta la llegada de Guardiola pasaron doce temporadas y nueve entrenadores (siete en realidad, porque dos repitieron). A Cruyff le sustituyó su ayudante Rexach, y a éste Robson, que solo duró una temporada. Louis Van Gaal aguantó tres años de caricaturas y monigotes y a cambio aportó su fútbol tan industrial y eficaz. Tras él llegó Lorenzo Serra Ferrer, y un año después otra vez Rexach, quien volvió a ser sustituido por Van Gaal que, esta vez, solo aguantó una temporada. El siguiente año se lo repartieron De la Cruz y Antic, hasta que por fin llegó Frank Rijkaard, quien retomó, aunque en tono menor, aquella vieja idea de Cruyff. Es verdad que a lo largo de todos aquellos turbulentos años el Barcelona siguió sumando algunos títulos, pero cuando los aficionados cerraban los ojos veían a Cruyff. Bueno, y cuando los abrían también, porque el holandés nunca ha dejado de estar presente en la vida del club. Ninguno de los que le sucedieron puede decir que triunfara. Al contrario, más de uno fracasó pese a levantar trofeos de la máxima importancia.
Seguro que un estudioso del fútbol como Marcelo Bielsa conoce la historia. Eso sí, al Barcelona no le faltarán candidatos de tanto o mayor renombre, dispuestos a sucumbir al oropel y a la cuenta corriente que proporciona un club de la dimensión del blaugrana.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar

martes, 3 de enero de 2012

El mejor Athletic estuvo en la grada
del Carlos Belmonte

Es la eterna historia de este tipo de eliminatorias tan descabaladas sobre el papel. Para los modestos se trata del partido del año y juegan con una excitación por encima de lo normal. Los favoritos en cambio, saltan al campo con el morro torcido, con un aire entre displicente y aburrido. Es inevitable y no cuestiona su profesionalidad ni la capacidad de convicción del entrenador. Les ocurre a los jugadores del Athletic, a los del Barcelona, a los del Granada y a los del Liverpool. Está en la naturaleza del futbolista y la historia de la Copa está llena de cadáveres de equipos que se creyeron superiores y solo sirvieron para alimentar la leyenda de los llamados 'matagigantes', otro clásico del fútbol. La diferencia estriba en que hay equipos con calidad suficiente para resolver jugando con las manos en los bolsillos, y otros, como el Athletic, que tienen que sudar siempre si quieren ganar, tengan enfrente al Manchester United o al Deportivo Cacabelense.
Lo de Albacete es otro capítulo de esta larga novela de horrores coperos. Como lo fue lo de Oviedo, más o menos, aunque entonces el gol de De Marcos disimuló muchas cosas. Partidos como el de ayer deberían ser causa de reclamación de daños y perjuicios, no tanto por parte de la clientela habitual, sino por ese millar y medio de benditos rojiblancos que peregrinaron a la capital manchega en una nueva demostración de que su fé raya con el fanatismo cuando se trata del Athletic. Ya tienen la piel muy dura después de sufrir muchos fiascos parecidos, y seguro que volverán a peregrinar en cuanto tengan ocasión para ver de cerca a sus ídolos y, a ser posible, verles jugar bien. Ellos fueron, sin duda, los mejores rojiblancos en el estadio albaceteño.
El Athletic que saltó al irregular césped del Carlos Belmonte fue una versión desvaída de lo que ha venido presentando Bielsa hasta la fecha. Formalmente, se trataba del equipo titular, con la gente en su sitio e instrucciones precisas para que nadie se lo tomara a broma. La alineación misma era un mensaje inequívoco del técnico a sus jugadores. Pero se ve que el parón navideño ha generado una especie de amodorramiento general.
Era previsible que el Albacete saldría a morder y a intimidar, más incluso con un árbitro como Mateu Lahoz , que no se suele dejar impresionar por caídas mejor o peor dramatizadas y que es de los pocos colegiados que todavía entienden que en fútbol no todos los choques son falta, ni todas las faltas merecen tarjeta. Tampoco es que los chicos que ahora patrocina Iniesta se propasaran con el juego duro, pero sí es cierto que jugaron siempre con pierna fuerte y con una selección estudiada de las piezas a abatir, entre las que destacó Muniain por encima de todos.
No es explicación ni justificación para el mal juego del Athletic. Con un poco más de precisión en el pase y calma en la elección, los rojiblancos hubieran podido enfriar el partido. Si no lo hicieron fue porque los que en teoría tienen la responsabilidad de mover la pelota no estuvieron precisamente inspirados. Susaeta, desaparecido, solo permaneció en el campo hasta el descanso, Herrera, con un nivel de presencia semejante, Muniain perdido en batallitas y víctima de un acoso y derribo propiciado muchas veces por su tendencia a quedarse con el balón renunciando a pases fáciles. Tampoco puede decirse que el aire manchego estimulara la creatividad de Iturraspe, mientras que Toquero desmintió esa teoría de Bielsa que afirma que no hacen falta refuerzos en esta plantilla. Que Amorebieta e Iraola fueran los más entonados describe perfectamente la situación.
La verdad es que pese a los esfuerzos de los comentaristas de televisión para convencernos de lo contrario, el Albacete pareció exactamente lo que es, un voluntarioso equipo de Segunda B, que a base de dejarse el alma consiguió equilibrar el escaso juego de su rival. La épica está muy bien y el recurso narrativo de preguntarse cuál de los dos equipos es el de Primera, sigue funcionando pese a que se viene utilizando desde los tiempos del blanco y negro. Pero un poco de mesura tampoco estaría de más.
Intentó mover el partido Bielsa tras el descanso dando entrada a San José por De Marcos, y a Ibai por Susaeta, pero no se trataba tanto de cuestiones tácticas como de otra índole. En estos casos, cada minuto que pasa sin que se mueva el marcador, es una inyección de adrenalina en el cuerpo del pequeño. Como sucediera con el Oviedo, tampoco el cansancio hizo mucha mella en el Albacete hasta los instantes finales, y es que hoy en día la preparación física no es un misterio para nadie, así que aquello siguió por los mismos derroteros.
Si en el primer tiempo el Athletic pareció descentrado, durante amplias fases de la continuación se le vio con una cierta falta de tensión, precisamente cuando con más comodidad dominaba los espacios y daba la impresión de que un punto más de intensidad sería suficiente para romper al rival. Pero todo se limitó a las correrías de Muniain, el único que fue creciendo en su rendimiento con el paso de los minutos.
No nos puede sorprender un partido que hemos visto tantas veces. Ni siquiera merece la pena extraer más conclusiones que la constatación de que habrá que apretar más en San Mamés para cumplir el objetivo. Bielsa acertó a la hora de valorar el choque, contando con todos sus titulares. Más dudoso parece que acierte renunciando de entrada a algún refuerzo, por lo demás ciertamente complicado. Seguro que el domingo en Getafe será otra cosa. Y más vale que sea así.
llévame a Menéame Menéame mira lo que se habla en la blogosfera Technorati: Athletic lleva este post a los favoritos de Google GBookmarks: marcar