Pocas veces una derrota tan abultada como la que sufrió el Athletic en Madrid, habrá despertado tal unanimidad a la hora de juzgar al equipo. Medios de comunicación y aficionados coinciden en el elogio del derrotado y resulta prácticamente imposible encontrar el mínimo atisbo de censura. No estamos hablando del periodismo o de la afición que puede haber detrás de un equipo de medio pelo; nos referimos a una crítica especializada y a una afición que si destacan por algo es por su espíritu crítico, a veces extremadamente crítico, sobre todo cuando analizan a un equipo al que entienden que pueden exigir en función de su calidad. Se han podido leer crónicas más aceradas y comentarios más vitriólicos después de victorias del Athletic que lo que se ha leído y escuchado después de la derrota del Bernabéu. La unanimidad en el elogio solo puede obedecer al hecho de que, por encima de la circunstancia puntual del marcador, el entorno rojiblanco ha entendido que su equipo ha caído siendo fiel a su idea, una idea que ilusiona y hasta entusiasma, porque todo el mundo considera que puede ser la que devuelva al Athletic a competir por metas más elevadas que las que ha estado buscando la última década.
Es fácil subirse al carro del vencedor, pero la madurez se demuestra cuando se arropa al que ha caído. El Athletic no mereció, ni por lo más remoto, perder como perdió ante el Real Madrid y es con eso con lo que se han quedado las gentes rojiblancas. Culminada la primera vuelta, enfrentados los diecinueve rivales, ha quedado claro que los rojiblancos no han sido inferiores a nadie y que, por el contrario, han obtenido un botín de puntos por debajo de la cifra a la que se han hecho acreedores por su juego. Han visitado San Mamés equipos como el Barcelona o el Atlético de Madrid, y el Athletic ha viajado a los campos del Sevilla, el Valencia o el Real Madrid, por citar a los que todo el mundo considera como los aspirantes más cualificados a ocupar los puestos nobles de la tabla. Solo ha perdido en el campo de los merengues, pero por encima de los resultados queda un valor especialmente apreciado por estos lares: el cumplimiento de la palabra empeñada. Bielsa prometió en verano que su equipo sería protagonista y buscaría la victoria a partir del manejo del balón en cualquier escenario y ante rivales de todo tipo y condición. Eso es lo que ha estado haciendo el Athletic durante estos cinco meses de competición en todos los frentes, y eso lo agradece su entorno. El Athletic ha jugado con la misma filosofía y actitud, y prácticamente con los mismos hombres, ante un Segunda B como el Oviedo en San Mamés, o ante el Real Madrid en el Bernabéu. Salvo el partido de París frente al PSG, absolutamente prescindible, Bielsa ha puesto en liza a lo mejor de que ha dispuesto. E incluso en aquel partido, los menos habituales interpretaron la misma partitura que los titulares.
Es muy importante que se consolide la idea que propone el técnico argentino, de ahí la trascendencia de la reacción que ha tenido la llamada familia rojiblanca después del traspié del Santiago Bernabéu. Por encima de la decepción lógica de ver al equipo encajar cuatro goles de forma inmerecida, subyace la personalidad de la que hicieron gala los rojiblancos. Somos el Athletic y venimos a ganar jugando al fútbol, dijeron desde Iraizoz hasta Llorente. Unos estuvieron más acertados que otros, alguno volvió a evidenciar que no está pasando por su mejor momento, pero todos se dejaron la piel y, sobre todo, se aplicaron para interpretar un fútbol valiente y descarado. Un gol y tres ocasiones claras contra un gol del Madrid fue el balance de un primer tiempo primoroso. Luego ocurrió lo que casi siempre ocurre en ese campo, pero esa es otra historia.
Lo que de verdad importa es que el Athletic sigue creciendo semana a semana en la fidelidad a una idea de fútbol novedosa en las formas, pero directamente conectada con su ADN, una idea de fútbol ambicioso, de asalto, propio de un equipo orgulloso de su historia y de su personalidad excepcional. Haría falta el candil de Diógenes para encontrar hoy en día algún crítico, aunque no se descarta que los haya. Al fin y al cabo este es un país de empecinados y no son pocos los que encuentran un placer especial en afirmar aquello de 'ya lo decía yo'. Allá ellos con sus filias y sus fobias. La parte sensata de la afición, la inmensa y aplastante mayoría, empieza a percibir que el Athletic está en una encrucijada histórica que marcará un antes y un después, como en otras ocasiones lo hicieron otros jugadores y otros entrenadores que han defendido estos colores. Los más jóvenes no recordarán que hasta que llegó Heynckes, por ejemplo, los pases atrás se silbaban en San Mamés y una cesión al portero se consideraba en el límite del delito. Los que acusaron al alemán poco menos que de atentar contra el código genético del club, acabaron aplaudiéndole, a él, y a los que daban un pase atrás. Ahora estamos ante algo bastante más profundo que no valoraremos en su justa medida hasta que pasen unos cuantos años. Pero que una derrota consolide una idea demuestra que algo hemos avanzado desde Heynckes hasta aquí.
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2 comentarios:
La verdad si MB sigue en el Athletic se iniciará algo grande, así lo hizo con ñul, desde que inicio de entrenador de canteras hasta llegar al primer equipo.
Agregando que su proyecto se extenderá a la cantera, quien sabe, quizás el siguiente Batistuta nacerá en las canteras de lezama.
Más que trabajo con la cantera, creo que la aportación de Bielsa tiene que ver con la recuperación de una personalidad y de un orgullo, que en los últimos años solo aparecía en las grandes ocasiones. Con él el equipo sale a ganar siempre, que es es de lo que se trata
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