lunes, 21 de diciembre de 2009

Tiempo de balances

Buenas noticias otra vez en el Athletic, y eso que lo último que han anunciado desde Ibaigane es que ya podemos pagar las cuotas del año que viene. Buenas noticias porque la bromita del día del Werder Bremen no ha provocado daños colaterales en forma de bloqueo de neuronas, ni en el banquillo ni en el campo. Contra Osasuna volvió la normalidad, Caparrós repitió el esquema que tanto éxito está teniendo y el equipo volvió a la rutina de ganar. ¡Rutina de ganar!, ya usamos expresiones propias de Madrid o de Barcelona. Y es que cortada la competición por la Navidad y el taco del calendario con su aspecto más escuálido del año, es tiempo de balances y hoy ya se ha publicado que desde que el Athletic perdió en Getafe, ha sumado dieciesis puntos, uno menos que el Barcelona y dos menos que el Real Madrid. Nada más y nada menos.
Contra Osasuna se repitió lo que ha venido ocurriendo en ese periodo triunfal, esto es, que el Athletic gana bien a sus iguales y con holgura a los que son inferiores. Si a eso le añadimos el empate que consiguió ante el Barcelona y lo injusto de su derrota ante el Valencia, tenemos que el equipo también sabe tratar de igual a igual a los que se suponen superiores. Días de vino y rosas los que estamos viviendo quienes hace poco sufríamos como perros.
Lo bueno del asunto es que por fin tenemos un equipo reconocible, con una alineación previsible en la que apenas bailan un par de nombres en función de circunstancias lógicas como lesiones o sanciones, no al albur de la última ocurrencia del entrenador. Y como el fútbol es así, ese par de nombres que bailan, mejoran a sus anteriores, sencillamente porque cuando las cosas le salen bien a un equipo, todos sus componentes resultan beneficiados, no en vano éste es un deporte de asociación.
Vivimos un momento dulce y es cuestión de disfrutarlo, porque también sabemos que en este deporte lo bueno y lo malo se suelen suceder muchas veces sin un motivo claro que produzca el cambio. Parece que hay unanimidad en atribuir a la presencia de Gurpegi en el lado derecho del centro del campo la espectacular mejoría del conjunto; confiemos en que la cosa siga por ese camino al menos durante el próximo trimestre. Muy bien situados en la Liga y con el Anderlecht en perspectiva podremos seguir acudiendo a San Mamés con la sonrisa en la boca y no con esa cara de ir al dentista que se nos ponía a todos hace bien poco. Pedir que, además de ganar, el equipo juegue un fútbol más lucido, acaso sea mucho pedir, pero que no sea por no intentarlo. El día de Osasuna, sin ir más lejos, a todos nos quedó la sensación de que tal y como se había puesto el partido para el primer cuarto de hora, y la pinta que tenía el equipo navarro, nos pudimos haber divertido mucho más de lo que hicimos. Pero tampoco nos vamos a poner estupendos. Hace apenas unos meses nos hubieramos dado con un canto en los dientes por ver ganar al Athletic con tanta tranquilidad y suficiencia.
Ahora, mientras la competición nos da un descanso que los medios aprovecharán para inundarnos de balances, estadísticas, resúmenes y comparativas para explicarnos lo mal que estuvimos y lo bien que estamos, habrá que sacar algo de tiempo para estudiar la encuesta que nos han enviado a casa. Se admiten sugerencias. No es el euskobarómetro, ni pregunta por la confianza que nos despierta García Macua; tampoco nos han explicado ni cómo, ni quién va a procesar las respuestas, pero eso es como pedirle a Caparrós que haga jugar bonito al equipo. Me conformaría con que no haya notario dando fe, no al menos el que contrataron para la rifa y que no se les note demasiado lo que pretendan hacer, que tampoco lo sé. Tiene guasa que nos vengan ahora con una encuesta sobre Lezama cuyas conclusiones, en el mejor de los casos, podrán aplicar en su último año de mandato.

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jueves, 17 de diciembre de 2009

Una broma de mal gusto

El equipo que jugó contra el Werder Bremen también es el Athletic, evidentemente, pero no por ello puedo quitarme de encima la sensación de que me han tomado el pelo, de que he sido, como poco, víctima de una broma de muy mal gusto. En el teatro, si el primer actor se pone enfermo, se suspende la representación y se devuelve el importe de las entradas. Había muchos lesionados y enfermos en el Athletic, es cierto, pero Caparrós contaba, todavía, con suficientes secundarios como para componer una alineación mucho más presentable que la que formó a base de meritorios y neófitos. No lo hizo porque Caparrós es un entrenador demagogo al que la directiva (el presidente más bien) le ríe las gracias. Me gustaría saber qué opinan los laterales del Bilbao Athletic e incluso los del Baskonia, cuando ven debutar a un juvenil que no ha realizado un solo entrenamiento con el primer equipo y a quien han inscrito la víspera en la lista de la UEFA. Sería interesante también contrastar la opinión de David López, anoche en el banquillo, o la de algunos otros que ni siquiera fueron convocados.
Pero Caparrós prefiere seguir incrementando su fama de descubridor de jóvenes valores, de amante de la cantera; ya lo dijo esta misma semana: "todos los jugadores que hay en Lezama son del Athletic, los del primer equipo y los infantiles". Claro, y los entrenadores, y los utilleros, y los administrativos... Pero cada uno hace su trabajo de acuerdo a una organización y un escalafón. Es una forma bastante recomendable de que las cosas funcionen más o menos bien.
Que fue exactamente lo que no hizo el Athletic contra los alemanes. Funcionar. Junto al anuncio de la convocatoria, el club debió haber incluido una nota adjunta advirtiendo de la posibilidad de devolución del importe de la entrada a aquellos socios que no desearan ser víctimas de un timo. Si al final ni siquiera se representó el número estrella anunciado para la velada: el debut de Jonás Ramalho, el nuevo récord mundial de precocidad que iba a presentar el mago Caparrós. Más engaño, si cabe, a sumar al timo futbolístico.
Debutantes forzados, jugadores fuera de sitio... el Athletic salió al campo derrotado de antemano por un Werder que se tomó el partido con la seriedad mínima que requiere un compromiso europeo por mucho que la clasificación esté decidida. ¿Cómo puede anunciar Caparrós la víspera que quiere disputarle al Werder Bremen el primer puesto del grupo y sacar luego el equipo que sacó?. En castellano hay bastantes palabras que podrían servir como respuesta, pero tampoco es cosa de ponerse groseros.
Con 0-3 en apenas media hora, los alemanes se dieron por satisfechos y dedicaron el resto del partido a quitarse el frío de encima. Hasta sus bulliciosos seguidores, tan cantarines en el primer tiempo, se quedaron tan helados como callados durante toda la segunda parte. Su actitud les honra; se podrían haber dedicado a la rechifla ante el esperpento.
Del partido se pueden extraer, como siempre, algunas conclusiones. A saber: que sigue aumentando el espesor del hormigón en el rostro del entrenador del Athletic. (De hormigón debe de saber bastante su presidente, pero no hagamos sangre); que Etxeita no es lateral; que un centro del campo con Yeste y Javi Martínez solos en el eje constituye una invitación al rival y les cuesta años de vida a los centrales y al portero propios; que Díaz de Cerio necesita más minutos, y más arrope del equipo, para volver a ser el delantero goleador que requiere el Athletic; que la afición de San Mamés tiene más paciencia que el santo Job, aunque eso no signifique que se deje engañar. Quien lo crea se equivoca gravemente, como podrá comprobar a su debido tiempo.

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domingo, 13 de diciembre de 2009

Esto parece algo más que una buena racha

El primer tiempo de Zaragoza fue muy aburrido, recuerdan, no sin razón, los inconformes. Bendito aburrimiento, diría yo; aburrimiento y tedio tantas veces sufrido viendo a otros equipos de postín que sabes que, tarde o temprano, van a acabar ganando el partido. A los que bostezan ahora, les recordaría las emociones fuertes que nos ha proporcionado el Athletic los últimos años, siempre en vilo, siempre esperando el fallo o la jugada desgraciada que nos arruinara el partido; admirando las virtudes funanbulistas de nuestros defensas y extasiados ante la visión de las botas de madera que calzaban nuestros centrocampistas. Aquello sí que era entretenido, y divertido, sobre todo para los rivales que sabían que hicieran algo o no hicieran nada, ya se encargaba el Athletic de arreglarles el partido.
Lo que más me gusta ahora de este equipo es precisamente su capacidad de aburrir, esa sedante sensación de saber que no va a pasar nada malo así jueguen tres partidos seguidos sin parar. En La Romareda, salvo aquel triple remate que saco Iraola en el último minuto de la primera parte, no pasó absolutamente nada y eso, remedando el dicho inglés, no news, good news, era lo mejor para un Athletic que jugaba a favor de reloj y de nervios ajenos.
Me gusta este Athletic por lo fiable, por su pinta de equipo solvente, que no brilla, pero tampoco se emborrona. Definitivamente Caparrós ha dado con la tecla en la centro del campo y la aportación de Gurpegi sigue dando oxígeno a Javi Martínez y Orbaiz, lo que le permite a Susaeta jugar con libertad entre líneas, que es donde hacen daño los pequeños como él.
Una hora estuvo el Athletic segando la hierba a los pies del Zaragoza. Hasta que entró Muniain en escena. Fue llegar y besar el santo. Su anticipación para recoger un balón pasado en el área, su giro en un palmo de terreno y su centro en el que el balón voló pidiendo a gritos una cabeza que lo rematara, fueron su tarjeta de presentación. La cabeza la puso San José, con el punto de mira mejor calibrado que en Viena, para colocar un majestuoso remate a la escuadra.
Veinte minutos después, en los que el Athletic se había limitado a esperar al desesperado Zaragoza, pudimos asistir a la segunda pincelada del chaval. Un contragolpe veloz, conduciendo el balón cosido a la bota y un pase exacto en tiempo y medida para que Susaeta culminara la obra maestra. Desde aquella jugada de Javi Martínez en el Manzanares, que también remató Susaeta, no se recordaba un contragolpe tan bien llevado por el Athletic.
Me encanta aburrirme un rato si al final puedo disfrutar de una victoria del Athletic, y ya van cuatro seguidas fuera de casa. Hasta me puedo olvidar de Ramalho, el chaval que se quedó en la grada después de ser convocado a bombo y platillo. Para opinar sobre la decisión de Caparrós, me falta un dato fundamental: la comunicación entre el entrenador y el jugador, si es que la ha habido, y sus términos. No es lo mismo si el chaval viajó a sabiendas de que se quedaría en la grada porque se lo explicó su entrenador, o no.

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viernes, 11 de diciembre de 2009

Caparrós suma a Ramalho a su palmarés


Caparrós ha decidido marcar otra muesca en su culata. El técnico de Utrera va a pasar a la historia del club como el entrenador que más jugadores (y más jóvenes) hizo debutar en el primer equipo. La convocatoria de Jonás Ramalho para el partido de Zaragoza excede todas las expectativas que ya parecían rebasadas con la irrupción de Muniain. Si el chaval nuevo acaba debutando en La Romareda estaremos ante un nuevo record de precocidad. Claro que, conociendo a Caparrós, habrá que esperar a que transcurran los noventa minutos. No sería el primer jugador que el técnico se lleva de viaje solo para hacer turismo.
El color de la piel de Ramalho ha sido objeto de comentario desde que su nombre sonó como uno de los elegidos para llegar un día al primer equipo. Lo que en otros sitios no llegaría a anécdota, en el Athletic se eleva a categoría. Es comprensible en un club de su tradición. Por eso, desde ese punto de vista, la llegada del chaval es una gran noticia. No han faltado los indigentes intelectuales que por malicia o por puro desconocimiento, han identificado la idiosincrasia del Athletic con el racismo. Nunca ha habido tal, pero ha hecho falta explicarlo en más de una ocasión. Por fin el futuro también ha llegado en ese aspecto y no es un hecho aislado; en Lezama ya hay varios jugadores como Ramalho, hijos de una emigración de procedencia más lejana que la de generaciones precedentes, que se ha integrado con naturalidad en nuestra sociedad.
Sólo cabe desear al chaval toda la suerte que merecen todos y cada uno de los cachorros que se aprestan a convertise en leones. Que su llegada al primer equipo sea prematura, accidental o eventual, es tema para otra discusión. Como lo es que un debut tan precoz sea beneficioso o perjudicial para su carrera. Sin olvidar lo que significa en términos de confección de plantilla, que haya que recurrir a un crío para dar el relevo a un internacional, sencillamente porque no tiene un suplente adecuado. Son asuntos que pasarán desapercibidos bajo la espuma del debut del juvenil, el éxito de la cantera de Lezama, la valentía de Caparrós y todas esas cosas que con tanta facilidad prenden en la opinión pública que rodea al fútbol. Tratándose de este deporte, lo accesorio suele ocupar casi siempre el lugar de lo fundamental, sobre todo porque lo segundo es más aburrido y da menos titulares. ¡Qué le vamos a hacer!

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lunes, 7 de diciembre de 2009

Hay derrotas que alimentan la ilusión

La racha de éxitos del Athletic quedó truncada el domingo ante el Valencia, pero la derrota fue una de esas que llenan de orgullo y rabia a partes iguales: de orgullo por el comportamiento de un equipo crecido ante la adversidad y ante un gran rival; de rabia porque el Athletic hizo méritos para conseguir algo más que la derrota mínima. Este equipo está en clave positiva, sabe lo que quiere y, lo que es mejor, cómo conseguirlo; otra cosa es que a veces, como ante el Valencia, pueda lograrlo: por la calidad del rival y por los imponderables.
El Athletic ya empezó a perder antes de que comenzara el partido. Había perdido a un Ustaritz que empezaba a reivindicarse y a un Gurpegi que era uno de los hombres más en forma del equipo y cuya aportación estaba teniendo mucho que ver con la mejoría general del grupo. Después fue perdiendo sucesivamente a Llorente, a quien todo el Valencia había puesto en el punto de mira, a Susaeta, roto tras una entrada del poco sospechoso Joaquín, y por último a Koikili, expulsado por uno de esos árbitros que ni saben de fútbol, ni entienden el juego, ni saben interpretar el partido que están dirigiendo: una de esas desgracias que tanto daño hacen a este deporte.
Porque el árbitro no entendió que allí había dos equipos que estaban sosteniendo un durísimo enfrentamiento, y no precisamente por las patadas y los codazos, que los hubo y variados, sino por la pelea táctica que desarrollaban en cada metro de césped. El primer tiempo transcurrió sin una sola ocasión de gol, con el balón casi siempre en el centro del campo, donde se amontonaban efectivos, y con las dos delanteras aisladas de sus compañeros. Pero no por eso estaba siendo un partido aburrido; poco vistoso sí, pero tenso y disputado como pocos.
El Athletic no perdió la cara pese a perder a sus dos hombres más adelantados, golpeados con o sin intención, pero golpeados al fin y al cabo. Es más, sustituyendo la referencia fija de Llorente por dos pequeños como Muniain y De Marcos, el Athletic pudo mover más a esa fortaleza de cinco almenas que es la defensa valencianista. Así llegó el primer gol del partido, el que tal y como estaba la cosa, podía decidir su suerte. Pero el Valencia tuvo la fortuna de empatar casi en la siguiente jugada. El partido, que tanta disciplina táctica había tenido hasta entonces, se volvió loco, como el árbitro. Koikili vio la segunda amarilla, Emery maniobró con Zigic y Mathieu marcó el segundo gol en un voleón espectacular. Luego, el árbitro, quizá arrepentido por lo que había hecho, señaló un penalti muy difícil de ver aunque lo fuera, y David López lo estrelló contra la base del poste. El Athletic, definitivamente, se acababa de ganar el premio a la desgracia.
No importa, o importa menos. Compensa ver a un Amorebieta dominador acompañado por un San José del que solo cabe preguntar dónde lo había tenido Caparrós hasta ahora. Comprobar que Javi Martínez está que se sale, que Iturraspe empieza a parecer el jugador que apuntaba en las categorías inferiores, que Iraola parece el conejo de Duracell, que todo el equipo, en fin, está convencido de que puede plantar cara a cualquiera y sin que para ello tenga que asumir los trabajos de Hércules; solo con trabajo, organización y fe en el propias posibilidades, que no es poca cosa. Este equipo sabe lo que quiere y cómo conseguirlo; y es difícil que vuelva a acumular tanta mala suerte en un solo partido.

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viernes, 4 de diciembre de 2009

Bailando con lobos

Vas a Viena pensando en tomarte un café con el meñique erecto en medio de un decorado de espejos y dorados, y te encuentras con una banda de homínidos ahítos de cerveza. Vas a Viena calculando que a lo mejor te encuentras con un congreso mundial de psiquiatría, y te enteras que han abierto las jaulas de toda Europa y han soltado a los orangutanes. Vas a Viena con los valses de Strauss en el ipod para hacerte al ambiente y tienes que escuchar a una banda de lobotomizados berreando el Que viva España. Vas a Viena con la pena de que no vas a entrar en el Prater, y resulta que el nuevo campo donde te meten lleva un zoológico incorporado, ¡qué adelantos!. Vas a Viena, en fin, pensando que te diriges al corazón de la vieja y culta Europa, dispuesto a disfrutar de la proverbial eficacia germánica, y te encuentras con un campo con vallas de cartón y una Policía que deja pasar toda suerte de artefactos y bangalas y que actúa ante los delincuentes con la premiosidad del alguacil de pueblo ante la cuadrilla de gamberros local liderada por el hijo de un concejal.
Todo eso les pasó a los jugadores y a los aficionados del Athletic que fueron a la capital austríaca. Les dijeron que iban a un partido de fútbol y se encontraron con una kermesse nazi con decoración inequívocamente española. Qué curioso que hubiera banderas rojigualdas con el águila imperial, de esas que se suelen ver en las manifestaciones que organizan los centristas y los obispos en Madrid, y una pancarta donde en letras de molde podía leerse Viva Franco, y en cambio no se viera una sola esvástica, ni se leyera un Heil Hitler o un Viva el Duce. Será que esto último es ilegal y está penado con la cárcel, mientras que aquello son cosas del lejano pasado que es mejor olvidar en lugar de dar la tabarra con la memoria histórica y esas cosas de rojos resentidos.
El Athletic y sus seguidores se vieron rodeados por una jauría de lobos que, aparte de causar miedo, llenaron de vergüenza a cualquier ser humano con un mínimo de decoro y memoria. No deben de estar en este grupo los responsables del Austria, ni los mandos policiales que permitieron a los nazis hacer y bramar todo lo que se les antojó durante las más de dos horas que duró el patético espectáculo. Sólo cabe esperar que la UEFA les aparte de las competiciones internacionales para una buena temporada.
En las mismas fauces de la alimañas, el Athletic dio una lección de saber estar y de madurez, consciente de su superioridad. El Austria había dado muestras sobradas en San Mamés de ser un equipo bastante marmolillo. Quedaba por resolver por qué llevaba una impresionante racha de imbatibilidad en su terreno pero ante los rojiblancos no dieron una sola razón. Siendo generosos, se les podrían conceder los diez primeros minutos del partido, el tiempo que tardaron Mikel San José e Iturraspe en hacerse con el sitio. Cuando se acoplaron a sus compañeros empezó a funcionar la maquinaria del Athletic y ya no paró hasta el final.
Caparrós puso en liza un equipo cuasi juvenil, porque a estos dos semidebutantes hay que añadir la presencia de Muniain haciendo pareja con Llorente. Todo funcionó a la perfección; buenas noticias otra vez de un equipo que ha marcado siete goles en sus dos últimas salidas.
En cuanto el Athletic se estiró pudo calibrar la endeblez del rival. Prácticamente en la primera llegada al área los de Caparrós se cobraron dos remates consecutivos al larguero y el primer gol, todo en la misma jugada. Bien es cierto que medió un fuera de juego flagrante de Javi Martínez, pero ya habíamos quedado en que el nivel de los árbitros es francamente mejorable, bien sean de Matalascañas y actúen en solitario, bien sean noruegos y trabajen en cuadrilla. Ni el linier, ni el juez de gol, ni el árbitro principal, vieron que Javi estaba dos metros por delante del último defensa austríaco cuando centró a la cabeza de San José.
El gol acabó por hundir cualquier esperanza del Austria. Después del descanso la superioridad del Athletic resultó abrumadora. La batuta de Yeste puso la necesaria pausa para que los rojiblancos bailaran en medio de la jauría. El gol de San José desencadenó la crónica de sucesos y a partir de ahí la danza resultó hasta humillante para los locales. Marcó otra vez Llorente, y si llega a estar medianamente fino, hubiera podido repetir suerte en otras dos o tres ocasiones. Fue la más dulce venganza después de tanta vileza.

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