viernes, 30 de marzo de 2012

El Athletic gana a lo grande y como los grandes

Entre el segundo gol de Raúl y el segundo de Llorente medió un infierno para el Athletic. Desde el segundo de Llorente hasta el final del partido, se abrieron las puertas del paraíso para los rojiblancos, el patatal del Veltins Arena se convirtió de pronto en una pradera en la que los leones retozaron y disfrutaron con la pelota como no lo habían hecho hasta entonces, condenados como estuvieron a picar piedra para contener a un rival que atacó en oleadas guiado por un Raúl motivadísimo y en una excelente forma física a sus treinta y cinco años. El Athletic ganó por primera vez en su historia en Alemania, lo hizo a lo grande, marcando cuatro goles y, sobre todo, lo hizo como los grandes, sufriendo cuando fue necesario y exhibiendo una pegada monumental en el momento más oportuno. Por fin la fortuna miró a los ojos a los leones y les acompañó en las situaciones más delicadas del partido, y fueron varias. Es cierto que la inmediatez del primer empate restó mucho valor al gol inaugural de Llorente y dio alas al equipo alemán, pero es justo recordar que tras el segundo gol de Raúl, en aquellos doce minutos que transcurrieron hasta que Llorente reestableciera el nuevo empate, el Athletic tuvo que aguantar un chaparrón apoyándose en las cuerdas, al estilo de los boxeadores acosados por su rival. Afortundamente, cuando nos temíamos lo peor, el tercer gol del Schalke, surgió un Athletic poderoso, el que, como los grandes, supo sacar partido del efecto letal que provocó en su rival una igualada que ni esperaba ni merecía, y golpeó sin piedad hasta dejar la eliminatoria prácticamente sentenciada. Y aún así, no debemos olvidar que en el camino, Huntelaar estrelló un balón en el poste e Iraizoz le sacó a Raúl una de las que normalmente el exmadridista suele enchufar.
Si en Old Trafford el Athletic llamó a las puertas del cielo, en el Veltins Arena se instaló definitivamente en el Olimpo. Su juego no tuvo nada que ver con el que exhibió en Inglaterra, pero el que quiere ser alguien en estos niveles, tiene que saber hacerlo bonito y también ser eficaz. Cada día tiene su afán, y el de ayer era de los de ponerse la coraza y no volver la cara.
El Schalke 04 no engañó a nadie. Resultó ser exactamente el equipo que nos habían anunciado: poderoso en ataque y flojito en defensa. Se desnudó desde el primer minuto para que no hubiera lugar a equívocos. Cuando atacaba hacía sufrir a la defensa del Athletic, pero si los rojiblancos encontraban una salida clara a la pelota, era la defensa germana la que crujía, sobre todo en su costado izquierdo, donde a Iraola, De Marcos y Susaeta les bastaba con repetir el mismo movimiento para superar al lateral y plantarse con ventaja en el área.
Por ahí llegó el gol que abrió el partido y que debió terminar de asentar al Athletic, pero el costado izquierdo de la defensa rojiblanca tampoco estaba siendo la línea Maginot precisamente y hacía rato que los alemanes se habían dado cuenta. Desde allí llevaron el balón hasta la bota oportunista de Raúl, para que empatara el partido y diera oxígeno a los suyos.
Una de las mejores virtudes de Bielsa, y tiene muchas, es su capacidad de análisis y rapidez de maniobra a lo largo de los partidos. El primer tiempo había dejado claro que el centro del campo no estaba funcionando, entre otras razones porque Herrera volvió a no estar y porque Muniain se perdía sin encontrar nunca el sitio para hacer daño. Las constantes pérdidas de balón favorecían extraordinariamente los planes de los alemanes y estaba claro que el Athletic tenía un problema demasiado gordo como para soportarlo durante todo el segundo tiempo. El técnico argentino retiró a Herrera para colocar a Muniain en su sitio y a Ibai Gómez abriendo el campo en la banda izquierda. Mejoró algo la cosa y en el arranque de la segunda parte los rojiblancos dispusieron de más balón, suficiente como para dibujar un par de llegadas más que interesantes que merecieron más acierto en la finalización.
El juego del Athletic se parecía más entonces al que mostró en Manchester, bien es verdad que sin llegar a aquella excelencia, pero en el banquillo contrario también saben maniobrar y Stevens se fue a por el partido dando entrada a Holtby y Jurado, dos centrocampistas de creación.
Si hasta entonces el Schalke había dejado claro que lo suyo es el juego de ataque, a partir de los cambios se convirtió en un equipo unidireccional. Por momentos recordó a ese Athletic que se vuelca en San Mamés hasta llevarse por delante todo lo que encuentra. Los alemanes apretaron y apretaron hasta que Raúl logró un golazo aprovechando un despeje corto de Aurtenetxe.
La eliminatoria pendió de un hilo entonces. Fueron doce minutos en los que la posibilidad de un tercer gol de Schalke fue una amenaza real para un Athletic al que no le quedaba otra que defenderse como mejor podía. Pero este equipo no renuncia a su personalidad ni en los peores momentos. Se defendía, sí, pero contragolpeaba en cuanto veía la menor opción. Una galopada de Susaeta por la banda derecha acabó en centro pasado y corner en el otro lado. Ibai Gómez puso el balón en el primer palo y la cabeza de Llorente lo envió a la red. A los jugadores del Schalke les hubiera dolido mucho menos si se los hubieran pillado con la tapa de un piano. El gol les dejó sin aire y sin esperanza. Estaban pensando en resolver la eliminatoria y se veían con un segundo gol en contra, demoledor de cara al segundo partido. El Athletic, que había salvado una situación muy delicada como un grande, se puso a jugar a lo grande. Cogió el balón y ya no lo soltó. De Marcos, ¡cómo no! hizo el tercero y Muniain se vengó de todos los malditos últimos minutos marcando el cuarto sobre la bocina, como dicen los del basket.
Jugando peor, los leones se traen a San Mames un resultado mejor que en la eliminatoria anterior y siguen dando lustre a la imagen que se están labrando este año en Europa. El pescado de los cuartos de final no está del todo vendido, pero casi. Si todavía queda alguien que quiera seguir debatiendo sobre objetivos, gestión de la plantilla o condición física del equipo, lo puede seguir haciendo. Al fin y al cabo, cada uno es muy libre de perder el tiempo como quiera.
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miércoles, 28 de marzo de 2012

Después de la lírica llega el turno de la prosa

No cabe duda de que desplazar a un millar de seguidores a un partido de cuartos de final de la segunda competición europea tiene un mérito indudable y dice mucho de la implicación de la afición del Athletic con su equipo. Pero la cifra no resiste una mínima comparación con aquel ejército de ocho mil rojiblancos que asaltó Manchester en la anterior eliminatoria. El dato sirve como termómetro para tomar la temperatura al choque contra el Shalke 04 en cuartos de final, una ronda que el Athletic no alcanzaba desde que en la temporada 76-77 llegara a la final de la UEFA. LLegar al cruce con el Manchester United se consideró, antes de alcanzarlo, un objetivo en sí mismo; una vez logrado, el equipo elevó la apuesta y culminó sus dos mejores partidos del año eliminando al mítico equipo inglés. Hasta el momento, ahí se sitúa el techo de Bielsa y los suyos.
Solo lo que rodeó aquellos dos partidos merecería un análisis detallado, desde el relato de quienes, como si se tratara de Fort Apache, rodearon San Mamés a la búsqueda de una entrada, hasta lo que se vivió en Bilbao el día del partido de vuelta, pasando por los múltiples programas especiales emitidos en televisión a lo largo de aquella semana inolvidable o las toneladas de papel que se emplearon para narrar no solo la hazaña sino también sus antecedentes históricos.
Nada de eso ha sucedido ahora en torno a la eliminatoria que comenzará en horas ante el equipo alemán. Las cosas han vuelto a la normalidad. No hubo tumulto ante las taquillas ni ha habido necesidad de organizar un puente aéreo para transportar a la afición. A efectos futbolísticos, el del Schalke 04 es un nombre que no le dice nada al aficionado medio y muy poco al experto. La legión de manchesterólogos que surgió de pronto hace quince días, no ha encontrado la debida sucesión de expertos en el equipo alemán. En la panadería ya no se discute con familiaridad sobre los títulos nobiliarios de Ferguson ni sobre la grandeza de Old Trafford. Y es que hay que tomar aire antes de lanzarse a pronunciar Gelsenkirchen sin salpicar al interlocutor.
Después de toda la lírica y la épica que adornó la anterior eliminatoria, toca ahora recuperar la prosa, olvidarse del verso y centrarse en el sujeto, verbo y predicado, todo seguido y en su orden, que diría aquel. Poner los pies en el suelo y armarse mental y físicamente para encarar a un rival que volverá a exigir el máximo del Athletic aunque de distinta forma a cómo lo hizo el United. Sobre el papel, el equipo alemán es inferior al inglés, y los de Bielsa deberían tener más accesible esta eliminatoria que la anterior, aquella que imposible en teoría y fue felizmente superada en la práctica.
Claro que se trata de un equipo alemán y eso ya supone un título en sí mismo. Orden táctico y perseverancia hasta el último minuto son dos de las cualidades que se le suponen a cualquier equipo teutón. Es el tópico al que se recurre para definirles, pero al fin y al cabo, un tópico no deja de ser una verdad repetida.
El fútbol alemán está experimentando una positiva evolución general en las últimas temporadas a partir de una organización seria y rigor económico basado en un reparto proporcional de los ingresos por televisión y otros conceptos y un control del gasto que impide los despilfarros tan habituales más al sur, que ha elevado el nivel medio de sus equipos e incrementado la competitividad en la Bundesliga, lo que se ha traducido en el regreso de la afición a unos estadios que presentan cada semana las gradas más pobladas de toda Europa.
Esa mejoría general del espectáculo y de la competición hay que entenderla sobre todo en al ámbito doméstico,aunque ya empieza a tener reflejo más allá de sus fronteras. El fútbol alemán mantiene tres representantes en los torneos europeos, el Bayern en Champions y el Hannover y el Schalke 04 en Liga Europa, lo que le coloca solo por detrás de la Liga española, que cuenta con cinco equipos en liza.
Curiosamente el Borussia Dortmund, actual líder y dominador de la Bundesliga, acabó último en la fase de grupos de la Champions por detrás del Arsenal, Marsella y Olympiacos, lo que le impidió incluso entrar en la repesca de la Liga Europa.
Tres viejos conocidos como los exmadridistas Raúl y Huntelaar, y Jurado (Mallorca y Atlético de Madrid) son puntales del Schalke 04, aunque éste último no está apareciendo demasiado en los últimos partidos. Otro exmadridista como Metzelder, el vallisoletano Escudero, procedente del Murcia, y el portero Hildebrand, que defendió un año la portería del Valencia, completan la nómina de jugadores conocidos por la afición rojiblanca y conocedores a su vez del Athletic.
El estado de gracia que están atravesando Huntelaar y Raúl (22 goles el holandés, solo uno menos que el máximo realizador de la Bundesliga, Mario Gómez, y 12 goles el exmadridista) supone el peligro principal de un Shalke 04 que ya ha anotado 60 dianas en su competición doméstica. A cambio, su defensa es bastante vulnerable, lo que debería hacer bastante factible al Athletic cumplir el objetivo de marcar como visitante.
Lejos del glamour de las grandes estrellas del Manchester United y de los focos de Old Trafford, al Athletic le tocará picar piedra para traer la eliminatoria abierta a San Mamés. Los resultados de los últimos partidos de Liga no han sido los mejores, pero tampoco hubo grandes exhibiciones rojiblancas antes y durante su eliminatoria con los ingleses. Entre los misterios insondables que sigue encerrando el fútbol, permanece el de los cambios radicales que suelen experimentar los equipos cuando pasan de una competición a otra. La brillante trayectoria europea del Athletic es el mejor aval para confiar en el grupo de Bielsa.
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martes, 27 de marzo de 2012

Unas entradas por las nubes, una Liga de chiste y un penalti fallado

Cada vez que me atizan un euro y medio por una muestra sin valor de café y dos gotas de leche suelo tener la tentación de retar al camarero a que si tiene huevos me lo diga en pesetas, así que ahora no me voy privar de traducir los precios que ha fijado la Federación Española de Fútbol para las entradas de la final de Copa. Entre 60 y 250 euros, o sea, entre 10.000 y 40.000 pesetas en números redondos, 9.983 y 41.597 para ser exactos. ¿No te entran ganas de decirle a Villar a qué no tienes huevos de decírmelo en pesetas? Pues eso.
Se dirá que las más caras, las más cercanas al palco, o los palcos VIP, serán las menos y que el grueso de la tropa de aficionados irá a las localidades de detrás de la portería. Silbar al rey desde primera fila o desde un palco privado no puede valer lo mismo que hacerlo desde el quinto pino, aunque en el quinto pino te aticen diez mil del ala.
El Athletic debería enviar una copia de la lista de precios al Manchester United y al Shalke 04 para que en Inglaterra y en Alemania comprueben lo que nos cuesta aquí el fútbol y dejen de mirar a Ibaigane como si fuera la cueva de Luis Candelas porque les cobren 90 euros por cada entrada para San Mamés. “Pagamos cientos de millones de euros (a España) para que salgan de la mierda y luego los clubes se eximen de pagar la deuda para pagar a estrellas como Cristiano o Messi. Esto no puede ser así”, dijo Uli Hoeness el otro día cuando se enteró del pufo que tienen los clubes españoles solo con Hacienda. Como se entere de lo que paga aquí el personal por ir al fútbol pide que el Gobierno español devuelva las autopistas que ha construido con los fondos europeos.

Ya conocemos lo que piensa el exinternacional alemán y actual presidente del Bayern Munich de la organización económica de la Liga española, pero no sabemos lo que opina de su faceta meramente deportiva. Se le podría enviar copia de la clasificación para que comprobara que cuando todavía restan nueve jornadas que disputar, matemáticamente el título ya solo puede ser cosa de dos, Real Madrid y Barcelona. Si el Valencia, tercer clasificado, sumara los 27 puntos que quedan en liza, llegaría a los 74 puntos, uno menos que los 75 que ya tiene el Real Madrid.
Claro que si miramos al otro extremo de la tabla, vemos que el tercer clasificado está a la misma distancia del segundo, que es el Barcelona, y del Racing de Santander, que es el tercero por la cola. Es decir, que 22 puntos separan al Valencia tanto del subcampeonato como del descenso.
Recuerdo cómo allá por el mes de septiembre, algunos exégetas se apresuraban a desmentir que ésta fuera una Liga menos competida que la escocesa, por citar alguna especialmente descompensada, porque el Levante había ganado al Real Madrid. Esta es la realidad de lo que definen como la mejor Liga del mundo. Platini, que ya cuenta con el visto bueno de Bruselas, debe poner en vigor de inmediato el llamado fair play económico. Será la única manera de que la jerarquía se establezca sobre el césped y no en los despachos.

Hablando de jerarquía, no se puede olvidar lo que ocurrió el domingo en San Mamés cuando el árbitro pitó penalti a favor del Athletic. Las imágenes de televisión muestran cómo Javi Martínez entrega el balón a Llorente, pero este se lo deja arrebatar por Muniain tras una breve discusión. Hasta la fecha había sido el delantero el último encargado de lanzar desde los once metros, así que el cambio solo puede obedecer a la decisión personal de Muniain abonada por la dejación de sus funciones de quien, en principio, se supone que era el elegido. No estamos hablando de un golpe de estado, pero estas cosas es mejor tenerlas habladas de antemano y tener establecida una jerarquía, de manera que no haya espacio ni para la duda ni para el espectáculo de dos jugadores del mismo equipo discutiendo por el balón como si estuvieran en el patio del colegio. Y tampoco vale eso de que lo tire el que más confianza tenga en ese momento. El penalti es una suerte sencilla pero que requiere una cierta especialización e incluso algún estudio previo, en este caso del portero rival, en estos tiempos de videos y cuidado de los mínimos detalles. He perdido la cuenta de los penaltis que ha fallado el Athletic en las últimas temporadas, pero al menos media docena de rojiblancos en activo han marrado desde los once metros. Cuando los partidos se deciden por pequeños detalles, este es un lujo asiático que el Athletic no se puede permitir.
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domingo, 25 de marzo de 2012

El Athletic vuelve a tropezar
en la misma piedra de siempre

Pase lo que pase en lo que resta de temporada, la actual pasará a la historia como la de las ocasiones falladas y los puntos perdidos en el último minuto. Media docena de oportunidades dilapidó el Athletic ante el Sporting. Unas veces porque no acertaron a puerta vacía, como Llorente a la media hora de juego, Muniain minutos más tarde, o Ibai Gómez en el arranque de la segunda parte; otras porque lo impidió el larguero, como en el caso de un cabezazo de Llorente, o porque el remate franco se fue a las nubes, que es donde envió el balón Iraola. Por no acertar, el Athletic no acertó ni de penalti. Lo falló Muniain y ahora se discutirá sobre las razones que le llevaron a tirar desde los once metros, arrebatando el balón a Llorente, último especialista conocido del equipo, pero es una discusión ociosa. El penalti, en principio, es una suerte completamente favorable para el que lo tira. El utillero del equipo puede y debe llevar el balón a la red desde los once metros.
No tiene una solución sencilla ésta de la falta de puntería. Habrá quien diga que se puede afinar a base de entrenamiento, pero no es tan fácil. Si lo fuera, el gol no sería tan caro y los grandes clubes no empeñarían hasta la ropa interior para hacerse con un killer. La puntería es una característica que traen de serie unos pocos jugadores, y en muchas ocasiones el goleador ni siquiera tiene que atesorar el resto de las virtudes que acreditan a un futbolista profesional. No necesita ni velocidad, ni regate, ni prestancia física. El gol es otra cosa. Tú veías a Gerd Muller bajarse del autobús del Bayern vestido de calle y creías que era el conductor. El máximo goleador alemán de la historia no tenía ni pinta de futbolista. Dani era bastante parecido. Bajito, lento, culibajo, de los de la banda de los paticortos, que diría Muniain. Pero en cuanto pisaba el área era un tipo letal. ¡A buenas horas iban a fallar Muller o Dani todo lo que dilapidaron los rojiblancos ante el Sporting!.
No lo tiene pues fácil el Athletic para solucionar su falta de acierto de cara a la portería contraria. El entrenamiento no aporta olfato de gol y en Lezama no se atisba a nadie con pinta de goleador. Como fichar a Messi está descartado, habrá que seguir confiando en mejorar el cálculo de probabilidades: si ahora se necesitan diez ocasiones para meter una, vamos a ver si conseguimos que a medio plazo solo sean necesarias cinco para acertar alguna.
Luego está el asunto de los goles encajados en el último minuto. Contra el Sporting volvió a ocurrir lo que ya pasó contra el Valencia, el Espanyol, el Racing, el Barcelona o el Betis en la Liga, y en los partidos de ida ante el Mirandés y el Manchester. Se puede apelar a la mala suerte cuando te pasa una vez, incluso dos. Pero cuando se repite ocho veces en la misma temporada habrá que pensar en otras cosas. Y teniendo en cuenta que las brujas desaparecieron cuando llegó la luz eléctrica, es legítimo esperar una explicación mínimamente racional de los responsables.
Por ejemplo, acerca de la forma de defender la jugada que costó el empate ante el Sporting, que desvela un error que se repite con frecuencia, como es el de retrasar la defensa de una manera exagerada. Cuando remató Lora había media docena de rojiblancos saliendo del área pequeña. Eso por no comentar que el Sporting llegó a esa posición culminando una jugada de contraataque. En otras ocasiones ha sido un golpe franco defendido en el punto de penalti. Está claro que forma parte del sistema de Bielsa, pero uno no recuerda la última vez que la defensa rojiblanca dejó en fuera de juego a un delantero rival.
Jugando un mal partido el Athletic dispuso de ocasiones suficientes para golear al Sporting. Jugando todo lo que puede jugar, que no es mucho, al equipo asturiano le bastó llegar una vez para llevarse el empate. No fue justo el fútbol con los de Bielsa, pero partidos como éste hemos visto muchos en San Mamés a lo largo de la historia, partidos que vienen atravesados desde el primer minuto, con un Athletic empanado, incapaz de trenzar tres pases seguidos, y que acaban definitivamente torcidos. Clemente no engañó a nadie. Anuló a los hombres de creación con marcajes al hombre y taponó la salida del balón presionando muy arriba. La única obsesión del Sporting fue anular el fútbol del rival y lo consiguió durante todo el partido. Y pese a ello, concedió media docena de ocasiones que en condiciones normales hubieran certificado una goleada.
El Athletic estuvo muy espeso, rematadamente mal en la primera parte y atascado tras el descanso, cuando el equipo asturiano se limitó a esperar y seleccionar la presión para que fuera Amorebieta quien sacara la pelota desde atrás, sin que los de Bielsa acertaran nunca a romper esa dinámica. Bien por efecto de la acumulación de partidos, o porque el calendario de preparación está diseñado así, en los últimos encuentros los rojiblancos están dando la impresión de una cierta falta de frescura en sus movimientos sin balón y de una evidente pérdida de claridad con la pelota en los pies.
Los resultados no están acompañando, un punto de los últimos doce, y los objetivos de la Liga se están alejando. La Champions es ya prácticamente inalcanzable y los puestos de la UEFA están cada día más caros. A la espera de la final de Copa, la cita del jueves ante el Shalke 04 se presenta vital de cara al balance definitivo de la temporada.
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viernes, 23 de marzo de 2012

La importancia del lateral derecho

La ausencia de Llorente en las últimas alineaciones ha sido considerada en el entorno de Athletic como determinante para restar capacidad al juego del equipo y decisiva en la serie de malos resultados cosechados en las últimas jornadas. A nadie se le oculta el valor que alcanza Llorente en la cotización de la plantilla. Pocos equipos habrá que dependan tanto de un solo futbolista para desarrollar su juego. Ni siquiera Messi o Ronaldo son, probablemente, tan determinantes en sus respectivos equipos como lo es Llorente en el Athletic. Sin Llorente, el equipo rojiblanco pierde una serie de recursos y de soluciones que inciden directamente en el juego de todo el conjunto y en todas las facetas, no solo las referidas el juego de ataque.
Resulta llamativo además que el delantero juegue un papel decisivo en dos sistemas tan dispares como el que ha venido empleando el Athletic en las cuatro temporadas con Caparrós y el que utiliza ahora a las órdenes de Bielsa. Con el anterior entrenador Llorente era un delantero de trazas británicas, un nueve alto y fuerte, dominador del juego aéreo, que prolongaba balones largos a sus compañeros y se fajaba con los centrales rivales para abrir espacios en el área. Su apreciable capacidad goleadora completaba el perfil de un futbolista excepcional.
En los primeros partidos con Bielsa, cuando asistimos al regreso del balón al césped, no faltaron voces que acusaron al entrenador de restar protagonismo a Llorente y hubo quien aventuró incluso que el delantero no servía, o era menos útil, en el nuevo sistema. Quizá la visión repetida del nueve fajador, limitado a pelear balones por arriba, había hecho olvidar a una parte de la afición la calidad técnica del de Rincón de Soto, su nivel de manejo de balón que quedó plasmado para siempre en aquella inolvidable jugada sobre la línea de fondo que precedió al gol contra el Zaragoza en tiempos más oscuros, cuando Llorente era 'Fernandito'.
La calidad de Llorente se adaptó muy pronto a la idea de Bielsa y hoy es el día en el que el delantero vuelve a ser la cúspide del juego de todo el equipo. Por eso, en su ausencia el Athletic queda a la intemperie.
Volvió a ocurrir el pasado miércoles en el Vicente Calderón, aunque en aquel partido hubo otra baja que pasó más desapercibida pero tuvo efectos demoledores para el equipo. Andoni Iraola ocupa una posición más discreta en la alineación. El de lateral derecho es un puesto secundario en comparación con el delantero centro y se supone que es más fácil reparar los daños que se produzcan en esa posición. El de Usurbil ha jugado todos los partidos de la temporada a excepción de choque liguero contra el Zaragoza y el primer tiempo del primer partido de la temporada contra el Rayo. Por algo será.
En el sistema de Bielsa los laterales son fundamentales y adquieren mucho más valor en el campo que el que el fútbol les otorga tradicionalmente. La incorporación constante al ataque de los dos jugadores de banda es lo que provoca situaciones de superioridad numérica en el centro del campo y facilita llegadas masivas al área contraria. Los seguidores del Athletic se han acostumbrado a ver a Iraola y a Aurtenetxe cerca de la portería contraria, pero eso no es lo habitual en otros equipos.
La ausencia de Iraola en el Calderón provocó un efecto dominó que arruinó el juego del Athletic. Le sustituyó De Marcos, el todoterreno que se adapta a cualquier circunstancia. Una solución natural y lógica que nadie cuestionó. Ni siquiera mereció comentario. A De Marcos le sustituyó Iñigo Pérez en el centro el campo y la cosa no funcionó. Son dos jugadores de características muy distintas y no se puede pedir al sustituto la omnipresencia del titular. Y eso que a De Marcos se le pudo ver en más de una ocasión ocupando posiciones en el centro del campo e incluso atravesando todo el terreno en diagonal, siguiendo su querencia, lo que obligaba a Susaeta a un sobreesfuerzo para hacer el relevo en el lateral derecho, con el consiguiente abanono de su posición en ataque.
Cuando Bielsa quiso encontrar soluciones fue peor porque adelantar a De Marcos a la zona ancha le obligó a situar a Javi Martínez en el lateral, una posición anti natural para el navarro. La ausencia de Iraola complicó tanto las cosas, que el Athletic acabó hecho un lío porque, como si se tratara de fichas de dominó, varios jugadores fueron cayendo de su sitio habitual hasta desfigurar el dibujo del conjunto. El Athletic quedó atrapado entre el vacío que le generaba la ausencia de Llorente arriba, y el caos que le provocaba la falta de su lateral derecho habitual. La baja del jugador franquicia del equipo fue muy importante, por supuesto, pero la ausencia de Iraola hizo al menos tanto daño como aquella. Así se explica que el Athletic jugara en el Calderón uno de sus peores partidos de la temporada.
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miércoles, 21 de marzo de 2012

El Athletic se hizo un lío

La tercera derrota consecutiva que sufre el Athletic en la Liga tiene una explicación más complicada de lo que a primera vista pudiera parecer. El desastre que sufrieron los de Bielsa durante la segunda parte certifica la justicia del resultado. Sin embargo hay algunos detalles que matizan ese desastre, tan importantes como la forma en la que llegaron los dos goles. Una torpeza de San José propició el primero de Falcao y el segundo, también del colombiano, llegó cuando el Athletic se recomponía tras sustituir al lesionado Iturraspe apenas unos segundos antes. Es verdad que el Atlético jugó a placer y pudo incluso incrementar el marcador, pero todo eso ocurrió después de conseguidos sus goles. Antes, durante todo el primer tiempo, el partido fue solo una áspera pelea alrededor del círculo central sin que ninguno de los dos equipos consiguiera ni siquiera acercar el balón al área contraria. Lo que ocurrió después del descanso es que el Athletic acabó haciéndose un lío entre las sustituciones y los cambios de posición de varios jugadores. Los de Bielsa hubieran necesitado un mapa para orientarse en el campo. De su despiste se aprovechó un Atlético que solo enseñó su calidad con el partido cuesta abajo.
Falcao fue el jugador decisivo. Marcó dos goles, casi le parte la nariz a Amorebieta y lesionó a Iturraspe provocando su retirada. Lo normal suele ser que el delantero centro marque goles y reciba patadas. La noticia es que haya un delantero centro que marca goles y lesiona a los centrales rivales. Y hay que advertir que no hubo mala fe ni juego sucio en sus acciones. Un intento de chilena dentro del área es una acción peligrosa pero admisible. Que el delantero centro se tire con todo y a tumba abierta a intentar rematar un balón suelto en el área pequeña, es simplemente cumplimiento de su oblgación profesional. Simeone tiene en el eje del ataque a un tipo que parece hecho a su medida: enérgico, dinámico y aguerrido, además de goleador.
Todo lo que tuvo el Atlético en su ataque le faltó al Athletic en el suyo. La ausencia de Llorente volvió a ser un lastre pese a que Toquero trabajó como en él es habitual. Pero una vez más, quedó claró que lo suyo no es convertirse en referencia sino acompañar. El Athletic volvió a quedarse sin una salida natural a su juego en el centro del campo, una dificultad que no hizo sino resaltar la imprecisión de la que adolecieron todos los jugadores de creación que puso Bielsa sobre el terreno. Fallando solo la mitad de los pases hubieran barrido al rival, pero anoche salieron con las botas de madera y entregaron al rival innumerables balones sencillos. Esos errores provocaron dos efectos no deseados: la pelota fue casi siempre de los colchoneros y cada pase fallado obligaba a correr muchos metros hacia atrás a todo el equipo, con el consiguiente desgaste que eso supone.
A pesar de tantos problemas el partido llegó al descanso con un empate sin goles que dejaba un pronóstico abierto aunque el Athletic, quizá por primera vez en toda la temporada, no había conseguido fabricar ni una sola ocasión de peligro durante esos cuarenta y cinco minutos.
Lo peor llegó en la continuación. A Bielsa le debió de dar un ataque de entrenador, esos arrebatos que de vez en cuando experimentan los técnicos, y que les hacen ver cosas que no están al alcance de los aficionados rasos. Se equivocó y le honra el reconocimiento del error tras el partido. Decidió retirar a Herrera para dar entrada a San José y devolver a De Marcos al centro del campo, desde la posición de lateral derecho en la que había jugado todo el primer tiempo, puesto que pasó a ocupar Javi Martínez. En mala hora. El central cometió una torpeza incomprensible al borde del área, dejando el balón franco a un tipo tan peligroso como Adrián. El rechace de Iraizoz al tiro del delantero cayó a los pies de Falcao, marcado de lejos por quien había provocado la catástrofe. No habían pasado cinco minutos del segundo tiempo y el Atlético había resuelto todos sus problemas. Liberados de la presión del marcador, los colchoneros jugaron sus mejores minutos ante un Athletic que no se reconocía ni se entendía a sí mismo. Con la alineación descabalada, jugadores fuera de sitio y un despiste monumental, los leones fueron presa fácil de un rival que empezó a mostrar toda la calidad que atesoran bastantes de sus hombres. Tipos como Turan o los ya mencionados Falcao o Adrián empezaron a disfrutar de verdad de las subidas de Juanfran o Filipe o el empuje de Mario o de Godin. Fue en una disputa en el área pequeña cuando chocaron Iturraspe y Falcao llevándose la peor parte el primero. El cambio obligado descompensó aun más al equipo y cuando todavía estaban recomponiendo líneas llegó el gol que cerraba el partido, o al menos eso parecía.
La imagen que proyectaba el Athletic en esos momentos era la de un equipo cansado, que llegaba tarde a todos los choques y tenía la vista nublada cuando quería mirar hacia la portería contraria. Todo lo que se viene hablando acerca de la trayectoria de este grupo y de la insistencia del técnico en repetir alineación, estaba en aquellos instantes encima del tapete del Calderón. El Athletic se arrastraba y el Atlético volaba. Claro que en esos casos suele pesar casi tanto el estado de ánimo como las piernas. No es lo mismo correr ganando por dos goles que hacerlo cuando pierdes y ves que no te sale nada. Porque el Athletic siguió corriendo, tanto que, contra toda lógica, los últimos diez minutos fueron los mejores en cuanto a creación. Fue cuando Susaeta no acertó a empujar a la red a dos metros de la portería vacía, o cuando fue objeto de un penalti no señalado por derribo de Perea. Cualquiera sabe lo que hubiera sucedido de acabar alguna de esas acciones en gol con tiempo por delante. La pena fue que el tanto de Javi Martínez llegó en la prolongación, cuando solo servía para adecentar el marcador.
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martes, 20 de marzo de 2012

Dos malas noticias en el mismo día

En cuestión de pocas horas el Athletic ha recibido dos malas noticias: jugará en Barcelona a las diez de la noche del sábado 31 de marzo y no podrá contar con Llorente mañana en el Calderón. Las dos noticias eran previsibles, así que no deben sorprender a nadie. Pero hay una diferencia entre ambas aunque las dos nos hablen de fútbol: una es consecuencia de una circunstancia relacionada íntimamente con el deporte, como lo es una lesión; la otra se ha generado en los despachos en los que se ha elegido la solución más fácil y que menos incomoda al más poderoso.
Vayamos por partes. Es cierto que en caso de colisión de intereses la UEFA otorga preferencia a la Champions League y no olvidemos que, en este caso, el asunto afecta también al Milan y al Shalke 04. El rival del Athletic recibe el sábado 24 al Bayer Leverkusen, cinco días antes del choque con los rojiblancos, y vuelve a jugar el domingo, día 1, en el campo del Hoffenheim. El Milan, rival del Barcelona, recibe al Catania a las seis de la tarde del domingo, día 1, por lo que los blaugranas dispondrán de un día más que los italianos para preparar la eliminatoria.
Concedamos que acompasar ocho partidos europeos y los intereses de televisiones y patrocinadores a los calendarios de nueve Federaciones puede resultar demasiado complicado.
Apliquemos pues el principio de subsidiariedad que rige en la Unión Europea que dispone que los problemas deben ser resueltos en el lugar donde se producen. Y aquí entra en juego la Liga de Fútbol Profesional, organizadora de los campeonatos antes llamados Primera y Segunda División, apodados ahora con alias bancario.
La LFP debió intervenir de oficio y fijar la fecha del Barcelona-Athletic con un criterio que primara los intereses deportivos de los dos equipos y salvaguardara la salud de los protagonistas. Que el Barcelona tiene preferencia para determinar la fecha es obvio, de acuerdo con la prelación de la Champions sobre la Europa League, pero la excepcionalidad de la situación debería estar en este caso por encima de la norma general, más teniendo en cuenta la existencia de una convención, o acuerdo tácito, que establece que entre dos partidos jugados por el mismo equipo debe transcurrir un mínimo de cuarenta y ocho horas. Reloj en mano, la solución no es sencilla. El domingo a las 12 del mediodía han pasado sesenta y un horas después del final del Shalke 04-Athletic, pero entre el final del partido del Camp Nou y el comienzo del Barcelona-Athletic solo hay cincuenta y seis horas. Es verdad que ese horario permite cumplir en ambos casos el mínimo de cuarenta y ocho horas antes citado, pero es mucho pedir que quien tiene preferencia renuncie a su propio descanso para favorecer el del rival. De ahí que hubiera resultado imprescindible la intervención de oficio de una instancia superior pero,conociendo al personal, eso sí que es mucho pedir.
En estos tiempos en los que los expertos en preparación física distinguen entre ciclos cortos y largos de recuperación, siendo los primeros de tres días y los segundos de cuatro o más, el Athletic se ve obligado a disputar un partido cuarenta y siete horas después de haber terminado el anterior, con la complicación añadida que suponen dos desplazamientos en avión. Además de un caso único del fútbol mundial, el rojiblanco se va a convertir en un caso digno de estudio científico.
La otra mala noticia, la de la ausencia de Llorente ante el Atlético de Madrid, habrá que tomarla como lo que es, un accidente de la competición, por mucha influencia negativa que ejerza sobre el rendimiento del Athletic. El delantero no se ha recuperado a tiempo y más vale cuidarlo para que esté a punto en compromisos más trascendentes que el del Calderón. Tampoco estará el sancionado Iraola, por lo que De Marcos volverá al lateral e Iñigo Pérez ocupará un sitio en el centro del campo, lo que le otorga una nueva oportunidad para reivindicarse.
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domingo, 18 de marzo de 2012

Plomo en las piernas, bruma en las cabezas

Más difícil todavía. Como en el viejo chiste del niño de la bici que se quiere lucir ante su madre, ¡mira, sin manos!, ¡mira, sin dientes!, el Athletic quiso rizar el rizo jugando sin ninguno de sus delanteros centros naturales... y acabó sin dientes, encajando una goleada exagerada para lo que había sido el partido, pero goleada de las que duelen por cómo se produjo.
No fue una elección voluntaria prescindir de los dos 'nueves'. Fueron los imponderables en forma de lesión y de sanción los que obligaron a Bielsa a inventar un plan B que, a la vista de cómo transcurrieron las cosas, es evidente que no funcionó. El técnico tenía varias alternativas y eligió la de situar a Susaeta en el eje dando entrada a Iñigo Pérez en la banda izquierda y desplazando a Muniain a la derecha. Con la maniobra el Athletic no ganó un delantero centro y perdió a un extremo y medio. Susaeta no se vio nunca en su nuevo papel en el eje del ataque, Muniain extrañó muchísimo la banda derecha e Iñigo Pérez fue un futbolista intrascendente los cuarenta y cinco minutos que estuvo en el campo.
Hubo plomo en las piernas de los leones, y bruma en sus mentes. El subidón del pasado jueves devino en una bajón de los importantes. El equipo saltó al campo confuso y torpón, moviéndose con lentitud y tropezando más de la cuenta, como si el dolor de cabeza le impidiera pensar. Mal día para tener resaca porque enfrente estaba un Valencia especialista en sacar partido de las debilidades de los rivales. Los levantinos venían también de una jornada europea pero Emery pudo cambiar a cinco jugadores de campo, la mitad del equipo, mientras que Bielsa repetía prácticamente la misma alineación que ganó al United con los cambios obligados de Amorebieta y Llorente.
La ausencia del delantero titular no solo afectó al juego de ataque sino al planteamiento general en otros lugares del campo. Faltaron los automatismos, no había soluciones a los atascos y el juego aéreo fue dominado siempre con comodidad por los centrales blancos. Son demasiados partidos jugando de una forma determinada como para que un cambio brusco no se note como se notó ante el Valencia. Tampoco funcionó la presión adelantada, todo lo contrario que ocurría en la defensa rojiblanca, que acusaba el incordio de los delanteros valencianistas.
A pesar de los pesares, el partido se encaminaba al descanso con un empate a cero lógico por la inoperancia de los dos equipos, enredados en una lucha cuerpo a cuerpo en el centro del campo, cuando apareció San José, que cuando falla es como la española de la copla cuando besa. El central tenía una cesión sencilla para Iraizoz, pero el balón se le quedó corto y Soldado aprovechó para abrir el marcador. Fue una jugada desafortunada que determinó la suerte del partido.
Tras el descanso Bielsa optó por otra de las alternativas que manejaba. Dio entrada a Ibai Gómez en la banda derecha para devolver a Muniain a la izquiera manteniendo a Susaeta en el eje. Tampoco sirvió de nada. El equipo empezó la segunda parte apretando algo más, pero no había velocidad ni precisión, los leones no enlazaban dos pases seguidos y dejaban a su espalda unos huecos de escalofrío. Por uno de esos agujeros se coló Jordi Alba hasta el corazón del área, aprovechando la blandura defensiva de Iturraspe y Javi Martínez, y Soldado fusiló el balón que había quedado suelto.
El partido ya estaba finiquitado cuando el más zoquete de los hermanos Texeira que se dedican al arbitraje, acabó de rematarlo al mostrar la segunda tarjeta amarilla a Iraola, tan justa ésta como absurda había sido la primera que le mostró el colegiado en una jugada en la que, de haber una infracción, la cometió el jugador valencianista que se abalanzó sobre Iraola simulando una obstrucción. Además del killer de Usurbil, fueron amonestados Iturraspe, De Marcos y San José, conocidas fieras corrupias célebres por su peligrosidad. Otros cinco vsalencianistas fueron también amonestados, y alguien de su banquillo, expulsado. Ocho amonestados y dos expulsados en total en un partido disputado por los dos equipos en tono menor. En cambio, ese trasunto de Pepe que atiende por Feghouli se fue tan ricamente sin llamar la atención de Texeira. Cosas del arbitraje español.
Cuatro minutos después de la expulsión de Iraola Bielsa decidió retirar a Herrera para dar entrada a Ekiza, un mensaje claro acerca de lo que esperaba el técnico argentino de los veinte minutos que le quedaban al partido. El Athletic bajó los brazos pero eso no impidió que un balonazo se estrellara en el codo de San José, que estaba de espaldas al remate dentro del área. El penalti le sirvió a Soldado para anotar su tercer gol, un castigo excesivo que no refleja lo que ocurrido en el campo pero que aleja al Athletic del objetivo de la tercera plaza.
Fue un partido excepcional en lo malo para los rojiblancos, que se quedaron sin marcar ante su público por segunda vez esta temporada (antes solo se habían quedado en blanco ante el Granada) y hay que tomarlo así, como una excepción en medio de una vorágine de compromisos saldados con éxito. Así lo entendió el público que llenó la catedral y que despidió al equipo con una ovación cerrada que se traduce por un no pasa nada chavales, alguna vez tenía que ocurrir, pero seguimos confiando en vosotros porque nos habéis dado motivos más que suficientes.
Seguro que el próximo miércoles será otra cosa.
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sábado, 17 de marzo de 2012

Bielsa tiene que inventar un delantero centro

Marcelo Bielsa tiene tarea extra para el partido contra el Valencia, nada más ni nada menos que improvisar un delantero centro en veinticuatro horas. Llorente no ha conseguido recuperarse de la lesión que le retiró prematuramente del partido contra el United y Toquero cumple sanción por acumulación de amonestaciones. Entiéndase el plazo de veinticuatro horas como una licencia literaria, porque seguro que el técnico lleva más tiempo previendo esta contingencia y alguna solución habrá ideado.
Amorebieta también está sancionado, pero por ese lado no hay novedad porque el relevo de San José está suficientemente ensayado y contrastado. No obstante, estas tres bajas ponen de manifiesto la precariedad de la plantilla rojiblanca como lo demuestra el hecho de que Bielsa ha tenido que convocar al descartado Koikili y a Jonás Ramalho, pese a que el chaval participó en los noventa minutos del partido que ganó el Bilbao Athletic al Sanse en Zubieta. La lista la completa el recuperado Gabilondo, desaparecido hace meses de la primera línea.
Lo más lógico es que el técnico recurra a la solución de jugar sin un nueve específico, a la manera a como lo hace el Barcelona, colocando en el eje del ataque bien a Susaeta o bien a Muniain, o incluso a ambos relevándose en la tarea, pero no de una forma estática, sino apareciendo desde posiciones más retrasadas.
La alternativa a esta solución es apostar por Ibai Gómez de salida. El chaval ha hecho méritos suficientes los minutos que le ha ido concediendo el técnico en los últimos partidos y ésta podría ser su gran oportunidad para empezar a demostrar lo que es capaz de hacer. Su titularidad, sin embargo, vaciaría el banquillo de relevos en el ataque, una circunstancia que también tiene que tener en cuenta el entrenador a la hora de decidir el once inicial.
Sea cual sea la solución que elija Bielsa, será la primera vez en mucho tiempo en la que el Athletic juegue sin un hombre de físico poderoso como referencia arriba. Toda una novedad que habrá que ver cómo funciona aunque no hay razón para pensar que no pueda ser una solución interesante a utilizar incluso como alternativa en determinadas situaciones.
El aterrizaje en la realidad de la Liga después del éxtasis europeo será brusco, tanto por las dificultades para componer la alineación como por la entidad del rival. El hecho de que el Valencia también haya tenido compromiso internacional entre semana amortigua un tanto el choque, aunque Emery tiene a su disposición más elementos para formar un once competitivo.
No es cosa de ponerse la venda antes de que se produzca la herida, pero no sobra recordar que el Athletic lo tendrá especialmente difícil. Las ausencias de Llorente y de su relevo natural modifican la fisonomía del frente de ataque del Athletic invalidando muchos de los automatismos que aplica el equipo cuando tiene el balón en campo contrario. Seguro que veremos más de un pase al vacío, y más de una falta de entendimiento en este partido.
Además, no es una circunstancia menor el proceso de descompresión que tienen que sufrir los rojiblancos después de lo que ocurrió en Bilbao el pasado jueves. No debe de ser fácil pasar sin solución de continuidad de una situación de efervescencia general a la rutina de la Liga. En otras circunstancias, la visita del Valencia, uno de los candidatos más cualificados a ocupar la tercera plaza, hubiera sido un acontecimiento en sí mismo por la trascendencia que tienen los puntos en juego de cara a la clasificación para la Champions League. Sin embargo nadie se ha acordado del equipo levantino prácticamente hasta la víspera del partido. El pasado domingo Mendilibar señaló una de las claves que provocaron la derrota del Athletic en el Reyno de Navarra. "Nosotros hemos preparado este partido toda la semana", dijo el técnico de Zaldibar. Buen apunte.
Viéndolo desde la perspectiva contraria, también es verdad que el momento de euforia que atraviesa el Athletic es una baza que puede tener una trascendencia no pequeña a lo largo del partido. Si el fútbol es un estado de ánimo, el de los rojiblancos no puede ser más positivo. El apoyo de la grada está garantizado, otra vez con todo el papel vendido, y el equipo está en un estado de gracia que obliga al optimismo. ¡Que siga la fiesta!.
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viernes, 16 de marzo de 2012

Fue maravilloso

Lo histórico no era jugar contra el Manchester United o visitar Old Trafford. Lo histórico era eliminar al legendario equipo inglés, al actual lider de la Premier, al subcampeón de Europa en vigor, a la colección de estrellas que maneja un mito viviente como Ferguson; superar a la institución futbolística más global, esa que vende cientos de miles de camisetas rojas en Asia o en el continente americano, la organización diseñada para funcionar como una multinacional. Imponerse al gigante económico y futbolístico desde los valores de siempre, a partir del trabajo paciente y bien hecho a lo largo de años de angustias y penurias deportivas con el único sustento de la fe en las convicciones propias, con el apoyo incondicional de una afición que sabe estar en su sitio en las duras y en las maduras, una hinchada que no da la espalda al equipo cuando está en sus peores momentos y que se pone en primera fila para llevar a sus jugadores en volandas cuando necesitan ese aliento extra que iguale desde la grada le presunta superioridad del rival. El Athletic global no vende camisetas en China, ni falta que le hace; el Athletic global es el que abarca a jugadores, técnicos, dirigentes, socios y aficionados que son, como bien se pudo comprobar ayer, toda la sociedad sin distinción de capacidad económica, credos, razas o ideologías. La afición del Athletic es algo más que una hinchada al uso, es un movimiento popular imparable cuando se activa en las grandes ocasiones. Ese Athletic global hizo historia eliminando al Manchester United, como pedía Bielsa, como querían los jugadores, como soñaban los seguidores.
A estas horas los jugadores del Manchester United se están preguntando todavía qué pasó, que les pasó, anoche en San Mamés. La explicación es sencilla y compleja a la vez. Les pasó por encima el Athletic, todo el Athletic. Esa sería la respuesta sencilla, comprensible para cualquiera que viera el partido en cualquier punto del mundo. Si quisieran una ampliación, convendría que consultaran con sus propios aficionados. A lo mejor les contarían que ellos también fueron un día un equipo como el Athletic, celoso de sus tradiciones y de su historia, arropado por unos hinchas identificados con sus colores y con sus jugadores, un grupo humano reconocido y reconocible capaz de sobreponerse a las adversidades y de defender un escudo por el orgullo de portarlo en la camiseta. Aquel United que ganó la última Champions League del siglo pasado volteando el marcador de la final en los dos últimos minutos del partido, se parecía bastante al Athletic que ha jugado esta eliminatoria, por ejemplo.
Observaban los seguidores ingleses las calles de Bilbao teñidas de rojo y blanco durante todo el día, con cara de envidia. Veían ancianos ataviados con la camiseta rojiblanca, madres con la bufanda del equipo que iban a recoger a sus hijos que bajaban del autobús escolar vestidos también de futbolistas, grupos de jóvenes anticipando la fiesta, toda una ciudad patas arriba por un partido, por un equipo. No es fácil entenderlo si no eres del Athletic.
¿Cómo explicar lo que ocurrió en San Mamés?. No es sencillo encontrar palabras para describir una explosión emocional como la que se vivió en la catedral durante dos horas. Fue como si todo lo que se había estado soñando durante todos estos días, todo lo que había estado ocurriendo desde la mañana a lo largo y ancho de la ciudad, se hubiera sublimado en la olla a presión del viejo campo. Hacía falta algo mucho más consistente que un subcampeón de Europa, que un lider de la Liga inglesa, para parar todo aquello. Y claro, el United acabó aplastado por la marea rojiblanca que llegaba en oleadas desde las cuatro gradas empujando a unos jugadores que sabían que no podían fallar.
En partidos como el de ayer las cuestiones tácticas suelen pasar a un segundo plano. Ferguson admitió su error del partido de ida y reforzó su centro del campo para plantar batalla allí donde siete días antes había perdido la guerra. Su elección le llevó a renunciar a un tipo tan peligroso como Chicharito, quizá el jugador que más daño hizo a la defensa del Athletic en Old Trafford. Recuperó también a un veterano tan fiable como Rio Ferdinand para apuntalar una zaga que los rojiblancos habían dinamitado en el primer partido.
Bielsa no hizo cambios. Hace tiempo que tiene su once ideal y le de igual que llueva o luzca el sol, que enfrente esté el Manchester United o el Mirandés. Se trata de coger el balón, mirar hacia la portería contraria y buscar los caminos para llegar allí cuanto antes y cuantas más veces mejor, sin mirar ni al reloj ni al marcador.
El partido, como tal, duró veinte minutos, los que tardó el Athletic en marcar su primer gol. Hasta entonces el Manchester United plantó cara y amagó un par de ataques para demostrar que no estaba dispuesto a dejarse intimidar por un rival que le bailó siete días antes. Pero el Athletic ya se había hecho con el balón y lo movía con sentido, de banda a banda, buscando las diagonales y los espacios. Muniain culminó una excelente combinación con un remate a la base del poste y De Marcos envió el balón a las nubes a puerta vacía. Fue la primera gran ocasión. Poco después los leones ensayaron otra variante: en lugar de dibujar media docena de pases en el centro del campo, Amorebieta cruzó un envío largo desde su campo que Llorente llevó de volea a la red. Fue el mismo gol que le dio la victoria al Athletic en Anoeta en la primera vuelta. Rio Ferdinand no debió de haber visto aquel video.
Un cabezazo de Giggs fue la única respuesta que acertó a articular un United muy tocado por ese gol que empezaba a ponerle la eliminatoria imposible. Lo que sucedió tras el descanso ya está en la historia del Athletic. El equipo de Bielsa fue construyendo minuto a minuto, con la precisión de un orfebre, un monumento al fútbol en mármol de Carrara. Imposible destacar a un solo jugador. Iraizoz, siempre seguro, entendió muy bien el juego desde su posición, Amorebieta se comió a Rooney, Javi Martínez tapó, robó y condujo como un coloso, Aurtenetxe se hacía dueño de la banda izquierda, a Iraola se le fue por centímetros el gol de la temporada, Herrera volvió a brillar con luz propia, tanto como un Muniain que volvió locos a los zagueros ingleses y un De Marcos que marcó otra vez y volvió a estar en todas partes, como Susaeta, o como Toquero, otra vez una máquina en la banda derecha, al que se le fueron arriba dos remates francos, uno de ellos merecedor de los honores del gol; y qué decir de Iturraspe, otra vez, como en el partido de ida, de menos a más para erigirse en un imponente mariscal de campo, o de un bravo Llorente que, renqueante, marcó el gol que encarrilaba la eliminatoria y aguantó lesionado hasta que no pudo más.
Lo peor, si es que se puede hacer semejante afirmación en un partido que rozó la excelencia, volvió a ser el resultado. El Athletic, que ya había merecido dejar resuelta la eliminatoria en el primer partido, perdió ayer la ocasión de firmar una goleada de escándalo que hubiera dado la vuelta al mundo. Hasta estos niveles hemos llegado con este equipo: no solo eliminamos a todo un Manchester United sino que merecemos hacerlo por goleada.
La victoria por la mínima no refleja lo que sucedió en San Mamés pero, como les ocurre a los que asistieron al célebre partido de la nieve, los que estuvimos allí no olvidaremos nunca aquella noche en la que el Athletic pasó por encima del Manchester United y además tendremos el apoyo de unas imágenes más nítidas que aquella vieja filmación del NoDo para demostrarlo. Hemos vivido en directo un episodio histórico y lo evocaremos durante toda la vida porque, sencillamente, fue algo maravilloso.
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miércoles, 14 de marzo de 2012

Thinking football
Globalización e identidad, un debate oportuno
en vísperas del Athletic-Manchester United

El carácter identitario de los equipos de fútbol frente a la globalización que vive este deporte fue el tema elegido por la Fundación Athletic Club para una nueva jornada de debate. Participaron en la mesa redonda los escritores Bill Buford, autor norteamericano conocido, entre otros trabajos, por su obra "Entre los vándalos", resultado de sus años de infiltración en uno de los grupos de hooligans del Manchester United; Simon Kuper, autor del recientemente traducido "Fútbol contra el enemigo" y el periodista catalán Axel Torres, moderados pro el exatleta y periodista también catalán Marti Perarnau.
El debate, planteado en vísperas del choque de vuelta entre dos equipos que personifican los dos extremos del tema planteado, el Athletic es el club de élite más identitario del mundo y el Manchester United, sin duda, el más global, no transcurrió, sin embargo, por ese carril, probablemente por el conocimiento apenas superficial que dos de los ponentes tienen del Athletic pero, sobre todo, porque el inglés Kuper planteó la cuestión del fin de los nacionalismos europeos, tema que centró la discusión más viva de la tarde. Extraña que con dos catalanes presentes en la mesa, no se hablara en absoluto de un club que, como el Barcelona, ha alcanzado la globalidad sin perder un ápice de sus señas de identidad más profundas, incluso subrayándolas en estos últimos tiempos en los que abundan en su plantilla jugadores de la casa. Pero es lo que tienen los debates abiertos; a veces la propuesta inicial solo es el punto de partida hacia otros temas de discusión. La implicación de los ponentes dio como resultado una charla amena en la que se confrontaron bastantes puntos de vista opuestos entre los que, sin duda, la cuestión de los nacionalismos europeos a partir de la Segunda Guerra Mundial, se llevó la mayor parte del protagonismo.
Ha querido la casualidad que esos dos conceptos, identitario y global, se enfrenten mañana en San Mamés, una circunstancia que demuestra la viabilidad de la propuesta del Athletic en un mundo tan globalizado como el actual. A lo largo de la charla se planteó esta cuestión llegando a la conclusión de que un club como el rojiblanco nunca podrá alcanzar la dimensión global de su rival europeo de mañana, o de otros como el Barcelona o el Real Madrid, si bien eso no significa una merma de sus posibilidades deportivas o de crecimiento.
Lo que no se analizaron fueron las consecuencias de una globalización extrema como la que experimenta el Manchester United, convertido en los últimos años en una formidable maquinaria que hace negocios a escala mundial como si de una multinacional de tratara. La venta masiva de camisetas de los diablos rojos en Hong Kong o en Singapur contrasta con la cada vez más numerosa presencia de los colores originarios del club, el verde y el amarillo, en las gradas de Old Trafford, en reivindicación precisamente de una identidad en vías de perderse. Tampoco hay que olvidar el movimiento, muy minoritario pero significativo, de un grupo de aficionados que decidieron fundar un nuevo club que recuperara las esencias del viejo United desde las categorías inferiores del fútbol inglés.
El aficionado tradicional al fútbol, el que es fiel a sus colores sobre todo en la derrota, es bastante refractario a los nuevos tiempos. Es bastante descriptivo el hecho de que en bastantes ciudades en las que conviven dos equipos, el más conocido a nivel mundial es el que menos arraigo tiene en la ciudad. Así, el Torino es el equipo que llevan en el corazón los turineses mientras que la Juventus es la escuadra que más seguidores cuenta en toda Italia, hasta el extremo de que una temporada la vieja dama del fútbol transalpino llegó a jugar sus partidos de la Champions League como local en el campo de Milan, porque allí tenía tantos o más espectadores que en su estadio de Delle Alpi, un campo que nació rodeado de polémica por su situación a las afueras de Turín. De la misma forma el Everton tiene tantos o más seguidores que el Liverpool en la ciudad, y de igual manera ocurre con el City y el United, en contraste con la proyección internacional de estas instituciones.
Si hay un equipo que no tiene problemas para garantizar la fidelidad de sus seguidores, ese es el Athletic. No hay problema por ese lado pero ahora se trata de seguir adaptándose a los nuevos tiempos en la medida de sus posibilidades, como siempre lo ha hecho el club a lo largo de su historia. Cuestiones que ahora parecen naturales, resultaron en su día tan polémicas como trascendentales para la supervivencia del Athletic en la élite. El paso al profesionalismo desde el romanticismo amateur de la década de los años veinte del siglo pasado, no fue sencillo ni estuvo ajeno a la discusión. El Athletic supo y pudo darlo en su momento, mientras que otros que entonces eran grandes como el Arenas o el Real Unión de Irun, se quedaron en el camino para siempre. La construcción de San Mamés después de quince años en los que el equipo deambuló sin campo propio por Lamiako o por Jolaseta, las sucesivas ampliaciones y modernizaciones, la adecuación de las estructuras del club, la búsqueda de nuevas vías de ingresos, la creación de Lezama, el nuevo San Mamés ahora, con lo que supondrá de ampliación de la masa social, son pasos en la buena dirección cuya trascendencia solo se certifica con el paso del tiempo. La tarea consiste en mantenerse en el camino que conduce a la primera línea y el Athletic cuenta con una herramienta de extraordinaria eficacia: una identidad que le hace ser único y distinto a todos. El reto que se plantea es conseguir hacer valer esa herramienta para seguir estando en la élite. Y partidos como el de mañana, de enorme repercusión internacional, constituyen un magnífico altavoz para promocionar una imagen que por fuerza tiene que resultar atractiva para los verdaderos aficionados al fútbol, esos que valoran la fidelidad a unos colores por encima de modas pasajeras y operaciones de marketing.
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martes, 13 de marzo de 2012

Metedura de pata del Athletic

Mientras el presidente Josu Urrutia se esforzaba en la sala de prensa de Ibaigane en poner un poco de cordura en toda la polémica que rodea a la final de Copa quitando hierro a la postura del Real Madrid y descartando cualquier cambio en la relación institucional entre ambos clubes, la web oficial del Athletic llevaba algunas horas echando leña a la hoguera que amenaza con incendiar definitivamente las relaciones del club rojiblanco con sus vecinos navarros y guipuzcoanos. Mientras Urrutia prefería evitar facilitar detalles de un presunto cruce de reproches en el palco del Reyno de Navarra, en el órgano de comunicación oficial del Athletic se hacía referencia a la “insana envidia” que al parecer sufren los seguidores de los equipos vecinos. La descoordinación es más que evidente, como lo demuestra el hecho de que pocas horas después de la intervención del presidente ante los medios de comunicación, el texto en cuestión fue retirado de la circulación. La buena noticia en medio del desastre para la imagen del club es que se ha impuesto el criterio más razonable, ese que enlaza con la reivindicación del estilo de siempre del Athletic que anunció el presidente a su llegada al sillón de Ibaigane. Se entiende que el texto en cuestión no es una declaración oficial sino una grave y grosera metedura de pata. Pero hacerselo entender a los directamente señalados o a los que hacen de la polémica su hábitat natural, no será tarea fácil.
No sé si otros clubes también lo hacen y en cualquier caso no me importa, pero sigo sin ver el sentido de publicar una crónica del partido del Athletic… en la web oficial del Athletic. La crónica es un género que debe cumplir una serie de requisitos para ser considerada como tal. Requiere una visión crítica, que no aséptica, de los hechos que se relatan, aunque el autor no tenga que ocultar necesariamente su identificación con alguno de los protagonistas. Se puede hacer crónica, buena crónica deportiva, desde la pasión. Ninguno de esos requisitos se cumplen en el caso que nos ocupa, así que es pertinente la pregunta de qué objeto tiene una crónica de los partidos del Athletic escrita y publicada por y en un medio oficial del club, dentro de la inflación informativa que rodea el fútbol. Imposible encontrar la visión crítica que se requiere; mucho menos desde el desapego imprescindible que le dote de una mínima credibilidad. Sin esos requisitos la crónica se convierte en panegírico o en libelo. Y en este caso ha conseguido ser las dos cosas al mismo tiempo: panegírico del Athletic y, lo más sorprendente y censurable, libelo contra Osasuna y, de paso, la Real Sociedad.
Alguien en el club se dio cuenta del tremendo error cometido y poco después del mediodía de ayer los párrafos más conflictivos de la presunta crónica habían desaparecido de la web oficial del Athletic. Demasiado tarde. El reloj corre muy deprisa en internet y hacía horas que el texto rebotaba por las redes sociales y por webs y blogs de periódicos y aficionados. Ocultar algo publicado en la red es sencillamente imposible. A la metedura de pata original se le sumó una cierta sensación de chapuza, aunque es de destacar la rectificación por parte del club que lleva implícita la retirada de dichos párrafos.
Las frases en cuestión, en su literalidad, eran las siguientes:
“Y para finalizar, más allá del resultado y sin relación directa con éste, turno para la opinión en estado puro. Se supone que solo podrá ser atribuido a un estado de insana envidia, ya que de otra manera no tiene explicación lógica el que algunas aficiones opten por malgastar el tiempo en intentar denigrar al equipo rival, más que en animar al suyo. Y en ese contexto, capítulo especial dedicado al cultivo de tópicos que, siendo sinceros, considerábamos aparcados, más que nada por el mismo devenir de los acontecimientos. La cantinela “Que no son de Lezama, que son de Tajonar”, cuando en el campo no había en nuestras filas ningún jugador de ese origen (sólo Javi Martinez y David López, en el banquillo) entre los catorce que han jugado frente a un equipo con tres jugadores nacidos en Nafarroa, uno de ellos cedido"…
"Como nos sucede con otros conjuntos vecinos y sus aficiones, solo queda desearles lo mejor en su andadura, dado el derecho que ellos poseen de aplicar la política y filosofías deportivas que más deseen, pero que por favor no hagan al Athletic Club culpable, ni siquiera responsable, de todas sus carencias, o de algunas de ellas".

Lo tabernario del argumento solo lo empeora la zafiedad de la sintaxis. Es inaudito que el Athletic, como institución, dedique su tiempo a debatir con las facciones más gamberras de las aficiones rivales, otorgándoles la representatividad de toda la masa social que respalda a esas instituciones. El nivel del texto lo establece el hecho de que fuera muy celebrado por los elementos más exaltados de la afición del Athletic que pululan por la red aunque, afortunadamente, fueron también muchos los seguidores sensatos del club que censuraron y mostraron públicamente su disconformidad con la pieza.
Pese a la rectificación implícita, el mal está hecho. Es de esperar que el Athletic ofrezca alguna explicación de una manera discreta a los clubes señalados en el desafortunado comentario para tratar de recomponer su imagen. Pero nadie podrá evitar que esas frases vuelvan a salir a la luz cuando el calendario de la próxima temporada lleve al Athletic a jugar en el Reyno de Navarra o Anoeta. Los que con tanto denuedo trabajan para enrarecer las relaciones entre los tres clubes vascos de la máxima categoría y los que con tanta furia rebuznan su opinión en las gradas, en todas las gradas, se han encontrado con un aliado que nunca hubieran esperado.
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lunes, 12 de marzo de 2012

Paréntesis de infortunio

El Sadar es así, un campo presionante, una bombonera donde el propietario juega con un plus de intensidad que le llega desde la grada y que muchas veces le alcanza para suplir otras carencias. Osasuna es un equipo competitivo en la medida en que se hace fuerte en su campo. Y este año el navarro es un equipo muy fiable cuando juega en casa. Por si no fuera bastante el plus de competitividad que le aporta la grada, cuenta con un entrenador al que le encanta que sus equipos jueguen siempre al límite. Con Mendilibar no hay espacio para las florituras; prefiere la entrega y la honradez a lo largo de los noventa minutos. Para su desgracia, es uno de esos entrenadores a los que acaban encasillando en el papel de técnicos que dirigen equipos de combate. Habría que verle dirigiendo algún grupo con más posibles, pero no será fácil que le den esa oportunidad.
Osasuna y la grada del Sadar le tienen ganas al Athletic, de eso no hay duda. Los partidos entre vizcainos y navarros suelen ser choques vibrantes, sobre todo cuando se disputan en Iruñea. Si llegan en un momento dulce para los dos equipos, la cosa crece hasta alcanzar niveles de ebullición. Que algunos impresentables se empeñen en convertir un campo caliente en el que el fútbol se vive a flor de piel, en una plaza de talanqueras, donde lo mismo te cae en la espalda un cubo de sangría que te atizan con una cáscara de sandía, no debe empañar el ambiente que se vive en el campo navarro. Esos impresentables se dedican a arrojar balones al terreno para interrumpir el juego. Descubrieron la broma el año pasado en un partido ante el Real Madrid y les debió de hacer tanta gracia que ayer la repitieron durante todo el segundo tiempo. Entre ellos y el árbitro que necesitó su tiempo para anotar todas las tarjetas (siete rojiblancos amonestados,la mitad de los que jugaron), el partido nunca tuvo la continuidad mínima que necesita el juego del Athletic.
El equipo de Bielsa acabó derrotado porque se tuvo que enfrentar a ese ambiente caliente y a un rival que jugó al límite de sus posibilidades, renunciando a un titular en cada línea: Javi Martínez, Herrera y Llorente. El Sadar no es precisamente el banco más amable para pagar la hipoteca europea y al Athletic le embargaron los tres puntos.
No hay que olvidar tampoco al infortunio. Osasuna no había dado todavía señales de vida cuando Iturraspe le clavó un golazo a Iraizoz por toda la escuadra. El Athletic no había tenido más dificultades que las previstas para tratar de desarrollar su juego hasta entonces, y siguió jugando fiel a su idea incluso cuando se vio por detrás en el marcador. Esa fidelidad al juego puso a De Marcos en situación de empatar pero su remate cruzado se estrelló en la base del poste. Lo intentaba el Athletic, pero se encontró con un segundo gol en una falta bien sacada por Osasuna pero mal defendida por los rojiblancos. En medio de la fiesta local, cualquier otro equipo en la misma situación hubiera entregado la cuchara y se hubiera puesto a pensar en su próximo compromiso europeo. El Athletic, no. Seguro que en el descanso ningún seguidor de los leones estaba pensando en que el segundo tiempo se iba a jugar a beneficio de inventario. En su fuero interno todos los espectadores, incluidos los osasunistas, sabían que el marcador no estaba haciendo justicia a lo que había ocurrido en el campo durante todo el primer tiempo, y en el bando rojiblanco no se apagaba la llama de la esperanza de una remontada. Esa es la aportación más trascendente que ha hecho Bielsa a este equipo y a este club: dotarlo de un espíritu competitivo a prueba de cualquier contratiempo. Nadie en sus cabales hubiera apostado en el descanso a que el Athletic caería derrotado por una diferencia de dos goles.
Bielsa maniobró como era de esperar. Iturraspe y Aurtenetxe dejaron sus sitios a Herrera y Llorente. De Marcos se fue al lateral izquierdo e Iñigo Pérez ocupó su sitio en el medio centro. Con la nueva configuración el Athletic pudo mover el balón con algo más de sentido, superando con cierta solvencia la agobiante presión que los rojillos empezaban prácticamente al borde del área de Iraizoz. LLegó el gol de Llorente, fusilando a Andrés tras un excelente pase de Herrera y con más de media hora por delante, había razones más que suficientes para seguir confiando en la remontada, a pesar de todos los pesares.
Le costó mucho al Athletic durante todo el partido hilar tres pases seguidos porque tuvo enfrente un rival que se vació para evitarlo. Mendilibar sabía muy bien cómo podía desactivar al Athletic y su gente lo consiguió durante muchos minutos. A ramalazos, fallando demasiados pases y dejando la espalda desguarnecida, los leones fueron encerrando en su área a Osasuna en el segundo tiempo y pusieron el balón con frecuencia enfrente de la portería de Andrés. La salida de Ibai por Toquero pareció desconcertar un tanto a los defensas rojillos, que se encontraron con un delantero de características muy distintas, que les sorprendió en más de una ocasión. A punto estuvo Damiá de compensar el autogol de Iturraspe y Andrés hizo la parada del partido a un remate de Muniain ajustado al palo. Llorente no vio un excelente centro de Susaeta y en el último suspiro Iraola estuvo a punto de aprovechar una cesión defectuosa de un defensa rojillo. Es verdad que en medio de esta vorágine Iraizoz salvó un mano a mano con Manu, pero qué menos que correr ese riesgo en los últimos instantes.
Cayó el Athletic, que sale momentáneamente de las posiciones europeas en la Liga mientras que el Manchester, que ganó su partido, llegará a San Mamés como líder de la Premier. "Esto no es Old Trafford, esto es el Sadar", cantaban la grada. Los rojillos pusieron todo lo que tenían para ganar y les cundió mucho más que a los diablos rojos, está claro. Nada que objetar por ese lado. Desde el bando rojiblanco solo cabe esperar que lo de ayer sea solo un paréntesis desafortunado y que el jueves San Mamés sea San Mamés.
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sábado, 10 de marzo de 2012

De los diablos rojos a los rojillos

Hora de despertar. El sueño de Old Trafford es de esos que te gustaría que no se acabaran nunca, pero el despertador acaba sonando siempre para devolvernos a la cruda realidad. Los red devils llegarán a Bilbao el próximo jueves, habrá tiempo para pensar en ellos. Ahora toca concentrarse en otro equipo que también viste camiseta roja. De diablos rojos a rojillos que, aunque el sobrenombre suene modesto y diminutivo, forman también un equipo muy duro de pelar. El Reyno de Navarra no tiene el glamour de Old Trafford, pero el viejo Sadar tiene poco que envidiar al campo inglés en cuanto a capacidad de intimidación y nivel sonoro. Mucho menos cuando acoge un derbi contra el Athletic, el rival a batir. En la primera vuelta los rojiblancos resolvieron en un abrir y cerrar de ojos antes del descanso, pero aquel 3-0 se antoja un tanto exagerado para lo que se pudo ver sobre el terreno de juego. Seguro que ahora las cosas serán muy distintas.
Ha llegado la hora de dejar de levitar. El Athletic tiene que volver a poner los pies en la tierra y concentrarse en un choque que se presenta importante para ir aclarando las cosas en la pelea por Europa, y cuando se habla de Europa nos referimos a la próxima Champions League, toda vez que el Athletic ya tiene en el bolsillo el pasaporte para la Europa League desde que llegó a la final de Copa.
Decía el viernes el capitán osasunista Patxi Puñal que por muy bien que lo esté haciendo el Athletic, Osasuna solo está a dos puntos en la clasificación. Esa es la cruda realidad de una Liga apretada, en la que de poco vale jugar al más alto nivel si no se es capaz de traducir el juego en puntos. Y en este sentido, el Athletic sigue pagando muy caro aquel inicio de Liga, cuando Bielsa estaba todavía probando las combinaciones que le ofrecía la plantilla. Aquellos cinco primeros partidos en los que los rojiblancos solo sumaron dos puntos, siguen pasando factura. Si se le suman los puntos que se fueron quedando por el camino por verdadera mala suerte, nos encontramos con la realidad que describía Puñal.
José Luis Mendilibar es de la misma opinión que su capitán. El técnico conoce al Athletic por dentro y sabe lo que esta ocurriendo ahora mismo en las entrañas del que siempre será su equipo aunque el ejercicio de la profesión le aleje puntualmente. Y Mendi sabe que ahora mismo los rojiblancos viven en un punto de ebullición que les hace temibles. Por eso descarta cualquier valoración sobre el posible cansancio u otros factores que pudieran tener incidencia en el partido. El de Zaldibar también es de los que piensa que el fútbol es un estado de ánimo y el del Athletic es ahora mismo inmejorable; por eso subraya que la mente es más importante que las piernas.
En el plazo de apenas cuatro días el Athletic pasa de interpretar el papel de aspirante a la gloria, al de favorito que tiene que demostrar su condición. Si el desplazamiento a Manchester fue algo así como una excursión al paraíso, el viaje al Reyno de Navarra tiene como fin de trayecto a un Osasuna deseoso de desempeñar el papel que interpretó el Athletic en Old Trafford, el del equipo dispuesto a todo para saltarse la jerarquía que señala el escalafón. Y, otra cosa no tendrán, pero a los rojillos les sobra corazón para poner en aprietos a cualquiera que visite su campo.
La motivación extra fue un arma importante para el Athletic ante un United que se sentía superior. Mantener esa motivación para enfrentarse a Osasuna es prácticamente imposible por razones obvias, pero seguro que Bielsa sabrá explotar el momento de euforia que disfrutan sus jugadores. Esta vez Llorente y Javi Martínez descansarán de inicio, y sus sitios los ocuparán Amorebieta y Toquero. En el caso del delantero, el técnico repite lo que ya hizo en la visita a Villareal. Y cambiando algún nombre, lo mismo se puede decir del cambio en el eje de la defensa. Cambios mínimos pero significativos, imprescindibles en cualquier caso desde una perspectiva global.
No hay tregua en el calendario. El Athletic juega un partido decisivo cada cuatro días. Iruñea es la siguiente estación. Es lo que tiene aspirar a todo, que no hay lugar para el respiro. El Athletic está volando muy alto este año y si no quiere que interrumpan su vuelo, no tiene otra que seguir batiendo las alas con toda la energía de la que sea capaz
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viernes, 9 de marzo de 2012

Un Athletic de ensueño arrasa al United
en el campo y en la grada

Las nuevas generaciones del Athletic ya tienen algo que contar a sus sucesores. Los 8.000 seguidores que disfrutaron en Old Trafford de un partido memorable podrán pronunciar durante el resto de sus días una corta frase, solo tres palabras, que les identificará como parte de la historia del club: "yo estuve allí".
Llevo viendo partidos del Athletic ininterrumpidamente durante más de treinta años. Por devoción y por obligación profesional he visto prácticamente todos los partidos que ha jugado el equipo desde 198o hasta ayer, incluidos los amistosos de verano, y soy incapaz de recordar una exhibición como la que acabo de presenciar en Old Trafford. El 1-5 de Las Palmas, que sirvió para ganar una Liga fue el resultado de una superioridad aplastante, pero ante un rival inerte abocado al descenso. El 0-1 en el Santiago Bernabéu en el partido de ida de la semifinal previa a la final de Copa que se ganó al Barcelona, fue también un partido en el que el Athletic fue muy superior, esta vez ante un rival de entidad. Fue tal el desempeño de los leones aquel partido, que siempre recordaré el titular de mi crónica: "El Athletic bailó con el cadáver del Real Madrid". Aquel cadáver resucitó en el partido de vuelta y nos obligó a una prórroga y a una tremenda tanda de penaltis. Fue también un partido histórico aquel, pero más por lo heróico del comportamiento del equipo que por el fútbol. Cinco días después, en Valencia, aquellos leones volvieron a dar otra lección de garra y de entrega hasta la extenuación. El vuelo del balón desde la bota de Dani hasta la cabeza de Txema Noriega para marcar el 1-2 fue uno de los instantes más emotivos que he vivido con el Athletic. Como lo fueron la final contra el Barcelona de Maradona, o algunos partidos a cara de perro en el coliseo blaugrana.
Lo de Old Trafford ha sido otra cosa. Por el escenario, por el rival... pero sobre todo por el juego desplegado por un equipo que ha demostrado que es capaz de ganar a cualquiera en cualquier sitio y, lo mejor de todo, que se lo ha creído y que sabe que todavía no conoce dónde están sus límites. Hay muchas formas de ganar, tantas como de perder. El Athletic eligió la mejor manera de ganar en un escenario y ante un rival que le dan a la victoria una repercusión mundial. A estas horas el universo del fútbol ha puesto sus ojos en este viejo club que luce más lozano y joven que nunca. Después de catorce visitas a las Islas, ha llegado la primera victoria allí, y ¡de qué manera!.
Es una noche para la historia. En el teatro de los sueños, el Athletic fue el dream team, un equipo de ensueño, una máquina de hacer fútbol que dejó boquiabiertos a todos los que presenciaron el soberbio espectáculo que ofreció.
Impresiona repasar la alineación del Manchester United, y asusta ver quiénes se han quedado en el banquillo. No nos engañemos. Queríamos soñar y confiábamos en la ambición de este Athletic modelado por Bielsa, pero en nuestro fuero interno temíamos que, de no rozar la perfección, podíamos vivir una pesadilla de noventa minutos.
En no pocas ocasiones el rumbo que puede tomar un partido se puede adivinar en sus primeros compases. Ayer fue uno de esos días. La puesta en escena del Athletic fue más que esperanzadora, cobrando el primer remate en el primer minuto, y llegando con mucha gente al área rival. Los leones le tomaron muy pronto la medida al rival y al partido, mucho antes que un United que empezó quizá con cierta suficiencia, confiado en la dinamita que tiene del centro del campo hacia adelante. Y los hechos parecieron dar la razón a Ferguson cuando a los veinte minutos Rooney fusiló de cerca a Iraizoz tras un excelente movimiento de Chicharito dentro del área. Era no solo el primer remate de los ingleses, sino la primera vez que llegaban al área del Athletic. El gol parecía confirmar que a los equipos más grandes les basta con muy poquito para inclinar los partidos hacia su lado.
Pero lo mejor iba a llegar a partir de ese gol. El Manchester se recostó en su defensa, un poco porque no tenía el balón y otro poco porque entendía que podía hacer mucho daño al Athletic jugando a la contra. Y por momentos dio la impresión de que la cosa les podía funcionar. Los de Bielsa llegaban en oleadas al área de De Gea, pero dejaban a su espalda un vacío que producía escalofríos.
Fueron minutos en los que el Athletic vivió peligrosamente. Pero este equipo se ha acostumbrado a convivir con el riesgo; no sabe jugar de otra forma que no sea con generosidad y ambición, la mirada clavada en la portería rival. No merecía el Athletic, ni de lejos, estar perdiendo el partido y los leones no se resignaron. Catapultados por un Iturraspe gigantesco, Herrera, Susaeta y De Marcos fabricaban fútbol a destajo, trenzaban pases, dibujaban túneles, abrían pasillos para las llegadas de Iraola hasta el borde el área, de Aurtenetxe por el otro lado. Muniain se vaciaba entonces en un trabajo generoso en la recuperación pero poco eficaz en el ataque y Llorente, que ya había sufrido un penalti no señalado cuando el marcador señalaba tablas, a duras penas podía ser frenado por Smnalling.
Era frustrante ver al Athletic creando ocasiones, metiéndose hasta la cocina del United para equivocar el último pase o errar el remate. El repaso futbolístico ya estaba adquiriendo dimensiones considerables cuando Llorente conectó por fin, el remate ganador a un minuto del descanso. El empate era un resultado corto, hacía justicia solo a medias y quedaba medio partido por delante.
Fue en el segundo tiempo cuando el magnífico Athletic de la primera parte creció hasta convertirse en un coloso futbolístico. Ya no le valía al rival su táctica de esperar un contrataque, pero ahora no tenía más remedio que defenderse como podía de la avalancha que se le venía encima. De Gea salvó a su equipo con dos paradones que justifican por sí solos los numerosos errores que ha cometido esta temporada, pero ni el buen portero del United podía ser capaz por sí solo de frenar a un Athletic desatado.
Tocando en corto y en largo, dibujando paredes en la media luna o abriendo a las bandas, los de Bielsa llegaban por todas partes y en manada, de cinco en cinco. El balón y el fútbol eran suyos, pero el marcador seguía señalando una igualada más injusta cada minuto que pasaba.
Ferguson, sin querer, dio más grandeza todavía al triunfo rojiblanco. Metió en el campo a Anderson para reforzar sus posiciones alrededor del círculo central, territorio rojiblanco desde donde sus centrocampistas dibujaban un fútbol sublime. Por momentos pareció que el United recuperaba el resuello y sacaba el orgullo de su grandeza. Los reds estaban siendo barridos en el campo y en la grada y eso no lo podían consentir. Fue entonces cuando llegó la delicatessen de Herrera, elevando un globito sobre los centrales ingleses para que De Marcos lograra, por fin, adelantar al Athletic en el marcador.
El delirio no obnubiló a los leones. Salió Nani a salvar los muebles de los locales, pero a estas alturas el Athletic era una maquinaria perfecta. El gol de Muniain apareciendo de la nada tras un sprint brutal de treinta metros en el minuto 90 estableció en el marcador un pálido reflejo de lo que había ocurrido en el césped. Lástima que la maldición del último minuto se presentara en esta ocasión en forma de penalti en el tiempo añadido. Fue una pena porque el 2-3 final no se corresponde con el baño futbolístico que le dio el Athletic al United.
Decía ayer que lo histórico no era jugar en Old Trafford, sino ganarle al Manchester United. Pues bien el Athletic acaba de escribir una de las páginas más bellas de su larga historia. La de ayer fue una de esas noches en las que ser del Athletic es un motivo redoblado de orgullo. Por lo que hicieron los que vistieron de corto y por lo que hizo, cómo no, ese ejército pacífico que invadió Manchester con las únicas armas de sus bufandas y su inquebrantable fe rojiblanca. Athletic, ¡qué grande!
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