lunes, 21 de diciembre de 2009

Tiempo de balances

Buenas noticias otra vez en el Athletic, y eso que lo último que han anunciado desde Ibaigane es que ya podemos pagar las cuotas del año que viene. Buenas noticias porque la bromita del día del Werder Bremen no ha provocado daños colaterales en forma de bloqueo de neuronas, ni en el banquillo ni en el campo. Contra Osasuna volvió la normalidad, Caparrós repitió el esquema que tanto éxito está teniendo y el equipo volvió a la rutina de ganar. ¡Rutina de ganar!, ya usamos expresiones propias de Madrid o de Barcelona. Y es que cortada la competición por la Navidad y el taco del calendario con su aspecto más escuálido del año, es tiempo de balances y hoy ya se ha publicado que desde que el Athletic perdió en Getafe, ha sumado dieciesis puntos, uno menos que el Barcelona y dos menos que el Real Madrid. Nada más y nada menos.
Contra Osasuna se repitió lo que ha venido ocurriendo en ese periodo triunfal, esto es, que el Athletic gana bien a sus iguales y con holgura a los que son inferiores. Si a eso le añadimos el empate que consiguió ante el Barcelona y lo injusto de su derrota ante el Valencia, tenemos que el equipo también sabe tratar de igual a igual a los que se suponen superiores. Días de vino y rosas los que estamos viviendo quienes hace poco sufríamos como perros.
Lo bueno del asunto es que por fin tenemos un equipo reconocible, con una alineación previsible en la que apenas bailan un par de nombres en función de circunstancias lógicas como lesiones o sanciones, no al albur de la última ocurrencia del entrenador. Y como el fútbol es así, ese par de nombres que bailan, mejoran a sus anteriores, sencillamente porque cuando las cosas le salen bien a un equipo, todos sus componentes resultan beneficiados, no en vano éste es un deporte de asociación.
Vivimos un momento dulce y es cuestión de disfrutarlo, porque también sabemos que en este deporte lo bueno y lo malo se suelen suceder muchas veces sin un motivo claro que produzca el cambio. Parece que hay unanimidad en atribuir a la presencia de Gurpegi en el lado derecho del centro del campo la espectacular mejoría del conjunto; confiemos en que la cosa siga por ese camino al menos durante el próximo trimestre. Muy bien situados en la Liga y con el Anderlecht en perspectiva podremos seguir acudiendo a San Mamés con la sonrisa en la boca y no con esa cara de ir al dentista que se nos ponía a todos hace bien poco. Pedir que, además de ganar, el equipo juegue un fútbol más lucido, acaso sea mucho pedir, pero que no sea por no intentarlo. El día de Osasuna, sin ir más lejos, a todos nos quedó la sensación de que tal y como se había puesto el partido para el primer cuarto de hora, y la pinta que tenía el equipo navarro, nos pudimos haber divertido mucho más de lo que hicimos. Pero tampoco nos vamos a poner estupendos. Hace apenas unos meses nos hubieramos dado con un canto en los dientes por ver ganar al Athletic con tanta tranquilidad y suficiencia.
Ahora, mientras la competición nos da un descanso que los medios aprovecharán para inundarnos de balances, estadísticas, resúmenes y comparativas para explicarnos lo mal que estuvimos y lo bien que estamos, habrá que sacar algo de tiempo para estudiar la encuesta que nos han enviado a casa. Se admiten sugerencias. No es el euskobarómetro, ni pregunta por la confianza que nos despierta García Macua; tampoco nos han explicado ni cómo, ni quién va a procesar las respuestas, pero eso es como pedirle a Caparrós que haga jugar bonito al equipo. Me conformaría con que no haya notario dando fe, no al menos el que contrataron para la rifa y que no se les note demasiado lo que pretendan hacer, que tampoco lo sé. Tiene guasa que nos vengan ahora con una encuesta sobre Lezama cuyas conclusiones, en el mejor de los casos, podrán aplicar en su último año de mandato.

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jueves, 17 de diciembre de 2009

Una broma de mal gusto

El equipo que jugó contra el Werder Bremen también es el Athletic, evidentemente, pero no por ello puedo quitarme de encima la sensación de que me han tomado el pelo, de que he sido, como poco, víctima de una broma de muy mal gusto. En el teatro, si el primer actor se pone enfermo, se suspende la representación y se devuelve el importe de las entradas. Había muchos lesionados y enfermos en el Athletic, es cierto, pero Caparrós contaba, todavía, con suficientes secundarios como para componer una alineación mucho más presentable que la que formó a base de meritorios y neófitos. No lo hizo porque Caparrós es un entrenador demagogo al que la directiva (el presidente más bien) le ríe las gracias. Me gustaría saber qué opinan los laterales del Bilbao Athletic e incluso los del Baskonia, cuando ven debutar a un juvenil que no ha realizado un solo entrenamiento con el primer equipo y a quien han inscrito la víspera en la lista de la UEFA. Sería interesante también contrastar la opinión de David López, anoche en el banquillo, o la de algunos otros que ni siquiera fueron convocados.
Pero Caparrós prefiere seguir incrementando su fama de descubridor de jóvenes valores, de amante de la cantera; ya lo dijo esta misma semana: "todos los jugadores que hay en Lezama son del Athletic, los del primer equipo y los infantiles". Claro, y los entrenadores, y los utilleros, y los administrativos... Pero cada uno hace su trabajo de acuerdo a una organización y un escalafón. Es una forma bastante recomendable de que las cosas funcionen más o menos bien.
Que fue exactamente lo que no hizo el Athletic contra los alemanes. Funcionar. Junto al anuncio de la convocatoria, el club debió haber incluido una nota adjunta advirtiendo de la posibilidad de devolución del importe de la entrada a aquellos socios que no desearan ser víctimas de un timo. Si al final ni siquiera se representó el número estrella anunciado para la velada: el debut de Jonás Ramalho, el nuevo récord mundial de precocidad que iba a presentar el mago Caparrós. Más engaño, si cabe, a sumar al timo futbolístico.
Debutantes forzados, jugadores fuera de sitio... el Athletic salió al campo derrotado de antemano por un Werder que se tomó el partido con la seriedad mínima que requiere un compromiso europeo por mucho que la clasificación esté decidida. ¿Cómo puede anunciar Caparrós la víspera que quiere disputarle al Werder Bremen el primer puesto del grupo y sacar luego el equipo que sacó?. En castellano hay bastantes palabras que podrían servir como respuesta, pero tampoco es cosa de ponerse groseros.
Con 0-3 en apenas media hora, los alemanes se dieron por satisfechos y dedicaron el resto del partido a quitarse el frío de encima. Hasta sus bulliciosos seguidores, tan cantarines en el primer tiempo, se quedaron tan helados como callados durante toda la segunda parte. Su actitud les honra; se podrían haber dedicado a la rechifla ante el esperpento.
Del partido se pueden extraer, como siempre, algunas conclusiones. A saber: que sigue aumentando el espesor del hormigón en el rostro del entrenador del Athletic. (De hormigón debe de saber bastante su presidente, pero no hagamos sangre); que Etxeita no es lateral; que un centro del campo con Yeste y Javi Martínez solos en el eje constituye una invitación al rival y les cuesta años de vida a los centrales y al portero propios; que Díaz de Cerio necesita más minutos, y más arrope del equipo, para volver a ser el delantero goleador que requiere el Athletic; que la afición de San Mamés tiene más paciencia que el santo Job, aunque eso no signifique que se deje engañar. Quien lo crea se equivoca gravemente, como podrá comprobar a su debido tiempo.

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domingo, 13 de diciembre de 2009

Esto parece algo más que una buena racha

El primer tiempo de Zaragoza fue muy aburrido, recuerdan, no sin razón, los inconformes. Bendito aburrimiento, diría yo; aburrimiento y tedio tantas veces sufrido viendo a otros equipos de postín que sabes que, tarde o temprano, van a acabar ganando el partido. A los que bostezan ahora, les recordaría las emociones fuertes que nos ha proporcionado el Athletic los últimos años, siempre en vilo, siempre esperando el fallo o la jugada desgraciada que nos arruinara el partido; admirando las virtudes funanbulistas de nuestros defensas y extasiados ante la visión de las botas de madera que calzaban nuestros centrocampistas. Aquello sí que era entretenido, y divertido, sobre todo para los rivales que sabían que hicieran algo o no hicieran nada, ya se encargaba el Athletic de arreglarles el partido.
Lo que más me gusta ahora de este equipo es precisamente su capacidad de aburrir, esa sedante sensación de saber que no va a pasar nada malo así jueguen tres partidos seguidos sin parar. En La Romareda, salvo aquel triple remate que saco Iraola en el último minuto de la primera parte, no pasó absolutamente nada y eso, remedando el dicho inglés, no news, good news, era lo mejor para un Athletic que jugaba a favor de reloj y de nervios ajenos.
Me gusta este Athletic por lo fiable, por su pinta de equipo solvente, que no brilla, pero tampoco se emborrona. Definitivamente Caparrós ha dado con la tecla en la centro del campo y la aportación de Gurpegi sigue dando oxígeno a Javi Martínez y Orbaiz, lo que le permite a Susaeta jugar con libertad entre líneas, que es donde hacen daño los pequeños como él.
Una hora estuvo el Athletic segando la hierba a los pies del Zaragoza. Hasta que entró Muniain en escena. Fue llegar y besar el santo. Su anticipación para recoger un balón pasado en el área, su giro en un palmo de terreno y su centro en el que el balón voló pidiendo a gritos una cabeza que lo rematara, fueron su tarjeta de presentación. La cabeza la puso San José, con el punto de mira mejor calibrado que en Viena, para colocar un majestuoso remate a la escuadra.
Veinte minutos después, en los que el Athletic se había limitado a esperar al desesperado Zaragoza, pudimos asistir a la segunda pincelada del chaval. Un contragolpe veloz, conduciendo el balón cosido a la bota y un pase exacto en tiempo y medida para que Susaeta culminara la obra maestra. Desde aquella jugada de Javi Martínez en el Manzanares, que también remató Susaeta, no se recordaba un contragolpe tan bien llevado por el Athletic.
Me encanta aburrirme un rato si al final puedo disfrutar de una victoria del Athletic, y ya van cuatro seguidas fuera de casa. Hasta me puedo olvidar de Ramalho, el chaval que se quedó en la grada después de ser convocado a bombo y platillo. Para opinar sobre la decisión de Caparrós, me falta un dato fundamental: la comunicación entre el entrenador y el jugador, si es que la ha habido, y sus términos. No es lo mismo si el chaval viajó a sabiendas de que se quedaría en la grada porque se lo explicó su entrenador, o no.

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viernes, 11 de diciembre de 2009

Caparrós suma a Ramalho a su palmarés


Caparrós ha decidido marcar otra muesca en su culata. El técnico de Utrera va a pasar a la historia del club como el entrenador que más jugadores (y más jóvenes) hizo debutar en el primer equipo. La convocatoria de Jonás Ramalho para el partido de Zaragoza excede todas las expectativas que ya parecían rebasadas con la irrupción de Muniain. Si el chaval nuevo acaba debutando en La Romareda estaremos ante un nuevo record de precocidad. Claro que, conociendo a Caparrós, habrá que esperar a que transcurran los noventa minutos. No sería el primer jugador que el técnico se lleva de viaje solo para hacer turismo.
El color de la piel de Ramalho ha sido objeto de comentario desde que su nombre sonó como uno de los elegidos para llegar un día al primer equipo. Lo que en otros sitios no llegaría a anécdota, en el Athletic se eleva a categoría. Es comprensible en un club de su tradición. Por eso, desde ese punto de vista, la llegada del chaval es una gran noticia. No han faltado los indigentes intelectuales que por malicia o por puro desconocimiento, han identificado la idiosincrasia del Athletic con el racismo. Nunca ha habido tal, pero ha hecho falta explicarlo en más de una ocasión. Por fin el futuro también ha llegado en ese aspecto y no es un hecho aislado; en Lezama ya hay varios jugadores como Ramalho, hijos de una emigración de procedencia más lejana que la de generaciones precedentes, que se ha integrado con naturalidad en nuestra sociedad.
Sólo cabe desear al chaval toda la suerte que merecen todos y cada uno de los cachorros que se aprestan a convertise en leones. Que su llegada al primer equipo sea prematura, accidental o eventual, es tema para otra discusión. Como lo es que un debut tan precoz sea beneficioso o perjudicial para su carrera. Sin olvidar lo que significa en términos de confección de plantilla, que haya que recurrir a un crío para dar el relevo a un internacional, sencillamente porque no tiene un suplente adecuado. Son asuntos que pasarán desapercibidos bajo la espuma del debut del juvenil, el éxito de la cantera de Lezama, la valentía de Caparrós y todas esas cosas que con tanta facilidad prenden en la opinión pública que rodea al fútbol. Tratándose de este deporte, lo accesorio suele ocupar casi siempre el lugar de lo fundamental, sobre todo porque lo segundo es más aburrido y da menos titulares. ¡Qué le vamos a hacer!

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lunes, 7 de diciembre de 2009

Hay derrotas que alimentan la ilusión

La racha de éxitos del Athletic quedó truncada el domingo ante el Valencia, pero la derrota fue una de esas que llenan de orgullo y rabia a partes iguales: de orgullo por el comportamiento de un equipo crecido ante la adversidad y ante un gran rival; de rabia porque el Athletic hizo méritos para conseguir algo más que la derrota mínima. Este equipo está en clave positiva, sabe lo que quiere y, lo que es mejor, cómo conseguirlo; otra cosa es que a veces, como ante el Valencia, pueda lograrlo: por la calidad del rival y por los imponderables.
El Athletic ya empezó a perder antes de que comenzara el partido. Había perdido a un Ustaritz que empezaba a reivindicarse y a un Gurpegi que era uno de los hombres más en forma del equipo y cuya aportación estaba teniendo mucho que ver con la mejoría general del grupo. Después fue perdiendo sucesivamente a Llorente, a quien todo el Valencia había puesto en el punto de mira, a Susaeta, roto tras una entrada del poco sospechoso Joaquín, y por último a Koikili, expulsado por uno de esos árbitros que ni saben de fútbol, ni entienden el juego, ni saben interpretar el partido que están dirigiendo: una de esas desgracias que tanto daño hacen a este deporte.
Porque el árbitro no entendió que allí había dos equipos que estaban sosteniendo un durísimo enfrentamiento, y no precisamente por las patadas y los codazos, que los hubo y variados, sino por la pelea táctica que desarrollaban en cada metro de césped. El primer tiempo transcurrió sin una sola ocasión de gol, con el balón casi siempre en el centro del campo, donde se amontonaban efectivos, y con las dos delanteras aisladas de sus compañeros. Pero no por eso estaba siendo un partido aburrido; poco vistoso sí, pero tenso y disputado como pocos.
El Athletic no perdió la cara pese a perder a sus dos hombres más adelantados, golpeados con o sin intención, pero golpeados al fin y al cabo. Es más, sustituyendo la referencia fija de Llorente por dos pequeños como Muniain y De Marcos, el Athletic pudo mover más a esa fortaleza de cinco almenas que es la defensa valencianista. Así llegó el primer gol del partido, el que tal y como estaba la cosa, podía decidir su suerte. Pero el Valencia tuvo la fortuna de empatar casi en la siguiente jugada. El partido, que tanta disciplina táctica había tenido hasta entonces, se volvió loco, como el árbitro. Koikili vio la segunda amarilla, Emery maniobró con Zigic y Mathieu marcó el segundo gol en un voleón espectacular. Luego, el árbitro, quizá arrepentido por lo que había hecho, señaló un penalti muy difícil de ver aunque lo fuera, y David López lo estrelló contra la base del poste. El Athletic, definitivamente, se acababa de ganar el premio a la desgracia.
No importa, o importa menos. Compensa ver a un Amorebieta dominador acompañado por un San José del que solo cabe preguntar dónde lo había tenido Caparrós hasta ahora. Comprobar que Javi Martínez está que se sale, que Iturraspe empieza a parecer el jugador que apuntaba en las categorías inferiores, que Iraola parece el conejo de Duracell, que todo el equipo, en fin, está convencido de que puede plantar cara a cualquiera y sin que para ello tenga que asumir los trabajos de Hércules; solo con trabajo, organización y fe en el propias posibilidades, que no es poca cosa. Este equipo sabe lo que quiere y cómo conseguirlo; y es difícil que vuelva a acumular tanta mala suerte en un solo partido.

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viernes, 4 de diciembre de 2009

Bailando con lobos

Vas a Viena pensando en tomarte un café con el meñique erecto en medio de un decorado de espejos y dorados, y te encuentras con una banda de homínidos ahítos de cerveza. Vas a Viena calculando que a lo mejor te encuentras con un congreso mundial de psiquiatría, y te enteras que han abierto las jaulas de toda Europa y han soltado a los orangutanes. Vas a Viena con los valses de Strauss en el ipod para hacerte al ambiente y tienes que escuchar a una banda de lobotomizados berreando el Que viva España. Vas a Viena con la pena de que no vas a entrar en el Prater, y resulta que el nuevo campo donde te meten lleva un zoológico incorporado, ¡qué adelantos!. Vas a Viena, en fin, pensando que te diriges al corazón de la vieja y culta Europa, dispuesto a disfrutar de la proverbial eficacia germánica, y te encuentras con un campo con vallas de cartón y una Policía que deja pasar toda suerte de artefactos y bangalas y que actúa ante los delincuentes con la premiosidad del alguacil de pueblo ante la cuadrilla de gamberros local liderada por el hijo de un concejal.
Todo eso les pasó a los jugadores y a los aficionados del Athletic que fueron a la capital austríaca. Les dijeron que iban a un partido de fútbol y se encontraron con una kermesse nazi con decoración inequívocamente española. Qué curioso que hubiera banderas rojigualdas con el águila imperial, de esas que se suelen ver en las manifestaciones que organizan los centristas y los obispos en Madrid, y una pancarta donde en letras de molde podía leerse Viva Franco, y en cambio no se viera una sola esvástica, ni se leyera un Heil Hitler o un Viva el Duce. Será que esto último es ilegal y está penado con la cárcel, mientras que aquello son cosas del lejano pasado que es mejor olvidar en lugar de dar la tabarra con la memoria histórica y esas cosas de rojos resentidos.
El Athletic y sus seguidores se vieron rodeados por una jauría de lobos que, aparte de causar miedo, llenaron de vergüenza a cualquier ser humano con un mínimo de decoro y memoria. No deben de estar en este grupo los responsables del Austria, ni los mandos policiales que permitieron a los nazis hacer y bramar todo lo que se les antojó durante las más de dos horas que duró el patético espectáculo. Sólo cabe esperar que la UEFA les aparte de las competiciones internacionales para una buena temporada.
En las mismas fauces de la alimañas, el Athletic dio una lección de saber estar y de madurez, consciente de su superioridad. El Austria había dado muestras sobradas en San Mamés de ser un equipo bastante marmolillo. Quedaba por resolver por qué llevaba una impresionante racha de imbatibilidad en su terreno pero ante los rojiblancos no dieron una sola razón. Siendo generosos, se les podrían conceder los diez primeros minutos del partido, el tiempo que tardaron Mikel San José e Iturraspe en hacerse con el sitio. Cuando se acoplaron a sus compañeros empezó a funcionar la maquinaria del Athletic y ya no paró hasta el final.
Caparrós puso en liza un equipo cuasi juvenil, porque a estos dos semidebutantes hay que añadir la presencia de Muniain haciendo pareja con Llorente. Todo funcionó a la perfección; buenas noticias otra vez de un equipo que ha marcado siete goles en sus dos últimas salidas.
En cuanto el Athletic se estiró pudo calibrar la endeblez del rival. Prácticamente en la primera llegada al área los de Caparrós se cobraron dos remates consecutivos al larguero y el primer gol, todo en la misma jugada. Bien es cierto que medió un fuera de juego flagrante de Javi Martínez, pero ya habíamos quedado en que el nivel de los árbitros es francamente mejorable, bien sean de Matalascañas y actúen en solitario, bien sean noruegos y trabajen en cuadrilla. Ni el linier, ni el juez de gol, ni el árbitro principal, vieron que Javi estaba dos metros por delante del último defensa austríaco cuando centró a la cabeza de San José.
El gol acabó por hundir cualquier esperanza del Austria. Después del descanso la superioridad del Athletic resultó abrumadora. La batuta de Yeste puso la necesaria pausa para que los rojiblancos bailaran en medio de la jauría. El gol de San José desencadenó la crónica de sucesos y a partir de ahí la danza resultó hasta humillante para los locales. Marcó otra vez Llorente, y si llega a estar medianamente fino, hubiera podido repetir suerte en otras dos o tres ocasiones. Fue la más dulce venganza después de tanta vileza.

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domingo, 29 de noviembre de 2009

Un equipo serio para divertir a sus seguidores

Decían que Almería era un campo maldito para el Athletic. Son las cosas que se suelen decir cuando no hay mucho donde hincar el diente. Almería no es precisamente una plaza clásica en el fútbol. Se pueden contar con los dedos de una mano las veces que el Athletic ha jugado allí aunque, eso sí que es verdad, casi siempre ha tenido que volver con la orejas gachas. Pero de ahí a establecer una tradición, hay un trecho. Para gafes andaluces ya tenemos los dos campos sevillanos, no exageremos.
La próxima vez que el Athletic juegue en Almería ya no habrá apelación al presunto gafe. Todo el mundo recordará esta goleada porque el equipo de Caparrós jugó un partido para guardar en la memoria. Ahora no vale decir que si el Almería tal, o el Almería, cual. El equipo que dirige Hugo Sánchez es más o menos el mismo del año pasado sin Negredo y eso marca su trayectoria y su juego. De poder contar con un delantero de su calidad a tener que fiarlo todo a Kalu Uche hay una diferencia y el equipo andaluz la acusa, pero eso no quiere decir que sea un flete, ni mucho menos.
Tampoco vale insistir en que el Athletic marcó tres de sus cuatro goles a balón parado. Ese es otro lance del juego y en el fútbol actual, donde los partidos se deciden por detalles, una herramienta de primer orden para desatacar partidos. Las llamadas jugadas de estrategia son las que se trabajan en los entrenamientos. El Athletic sacó partido de ellas en Almería, pero debería sacar petróleo en cada partido por las características de bastantes de sus jugadores: si tienes a gente que la sabe tocar como Yeste u Orbaiz y tipos de la envergadura de Llorente, Javi Martínez o los defensas, lo lógico es que ocurran cosas como las que ocurrieron en el estadio Juegos del Mediterráneo; lo que no es normal es que todos tus centros mueran en la cabeza de un defensa contrario en el primer palo.
El mérito del Athletic en Almería fue que siempre se comportó como un equipo serio. Bien asentado en el campo en todo momento, sin lagunas ni despistes, trabajando con sentido, los de Caparros no pasaron más apuros que los estrictamente necesarios cuando juegas fuera de casa y, por el contrario, encarrilaron el partido aprovechando al máximo sus llegadas al área.
El primer gol tuvo algo de evocador. El centro pasado de Yeste rematado por Javi Martínez en el segundo palo recordó aquella sociedad que mantuvo el centrocampista con Del Horno en los felices tiempos de Valverde. Con esa jugada marcaron varios goles los rojiblancos. No está mal que la hayan recuperado. Como no está nada mal que Ustaritz, muy seguro todo el partido, se estrene como goleador. Los centrales siempre han aportado goles al Athletic y Caparrós cuenta ahora mismo con una pareja que está llamada a marcar una época.
Por fin vimos un equipo serio que no rifa el balón, que no busca a Llorente como si no hubiera nadie más en el campo. El trío Gurpegui-Martínez-Orbaiz, por el que de nuevo apostó Caparrós proporcionó al equipo un encofrado de hormigón armado en el que se apoyó Susaeta para mover a la defensa rival e impedir que el Almería se permitiera muchas alegrías. La estructura del centro del campo facilitó las cosas a la defensa, que actuó en todo momento con solvencia y sin despistes. Los dos goles en el tramo final de la primera parte acabaron por dejar el partido en manos del Athletic.
El segundo tiempo trajo mejores noticias todavía. El Athletic se comportó como un equipo de Primera División que está ganando por dos goles de ventaja. Se dirá que eso es una obviedad, pero no lo es en el caso del Athletic, un equipo que tantas veces se ha ido de los partidos o los ha complicado por su mala cabeza. Esta vez no ocurrió nada de eso, al contrario, los de Caparrós siguieron marcaron goles, un par más, hasta conseguir que su seriedad acabara divirtiendo a sus seguidores. Fue un gran partido, un trabajo fino y solvente, sin más concesiones a la galería que la de los minutos finales. El Athletic podrá ganar, empatar o perder, pero empieza a tener pinta de equipo fiable que cuenta con una estructura estable y esa es una gran noticia, la mejor.

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domingo, 22 de noviembre de 2009

Con pico y pala


De un tiempo a esta parte se ha puesto de moda en San Mamés entonar, con más o menos fortuna, la marcha triunfal de Aida. De hecho, cuando Toquero marcó el gol del empate contra el Barcelona, algo más de la mitad de San Mamés afinó con Verdi. La otra mitad, la del Barça, cosas de los días del club, había enmudecido incrédula. Puestos a convertir la Catedral en un remedo de la Scala de Milán, yo sugeriría al distinguido público que, siguiendo con Verdi, se arrancara con el Coro de los esclavos de Nabucco, ya saben, Va Pansiero... Creo que esa música está más en consonancia con el carácter sufrido y desgarrado del Athletic. Si les parece que esa parte de Verdi es demasiado seria, podríamos probar a sustituir en la salida del equipo el Altza Gaztiak arreglado por el inolvidable Carmelo Bernaola, por la cancioncilla que entonaban los enanitos de Blancanieves cuando iban camino de la mina. Podría ser una forma desenfadada de empezar el currelo. Porque los futbolistas del Athletic van al campo a trabajar, no a jugar. A jugar salieron por ejemplo los del Barcelona el sábado, pero se encontraron enfrente con un grupo de forzados que solo aspiran a que su capataz les nombre trabajador del mes. El camarada Aleksei Stajanov sería feliz en este Athletic.
Cada uno emplea las armas de que dispone y Caparrós está convencido de que la única virtud de sus jugadores es que corren y sudan más que el resto de sus colegas. Si contra cualquier rival los rojiblancos hacen más kilómetros que Miguel Strogoff, era previsible suponer que ante el Barça saldrían dispuestos a establecer plusmarcas chinas de productividad. Por si hubiera dudas, Caparrós dobló turno en el centro del campo, alineando juntos a Gurpegi, Javi Martínez y Orbaiz, dejando a Llorente como delantero único a beneficio de inventario.
Imaginación y brillo contra trabajo gris y rutina; chispazos de ingenio frente a un constante batir hierro en frío hasta destrozar el yunque. A los jugadores del Athletic se les podrán achacar muchas cosas, pero nadie les podrá reprochar que no se ganen el pan con el sudor de su frente.
San Mamés vivió el sábado una paradoja del fútbol. Un equipo con una potencia de fuego similar a la del mejor acorazado de la Sexta Flota sólo pudo marcar un gol después de dilapidar no menos de seis llegadas claras, de las de empujar. Enfrente una patera artillada con un tirachinas, llegó dos veces a la portería contraria y marcó un gol. A un lado, una constelación de estrellas de clase mundial, no sabía cómo quitarse de encima a un rival que se multiplicabla para impedir su juego; al otro, el futbolista más humilde de la categoría, el antihéroe por antonomasia, se convirtió en el feliz protagonista del evento marcando un magnífico gol. Esa es la grandeza del fútbol, lo que hace que este deporte apasione a tantos millones de personas en todo el mundo. Y no es menor el efecto colateral del partido de San Mamés: después de todo lo que le ha caído, Pellegrini llega al Camp Nou sentado en el banquillo del líder.
Regresando a San Mamés cabe decir que el Athletic celebró el empate como si se tratara de un triunfo. Este equipo ha menguado tanto que ha llegado hasta esa tesitura, impensable hace un par de décadas. Pero así son los tiempos que corren. El gol de Toquero vale por algo más de un punto, vale por la recuperación del orgullo perdido. Hasta el sábado, el Barça solo había cedido dos empates en la Liga, en los campos del poderoso Valencia y del afortunado Osasuna. En San Mamés, los de Guardiola se retiraron sin ganar por tercera vez. Dice mucho en favor del trabajo que hicieron los rojiblancos; trabajo sí, porque de juego poco se puede hablar. Pero el fútbol también es eso: hay futbolistas que practican el jogo bonito y hay futbolistas a los que les das un pico y una pala y te sacan petróleo en la posición teórica del medio volante izquierdo.

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viernes, 13 de noviembre de 2009

Este año no habrá que rifar entradas

Vamos a extraer alguna conclusión positiva del fiasco de la Copa. Miremoslo desde otra perspectiva y reflexionemos. La eliminación prematura nos garantiza que este año no vamos a tener que pasar el bochorno de una rifa de entradas y los notarios podrán mantener intacta su fama de personas serias. No es poca cosa. Observemos también que, a partir de ahora, a Caparrós se le ha acabado la milonga de las tres competiciones que nos van a quitar la vida. Ya solo nos quedan dos, así que, si me apuran, igual hasta tenemos que felicitar al mister por el peso que le ha quitado de encima el Rayo.
Más vale reír que llorar, y un poco de sentido lúdico siempre viene bien para eludir la depresión. Que te elimine el Rayo es tan lamentable que más vale tomárselo con filosofía; no merece la pena hacerse mala sangre, ni ahondar demasiado en discernir qué ha pasado para que ocurra semejante desastre. Digamos que ha sido un cúmulo de circunstancias desfavorables, que es como decir que Júpiter se ha cruzado en la trayectoria de Saturno y se ha producido una alineación planetaria que ríase usted de la coincidencia de Obaba y Zapatero que nos anunció Pajín. O sea, casi el fin del mundo en términos rojiblancos.
El cúmulo de circunstancias desfavorables empezó en Vallecas, cuando Iñigo Pérez (por cierto, ¿que ha sido de él?) falló aquel remate a bocajarro, Armando se tragó el saque de falta de Susaeta y los rojiblancos fallaron, una tras otra, todas las ocasiones que fabricaron y les permitieron los suplentes del Rayo. Nunca debió salir el Athletic derrotado de Vallecas, pero lo hizo.
Lo de San Mamés fue otra cosa, al margen de las ocasiones falladas. Fue una mala gestión del partido, fuera y dentro del campo, aunque los errores fuera incidieron de manera determinante en los errores de dentro.
Desde el club se quiso plantear el partido en términos heroicos, demasiado grandilocuentes para tratarse de un rival de Segunda División. Las declaraciones del presidente anunciando que San Mamés marcaría un gol hubieran estado muy bien en unos cuartos de final de la Europa League ante el Bayern Munich, pongamos por caso. Apelaciones semejantes en la primera ronda de Copa y ante el Rayo suenan fuera de lugar y hasta un tanto ridículas.
Como hace tiempo que todos hemos perdido el sentido de la medida el público se creyó la historia aunque fuera a medias. El equipo saltó al campo como debió hacerlo, con ritmo y fuerza, empujando al Rayo hacia su área. Hasta ahí estuvo bien, y dentro del guión. Pero Llorente empezó a fallar ocasiones y San Mamés empezó a parecerse a un frenopático. Los últimos cinco minutos del primer tiempo, los inmediatamente posteriores al primer gol del Athletic, resumen perfectamente el estado de ánimo de los rojiblancos que, azuzados desde el banquillo, se dedicaron a pegar balonazos a la desesperada, como si fueran los últimos cinco minutos del partido, como si no restara todavía toda la segunda parte para igualar y remontar la eliminatoria. ¿A qué tanta urgencia?. No se iba a acabar el mundo en el descanso.
Fue ese estado de histeria el que acabó con el Athletic. El segundo tiempo se abrió con una ocasión de De Marcos que todavía nadie se explica cómo pudo fallar. A continuación el Athletic se fue arriba otra vez como si solo quedaran cinco minutos de partido, asumiendo unos riesgos que no estaban justificados todavía a aquellas alturas. Esa fue su perdición y la jugada del primer empate del Rayo es suficiente explicación. Castillo abandonó su posición y cruzó todo el campo para botar un corner desde la derecha del ataque, Amorebieta se fue al remate y el Athletic dejó en su retaguardia a dos hombres para dos delanteros del Rayo. Un dos para dos y un desbarajuse de pérdidas de posición que en el consiguiente contrataque resultaron letales.
El gol de Javi Martínez dejaba todavía un cuarto de hora final para marcar dos goles; difícil pero no imposible. Pero llegó el segundo empate del Rayo. Una falta sacada desde Pozas acabó con el balón en la red tras superar la barrera y la estiradita de Armando. Mejor ahorrarse comentarios al respecto porque darían para otro post.
Se acabó lo que se daba. El Athletic que demostró en Santander que sabe jugar con serenidad y buen juicio, se volvió a enredar en un ambiente de histeria, carreras sin sentido y atolondramiento. Debe de ser muy difícil para los jugadores abstraerse de ese ambiente cuando miran a la banda y ven a un señor constantemente atacado por el baile de San Vito. Tendrán que ser ellos los que recuperen el buen juicio. Podrían empezar echando un chorrito de tila a la papilla del descanso. Por no entrar directamente en un tratamiento de choque.

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domingo, 8 de noviembre de 2009

El Athletic supo sacar partido de la debilidad del Rácing

Apelaban en Santander a recuperar el espíritu de Hoznayo para acabar con su racha negativa en el Sardinero aprovechando la visita del Athletic. Siempre es un recurso agradecido ese de invocar al más allá cuando las cosas no funcionan acá. En el Rácing tendrán que hacer una güija para invocar al espíritu que les saque del atolladero donde se encuentran: ¡manifiéstate!. A lo mejor les basta con mirarse en un espejo. El equipo de Mandia tiene un aspecto ciertamente fantasmal.
El Athletic, con la baja de última hora de Llorente, supo sacar partido a tanta debilidad y se llevó los tres puntos de manera merecida y, novedad, sin acabar el partido con media docena de futbolistas in artículo mortis. Los de Caparrós ni siquiera tuvieron que correr más de la cuenta. Les bastó con mantener el orden y el dibujo para tener al Rácing siempre lejos del área de Iraizoz. Y eso que el dibujo de Caparrós volvió a tener un trazo bastante abstracto, con Gurpegui moviéndose por la banda derecha, mientras Javi Martínez y Orbaiz ocupaban la sala de máquinas.
No se puede negar que los rojiblancos disfrutaron de una gota de fortuna que les allanó el camino. Prácticamente sin hacer nada se abrieron el marcador en el primer remate entre los tres palos. Y, mira por dónde, tuvo que ser Gurpegui quien desviara el balón de cabeza en posición de delantero centro, a saque de falta envenenado de Castillo.
Ahí murió un Rácing que hasta entonces había tratado de empujar al Athletic fiándolo todo a la habilidad de Tchité en el área. Muy poquito para dos centrales tan seguros como fueron Amorebieta y Ustaritz.
El Rácing está en la indigencia futbolística y el Athletic sacó petróleo de la extrema debilidad de su rival. Línea por línea, hombre por hombre, posición por posición, los rojiblancos fueron superiores en todas las suertes del fútbol. Si llegan a tener un poco más de profundidad y precisión en el último pase, los rojiblancos hubieran goledo hasta el escándalo. Tuvieron que cerrar el partido gracias a un penalti tan ingenuo como claro, provocado por un Vélez que se iba con facilidad; un Vélez en su primer partido como titular, acompañado por un De Marcos que asumió con naturalidad la responsabilidad de barrer todo el frente de ataque para sacar de su sitio a los defensas locales. Con Susaeta superando siempre a Pinillos, hasta Gurpegui acabó desenvolviéndose a gusto en su nueva posición pegado a la banda derecha.
Haciendo solo un poco más que lo imprescindible, el Athletic ganó un partido que tenía que ganar porque el rival era netamente inferior. Es una buena noticia que los de Caparrós sean capaces de cumplir con su obligación con naturalidad, la que imprimó al centro del campo un Orbaiz que fue de manos a más, por ejemplo.
El triunfo del Athletic fue incontestable y solo hay que lamentar un borrón: el que echó Caparrós haciendo tres cambios en los últimos cinco minutos, cuando todo el campo estaba esperando el pitido final. No tuvieron ningún sentido, porque ni siquiera hacía falta perder el tiempo. Ese tipo de cosas denotan un feo estilo que no viene a cuento.
EDITO: es lunes y en el Athletic siguen sin enterarse de que ha muerto Juanjo Zearreta. Además de una autoridad en la enseñanza del euskera, miembro de Euskaltzaindia, gerente de la entidad y fundador de AEK fue, durante muchos años, el locutor de San Mamés.

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Ha muerto Juanjo Zearreta

"Athleticek bere bigarren aldaketa egin du..." Ha muerto Juanjo Zearreta. Cuando he visto la noticia esta mañana no me lo podía creer. Todavía ahora, miro la foto con la vana pretensión de que no sea él, de que sea mi memoria visual la que falle. Volvía a casa después de participar en la concentración de Bermeo en solidaridad con los arrantzales del Alakrana cuando la lluvia, las traicioneras curvas de Autzagane y la fatalidad le jugaron la peor de las pasadas. Tenía 62 años. Había estado en el equipo fundador de AEK, era miembro de Euskaltzaindia y, desde hace unos años, su gerente. Pero además y durante muchas temporadas fue la voz de San Mamés. La voz grave y serena que anunciaba las alineaciones y los cambios, la que reclamaba la presencia de algún espectador en la puerta cero urgido por alguna eventualidad familiar.
Una hora antes del partido se acercaba él mismo a la puerta cero para hacerse con una alineación y marchar presuroso a su puesto en el videomarcador, después de preguntar siempre si había alguna novedad de última hora, o alguna instrucción especial. Después, cuando los equipos saltaban al terreno de juego, comenzaba su trabajo: "arratsaldeon eta ongi etorri Santimamiñera..."
Era cuando las cosas eran y parecían más serias, cuando los locutores de los campos cumplían la función de informar de las alineaciones y de los cambios y de anunciar algunas instrucciones a los espectadores. Antes de que el ruido gratuito, los karaokes ridículos y las payasadas importadas invadieran los campos, incluido San Mamés, que parecía a salvo de estupideces gracias a la sobriedad de Juanjo.
Juanjo Zearreta se ha muerto regresando de un acto solidario. No he visto ni una línea en la página web del Athletic. Me pregunto si dentro de unas horas habrá un recuerdo, un brazalete negro, no sé, algo, cuando el equipo salte al terreno de juego del Sardinero. Porque sin memoria no somos nada y para este club en especial, la memoria, la historia, debe ser su principal sustento.

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viernes, 6 de noviembre de 2009

Esperpento en medio del oceáno

El Athletic consiguió en Madeira lo que quería: eliminar al Nacional de la lucha por la calificación. El empate es suficiente para lograr el propósito. Como, además, el Werder Bremen ganó al Austria de Viena, el panorama del grupo es diáfano para los rojiblancos. Un punto en Viena sería suficiente; en caso contrario siempre quedaría el partido en San Mamés contra unos alemanes clasificados desde ayer.
En el partido de Madeira pudimos aprender más cosas, algunas nuevas, otras no tanto, respecto al Athletic en particular y al fútbol en general. Por seguir un orden, convengamos, por ejemplo, que nos enteramos de que los árbitros malos no son patrimonio exclusivo de la Liga española, que en Escocia también los hay, y que los árbitros pueden hacer el ridículo actuando en solitario, en trío o en cuadrilla, como en este invento que están probando en la Europa League. Que William Collum dejara en tarjeta amarilla una entrada por detrás de Pinto a Iraola en el primer tiempo, en una acción que tenía todas las trazas de ser un caso práctico preparado por el Colegio de Árbitros para explicar uno de los supuestos de expulsión directa, explica el tenor del árbitro escocés. La que montó después con la repetición del penalti contra el Athletic, transformado durante unos segunos en falta contra los portugueses, recordó los mejores momentos de tipos tan divertidos en el campo como Andújar Oliver o Brito Arceo, ¡qué tiempos aquellos!.
Aprendimos también que por mucho que creamos que ya le conocemos, todavía nos falta mucho por descubrir de Caparrós, una caja de sorpresas. La sustitución de David López en el minuto 60, justo cuando el ex osasunista estaba jugando mejor, entendiéndose de maravilla con Joseba Etxeberria y dinamitando el costado izquierdo de la defensa portuguesa, constituye una de las decisiones más incomprensibles de este técnico en los últimos tiempos; a la par del asunto de la cesión de San José, por lo menos.
Por último, last but not least, los jugadores del Athletic nos volvieron a obsequiar con una nueva desmostración de, llamémoslo, irresponsabilidad, por no profundizar en la consistencia de su masa neuronal. El esperpento del último cuarto de hora, cuando el Athletic pudo ganar pero también perder y el espectáculo de los últimos cinco minutos encerrados en el área propia a merced de un rival en inferioridad que hasta entonces había dado más pena que miedo, son de su única responsabilidad y no cabe, en este caso, mirar al banquillo buscando culpables. Son los futbolistas que están sobre el césped los que tienen que pararse a pensar cinco segundos sin caer en la histeria, el balonazo donde vaya y la carreras sin sentido ni orientación. Hubiera bastado que los rojiblancos se fijaran en la lección de veteranía que dio durante toda la segunda parte, ésta vez sí, Joseba Etxeberria, con el único lunar de pasarse de listo tirándose en el área cuando encaraba la portería rival con ventaja, bien sea que con el balón en su pierna mala. A lo mejor Joseba erró el cálculo al pensar que el árbitro escocés era tan malo como parecía.
Fue un partido de esos que el castizo define como de ganar con la gorra, y con las manos en los bolsillos, añadiría yo, pero el Athletic lo acabó convirtiendo en otro ejercicio de sudor y taquicardia. Esta vez se lesionó Llorente, lo que constituye una pésima noticia, aunque De Marcos, Etxeberria y David López demostraron que también se puede atacar y hacer daño moviendo el balón a ras de césped. Otra cosa es que Caparrós se fijara. A lo mejor sí, y por eso quitó a López. Vaya usted a saber.

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miércoles, 4 de noviembre de 2009

En la LFP piensan que Hacienda somos todos menos ellos

La Comisión de Presupuestos del Congreso ha aprobado una proposición de ICV, BNG e IU para que los trabajadores extranjeros que residan en España menos de diez años y ganen más de 600.000 euros al año, coticen a Hacienda el tipo general para estos ingresos, un 43%, en lugar del privilegiado 24% actualmente en vigor para estos casos. Esa diferencia de 19 puntos se estableció en su día para tratar de captar cerebros extranjeros que colaboraran en el desarrollo científico y la investigación, pero a la vista de los resultados prácticos, el beneficio fiscal ha acabado atrayendo más músculo que neuronas.
La LFP presidida por ese mago de la economía (propia) que es José Luis Astiazarán, ha montado en cólera, ha convocado asamblea extraordinaria, y ha amenazado con "paralizar la competición", o sea, con el último recurso de los parias da la tierra: la huelga. Dice la patronal futbolística que si se les obliga al dislate de tener que pagar impuestos como todos los mortales, la "Liga de las estrellas" dejará de ser la mejor Liga del mundo, y que hasta ahí, podíamos llegar.
Para entender el enfado de la LFP hay que partir de la idea de que en el fútbol profesional, el IRPF no es una cuestión personal de cada trabajador o asalariado, sino que corre íntegro por cuenta de la empresa. Las megaestrellas galácticas y sus representantes están demasiado ocupados en la búsqueda de nuevas vías de ingresos como la publicidad o los derechos de imagen, así que cuando firman sus contratos con los clubes lo hacen en términos de salario neto. Es decir, que si fulanito ha fichado por seis millones de euros anuales, esos seis millones van íntegros a su cuenta corriente. Los impuestos que generen esos seis millones corren siempre por cuenta del club que para eso tiene contables y expertos en eso tan molesto y desagradable que es descontar a lo que es de uno, el salario, la parte que es de todos, los impuestos. Cuando Astiazarán dice que si a los futbolistas extranjeros les aumentan los impuestos la Liga española dejará de ser tan atractiva para ellos, una vez más hace una afirmación que se aleja, o al menos no coincide, con la realidad. Pero eso tampoco es noticia.
Es fácil entender el enfado de Florentino, Laporta y compañía, que ven cómo a partir del ejercicio fiscal 2010 tendrán que pagar 19 puntos más de impuestos por los emolumentos de sus estrellas, aunque esto no sea exactamente así, ya que la norma no tiene carácter retroactivo y sólo se aplicará a los contratos que se cierren a partir del primero de Enero. Los impuestos de Cristiano Ronaldo, Ibrahimovich y compañía seguirán siendo ridículos en comparación con los que pagamos el resto de los ciudadanos.
Pensando en zurigorri la nueva situación fiscal puede beneficiar de manera indirecta al Athletic aunque solo sea por la dificultad añadida que tendrán los otros equipos para fichar a figuras extranjeras. Se supone que esos 19 puntos extra tendrán que ser detraídos del monto total de la oferta y, por lo tanto, la Liga española ya no será tan atractiva para los futbolistas de otros países. Digo que se supone porque todo es tan relativo que lo más probable es que esa diferencia (diferencial diría un economista), se diluirá en conceptos tan dispares como el tiempo de duración del contrato, las primas y premios especiales o las cuentas B en islas remotas que nadie ha visto pero solo porque la gente viaja poco para ahorrar y pagar sus impuestos. Al fin y al cabo los dirigentes del fútbol profesional han dado sobradas muestras de su habilidad para transitar por el lado oscuro de la economía en general y de las leyes fiscales en particular.
Al margen de esa primera reacción de la LFP, estoy en ascuas por saber si, con la que está cayendo, tendrán el cuajo suficiente para persistir en su indignación y en su amenaza. Claro que en un país en el que dos ciudades como Vigo y Sevilla se echaron a la calle para defender a dos equipos que no presentaron ni cuentas ni presupuestos en plazo legal, no cabe descartar nada.

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domingo, 1 de noviembre de 2009

Dos caras de la misma victoria

Ya era hora de que el Athletic tuviera buena suerte en momentos decisivos. Empieza a ser al menos tan legendaria como la del difunto Muñoz la flor de Caparrós, pero la verdad es que la buena suerte del entrenador no se había manifestado en toda su magnitud como durante el segundo tiempo del partido contra el Atlético de Madrid, cuando en apenas un minuto Forlán y Agüero amenazaron con derribar la portería de Ingenieros con dos balonazos que se estrellaron en la cepa del poste y en la escuadra izquierda de manera consecutiva. Antes, en el primer tiempo, la madera de la portería de la Misericordia también repelió otro remate colchonero, todavía con el marcador inicial. Así, de memoria, creo que Armando ya poseía el récord de tres remates al poste en el mismo partido, pero lo del sábado tuvo una trascendencia especial por cómo, cuándo y contra quién se produjeron. Si, además, sirvieron para sumar una victoria crucial, podemos concluir sin temor a exagerar que San Mamés revivió el milagro "de la Begoña" que dijo Luis Fernández después de remontar un 0-1 ante el Celta entre los minutos 88 y 89.
La suerte, buena y mala, podrá esgrimirse como explicación de lo que aconteció en San Mamés, pero sería elevar la anécdota a categoría. Ese factor juega siempre en un partido, unas veces con más incidencia que en otras, pero los que de verdad juegan y tienen la decisión en su poder son los futbolistas y a ellos y su trabajo hay que atribuir el desenlace de un partido. El Athletic ganó porque salió con su cara más fiera y porque supo componer un gesto agónico hasta el final. Las dos caras de la misma victoria.
Contra el Atlético de Madrid, los leones hicieron méritos suficientes durante un primer tiempo que solo cabe calificar como brutal por el esfuerzo y el derroche de los once protagonistas. Los jugadores del Athletic saltaron al campo como deberían hacerlo siempre en San Mamés, es decir, dispuestos a empujar al rival hasta empotrarlo contra su portería. Ni siquiera alguna jugada bien enlazada entre Simao, Forlán y Agüero, sirvió para templar la furia de los de Caparrós. Con un Javi Martínez inmenso en un partido de tralla de los que a él le gustan, con un Toquero más tremendo que nunca y con un par de estiletes como De Marcos y Susaeta, el Athletic puso cerco al área colchonera, hasta donde también llegaban Kokili e Iraola, en un aprovechamiento de las bandas insólito en el estilo de Caparrós. Llegó el gol de Javi Martínez y debió llegar el penalti en un derribo a Toquero que el propio delantero trató de evitar en un alarde de inocencia o de la más absoluta falta de picaresca, intentando saltar por encima del portero. Cualquier otro futbolista del mundo, se hubiera quedado parado tan ricamente a la espera de ser atropellado por un portero que salía ciego. Toquero, no; Toquero intentó dar continuidad a la jugada saltando por encima del guardameta quien, a pesar de todo, le derribó.
Debería servir esa jugada a Caparrós para que recapacite sobre su obsesión por practicar ese otro fútbol tan natural en Sevilla, pongamos por caso, pero tan extraño históricamente a los jugadores del Athletic. Se volvió a comprobar cuando en el último minuto, cuando no todo San Mamés, sino todo Bilbao pedía la hora, David López eligió intentar una penetración individual casi imposible, cuando lo tenía todo a su favor para irse al banderín de corner a esperar que amaneciera. Cada equipo tiene su propia genética y a del Athletic es ésta.
Por eso, entre otras cosas, tuvo que sufrir tanto durante todo el segundo tiempo. El esfuerzo de la primera parte pasó factura en piernas y pulmones y los rojiblancos tuvieron que apechugar media hora larga tratando de hacer exactamente lo que no saben, es decir, conservar el balón, especular y matar el partido. Las lesiones de Toquero, Orebaiz y Susaeta contribuyeron además a trastocar el dibujo, y el equipo quedó entonces a merced del buen fútbol de ataque de un Atlético que, afortundamente, está en fase de no. Con muchísimo menos marcó Forlán tres goles el año pasado. Esta vez la madera, Iraizoz y su falta de puntería, le devolvieron virgen al vestuario. Para mártir ya está todo el equipo que ahora dirige Quique, el amigo de los niños del Frente Atlético.
El Athletic salvó una final y podrá viajar con mejor cara a Madeira. Olvidemos la depresión y, por favor, dejemos de ponernos la venda antes de la herida. Si, como dijo Caparrós, las tres competiciones nos pueden costar la vida, digámoslo claro desde el principio y nos ahorramos la inscripción en la Copa. Ya está bien de victimismo.

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jueves, 29 de octubre de 2009

Nada por aquí, nada por allá

El Athletic sigue cuesta abajo en la rodada. En Vallecas, ese insólito campo de la más peculiar barriada madrileña, el Athletic volvió a ejecutar su reconocido, y nunca suficientemente celebrado, número de prestidigitación. Enseña la defensa y dice: nada por aquí; muestra la delantera, y proclama: nada por allá. Y entonces, ¡hale hop!, surge la derrota causando la admiración del respetable público, pese a que todo el mundo conoce de antemano el número y su resolución.
Pero nadie sabe el truco, así que mientras se mantenga el misterio, el espectáculo del Athletic seguirá concitando los comentarios asombrados del personal. ¿Cómo harán para conseguir perder ante un Rayo lleno de suplentes?, se preguntan los aficionados a la magia y al esoterismo. Parece imposible que alguien pueda perder teniendo seis ocasiones de empujar a la red sin hacer nada, insisten los espectadores sorprendidos en su inocencia. Es que son muy buenos en lo suyo, concluye el veterano que ha visto el truco cientos de veces y, sigue sin entender su mecanismo.
Algunas pistas sí que manejan los expertos. Por ejemplo, para los cinco minutos el Athletic ya estaba perdiendo gracias a un saque de falta, lo que ya le da al mago una ventaja importante ante la concurrencia. A los veinte minutos ya había encajado el segundo gol, aunque en esta ocasión el truco lo vio todo el mundo: los defensas dejaron solos a dos delanteros rivales dentro del área para que sacaran partido de un balón que no iba a ninguna parte. Nada por allá.
También esto forma parte del número: el artista hace como que enseña el mecanismo del truco y cuando el espectador está convencido de que por fin lo ha entendido, le sorprende con otro efecto que nadie esperaba. Vale, si te dejas marcar dos goles en veinte minutos, es tirado perder un partido incluso ante el Rayo Vallecano. Pero, más difícil todavía, ¿cómo consigues perder incluso cuando llegas seis veces en disposición de fusilar al portero?. ¡Amigo!, tienes que ser muy bueno para hacer eso y el Athletic es el mejor. Nada por aquí.
Tanto el debutante Iñigo Pérez, como el prejubilado Joseba Etxeberria consiguieron golpear al muñeco cuando lo más fácil era enviar el balón a la red. Ni el defensa central Amorebieta, ni el delantero centro Llorente, consiguieron cabecear entre los tres palos desde el área pequeña. El Athletic actuaba con las mangas remangadas, sin trampa ni cartón, dando lo mejor de sí mismo: controles fallidos, pases al amigo imaginario, entradas de esperpento. Todo con una voluntad a prueba de bomba, estajanovista; nada que reprochar al derroche de sudor que regó el irregular cesped de Vallecas. Todo con tal de poder repetir el número que tanta fama le ha dado: conseguir una derrota donde parecía imposible lograrlo.
¿Qué dijo el maestro de ceremonias cuando se apagaron los focos tras la ovación del público?. Pues que el futbol es "rachero" y que ahora toca una racha mala. Y decían que Houdini era un gran escapista...

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martes, 27 de octubre de 2009

Apuntes de una Asamblea aparentemente plácida

Un análisis superficial de lo ocurrido en la Asamblea de Compromisarios del Athletic deja una imagen de paz social y unanimidad que no es tal a poco que se profundice en lo que ocurrió a lo largo de las cinco horas largas que duró la reunión. Por comparación con anteriores citas, podría decirse que la Asamblea discurrió con extraordinaria placidez, como la vida de Mayor Oreja durante el franquismo. Después de tres años, García Macua consiguió sacar adelante su propuesta de presupuesto en primera instancia, lo que no deja de ser noticia, y no se produjeron intervenciones especialmente agresivas desde el estrado.
La abrumadora mayoría con la que se saldó la votación sobre el punto del orden del día referente a la gestión y usos de San Mamés que introdujo a última hora un grupo de doscientos socios, fue también previsible.
Pero fijémonos en algunos detalles. La del lunes era una Asamblea de nueva planta, constituida durante el mandato de la actual Junta. Los resultados negativos de las dos anteriores se achacaron a la presencia de socios fieles a la Directiva precedente cuyo único propósito, al parecer, era la práctica del quintacolumnismo. Pues bien, con una Asamblea se supone que más favorable o constituida en gran parte bajo la inspiración de Ibaigane, los presupuestos se aprobaron por un exigüo margen de 31 votos, y ello, con una propuesta de incremento de cuotas que entra dentro de lo más normal y que supone, en los casos más gravosos, un incremento de apenas 30 euros en el precio anual del carnet. La paupérrima diferencia de votos anima a pensar que cualquier otra pretensión de la Junta hubiera sido rechazada como en las dos ocasiones anteriores, lo que denota que la Asamblea está menos controlada por la Directiva de lo que sería previsible. ¿No han estado hacendosos los traficantes de carnets? ¿Tan pocas simpatías concita esta Junta?
Como los inocentes murieron con Herodes, tampoco sobra un apunte sobre la presencia de algún conocido y emergente líder del PSE como compromisario. Cabría pensar en un movimiento de este partido para ganar presencia en el Athletic en un momento histórico para dicho partido y para el propio Club, éste derivado del proyecto de construcción del nuevo campo. Se supone que algo tendrían que decir en el debate suscitado tras las lamentables intervenciones desde el Gobierno vasco, pero no dieron noticia de su presencia. La votación sobre la gestión de San Mamés Barria, 800 a favor de la gestión exclusiva del Athletic y 70 en contra (o lo que es lo mismo, a favor de las tesis de López), demuestra que la penetración (con perdón) del PSE en el Athletic sigue siendo prácticamente anecdótica.
Una intervención de García Macua que se ha pasado por alto, podría tener su trascendencia en un futuro a medio o largo plazo. Fue la referida al estudio que propuso sobre Lezama, el modelo de cantera y su encaje en los tiempos actuales. Tanta indefinición puede abarcar cualquier concreción, y vistos algunos pasos que ya se han dado, convendría seguir atentamente este estudio y a sus 'estudiantes'.
Curiosamente, uno de los puntos más interesantes de la Asamblea lo constituyó la intervención del primer compromisario que subió al estrado para pedir la expulsión de los medios de comunicación. Dicho así, puede parecer muy fuerte y hasta cavernario, pero un somero análisis descubre que la intervención del compromisario no iba tan descaminada, ni se trata de un orate que quiere quemar periódicos. Planteemos un caso práctico para ilustrar al lector: Si usted se persona en Ibaigane preguntando si Pepe Pérez es socio del club, un empleado más o menos amable le indicará que al club le resulta imposible facilitar ese tipo de información por imperativo de la Ley de Protección de Datos. Si sigue insistiendo en acceder a la información, el amable empleado le cogerá del brazo y con suavidad no exenta de firmeza le acompañará a la puerta y puede que hasta le regale un pin, pero usted se marchará sin saber si Pepe Pérez es socio o no. Pero hete aquí que si el tal Pepe Pérez es compromisario y acude a la Asamblea, no solo aparecerá en todas las televisiones locales, sino que si sale a hablar al estrado, su intervención estará adornada con mensajes del tipo 'kien es este pesado' o 'el club doña Urraka hace descuentos a los compromisarios del Athletic'.
El compromisario que planteó la cuestión aportó incluso una solución técnica para que la Asamblea pudiera ser seguida por todos los socios del club, compaginando su derecho a la información con el derecho a la imagen propia, a la intimidad y a la legal protección de los datos personales, que en el caso del Athletic se incumple de forma flagrante cada vez que un compromisario sube al estrado y recita la fórmula de Alcohólicos Anónimos: 'Me llamo Pepe Pérez y soy socio del Athletic con el número x'.
Es un hecho probado que la presencia de las cámaras estimula en algunos compromisarios la búsqueda de los cinco minutos de fama que atribuyó Warhol como derecho a todos los seres humanos, y la presencia de las cámaras violó en esta Asamblea la intimidad y el derecho inalienable de un compromisario a dormir como un bebé, arrullado por el run run de los pasivos circulantes y los fondos de maniobra del señor Zárate, responsable económico de la Directiva, conocido familiarmente como Don Celes por los mensajistas de las teles locales.
Pero al socio que planteó la cuestión, obviamente, no le hicieron ni caso y le miraron como si fuera un alienígena.
Después de la extemporánea y novedosa intervención del primer compromisario, la Asamblea volvió a sus cauces habituales y, si bien se notó una cierta renovación entre los usuarios del púlpito, no faltaron los habituales a quienes de tanto ver en el estrado, uno les imagina blandiendo el dedo acusador hasta en la cena de Navidad de sus casas exigiendo detalle presupuestario y comparativa del incremento de precios del turrón en el último quinquenio. No hubo pues nada nuevo que fuera digno de mención salvo la habitual serie de acusaciones, listado de agravios y exigencia de explicaciones desde el púlpito y defensa ratonera desde la mesa presidencial, ora lanzando balones fuera, ora prometiendo más explicaciones y detalles en plan 'cuando usted quiera tendré mucho gusto de recibirle en Ibaigane que siempre tiene las puertas abiertas para los socios'.
Por romper una lanza en favor de estos compromisarios, tantas veces acusados de pesados, reiterativos, buscadores de una efímera fama o de una silla en las tertulias de las teles locales, cabe decir que es su contumaz cruzada, su decisión de colocar al Athletic como razón de ser última de sus vidas la que mantiene en guardia a las sucesivas directivas y permite que el nivel de desmanes siga a una altura homologable a estándares noruegos.

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lunes, 26 de octubre de 2009

Otro harakiri

En el fútbol no todos los contactos son falta, ni todas las faltas son merecedoras de tarjeta. Eso lo deben de saber todos los árbitros, incluido Undiano Mallenco. Que un partido en el que por no haber, no hubo ni una mala mirada entre los jugadores, acabe con uno de los equipos con nueve, seis tarjetas amarillas y una roja directa, denota que algo no ha funcionado bien. Puedo conceder que los jugadores sancionados cometieron estupideces dignas de ser castigadas, pero estoy seguro de que un árbitro de más calidad hubiera actuado de otra forma. Me refiero, sobre todo, a la primera tarjeta amarilla que vio Gurpegui, tras una zancadilla a un rival disputando un balón al que el rojiblanco no hubiera llegado nunca. ¿Era la acción merecedora de tarjeta a aquellas alturas del partido?. Probablemente sí, pero probablemente Undiano no se la hubiera sacado a Drenthe o a Piqué, por decir dos nombres. ¿Fue penalti el balonazo a las manos de Castillo?. Probablemente sí, pero balonazos de esos hemos visto cientos en todos los campos con el árbitro mirando al tendido. Vamos a fijarnos cómo reacciona en adelante Undiano en ese tipo de acciones.
¿Influyó Undiano en el desenlace del partido?. Probablemente sí, pero más influyeron pongamos que Gurpegui, autoexpulsándose al filo del descanso tratando de solucionar con un error un error previo, o casi todos sus compañeros por su actitud negligente durante todo el encuentro.
Hasta el momento de la expulsión el Athletic circuló sin problemas por el terreno de juego gracias, sobre todo, al escaso nivel que demostró un Getafe premioso y dubitativo. Si Soldado tiró una vez al larguero, Llorente tiró a las nubes la que quizá fue la mejor jugada del Athletic en todo el partido. Si Iraizoz tuvo que emplearse a fondo en algún otro remate, Susaeta puso a prueba los puños de Ustari en el saque de una falta. Era un partido menor disputado por dos equipos menores, pero eso no era malo para los intereses de este Athletic que vuelve a recorrer el camino desde la opulencia a la indigencia.
Una de las características de este Athletic es su acusada debilidad psicológica. La expulsión de Gurpegui le derrotó en el descanso y con ese talante salió en la segunda parte. El cambio lógico de Caparrós sacrificando al inoperante Toquero para cubrir el hueco en el centro del campo con Orbaiz, no sirvió de nada. Los rojiblancos tenían el estigma de la derrota grabado en la frente y llegó al cuarto de hora tras la reanudación en otra jugada desafortunada. Un tiro duro desde el borde del área dio en la pierna de Ustaritz y el balón quedó muerto a los pies de Soldado en el punto de penalti. El rebote podía haberse ido a mil sitios distintos, pero acabó en los pies del delantero del Getafe. En tardes como la de Getafe suelen suceder estas cosas.
El gol de Soldado cerró el partido porque el Athletic, confirmados sus temores, no demostró la mínima capacidad de reacción. Iraizoz fue el único que siguió cumpliendo con su obligación y evitó una goleada de sonrojo. Llorente, el otro rojiblanco que había levantado la cabeza, abandonó a falta de un cuarto de hora aquejado de un golpe y, a juzgar por su cara, una depresión de caballo.
Tres partidos ganados, cuatro perdidos y uno empatado es un balance que cabría calificar como discreto a estas alturas; ni frío ni calor. Las malas noticias llegan cuando analizas la secuencia. Entonces compruebas que la trayetoria es una espectacular caída en picado. Y ese es el problema: la tendencia, que dicen los estadísticos.

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