domingo, 29 de noviembre de 2009

Un equipo serio para divertir a sus seguidores

Decían que Almería era un campo maldito para el Athletic. Son las cosas que se suelen decir cuando no hay mucho donde hincar el diente. Almería no es precisamente una plaza clásica en el fútbol. Se pueden contar con los dedos de una mano las veces que el Athletic ha jugado allí aunque, eso sí que es verdad, casi siempre ha tenido que volver con la orejas gachas. Pero de ahí a establecer una tradición, hay un trecho. Para gafes andaluces ya tenemos los dos campos sevillanos, no exageremos.
La próxima vez que el Athletic juegue en Almería ya no habrá apelación al presunto gafe. Todo el mundo recordará esta goleada porque el equipo de Caparrós jugó un partido para guardar en la memoria. Ahora no vale decir que si el Almería tal, o el Almería, cual. El equipo que dirige Hugo Sánchez es más o menos el mismo del año pasado sin Negredo y eso marca su trayectoria y su juego. De poder contar con un delantero de su calidad a tener que fiarlo todo a Kalu Uche hay una diferencia y el equipo andaluz la acusa, pero eso no quiere decir que sea un flete, ni mucho menos.
Tampoco vale insistir en que el Athletic marcó tres de sus cuatro goles a balón parado. Ese es otro lance del juego y en el fútbol actual, donde los partidos se deciden por detalles, una herramienta de primer orden para desatacar partidos. Las llamadas jugadas de estrategia son las que se trabajan en los entrenamientos. El Athletic sacó partido de ellas en Almería, pero debería sacar petróleo en cada partido por las características de bastantes de sus jugadores: si tienes a gente que la sabe tocar como Yeste u Orbaiz y tipos de la envergadura de Llorente, Javi Martínez o los defensas, lo lógico es que ocurran cosas como las que ocurrieron en el estadio Juegos del Mediterráneo; lo que no es normal es que todos tus centros mueran en la cabeza de un defensa contrario en el primer palo.
El mérito del Athletic en Almería fue que siempre se comportó como un equipo serio. Bien asentado en el campo en todo momento, sin lagunas ni despistes, trabajando con sentido, los de Caparros no pasaron más apuros que los estrictamente necesarios cuando juegas fuera de casa y, por el contrario, encarrilaron el partido aprovechando al máximo sus llegadas al área.
El primer gol tuvo algo de evocador. El centro pasado de Yeste rematado por Javi Martínez en el segundo palo recordó aquella sociedad que mantuvo el centrocampista con Del Horno en los felices tiempos de Valverde. Con esa jugada marcaron varios goles los rojiblancos. No está mal que la hayan recuperado. Como no está nada mal que Ustaritz, muy seguro todo el partido, se estrene como goleador. Los centrales siempre han aportado goles al Athletic y Caparrós cuenta ahora mismo con una pareja que está llamada a marcar una época.
Por fin vimos un equipo serio que no rifa el balón, que no busca a Llorente como si no hubiera nadie más en el campo. El trío Gurpegui-Martínez-Orbaiz, por el que de nuevo apostó Caparrós proporcionó al equipo un encofrado de hormigón armado en el que se apoyó Susaeta para mover a la defensa rival e impedir que el Almería se permitiera muchas alegrías. La estructura del centro del campo facilitó las cosas a la defensa, que actuó en todo momento con solvencia y sin despistes. Los dos goles en el tramo final de la primera parte acabaron por dejar el partido en manos del Athletic.
El segundo tiempo trajo mejores noticias todavía. El Athletic se comportó como un equipo de Primera División que está ganando por dos goles de ventaja. Se dirá que eso es una obviedad, pero no lo es en el caso del Athletic, un equipo que tantas veces se ha ido de los partidos o los ha complicado por su mala cabeza. Esta vez no ocurrió nada de eso, al contrario, los de Caparrós siguieron marcaron goles, un par más, hasta conseguir que su seriedad acabara divirtiendo a sus seguidores. Fue un gran partido, un trabajo fino y solvente, sin más concesiones a la galería que la de los minutos finales. El Athletic podrá ganar, empatar o perder, pero empieza a tener pinta de equipo fiable que cuenta con una estructura estable y esa es una gran noticia, la mejor.

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domingo, 22 de noviembre de 2009

Con pico y pala


De un tiempo a esta parte se ha puesto de moda en San Mamés entonar, con más o menos fortuna, la marcha triunfal de Aida. De hecho, cuando Toquero marcó el gol del empate contra el Barcelona, algo más de la mitad de San Mamés afinó con Verdi. La otra mitad, la del Barça, cosas de los días del club, había enmudecido incrédula. Puestos a convertir la Catedral en un remedo de la Scala de Milán, yo sugeriría al distinguido público que, siguiendo con Verdi, se arrancara con el Coro de los esclavos de Nabucco, ya saben, Va Pansiero... Creo que esa música está más en consonancia con el carácter sufrido y desgarrado del Athletic. Si les parece que esa parte de Verdi es demasiado seria, podríamos probar a sustituir en la salida del equipo el Altza Gaztiak arreglado por el inolvidable Carmelo Bernaola, por la cancioncilla que entonaban los enanitos de Blancanieves cuando iban camino de la mina. Podría ser una forma desenfadada de empezar el currelo. Porque los futbolistas del Athletic van al campo a trabajar, no a jugar. A jugar salieron por ejemplo los del Barcelona el sábado, pero se encontraron enfrente con un grupo de forzados que solo aspiran a que su capataz les nombre trabajador del mes. El camarada Aleksei Stajanov sería feliz en este Athletic.
Cada uno emplea las armas de que dispone y Caparrós está convencido de que la única virtud de sus jugadores es que corren y sudan más que el resto de sus colegas. Si contra cualquier rival los rojiblancos hacen más kilómetros que Miguel Strogoff, era previsible suponer que ante el Barça saldrían dispuestos a establecer plusmarcas chinas de productividad. Por si hubiera dudas, Caparrós dobló turno en el centro del campo, alineando juntos a Gurpegi, Javi Martínez y Orbaiz, dejando a Llorente como delantero único a beneficio de inventario.
Imaginación y brillo contra trabajo gris y rutina; chispazos de ingenio frente a un constante batir hierro en frío hasta destrozar el yunque. A los jugadores del Athletic se les podrán achacar muchas cosas, pero nadie les podrá reprochar que no se ganen el pan con el sudor de su frente.
San Mamés vivió el sábado una paradoja del fútbol. Un equipo con una potencia de fuego similar a la del mejor acorazado de la Sexta Flota sólo pudo marcar un gol después de dilapidar no menos de seis llegadas claras, de las de empujar. Enfrente una patera artillada con un tirachinas, llegó dos veces a la portería contraria y marcó un gol. A un lado, una constelación de estrellas de clase mundial, no sabía cómo quitarse de encima a un rival que se multiplicabla para impedir su juego; al otro, el futbolista más humilde de la categoría, el antihéroe por antonomasia, se convirtió en el feliz protagonista del evento marcando un magnífico gol. Esa es la grandeza del fútbol, lo que hace que este deporte apasione a tantos millones de personas en todo el mundo. Y no es menor el efecto colateral del partido de San Mamés: después de todo lo que le ha caído, Pellegrini llega al Camp Nou sentado en el banquillo del líder.
Regresando a San Mamés cabe decir que el Athletic celebró el empate como si se tratara de un triunfo. Este equipo ha menguado tanto que ha llegado hasta esa tesitura, impensable hace un par de décadas. Pero así son los tiempos que corren. El gol de Toquero vale por algo más de un punto, vale por la recuperación del orgullo perdido. Hasta el sábado, el Barça solo había cedido dos empates en la Liga, en los campos del poderoso Valencia y del afortunado Osasuna. En San Mamés, los de Guardiola se retiraron sin ganar por tercera vez. Dice mucho en favor del trabajo que hicieron los rojiblancos; trabajo sí, porque de juego poco se puede hablar. Pero el fútbol también es eso: hay futbolistas que practican el jogo bonito y hay futbolistas a los que les das un pico y una pala y te sacan petróleo en la posición teórica del medio volante izquierdo.

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viernes, 13 de noviembre de 2009

Este año no habrá que rifar entradas

Vamos a extraer alguna conclusión positiva del fiasco de la Copa. Miremoslo desde otra perspectiva y reflexionemos. La eliminación prematura nos garantiza que este año no vamos a tener que pasar el bochorno de una rifa de entradas y los notarios podrán mantener intacta su fama de personas serias. No es poca cosa. Observemos también que, a partir de ahora, a Caparrós se le ha acabado la milonga de las tres competiciones que nos van a quitar la vida. Ya solo nos quedan dos, así que, si me apuran, igual hasta tenemos que felicitar al mister por el peso que le ha quitado de encima el Rayo.
Más vale reír que llorar, y un poco de sentido lúdico siempre viene bien para eludir la depresión. Que te elimine el Rayo es tan lamentable que más vale tomárselo con filosofía; no merece la pena hacerse mala sangre, ni ahondar demasiado en discernir qué ha pasado para que ocurra semejante desastre. Digamos que ha sido un cúmulo de circunstancias desfavorables, que es como decir que Júpiter se ha cruzado en la trayectoria de Saturno y se ha producido una alineación planetaria que ríase usted de la coincidencia de Obaba y Zapatero que nos anunció Pajín. O sea, casi el fin del mundo en términos rojiblancos.
El cúmulo de circunstancias desfavorables empezó en Vallecas, cuando Iñigo Pérez (por cierto, ¿que ha sido de él?) falló aquel remate a bocajarro, Armando se tragó el saque de falta de Susaeta y los rojiblancos fallaron, una tras otra, todas las ocasiones que fabricaron y les permitieron los suplentes del Rayo. Nunca debió salir el Athletic derrotado de Vallecas, pero lo hizo.
Lo de San Mamés fue otra cosa, al margen de las ocasiones falladas. Fue una mala gestión del partido, fuera y dentro del campo, aunque los errores fuera incidieron de manera determinante en los errores de dentro.
Desde el club se quiso plantear el partido en términos heroicos, demasiado grandilocuentes para tratarse de un rival de Segunda División. Las declaraciones del presidente anunciando que San Mamés marcaría un gol hubieran estado muy bien en unos cuartos de final de la Europa League ante el Bayern Munich, pongamos por caso. Apelaciones semejantes en la primera ronda de Copa y ante el Rayo suenan fuera de lugar y hasta un tanto ridículas.
Como hace tiempo que todos hemos perdido el sentido de la medida el público se creyó la historia aunque fuera a medias. El equipo saltó al campo como debió hacerlo, con ritmo y fuerza, empujando al Rayo hacia su área. Hasta ahí estuvo bien, y dentro del guión. Pero Llorente empezó a fallar ocasiones y San Mamés empezó a parecerse a un frenopático. Los últimos cinco minutos del primer tiempo, los inmediatamente posteriores al primer gol del Athletic, resumen perfectamente el estado de ánimo de los rojiblancos que, azuzados desde el banquillo, se dedicaron a pegar balonazos a la desesperada, como si fueran los últimos cinco minutos del partido, como si no restara todavía toda la segunda parte para igualar y remontar la eliminatoria. ¿A qué tanta urgencia?. No se iba a acabar el mundo en el descanso.
Fue ese estado de histeria el que acabó con el Athletic. El segundo tiempo se abrió con una ocasión de De Marcos que todavía nadie se explica cómo pudo fallar. A continuación el Athletic se fue arriba otra vez como si solo quedaran cinco minutos de partido, asumiendo unos riesgos que no estaban justificados todavía a aquellas alturas. Esa fue su perdición y la jugada del primer empate del Rayo es suficiente explicación. Castillo abandonó su posición y cruzó todo el campo para botar un corner desde la derecha del ataque, Amorebieta se fue al remate y el Athletic dejó en su retaguardia a dos hombres para dos delanteros del Rayo. Un dos para dos y un desbarajuse de pérdidas de posición que en el consiguiente contrataque resultaron letales.
El gol de Javi Martínez dejaba todavía un cuarto de hora final para marcar dos goles; difícil pero no imposible. Pero llegó el segundo empate del Rayo. Una falta sacada desde Pozas acabó con el balón en la red tras superar la barrera y la estiradita de Armando. Mejor ahorrarse comentarios al respecto porque darían para otro post.
Se acabó lo que se daba. El Athletic que demostró en Santander que sabe jugar con serenidad y buen juicio, se volvió a enredar en un ambiente de histeria, carreras sin sentido y atolondramiento. Debe de ser muy difícil para los jugadores abstraerse de ese ambiente cuando miran a la banda y ven a un señor constantemente atacado por el baile de San Vito. Tendrán que ser ellos los que recuperen el buen juicio. Podrían empezar echando un chorrito de tila a la papilla del descanso. Por no entrar directamente en un tratamiento de choque.

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domingo, 8 de noviembre de 2009

El Athletic supo sacar partido de la debilidad del Rácing

Apelaban en Santander a recuperar el espíritu de Hoznayo para acabar con su racha negativa en el Sardinero aprovechando la visita del Athletic. Siempre es un recurso agradecido ese de invocar al más allá cuando las cosas no funcionan acá. En el Rácing tendrán que hacer una güija para invocar al espíritu que les saque del atolladero donde se encuentran: ¡manifiéstate!. A lo mejor les basta con mirarse en un espejo. El equipo de Mandia tiene un aspecto ciertamente fantasmal.
El Athletic, con la baja de última hora de Llorente, supo sacar partido a tanta debilidad y se llevó los tres puntos de manera merecida y, novedad, sin acabar el partido con media docena de futbolistas in artículo mortis. Los de Caparrós ni siquiera tuvieron que correr más de la cuenta. Les bastó con mantener el orden y el dibujo para tener al Rácing siempre lejos del área de Iraizoz. Y eso que el dibujo de Caparrós volvió a tener un trazo bastante abstracto, con Gurpegui moviéndose por la banda derecha, mientras Javi Martínez y Orbaiz ocupaban la sala de máquinas.
No se puede negar que los rojiblancos disfrutaron de una gota de fortuna que les allanó el camino. Prácticamente sin hacer nada se abrieron el marcador en el primer remate entre los tres palos. Y, mira por dónde, tuvo que ser Gurpegui quien desviara el balón de cabeza en posición de delantero centro, a saque de falta envenenado de Castillo.
Ahí murió un Rácing que hasta entonces había tratado de empujar al Athletic fiándolo todo a la habilidad de Tchité en el área. Muy poquito para dos centrales tan seguros como fueron Amorebieta y Ustaritz.
El Rácing está en la indigencia futbolística y el Athletic sacó petróleo de la extrema debilidad de su rival. Línea por línea, hombre por hombre, posición por posición, los rojiblancos fueron superiores en todas las suertes del fútbol. Si llegan a tener un poco más de profundidad y precisión en el último pase, los rojiblancos hubieran goledo hasta el escándalo. Tuvieron que cerrar el partido gracias a un penalti tan ingenuo como claro, provocado por un Vélez que se iba con facilidad; un Vélez en su primer partido como titular, acompañado por un De Marcos que asumió con naturalidad la responsabilidad de barrer todo el frente de ataque para sacar de su sitio a los defensas locales. Con Susaeta superando siempre a Pinillos, hasta Gurpegui acabó desenvolviéndose a gusto en su nueva posición pegado a la banda derecha.
Haciendo solo un poco más que lo imprescindible, el Athletic ganó un partido que tenía que ganar porque el rival era netamente inferior. Es una buena noticia que los de Caparrós sean capaces de cumplir con su obligación con naturalidad, la que imprimó al centro del campo un Orbaiz que fue de manos a más, por ejemplo.
El triunfo del Athletic fue incontestable y solo hay que lamentar un borrón: el que echó Caparrós haciendo tres cambios en los últimos cinco minutos, cuando todo el campo estaba esperando el pitido final. No tuvieron ningún sentido, porque ni siquiera hacía falta perder el tiempo. Ese tipo de cosas denotan un feo estilo que no viene a cuento.
EDITO: es lunes y en el Athletic siguen sin enterarse de que ha muerto Juanjo Zearreta. Además de una autoridad en la enseñanza del euskera, miembro de Euskaltzaindia, gerente de la entidad y fundador de AEK fue, durante muchos años, el locutor de San Mamés.

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Ha muerto Juanjo Zearreta

"Athleticek bere bigarren aldaketa egin du..." Ha muerto Juanjo Zearreta. Cuando he visto la noticia esta mañana no me lo podía creer. Todavía ahora, miro la foto con la vana pretensión de que no sea él, de que sea mi memoria visual la que falle. Volvía a casa después de participar en la concentración de Bermeo en solidaridad con los arrantzales del Alakrana cuando la lluvia, las traicioneras curvas de Autzagane y la fatalidad le jugaron la peor de las pasadas. Tenía 62 años. Había estado en el equipo fundador de AEK, era miembro de Euskaltzaindia y, desde hace unos años, su gerente. Pero además y durante muchas temporadas fue la voz de San Mamés. La voz grave y serena que anunciaba las alineaciones y los cambios, la que reclamaba la presencia de algún espectador en la puerta cero urgido por alguna eventualidad familiar.
Una hora antes del partido se acercaba él mismo a la puerta cero para hacerse con una alineación y marchar presuroso a su puesto en el videomarcador, después de preguntar siempre si había alguna novedad de última hora, o alguna instrucción especial. Después, cuando los equipos saltaban al terreno de juego, comenzaba su trabajo: "arratsaldeon eta ongi etorri Santimamiñera..."
Era cuando las cosas eran y parecían más serias, cuando los locutores de los campos cumplían la función de informar de las alineaciones y de los cambios y de anunciar algunas instrucciones a los espectadores. Antes de que el ruido gratuito, los karaokes ridículos y las payasadas importadas invadieran los campos, incluido San Mamés, que parecía a salvo de estupideces gracias a la sobriedad de Juanjo.
Juanjo Zearreta se ha muerto regresando de un acto solidario. No he visto ni una línea en la página web del Athletic. Me pregunto si dentro de unas horas habrá un recuerdo, un brazalete negro, no sé, algo, cuando el equipo salte al terreno de juego del Sardinero. Porque sin memoria no somos nada y para este club en especial, la memoria, la historia, debe ser su principal sustento.

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viernes, 6 de noviembre de 2009

Esperpento en medio del oceáno

El Athletic consiguió en Madeira lo que quería: eliminar al Nacional de la lucha por la calificación. El empate es suficiente para lograr el propósito. Como, además, el Werder Bremen ganó al Austria de Viena, el panorama del grupo es diáfano para los rojiblancos. Un punto en Viena sería suficiente; en caso contrario siempre quedaría el partido en San Mamés contra unos alemanes clasificados desde ayer.
En el partido de Madeira pudimos aprender más cosas, algunas nuevas, otras no tanto, respecto al Athletic en particular y al fútbol en general. Por seguir un orden, convengamos, por ejemplo, que nos enteramos de que los árbitros malos no son patrimonio exclusivo de la Liga española, que en Escocia también los hay, y que los árbitros pueden hacer el ridículo actuando en solitario, en trío o en cuadrilla, como en este invento que están probando en la Europa League. Que William Collum dejara en tarjeta amarilla una entrada por detrás de Pinto a Iraola en el primer tiempo, en una acción que tenía todas las trazas de ser un caso práctico preparado por el Colegio de Árbitros para explicar uno de los supuestos de expulsión directa, explica el tenor del árbitro escocés. La que montó después con la repetición del penalti contra el Athletic, transformado durante unos segunos en falta contra los portugueses, recordó los mejores momentos de tipos tan divertidos en el campo como Andújar Oliver o Brito Arceo, ¡qué tiempos aquellos!.
Aprendimos también que por mucho que creamos que ya le conocemos, todavía nos falta mucho por descubrir de Caparrós, una caja de sorpresas. La sustitución de David López en el minuto 60, justo cuando el ex osasunista estaba jugando mejor, entendiéndose de maravilla con Joseba Etxeberria y dinamitando el costado izquierdo de la defensa portuguesa, constituye una de las decisiones más incomprensibles de este técnico en los últimos tiempos; a la par del asunto de la cesión de San José, por lo menos.
Por último, last but not least, los jugadores del Athletic nos volvieron a obsequiar con una nueva desmostración de, llamémoslo, irresponsabilidad, por no profundizar en la consistencia de su masa neuronal. El esperpento del último cuarto de hora, cuando el Athletic pudo ganar pero también perder y el espectáculo de los últimos cinco minutos encerrados en el área propia a merced de un rival en inferioridad que hasta entonces había dado más pena que miedo, son de su única responsabilidad y no cabe, en este caso, mirar al banquillo buscando culpables. Son los futbolistas que están sobre el césped los que tienen que pararse a pensar cinco segundos sin caer en la histeria, el balonazo donde vaya y la carreras sin sentido ni orientación. Hubiera bastado que los rojiblancos se fijaran en la lección de veteranía que dio durante toda la segunda parte, ésta vez sí, Joseba Etxeberria, con el único lunar de pasarse de listo tirándose en el área cuando encaraba la portería rival con ventaja, bien sea que con el balón en su pierna mala. A lo mejor Joseba erró el cálculo al pensar que el árbitro escocés era tan malo como parecía.
Fue un partido de esos que el castizo define como de ganar con la gorra, y con las manos en los bolsillos, añadiría yo, pero el Athletic lo acabó convirtiendo en otro ejercicio de sudor y taquicardia. Esta vez se lesionó Llorente, lo que constituye una pésima noticia, aunque De Marcos, Etxeberria y David López demostraron que también se puede atacar y hacer daño moviendo el balón a ras de césped. Otra cosa es que Caparrós se fijara. A lo mejor sí, y por eso quitó a López. Vaya usted a saber.

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miércoles, 4 de noviembre de 2009

En la LFP piensan que Hacienda somos todos menos ellos

La Comisión de Presupuestos del Congreso ha aprobado una proposición de ICV, BNG e IU para que los trabajadores extranjeros que residan en España menos de diez años y ganen más de 600.000 euros al año, coticen a Hacienda el tipo general para estos ingresos, un 43%, en lugar del privilegiado 24% actualmente en vigor para estos casos. Esa diferencia de 19 puntos se estableció en su día para tratar de captar cerebros extranjeros que colaboraran en el desarrollo científico y la investigación, pero a la vista de los resultados prácticos, el beneficio fiscal ha acabado atrayendo más músculo que neuronas.
La LFP presidida por ese mago de la economía (propia) que es José Luis Astiazarán, ha montado en cólera, ha convocado asamblea extraordinaria, y ha amenazado con "paralizar la competición", o sea, con el último recurso de los parias da la tierra: la huelga. Dice la patronal futbolística que si se les obliga al dislate de tener que pagar impuestos como todos los mortales, la "Liga de las estrellas" dejará de ser la mejor Liga del mundo, y que hasta ahí, podíamos llegar.
Para entender el enfado de la LFP hay que partir de la idea de que en el fútbol profesional, el IRPF no es una cuestión personal de cada trabajador o asalariado, sino que corre íntegro por cuenta de la empresa. Las megaestrellas galácticas y sus representantes están demasiado ocupados en la búsqueda de nuevas vías de ingresos como la publicidad o los derechos de imagen, así que cuando firman sus contratos con los clubes lo hacen en términos de salario neto. Es decir, que si fulanito ha fichado por seis millones de euros anuales, esos seis millones van íntegros a su cuenta corriente. Los impuestos que generen esos seis millones corren siempre por cuenta del club que para eso tiene contables y expertos en eso tan molesto y desagradable que es descontar a lo que es de uno, el salario, la parte que es de todos, los impuestos. Cuando Astiazarán dice que si a los futbolistas extranjeros les aumentan los impuestos la Liga española dejará de ser tan atractiva para ellos, una vez más hace una afirmación que se aleja, o al menos no coincide, con la realidad. Pero eso tampoco es noticia.
Es fácil entender el enfado de Florentino, Laporta y compañía, que ven cómo a partir del ejercicio fiscal 2010 tendrán que pagar 19 puntos más de impuestos por los emolumentos de sus estrellas, aunque esto no sea exactamente así, ya que la norma no tiene carácter retroactivo y sólo se aplicará a los contratos que se cierren a partir del primero de Enero. Los impuestos de Cristiano Ronaldo, Ibrahimovich y compañía seguirán siendo ridículos en comparación con los que pagamos el resto de los ciudadanos.
Pensando en zurigorri la nueva situación fiscal puede beneficiar de manera indirecta al Athletic aunque solo sea por la dificultad añadida que tendrán los otros equipos para fichar a figuras extranjeras. Se supone que esos 19 puntos extra tendrán que ser detraídos del monto total de la oferta y, por lo tanto, la Liga española ya no será tan atractiva para los futbolistas de otros países. Digo que se supone porque todo es tan relativo que lo más probable es que esa diferencia (diferencial diría un economista), se diluirá en conceptos tan dispares como el tiempo de duración del contrato, las primas y premios especiales o las cuentas B en islas remotas que nadie ha visto pero solo porque la gente viaja poco para ahorrar y pagar sus impuestos. Al fin y al cabo los dirigentes del fútbol profesional han dado sobradas muestras de su habilidad para transitar por el lado oscuro de la economía en general y de las leyes fiscales en particular.
Al margen de esa primera reacción de la LFP, estoy en ascuas por saber si, con la que está cayendo, tendrán el cuajo suficiente para persistir en su indignación y en su amenaza. Claro que en un país en el que dos ciudades como Vigo y Sevilla se echaron a la calle para defender a dos equipos que no presentaron ni cuentas ni presupuestos en plazo legal, no cabe descartar nada.

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domingo, 1 de noviembre de 2009

Dos caras de la misma victoria

Ya era hora de que el Athletic tuviera buena suerte en momentos decisivos. Empieza a ser al menos tan legendaria como la del difunto Muñoz la flor de Caparrós, pero la verdad es que la buena suerte del entrenador no se había manifestado en toda su magnitud como durante el segundo tiempo del partido contra el Atlético de Madrid, cuando en apenas un minuto Forlán y Agüero amenazaron con derribar la portería de Ingenieros con dos balonazos que se estrellaron en la cepa del poste y en la escuadra izquierda de manera consecutiva. Antes, en el primer tiempo, la madera de la portería de la Misericordia también repelió otro remate colchonero, todavía con el marcador inicial. Así, de memoria, creo que Armando ya poseía el récord de tres remates al poste en el mismo partido, pero lo del sábado tuvo una trascendencia especial por cómo, cuándo y contra quién se produjeron. Si, además, sirvieron para sumar una victoria crucial, podemos concluir sin temor a exagerar que San Mamés revivió el milagro "de la Begoña" que dijo Luis Fernández después de remontar un 0-1 ante el Celta entre los minutos 88 y 89.
La suerte, buena y mala, podrá esgrimirse como explicación de lo que aconteció en San Mamés, pero sería elevar la anécdota a categoría. Ese factor juega siempre en un partido, unas veces con más incidencia que en otras, pero los que de verdad juegan y tienen la decisión en su poder son los futbolistas y a ellos y su trabajo hay que atribuir el desenlace de un partido. El Athletic ganó porque salió con su cara más fiera y porque supo componer un gesto agónico hasta el final. Las dos caras de la misma victoria.
Contra el Atlético de Madrid, los leones hicieron méritos suficientes durante un primer tiempo que solo cabe calificar como brutal por el esfuerzo y el derroche de los once protagonistas. Los jugadores del Athletic saltaron al campo como deberían hacerlo siempre en San Mamés, es decir, dispuestos a empujar al rival hasta empotrarlo contra su portería. Ni siquiera alguna jugada bien enlazada entre Simao, Forlán y Agüero, sirvió para templar la furia de los de Caparrós. Con un Javi Martínez inmenso en un partido de tralla de los que a él le gustan, con un Toquero más tremendo que nunca y con un par de estiletes como De Marcos y Susaeta, el Athletic puso cerco al área colchonera, hasta donde también llegaban Kokili e Iraola, en un aprovechamiento de las bandas insólito en el estilo de Caparrós. Llegó el gol de Javi Martínez y debió llegar el penalti en un derribo a Toquero que el propio delantero trató de evitar en un alarde de inocencia o de la más absoluta falta de picaresca, intentando saltar por encima del portero. Cualquier otro futbolista del mundo, se hubiera quedado parado tan ricamente a la espera de ser atropellado por un portero que salía ciego. Toquero, no; Toquero intentó dar continuidad a la jugada saltando por encima del guardameta quien, a pesar de todo, le derribó.
Debería servir esa jugada a Caparrós para que recapacite sobre su obsesión por practicar ese otro fútbol tan natural en Sevilla, pongamos por caso, pero tan extraño históricamente a los jugadores del Athletic. Se volvió a comprobar cuando en el último minuto, cuando no todo San Mamés, sino todo Bilbao pedía la hora, David López eligió intentar una penetración individual casi imposible, cuando lo tenía todo a su favor para irse al banderín de corner a esperar que amaneciera. Cada equipo tiene su propia genética y a del Athletic es ésta.
Por eso, entre otras cosas, tuvo que sufrir tanto durante todo el segundo tiempo. El esfuerzo de la primera parte pasó factura en piernas y pulmones y los rojiblancos tuvieron que apechugar media hora larga tratando de hacer exactamente lo que no saben, es decir, conservar el balón, especular y matar el partido. Las lesiones de Toquero, Orebaiz y Susaeta contribuyeron además a trastocar el dibujo, y el equipo quedó entonces a merced del buen fútbol de ataque de un Atlético que, afortundamente, está en fase de no. Con muchísimo menos marcó Forlán tres goles el año pasado. Esta vez la madera, Iraizoz y su falta de puntería, le devolvieron virgen al vestuario. Para mártir ya está todo el equipo que ahora dirige Quique, el amigo de los niños del Frente Atlético.
El Athletic salvó una final y podrá viajar con mejor cara a Madeira. Olvidemos la depresión y, por favor, dejemos de ponernos la venda antes de la herida. Si, como dijo Caparrós, las tres competiciones nos pueden costar la vida, digámoslo claro desde el principio y nos ahorramos la inscripción en la Copa. Ya está bien de victimismo.

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