miércoles, 30 de noviembre de 2011

Una plantilla con poco margen para la rotación

El hecho de que el Athletic esté ya clasificado para la siguiente fase de la Europa League resta trascendencia al partido ante el Slovan y anima a más de uno a calcular que Bielsa dispondrá de un equipo de circunstancias para este choque. Habría que matizar, sin embargo, eso de la escasa trascendencia del último partido de la fase de grupo que se disputará en San Mamés, porque los puntos en juego siguen teniendo un valor deportivo...y económico. Acabar como campeón de grupo garantiza jugar el segundo partido de los dieciseisavos de final en casa, una circunstancia que siempre otorga una pequeña ventaja competitiva. Por otro lado, la UEFA, en previsión de que se produzcan esta clase de partidos intrascendentes en la fase de liguilla, al menos para uno de los contendientes, ha establecido unos incentivos económicos en forma de primas por puntos, que no deberían ser desechadas de antemano en los tiempos que corren aunque, evidentemente, el interés deportivo prime sobre el económico a la hora de tomar una decisión. Por último, y no menos importante, está el asunto del público. No ha tenido una gran respuesta en taquilla esta primera fase de la competición europea. Los abonos vendidos han sido muchos menos de los esperados por el club, y si las gradas ya presentaron un aspecto muy pobre ante el PSG, el día del Salzburgo la asistencia fue más parecida a la de un partido de Copa contra un Segunda B, que a la que se espera en una competición europea. Un club que como el Athletic, cuenta con una afición fiel y una más que asentada tradición de noches europeas en San Mamés, debería analizar en profundidad qué es lo que ha pasado para que ocurra este fenómeno. La crisis, la saturación de fútbol en televisión o la escasa entidad teórica de los rivales, podrían facilitar algunas pistas al respecto aunque me temo que no todas. En cualquier caso la institución ha reaccionado bien, premiando a los socios que se hicieron con el abono con la posibilidad de hacerse con entradas a precios de saldo. La excelente respuesta en taquilla anuncia una gran entrada que estará formada por aficionados, o no tanto, que no se suelen acercar habitualmente por la catedral. Una razón más para que los que salten al césped traten de ganarse una ampliación de la clientela, además de mantener el debido respeto a los habituales.
Centrándonos en lo deportivo, resulta obvio pensar que un partido de estas características es el más propicio para que el entrenador recurra a eso que se ha dado en llamar rotación. Lo que ocurre en el Athletic es que Bielsa dispone de una plantilla lo suficientemente reducida como para que apenas tenga margen suficiente para cambiar el aspecto del equipo porque, además, la propia dinámica de la competición, en forma de sanciones o lesiones, ya ha estado haciendo su propia rotación de una manera natural.
Si acudimos a los números, tenemos que, además del portero, son Llorente, Muniain, De Marcos, Susaeta y Javi Martínez los que más minutos han jugado, seguidos de cerca por Iraola, Amorebieta e Iturraspe, y un poco más lejos, Aurtenetxe. Los centrales San José y Ekiza se han repartido los minutos y la condición de titulares, mientras que un jugador considerado indiscutible como Herrera, ha tenido un importante descanso forzoso por culpa de una lesión y la posterior intervención quirúrgica. Quedarían pues, como relevos naturales con plaza fija en la plantilla únicamente Toquero, Gabilondo, Iñigo Pérez y David López. A ellos cabría sumar a Ramalho o Ibai, además del resto de los jugadores del filial inscritos en la lista previa para la competición europea, cuyo concurso masivo desfiguraría la alineación hasta extremos poco probables en un equipo de Bielsa. Hasta ahora, el técnico argentino ha demostrado no ser amigo de cambios y ha preferido recurrir a diversas combinaciones con un grupo reducido de jugadores a los que, eso sí, ha dotado de la suficiente polivalencia como para que la baraja pareciera muy distinta con las mismas cartas. Tiene margen para dar un respiro a algunos de los fijos pensando en el partido del próximo domingo en Mallorca, aunque no tanto como para que nos encontremos con un equipo irreconocible. Por cierto, que el partido europeo no podía haber estado mejor situado en el calendario. Mejor no pensar en lo que hubiera sido en el plano mediático, una semana entera hablando, escribiendo y estableciendo comparativas entre Caparrós y Bielsa.

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lunes, 28 de noviembre de 2011

El Athletic tropieza otra vez en la misma piedra

El Athletic completó ante el Granada su particular trilogía de novela negra. Como ante el Rayo y el Betis, el equipo de Bielsa fracasó en San Mamés ante un recién ascendido. Un punto de nueve posibles en casa frente a los tres recién llegados, constituye una marca digna de estudio. Si a ello le sumamos el empate obtenido de aquella manera ante el Salzburgo en la Europa League, tenemos la colección completa.
De nuevo el Athletic tropezó en la misma piedra. Suena ventajoso decir ahora que me lo temía, pero lo digo: me lo temía y grabado está en un programa de radio. Desde que Bielsa se hizo cargo del equipo está meridianamente claro que el Athletic sufre más en casa que de visita. Su fútbol requiere los espacios que normalmente encuentra lejos de San Mamés. A excepción el partidazo ante el Barcelona, el Athletic ha jugado mejor y ha dado más espectáculo como visitante que como anfitrión. Paradojas del fútbol, el equipo rojiblanco se desenvuelve mucho mejor ante grandes rivales que le tratan de igual a igual, que ante contrarios aconejados que lo fían todo en la destrucción. En este sentido, el Granada fue el equipo más miserable de los que han pasado ultimamente por San Mamés. Su mezquindad llegó a extremos escandalosos con la complacencia de un árbitro que a lo mejor se sabe el reglamento (argumento recurrente de los colegiados para desautorizar a sus críticos) pero no entiende el juego. Una jugada define la labor de Undiano Mallenco. Mediado el primer tiempo el portero visitante reclamó a las asistencias quejándose de molestias en la parte posterior del muslo derecho. Largamente atendido sobre el terreno, y llegado el balón a sus manos tras devolverlo el Athletic desde la banda, el guardameta sacó en largo con la pierna supuestamente lesionada. Si el árbitro no comprende que le acaban de tomar el pelo y no toma medidas en consecuencia, es que no entiende nada de lo que está pasando. Si además después de esa incidencia y de otras que hubo a lo largo de la primera parte, solo prorroga un minuto antes del descanso, es que también hay que dudar sobre su percepción espacio temporal.
Pero no fue Undiano el principal responsable de la derrota del Athletic. Eso hay que achacarselo a los propios rojiblancos, que nunca supieron por dónde hincarle el diente al correoso y ultradefensivo Granada. Durante la primera media hora, los de Bielsa practicaron la cristiana virtud de la paciencia hasta exasperar al propio santo Job. Toques y más toques en tres cuartos de campo buscando un hueco inexistente entre la doble barrera que dispuso Fabri al borde de su área. Por dentro Llorente empezó entonado pero acabó perdido en la maraña, Herrera lo intentó, pero no encontró socios, De Marcos corrió y peleó sin jerarquía, e Iturraspe se mostró desesperantemente lento y fallón en los pases. Por fuera, Iraola no fue el lateral incisivo que necesitaba el equipo en un partido de esas características, como tampoco lo fue Aurtenetxe, nulo en ataque. Muniain, pegado a la banda, se perdó en odiosas batallitas personales (alguien del club le tendrá que explicar a este chaval algunas cosas) y Susaeta volvió a desmerecer la confianza plena que en él ha depositado el entrenador.
Cuando el Granada consiguió su gol en el saque de un corner, en lo que constituyó su única aproximación a la portería de Iraizoz, el partido se puso donde quería el equipo andaluz, y donde temían los rojiblancos. La celebración del gol fue toda una declaración de intenciones. Tanta efusividad no se ve ni en una boda gitana. ¡Qué abrazos!, ¡qué besos!, ¡cuánto ir de aquí para allá saludando y dándose palmatidas!. Total, entre que Iraizoz sacó el balón de su red y Llorente lo puso en juego en el centro del campo, pasaron no menos de tres minutos. Sólo faltó que Fabri saliera del banquillo a echar arroz a sus chicos.
Hacía falta más velocidad y más precisión en el manejo del balón del que mostaron los rojiblancos para saltar un cerrojo que se fue apretando a medida que pasaban los minutos. Con diez jugadores por detrás de la pelota, desmayos repentinos que requerían la atención del siempre servicial colegiado, interminables conversaciones entre el portero y sus defensas cada vez que tenían que sacar de puerta los granadinos y una ansiedad creciente en la grada y en las filas rojiblancas, fue transcurriendo el segundo tiempo sin soluciones y, lo que es peor, sin ocasiones que evidenciaran la cercanía de un gol cada vez más imposible. Esta vez, ni los cambios funcionaron. Lógico y acertado el de Gabilondo por Aurtenetxe, para llevar a De Marcos a la banda y a Muniain al centro, quedó anulado con el siguiente movimiento, la retirada de Herrera, socio preferente del pequeño navarro, para dar entrada a David López, quien, por cierto, evidenció su jerarquía a balón parado. El último cambio, el de Iñigo Pérez por De Marcos solo se explica por el agotamiento del relevado y el intento de buscar una solución ya a la desesperada.
Tiene trabajo por delante Bielsa para dar con un remedio ante estos partidos porque me da que en adelante se van a repetir muy a menudo en San Mamés. Son encuentros que todos hemos visto muchas veces en la catedral y que tienen un guión muy reconocible. Si el Athletic es capaz de abrir la lata en un tiempo prudencial, lo normal es que la cosa acabe en goleada; pero si la portería se resiste, llegan los problemas. El Athletic no tiene un hombre resolutivo en el área, un delantero de veinticinco goles por temporada que sea capaz de desatascar esta clase de partidos. Por eso debería probar otras cosas. ¿Alguien ha prohibido disparar a puerta si el balón no está en el área pequeña?.¿Qué fue de la probada eficacia que tenían los rojiblancos con el balón parado el año pasado sin ir más lejos?. ¿No hay nadie más que David López y Gabilondo capaz de botar un corner medianamente decente?. Sería bueno tener respuestas a estas y otras preguntas antes de las visitas de Racing o del Zaragoza. De lo contrario la trilogía puede acabar en antología.
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martes, 22 de noviembre de 2011

Mejoría cuantitativa y cualitativa

Disputadas las doce primeras jornadas de Liga, estamos ante un plazo suficiente para hacer una primera valoración global del Athletic de Bielsa. Clasificados para la segunda fase de la Europa League a falta de dos jornadas para la finalización de la liguilla, han tenido que transcurrir doce partidos de la competición doméstica para que la afición se manifieste unánime reconociendo el salto que ha dado el equipo en lo que a juego se refiere. Como no podía ser de otra manera, los elogios son más pródigos y llamativos lejos del entorno natural que en los aledaños de San Mamés. El Athletic se ha convertido en el equipo de moda de la Liga española sobre todo a raíz de su magnífico partido contra el Barcelona, aunque el reconocimiento ya venía de antes, por ejemplo desde el partido de Valencia. Pero ha tenido que llegar la exhibición de Sevilla para que los seguidores rojiblancos disipen las dudas que aún le quedaban pendientes. Y no todas. Todavía se pueden leer o escuchar algunas críticas que ya tocan aspectos residuales como la vestimenta del entrenador o algunos fallos puntuales de éste o de aquel jugador. Es mucho más fácil señalar los errores ajenos que admitir los propios, así que en algunos foros ahora se discute sobre la posición que tenía cada uno en aquel lejano mes de septiembre, cuando las elecciones estaban todavía muy recientes. Es muy propio de la condición humana negar lo dicho confiando en la falta de memoria del interlocutor. Ya lo hizo un tal Pedro, según las Sagradas Escrituras, negando hasta por tres veces a su Señor. La lengua española lo resume muy bien: 'donde dije digo, dije Diego'. ¿Cómo no vamos a ser ahora todos bielsistas convencidos si este país está lleno de demócratas de toda la vida como podemos comprobar a diario?.
Lo cierto es que los números también confirman la mejoría, tanto en aspectos puramente cuantitativos como, sobre todo, cualitativos. El Athletic tiene después de disputada una docena de partidos, un punto más que el año pasado a las mismas alturas del campeonato. Se dirá que un punto no constituye suficiente argumento como para justificar tanto entusiasmo desbordado. Y es cierto. Un punto no es nada y mucho menos cuando el Athletic también tuvo un comienzo un tanto vacilante la pasada temporada.
La diferencia radica en cómo y ante qué rivales ha conseguido el Athletic los diecisiete puntos que tiene ahora mismo en su casillero. La calidad por encima de la cantidad, aunque siempre habrá quien sostenga que todos los puntos valen lo mismo, lo que no deja de ser una inapelable verdad.
Pero tomemos la lista de rivales y comparemos resultados con el año pasado ante los mismos equipos. Hay que descartar a los dos recién ascendidos, Betis y Rayo, frente a los que el Athletic solo ha sumado un punto. La cosa mejora mucho cuando analizamos el resto de resultados. En San Mamés el Athletic ha sumado este año ocho puntos (nueve sumando el del Rayo) distribuidos de la siguiente forma: Uno contra el Villarreal (1-1), tres contra Osasuna (3-1), tres contra el Atlético de Madrid (3-0) y uno contra el Barcelona (2-2). El año pasado contra estos mismos rivales, los rojiblancos sumaron tres puntos en la catedral, los que ganaron, ante Osasuna (1-0) con aquel gol de Gurpegui en el último segundo. El resto fueron derrotas: 0-1 ante el Villarreal, 1-2 con el Atlético, y 1-3 ante el Barcelona.
Los números prácticamente se repiten en los desplazamientos. El Athletic ha sumado otros ocho puntos con el siguiente desglose: 1-2 ante la Real, 1-1 en Valencia, 1-1 en Gijón y 1-2 en Sevilla. Las visitas a Espanyol y Málaga se saldaron con derrotas, 2-1 en Barcelona y 1-0 en la Rosaleda. El año pasado fue algo peor. Los leones solo acertaron a sumar dos puntos por sus empates en Málaga (1-1)gracias a aquel gol de cabeza de Javi Martínez en el último suspiro, y en Gijón (2-2). El resto de desplazamientos se saldaron con derrotas. 2-1 ante el Espanyol, 2-0 en Anoeta, 2-1 en Valencia y 4-3 en Sevilla.
Ante los mismos rivales y en idénticos escenarios, el Athletic ha sumado este año 16 puntos frente a los cinco que consiguió la pasada temporada. Si se tiene en cuenta, además, la entidad de los equipos que ya se han enfrentado a los rojiblancos, el dato adquiere una dimensión digna de tener en cuenta. Es cierto que si nos vamos a los números absolutos, el Athletic solo tiene un punto más que la pasada temporada tras la jornada doce. Pero a ningún aficionado se le escapa la diferencia de calidad de esos puntos. Al Athletic le bastaría con repetir prácticamente la solvencia que demostró el año pasado ante casi todos los rivales situados en la mitad baja de la tabla para mejorar de manera ostensible la suma final. Pero ya se sabe que en el fútbol y en las elecciones las matemáticas dejan de ser una ciencia exacta.
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domingo, 20 de noviembre de 2011

Un ejercicio de estilo

A estas alturas, y después de partidos como los disputados contra el Barcelona, el Valencia o el Atlético de Madrid, quedaban muy pocas dudas sobre el proyecto que tiene Bielsa para el Athletic. Siempre queda algún recalcitrante, pero, en honor a la verdad, últimamente no se tenían noticias de los cenizos. Después de la exhibición de los rojiblancos en Sevilla, las únicas dudas que se plantean ante este equipo se refieren a determinar dónde está su techo.
El Athletic acabó con dieciocho años sin conocer la victoria en el Sánchez Pizjuán de una manera brillante, completando a lo largo de los noventa minutos un ejercicio de estilo que define cuáles son sus planes. Llenos de confianza, convencidos de que están en el camino correcto, todos los protagonistas se aplicaron a la tarea con el espíritu de los que se saben en posesión de la verdad. Y la verdad futbolística de este equipo es que se está convirtiendo, si de hecho no lo es ya, en la gran atracción de la temporada. Basta con escuchar y leer lo que se dice del Athletic por ahí. Los rojiblancos encantan a público y crítica con la frescura de su juego, con su atrevimiento juvenil, con su honestidad sobre el césped. El Athletic juega, divierte y se divierte, sin una mala cara, sin recurrir a ese mal llamado otro fútbol, sencillamente practicando un fútbol de verdad, el que merece la pena, el de tocar y salir, el de los apoyos continuos, el del pase y el desmarque, el de la solidaridad de los centrocampistas con los defensas, el de los laterales con los delanteros, el fútbol total que en su día preconizó Rinus Michels y del que Johan Cruyff fue su mejor profeta.
El magnífico partido de Sevilla tiene además una trastienda que merece la pena resaltar, y es la extraordinaria versatilidad que Bielsa ha dado a una plantilla aparentemente corta pero que se alarga hasta casi el infinito precisamente por la polivalencia de muchos de sus componentes. En el Sánchez Pizjuán faltaron Amorebieta, Ekiza e Iturraspe, es decir, los dos centrales titulares y el medio centro sobre el que estaba gravitando el equipo en los últimos partidos. A primera vista las ausencias constituían la disculpa perfecta para explicar cualquier fracaso, incluso para justificar una traición momentánea a los principios. A primera vista y para cualquier entrenador. Para Bielsa no; para el técnico argentino no hay disculpa que valga ni circunstancia que le empuje a traicionar su idea, por muy complicada que sea. Recurrió a San José, el tercer central de su lista, escoltado por Aurtenetxe a la izquierda y Javi Martínez a la derecha. Tres centrales que sin balón recibían las ayudas en las bandas de Iraola por la derecha y de De Marcos, otra vez, en la banda izquierda.
Pero la sorpresa que se reservaba el técnico era otra de más calado si cabe: la presencia de Iñigo Pérez como medio centro por delante del eje defensivo, el sitio de Iturraspe. El navarro, descartado en verano, se convirtió ayer en la clave de bóveda del equipo, el hombre en torno al que orbitaron los Herrera, Muniain, Llorente y Susaeta para hacerse con el balón y los espacios hasta acabar desquiciando a un Sevilla reservón y lleno de dudas que nunca supo cómo superar el planteamiento del rival.
La trascendencia del trabajo de Bielsa radica precisamente en su gestión de la plantilla. Todos los jugadores se consideran importantes porque realmente lo son, y saben que tienen que estar preparados para asumir su responsabilidad en cualquier momento. Se dudó en su día, y fue tema de encendido debate, de la decisión de ceder a Orbaiz al Olympiacos. A primera vista otra vez, parecía que el equipo se quedaba huérfano de un jugador importante en una zona del campo crucial. Tres meses después, Iturraspe lleva camino de consolidarse en ese puesto, Iñigo Pérez acaba de presentar su candidatura y Javi Martínez siempre está ahí para lo que haga falta. Incluso Herrera y De Marcos podrían entrar en otras combinaciones.
El trabajo en la trastienda genera como resultado visible exhibiciones como la del Sánchez Pizjuán. Dieciocho años después (Muniain apenas sabía andar cuando el Athletic ganó allí por última vez) los rojiblancos se dieron un homenaje al que se solo se le puede poner el pero de la falta de contundencia. Un equipo que juega tanto y genera tantas ocasiones claras en campo contrario, merece resolver el partido sin necesidad de correr el riesgo de una jugada desafortunada en el último momento. Es cierto que los rojiblancos jugaron con solvencia, incluso con suficiencia, en el tramo final del partido, pero nadie está a salvo de una jugada desgraciada y menos en un campo tan maldito para el Athletic como el del Sevilla.
Afortunadamente esta vez no hubo accidentes y los leones se llevaron los tres puntos como justo premio al repasito que le dieron al equipo de Marcelino a lo largo de los noventa minutos. Tres puntos que ya sitúan al Athletic en los puestos europeos y que sirven para prolongar su racha de imbatibilidad. El equipo sigue creciendo y lo mejor es que todavía no se adivina qué talla puede alcanzar, aunque aquel equipo adolescente de hace apenas un par de meses apunta a que será un chico alto, muy alto.

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lunes, 14 de noviembre de 2011

A falta de competición, rumores y especulaciones

Como fruta del tiempo, han llegado puntuales en cuanto la pelota ha dejado de rodar. Me refiero a los rumores y a las especulaciones, a los dimes y a los diretes que ocupan en las páginas de los periódicos el espacio reservado a las crónicas de los partidos. Los gabinetes de comunicación de los clubes deberían tener preparado un plan B para los fines de semana sin partido, un catálogo de noticias, proyectos a largo plazo, alguna renovación... en fin, algo que les sirviera para alimentar a la bestia manteniendo un cierto control de la situación. Ahora que los entrenamientos a puerta cerrada se han aceptado con naturalidad y los jugadores protagonistas de las ruedas de prensa los eligen los clubes y no los periodistas (sigo sin salir de mi asombro con este asunto), los responsables de la cosa siguen condenados a desayunarse con algún rumor con menos fundamento que malicia en cuando se para la competición.
Ha vuelto a suceder este fin de semana. La cosa empezó con unas presuntas declaraciones de Zubiaurre que el jugador se vio en la obligación de puntualizar. No se trata de culpar al mensajero, pero si llega a haber partido este fin de semana, para rato a alguien se le ocurre hacerle una entrevista a Zubiaurre.
Hoy lunes hemos podido enterarnos, gracias a la prensa deportiva de Madrid, de dos noticias que atañen al Athletic. Uno de dichos diarios afirma que Urrutia quiere renovar a Bielsa y que éste está de acuerdo en ampliar su contrato. La base de la noticia la encuentran los periodistas en que al parecer el técnico ha preguntado en una urbanización de lujo por las condiciones de ingreso en la misma. Siempre según el periodista, Bielsa acudió en compañía de su esposa, lo que refuerza la teoría; ya se sabe (aunque no lo diga el periodista) la fuerza que tienen las mujeres en estas cosas. El gran partido del Athletic ante el Barcelona ha tenido la virtud de convertir al bielsismo a todos aquellos que en agosto se preguntaban si el técnico comería el turrón en Bilbao. Si el Athletic repite espectáculo dentro de siete días en Sevilla, empezarán las urgencias para renovar al técnico y no faltarán quienes acusen a Urrutia de hacer dejación de sus funciones y de tener un carácter pusilánime que le impide ejercer de presidente tomando decisiones. Al tiempo.
El otro deportivo madrileño, fiel a su estilo pese al cambio de director, nos ofrece un clásico: el interés del Real Madrid en fichar a Muniain para ir preparando un equipo para 2014. Antes fue Guerrero, luego Llorente y ahora Muniain. Muchísimo antes fueron Iribar o Rojo. Cada verano más o menos.
Esta vez los rumores son inocuos y tienen su fecha de caducidad muy cercana. Morirán con el primer entrenamiento previo al partido de Sevilla y con las declaraciones frescas de los jugadores que salgan a la sala de prensa. Como mucho, alguno intentará tirar del hilo de Muniain, y otros esperarán a que la renovación de Bielsa se produzca allá por primavera más o menos, para escribir eso tan bonito de 'como ya adelantó este periódico...'
El negocio está montado así, siempre lo ha estado y en ese sentido no caben las sorpresas. El periodismo de más allá del Ebro ha descubierto al Athletic porque ha empatado con el Barcelona y los descubridores tienen que confirmar su condición. No quiero ni pensar lo que será esto cuando el Athletic visite Chamartín. Igual alguno se quiere llevar hasta a Bielsa. Por eso, aunque todos sepamos que el negocio está montado así, no estaría de más que no lo olvidemos y no piquemos los anzuelos. O sea, que nada de perder los nervios ni entrar al trapo. Cada cosa a su tiempo.

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jueves, 10 de noviembre de 2011

La broma de los horarios

El Athletic recibirá al Granada el domingo, 27, a las 19:50 horas, según ha confirmado hoy mismo la LFP. Tan peculiar horario obedece al adelanto de media hora del último partido de la jornada del domingo. Hasta ahora este encuentro comenzaba a las diez de la noche pero a partir de esa jornada la hora de inicio será las 21:30. Dicen los tenedores de los derechos televisivos que así se adapta el horario a las condiciones del invierno, ya se sabe, una estación en la que la gente de bien se recoge antes en el calor de su hogar. Encima tendremos que agradecerles el detalle.
Empezando a jugar el partido anterior a las 19:50, se supone que el telespectador puede pasar sin solución de continuidad de un partido al siguiente. Un vistazo al reloj desmiente la teoría, puesto que el partido en cuestión, en este caso el del Athletic, acabaría a las 21:35 con dos tiempos de cuarenta y cinco minutos y un descanso de quince. Eso sin contar las prolongaciones que, normalmente suelen ser de un minuto en el primer tiempo y de tres o cuatro en el segundo, si no ha habido demasiadas incidencias. Adelantar la hora de inicio supondría coincidir con el final del partido anterior que, siempre en pura teoría, acabaría a las 19:45. Así que caben dos posibilidades: a) que el operador televisivo haya calculado que todo el pescado estará vendido en San Mamés para el minuto 85 o antes, y b) que estén pensando en acortar a diez minutos el tiempo de descanso.
In illo tempore, cuando los horarios de los partidos los decídían los clubes, el Athletic solía jugar sus partidos nocturnos en San Mamés a las 20:15, cuando lo normal era que en todos los campos se jugara a las 20:00, salvo en Valencia que empezaban a las 22:00 e iban cenados al campo. La razón de tan peculiar horario en San Mamés obedecía a una solicitud de los comerciantes de la ciudad para que los socios de dicho sector tuvieran con esos quince minutos, tiempo suficiente para cerrar sus tiendas y acudir al campo. Tenía su lógica y su razón. Lo de ahora, es otra cosa; pertenece al género del humor. Y es mejor pensar que obedece a la pura casualidad el hecho de que sea precisamente el Athletic quien estrene tan peculiar horario. Lo contrario sería atribuir a los autores del disparate una inteligencia al servicio de la maldad que, sinceramente, creo que no les alcanza.
Son las cosas de empeñarse en copiar una fórmula ya ensayada, la de televisar todos los partidos de la jornada de forma consecutiva, cuyo fracaso quedó en evidencia con la deserción masiva de los espectadores de los estadios. Aquí llevamos camino de lo mismo y teniendo en cuenta quiénes dirigen el cotarro, habrá que convenir en que no los encontraríamos mejores ni más capaces para conseguir arruinar un negocio tan boyante como el del fútbol. Si ellos no lo consiguen en un plazo razonable de, pongamos un par de años, podremos concluir que el fútbol y las cucarachas serán los únicos supervivientes tras un holocausto nuclear.
De momento, ya se empiezan a vislumbrar los primeros síntomas de la catástrofe. Ochocientos euros de taquilla en un partido de Segunda División, seis mil espectadores en un derbi Getafe-Atlético de Madrid, graderíos vacíos o semivacíos en casi todos los campos, abonados que comparan cuánto pagan por su abono y cuánto les cuesta comprar un paquete de televisión, socios que se ven en la tesitura de romper con sus costumbres familiares cimentadas en años de fútbol de domingo por la tarde...
El invento se cae por su propio peso y al parecer ni los chinos están dispuestos a echar una mano. El Real Madrid-Osasuna que se jugó al mediodía del pasado domingo se presentó como una especie de prueba de fuego, un ...como queríamos demostrar. Se llenó el estadio, quizá como reacción de la afición merengue hacia los que señalan al Real Madrid como único beneficiario junto con el Barcelona, de todo este lío, y al de pocas horas la trompetería triunfal anunció que sesenta millones de chinos habían visto el partido, sin especificar si en la cifra se incluían nuestros chinos de restaurantes y bazares. Lástima que apenas dos días después se rebajara el dato hasta la modestísima cifra de diez millones de chinos, lo que viene a ser en relación con la población total, como la audiencia de una de nuestras televisiones locales, chino arriba, chino abajo. Un éxito que augura que Florentino Pérez y Sandro Rosell venderán en China tantas camisetas de sus equipos como en su día vendió Badiola de la Real Sociedad.
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lunes, 7 de noviembre de 2011

El viejo león ha vuelto con toda su grandeza

Se han acabado los calificativos para describir el choque que el Athletic y el Barcelona disputaron anoche sobre el anegado césped de San Mamés. Fue sin duda uno de los partidos más bellos que se recuerdan en la época moderna. Se podrá recordar quizá la fiesta de la semifinal de Copa ante el Sevilla, pero no es lo mismo. Aquello fue una exhibición del Athletic arrollando al rival e incrustándolo contra su propia portería. Lo de anoche fue otra cosa, fue el choque de dos grandes equipos de igual a igual, sin superioridad ni a un lado ni a otro, un partido de ida y vuelta discutido sobre el simple argumento de a ver quién puede más. Cada uno con sus armas, parecidas algunas, muy distintas la mayoría, sin perder la cara en ningún momento, sin miedo a nada, con limpieza. Eso fue lo que hizo al partido mucho más grande de la media a la que estamos acostumbrados. Seguro que en el barcelonismo piensan lo mismo. Podrán recordar decenas de goleadas y exhibiciones de su equipo, pero lo de San Mamés fue otra cosa. Lo dijo Guardiola. Nunca se había enfrentado a un rival tan intenso, tan agresivo, tan capaz de robarle todos los espacios.
Como los calificativos se han acabado, recurriré a un par de datos que describen el encuentro. Uno de ellos es el de las alineaciones. El Barcelona alineó a su equipo de gala, sin reservas de ningún tipo, dando al partido la categoría que requería. Pero es que la alineación del Athletic merece comentario aparte. Bielsa dispuso un equipo con apenas dos defensas y medio para encarar al Barcelona, ni más ni menos. Contó con un central nato como Amorebieta, un jugador que puede ser central o lateral como Aurtenetxe y pare usted de contar. Iraola es un lateral de corte eminentemente ofensivo, y Javi Martínez, el segundo central, puede describirse como un futbolista tanto de destrucción como de creación, que lo mismo te roba el balón en el área propia que monta una acción de contrataque. El resto del equipo lo formaron Iturraspe, De Marcos, Muniain, Susaeta, Herrera y Llorente, seis jugadores de pura creación. Teniendo enfrente al Barcelona, un equipo que en cuanto te despistas para mirar el reloj te ha hecho tres goles, la cosa tiene una lectura que explica bien a las claras por dónde dirige sus pasos este Athletic de Bielsa.
El segundo dato describe el partido en general. Tal y como estaba el césped, la intensidad con la que se jugó y el ardor que pusieron todos los protagonistas en la pelea, los auxiliares no tuvieron que salir ni una sola vez al campo a restañar herida alguna. No hubo teatro ni engaño, el que se caía se levantaba con la ayuda del que le había derribado. De los noventa minutos reglamentarios, se jugarían ochenta u ochenta y cinco. No hubo eso que se ha venido en llamar el otro fútbol, hubo solo fútbol de verdad, el único que interesa y eso hay que agradecérselo a dos entrenadores que van con la verdad por delante y la practican.
Porque hubo, no lo olvidemos, algunos sectores interesados en dudar de la palabra de Bielsa cuando afirmaba que su equipo jugaría siempre fiel a sus principios al margen del nivel del rival. El técnico demostró ser fiel a su palabra saliendo a ganar en Valencia, saliendo a ganar al Atlético de Madrid... y saliendo a ganar a todo un Barcelona discutiéndole sus argumentos más preciados, la posesión del balón y el protagonismo en el campo.
Creo que a pesar que desde la óptica rojiblanca el resultado fue cruel, el empate es un marcador justo. Lo injusto de verdad hubiera sido que uno de los dos equipos saliera derrotado de un partido semejante. Pero en este caso hasta el resultado deviene anecdótico ante la inmensidad de lo que se vio en San Mamés. El rugido del viejo león se multiplicó a través de la televisión hasta llegar a todo el mundo. Este tremendo Barcelona fue, además, la mejor caja de resonancia para propagar su eco. El viejo león ha regresado y lo ha hecho con toda su grandeza. El Athletic que todos queremos, ese del que nos sentimos tan orgullosos, ya está aquí de nuevo. Saliendo a ganar, mirando a los ojos a cualquier rival, sin trampa ni cartón. Con fútbol de verdad. ¡Qué maravilla!

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sábado, 5 de noviembre de 2011

Un partido distinto

Un repaso a los medios de comunicación, sobre todo a los de lejos de Bilbao, pone de manifiesto el extraordinario eco que ha adquirido el partido de mañana ante el Barcelona. Estamos ante un clásico, no cabe duda, pero en esta ocasión el choque está adquiriendo una trascendencia que no se corresponde con la que ha tenido en sus últimas ediciones. La diferencia entre los contendientes, aunque mejor habría que decir la diferencia entre el Barcelona y cualquier contendiente, había condicionado sobremanera este partido. Es verdad que siempre quedaba el tópico, ese que habla de la especial atmósfera de la vieja catedral, las características históricas del Athletic, cada vez más históricas y menos características, por cierto, y todas esas cosas que suelen alimentar al periodismo cuando se ve ayuno de más sustancia.
Pero oyes radios madrileñas y lees periódicos deportivos y generalistas, y el choque de mañana entre el Athletic y el Barcelona te retrotrae a aquellos años en los que, efectivamente, el Athletic miraba de hito en hito, y doblegaba, a un Barcelona que también entonces disponía de algunos de los mejores futbolistas del mundo. La razón de tanta expectación no es otra que la presencia de Marcelo Bielsa en el banquillo rojiblanco y su relación con Guardiola, magnificada según ha dado a entender el propio técnico blaugrana cuando ha recordado que en realidad solo ha visto y hablado una vez en su vida con su colega argentino. No importa la matización. Que la realidad no te prive de un buen titular ni de una buena historia. El maestro y el alumno, la admiración mutua, el especial carácter de ambos protagonistas... todo vale para construir un relato que sirva para llenar páginas y minutos. Puestos a llevar las cosas al extremo, se ha llegado a decir que en el Barcelona consideran este partido como la clave de toda la temporada, ni más ni menos.
Está bien que el Athletic vuelva a las portadas de medios que trascienden de lo local, y que los leones recuperen el prestigio que les han estado negando durante todos estos años, pero la magnificación del partido conlleva el riesgo de que la decepción alcance proporciones similares. Corremos el riesgo de que a base de verlo repetido en los medios, los aficionados acaben creyendo que ganar al Barcelona es más fácil ahora que hace un año. Al fin y al cabo, los aficionados al fútbol son lo suficientemente impresionables y volubles como para comprar cualquier cosa que les quieran vender, incluso mercancía averiada. De hecho en el mismo programa en el que calificaron este choque poco menos que como el partido del siglo, dedicaron casi una hora a elucubrar sobre las posibles malas relaciones personales entre Villa y Messi. Periodismo espectáculo, dicen que le llaman a la cosa.
Hará bien el Athletic en considerar este partido como distinto, pero desde otra perspectiva, la de contemplarlo como el choque menos trascendente de la larga y durísima serie que ha venido sosteniendo desde hace casi tres semanas. Este es el partido en el que el Athletic no tiene nada que perder por razones que no hace falta explicar. No quiere esto decir que tenga que salir derrotado ni que renuncie a intentar ganarlo, por supuesto. Quiere decir que los rojiblancos deben jugar este partido liberados de cualquier responsabilidad, concentrados en poner sobre el césped todo lo aprendido estos meses con Bielsa y, sobre todo, convencidos de seguir siendo fieles a lo que el técnico les ha estado inculcando, es decir, dispuestos a discutir la iniciativa del partido al rival.
Si se confirma que Guardiola va a disponer de toda su artillería pesada para este partido, el Athletic puede considerar que ya ha ganado algo tan importante como es el respeto de un rival al que sus propios resultados confirman como el mejor equipo del mundo. No es lo mismo que el Barcelona aproveche el partido para hacer rotaciones y dar descanso a los mejores, o que recurra a su formación más competitiva.
Nueve partidos sin conocer la derrota, una trayectoria ascendente aunque condicionada por el desgaste de un calendario tremendamente exigente, y la ilusión por derrotar al rival más formidable con el que se puede encontrar ahora mismo, son las armas que presentará el Athletic. No son pocas aunque queda la duda de que sean suficientes para lograr el objetivo.
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viernes, 4 de noviembre de 2011

Objetivo cumplido...como en los viejos tiempos

Los resultadistas estarán más que satisfechos. Clasificados para la siguiente fase a falta de dos partidos de la liguilla, ahí es nada. Nueve partidos consecutivos sin perder, cuatro empates y cinco victorias, nuevo triunfo europeo a domicilio... Los del 'clasificación, amigo' pueden dormir tranquilos, en definitiva. Los que esperábamos otro fútbol de la mano de Bielsa tuvimos que sufrir ante el Salzburgo una pequeña decepción, sobre todo a lo largo de toda la segunda parte, que constituyó un retorno a tiempos pasados que creíamos superados. Defensa a ultranza, balonazo de aquella manera y que corra Toquero. Nada que ver con lo que habíamos estado viendo hasta ahora bajo la dirección el técnico argentino, ni siquiera con lo que pudimos ver antes del descanso del mismo partido, un primer tiempo en el que el Athletic jugó con su nuevo estilo y comprobó que podía superar con relativa facilidad el escollo de un rival brutote y de escaso fútbol. De hecho, el magnífico gol de Herrera vino a corroborar esa impresión.
¿Qué sucedió para que las cosas cambiaran tanto después del descanso?. Probablemente que Bielsa calculó mal las consecuencias que le traería a su equipo la retirada de Muniain y su sustitución por Toquero. El Athletic cambió su fisonomía y, lo que es peor, perdió buena parte del andamiaje donde sustenta su estructura. El Athletic de Bielsa es un equipo de toque y dominio del balón y del espacio, un conjunto que se gusta jugando, que requiere cierta pausa y algo de comedimiento en sus acciones, que maniobra con paciencia a la espera del hueco o de la línea de pase más limpia; el gol de Herrera es todo un ejemplo. Todo eso lo perdió el Athletic con el cambio y el equipo se vio obligado a recordar los viejos tiempos.
Como entonces, el Athletic regaló al rival balón y metros de terreno para aplicarse a defender la portería de un Iraizoz que ayer dio la de cal, seguro y bien colocado casi siempre. Afortunadamente, enfrente había un equipo que no supo qué hacer ni con la pelota ni con los metros de que disponía. Después del partido de San Mamés ya quedó la impresión de que el Salzburgo sería un rival más asequible en su propio campo, cuando se viera obligado a hacer más cosas que defenderse con ocho y lanzar contragolpes apoyado en la velocidad de sus dos puntas. Y en el Red Bull Arena se confirmó el pronóstico desde el minuto uno al noventa, al margen de los cambios que experimentó el Athletic.
En los primeros cuarenta y cinco minutos, con las fuerzas intactas, el Salzburgo se lanzó en tromba, o así, sobre la portería de Iraizoz. Un ataque que pretendió ser desaforado pero que apenas se concretó en un disparo lejano con cierto peligro que el portero resolvió bien. Ocurrió al inicio del partido, cuando el Athletic estaba todavía comprobando la calidad de la hierba. Estaría bien que los rojiblancos dejaran esta costumbre de salir al campo dormidos; un día de estos se van a despertar y al mirarse al espejo van a ver que les han pintado la cara.
En cuanto el Athletic tomó conciencia del partido, recuperó el balón y se hizo con las riendas del juego. Le resultó relativamente sencillo poner en su sitio a un rival que no aportó mucho más que fuerza y cierta capacidad de intimidación tanto por su físico como por sus escasos miramientos a la hora de las disputas. Llegó el gol y el partido se puso para rematarlo incluso antes del descanso, pero la cosa no tuvo la debida continuidad.
El segundo tiempo fue lamentablemente, bien distinto, no porque el partido corriera peligro, puesto que el Salzburgo apenas se cobró otro remate con cierto peligro, sino por tener ante los ojos la cara B del Athletic. De pronto florecieron los viejos errores, la rifa del balón, las imprecisiones... y el equipo no tuvo más remedio que ir cobijándose en su propia defensa abandonando a su suerte a Llorente y Toquero. Afortunadamente, incluso en esas condiciones, los rojiblancos fueron capaces de mantener el tipo sustituyendo calidad por sudor, hasta conseguir el objetivo de amarrar la calificación.
Hay razones de sobra para explicar ese paso atrás que se produjo en la segunda parte y esas razones refuerzan precisamente la apuesta de Bielsa. El Athletic esta a punto de culminar una serie infernal de partidos con un resultado global que cabe calificar como óptimo. El equipo llegó a Salzburgo con lo justo y ello cogido con pinzas, como fue a Gijón hace cinco días. En el Molinón quedó la impresión de que en condiciones normales el Athletic hubiera sumado los tres puntos con holgura y se dio por bueno el empate por las circunstancias que rodearon aquel choque. En Salzburgo, en similares condiciones, los rojiblancos sí que fueron capaces de sumar una nueva victoria, así que solo cabe felicitarse por el resultado a la espera de que el calendario conceda una tregua a partir del domingo.
Salta a la vista que esta fase de la competición ha causado algunos estragos en la plantilla. Es evidente la pérdida de frescura de hombres que como Muniain o De Marcos, han sido decisivos. La lesión de Amorebieta ha obligado a retoques como el retraso al eje de la defensa de Javi Martínez o de Iturraspe, que repercuten en el centro del campo, Susaeta tiene menos burbujas que hace un mes e Iraola no acaba de ser el lateral incisivo que tan bien le viene a este tipo de juego. Todo eso se reflejó anoche en el Red Bull Arena y pese a ello, el Athletic firmó una nueva victoria. Me quedo con la lección más importante a extraer de este partido. Es mucho más fácil ganar jugando bien al fútbol y teniendo la iniciativa. Y además es más divertido y se sufre menos.

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