Ya estamos donde estábamos, o sea, en el filo de la navaja, al borde del descenso, mirando con el rabillo del ojo lo que hacen los que vienen por detrás. Menos mal que el Sevilla nos ha echado una mano en el derby andaluz y nos ha dejado al Betis por detrás. Si los de Lopera llegan a seguir la racha que han comenzado tras el cambio de entrenador, a estas horas ya estaríamos entre los tres peores.
De nada vale decir como ha dicho Caparrós en la sala de prensa del Sardinero, que vuelve a Bilbao con cara de gilipollas tras lo ocurrido en el campo. La cara de gilipollas la tenemos puesta los seguidores del Athletic desde hace mucho tiempo. Lo malo es que no se ve una solución por ningún lado porque el mal que afecta al equipo es el más grave que te puede afectar en el fútbol. Aquí está escrito hace tiempo que la falta de gol que padece el Athletic le va a llevar por la calle de la amargura. Llega poco porque el equipo está más pensado para defender que para atacar, y cuando llega, falla. Como fallaron ayer LLorente y Aduriz. Se dirá que uno las mandó fuera y el otro le pegó al palo, que uno las tuvo más claras y el otro forzó las ocasiones desde situaciones más difíciles. Me da igual. Lo de los delanteros es tener o tener, llámese racha, suerte, instinto o remate, y los delanteros del Athletic hoy en día no tienen nada de nada. Hace dos temporadas, cuando llegó Aduriz en la segunda vuelta, nos encontramos con un delantero enrachado que venía de marcar goles en el Valladolid. El Aduriz de hoy no es peor que aquel. Simplemente, no está en racha. Lo que hace dos años le entraba ahora se va a un palmo de la portería. Llorente no ha sido nunca un goleador, y no se le puede exigir goles al que no es especialista. Lo suyo es otra cosa, y estamos corriendo el riesgo de perder un muy buen futbolista por exigirle algo que nunca ha ofrecido.
Esta es la realidad del Athletic y no hay otra por mucho que la propaganda oficial se haya empeñado en vendernos otra historia. García Macua propuso al comienzo de la temporada el modestísimo objetivo de salvar el curso sin los apuros de años anteriores, pese a la fabulosa inversión en fichajes que se ha hecho este verano. Me temo que ni éste objetivo va a alcanzar este equipo. Sufriremos hasta el final y ojalá seamos tan felices como los dos años anteriores cuando todo acabe.
Supongo que el optimismo oficial empezará a dejar paso a la triste realidad. ¿He oído la palabra crisis?.
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