lunes, 31 de marzo de 2008

Caparrós no lo pudo explicar más claro

Se nos ha aparecido la Virgen. Cuando un entrenador pronuncia semejante frase después de un partido que su equipo ha empatado como visitante, ya no queda mucho más que decir. Si los entrenadores tienen una habilidad especial, ésta consiste en atribuir a sus equipos méritos rayanos muchas veces con la épica, aunque todo el mundo haya visto que han ganado de penalti injusto y con el rival con dos expulsados. No hay partido, por muy tenebroso que sea, en el que el entrenador no vea al menos, trabajo, disciplina, esfuerzo y todas esas cosas que suelen ver cuando nadie, ni siquiera ellos, ha visto fútbol. Que yo recuerde, la última apelación mariana salió de boca de un descreído como Luis Fernández cuando el Athletic le remontó al Celta un 0-1 en los minutos 89 y 90. El de Tarifa le dio las gracias entonces "a la Begoña". Caparrós, que es cofrade y da pregones de Semana Santa, sabe al menos de lo que habla cuando proclama que a su equipo se le apareció la Virgen en Huelva.
El de las rachas es uno de los misterios no resueltos del fútbol. Pero ocurre. Hay meses e incluso años en los que parece que a un equipo le ha mirado un tuerto y se convierte en la demostración andante de la ley de Murphy. Todas las tostadas le caen del lado de la mantequilla, los postes de su portería atraen los balones a la red mientras que en la otra los repelen; los árbitros siempre se equivocan en contra, menudean las lesiones y los aficionados ven más a los jugadores en las discotecas que en el campo. Sin ir más lejos, el Athletic ha estado en esa situación hasta antesdeayer como quien dice.
Pero ha cambiado la racha y donde antes era todo no, ahora es todo sí. La cosa empezó a cambiar en Almería, donde el equipo hizo un partido más que aseado y mereció con creces el empate e incluso algo más. Luego vino el partido contra el Valladolid, lo de Betis, y la victoria ante un Getafe que llegó a San Mamés con plomo en las botas después de ganar la semifinal de Copa. Finalmente, en Huelva, sin jugar un pimiento, haciendo el ridículo en casi todos los corners y e interpretando durante muchos minutos la peor versión de la obra, el Athletic se encontró con un punto de oro gracias, además, a un gol de Aduriz, del que apenas se tenían noticias esta temporada pero que, a lo mejor, acaba de cambiar de racha, algo que acostumbran hacer especialmente los goleadores.
El Athletic está de sí, y no queda más que agradecerlo y rogar para que la racha dure al menos por un par de partidos, los suficientes para alcanzar esos cuarenta y cinco puntos que tienen que sobrar para respirar tranquilos. Pero aunque la Virgen se apareciera a los pastorcillos rojiblancos en el Colombino, milagros los justos. Así que dejemos de pensar, y menos mentar, en la UEFA, pese a que ahora esté dos puntos más cerca que el descenso. Seamos serios.

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