sábado, 15 de marzo de 2008

El campo del Betis es reincidente


Habré estado en el campo del Betis más de veinte veces. He visto jugar al Athletic allí desde el palco de prensa, desde localidades de la tribuna principal mezclado con el público, desde el palco presidencial y hasta desde el túnel de vestuarios, así que puedo afirmar que tengo una visión bastante aproximada de lo que pasa en ese campo. Lo conozco antes de que Lopera fuera presidente y bajo su mandato, cuando se llamaba Benito Villamarín, durante sus obras de ampliación y en su configuración actual. He visto al Athletic sufrir derrotas, alguna tan dolorosa como aquel 5-1 previo a la consecución del título de Liga en Las Palmas, cuando abandonamos el campo pensando que lo habíamos perdido todo tan cerca como estábamos. Le he visto también ganar, aunque no muchas veces, justo es decirlo, y he visto al público bético celebrando festivamente los triunfos de su equipo, intimidando al rival y al árbitro cuando veía las cosas difíciles, o masacrando a sus propios jugadores y entrenadores en el fracaso. También he visto y leído cómo actúan y qué escriben algunos periodistas del entorno verdiblanco y qué actitud adoptan algunos empleados y dirigentes del club en determinadas situaciones.
He visto pasar noventa minutos de calvario a un hombre como Jabo Irureta, acosado durante todo el partido por una docena de individuos apostados detrás del banquillo visitante, más atentos a escupir y agredir verbalmente al entrenador rival que al desarrollo del partido, con la indiferencia cómplice de empleados y responsables de seguridad. He visto el linchamiento al que sometieron a Clemente durante y después de su último partido como entrenador verdiblanco, que acabó, casualidades del fútbol, con un 1-4 para el Athletic. He visto a compañeros de la radio encerrados en la cabina, más pendientes de los espectadores que les rodeaban que de la propia narración del partido y he visto a directivos del Athletic insultados de forma impune por los espectadores que se sientan junto al palco presidencial, con la indiferencia cómplice, cuando no con el respaldo implícito de tipos como Lopera. Todo eso lo he visto con mis propios ojos y lo he sufrido en mis propias carnes. También he visto por televisión cómo se disparaban cohetes pirotécnicos de una grada a otra durante un derby con el Sevilla, y también he visto un busto de Lopera en el palco presidencial como provocación a los dirigentes del equipo rival de la ciudad. Y he visto a Juande Ramos sufrir una agresión similar a la que ha sufrido Armando. Como las que sufrieron antes en ese mismo campo los colchoneros Vizcaíno y Solozabal.
Se dirá que todas estas cosas pasan, más o menos, en todos los campos y que todas las aficiones son iguales. Que el imbécil que lanzó una botella a la cara de Armando es alguien aislado y que sus propios compañeros de grada fueron los primeros en censurar su acto vandálico. No es verdad. Ni pasan las mismas cosas en todos los campos, ni todas las aficiones tienen un comportamiento similar, ni el imbécil de la botella es alguien aislado. Hay muchos imbéciles en los campos de fútbol, pero en unos hay más que en otros.
La hinchada del Betis, en general, es una afición festiva en el triunfo pero que demasiadas veces tiende a un tremendismo absolutamente fuera de lugar. La línea que separa los olés del insulto es muy delgada en el Ruiz de Lopera. No me cabe ninguna duda de que hay béticos que se toman el fútbol como lo que es, un deporte, y que celebran los éxitos y lamentan los fracasos dentro de los parámetros que marcan la normalidad. Y estoy seguro de que son la mayoría pese a que en demasiadas ocasiones sean los propios dirigentes o los medios los que les azuzan para que un partido de fútbol acabe convirtiéndose en una cuestión de vida o muerte.
No hace falta ser adivino para adelantar lo que vendrá a continuación de la nota que apresuradamente ha colgado el Betis en su página web oficial. Su propia redacción incluye la línea argumental que esgrimirán los verdiblancos en este asunto.
No se lo pondrán nada fácil al Comité de Competición y me temo que estos tres puntos tardarán semanas en llegar al casillero del Athletic, si es que finalmente llegan. Apelarán a todo para evitarlo. No faltará quien recuerde los orígenes de Villar o los incidentes que, no hay que negarlo, se han producido también en San Mamés. Recordarán hasta el minuto de silencio si hace falta. Todo con tal de no aceptar un castigo que tiene que ser ejemplar. Que es lo mismo que no reconocer la culpa propia.

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2 comentarios:

Iñaki Murua dijo...

Habrá que ver la sanción. Aunque, por si acaso, ya están "los de casi siempre" encargándose de recordar todos y cada uno de los incidentes habidos en San Mamés, el árbitro a quien le dio la manzana incluído.

Igual también viene bien para que quienes lanzan objetos en la Catedral se lo piensen un poco en el futuro (esas "inofensivas" lluvias de bolitas de albal y restos de bocadillo al portero contrario, por ejemplo)

Juan Carlos Latxaga dijo...

Desde luego, a los que los fondos de San Mamés les debería servir de lección, pero me temo que no se van a dar por aludidos. De momento, el presidente no ha estado muy lúcido que digamos. Vamos a ver qué pasa esta noche