La fama del Athletic de Bielsa también llega a Eslovaquia, como bien demostró la víspera del partido el entrenador del Slovan con sus declaraciones. Así que los rojiblancos se encontraron con una nueva muralla a derribar en San Mamés en una noche poco grata para el fútbol. El viento es el peor enemigo del futbolista y la noche estuvo ventosa, amén de anodina. El público acudió a la grada relajado por la poca trascendencia del partido y el propio equipo saltó al campo con un cierto espíritu funcionarial, impropio de este grupo. Bielsa aprovechó para hacer una nueva prueba, poblando el centro del campo de más gente de creación si cabe. Con De Marcos en el puesto de Iraola y Javi Martínez otra vez central, Iñigo Pérez ocupó el medio centro por delante de los dos stoppers, dejando unos metros más adelante a Iturraspe, escoltado por Susaeta, Herrera y Muniain, con Llorente arriba del todo. No se puede pedir más capacidad de creación a un equipo, pero toda la imaginación de los rojiblancos se quedaba en fuegos de artificio en la zona que va desde el centro del campo hasta el borde del área. En el terreno donde se deciden los partidos apenas ocurría nada, muchas veces por la superpoblación de jugadores rivales, y otras por el empecinamiento de los de casa en llegar con el balón cosido a la bota hasta el área pequeña.
No sucedía nada pero tampoco le importaba demasiado al personal, convencido en su fuero interno de que el Slovan acabaría cayendo como fruta madura. Cuando De Marcos encontró en el área un balón sin dueño y lo llevó a la red, dio la impresión de que, efectivamente, el pronóstico unánime se acabaría cumpliendo. Abierta la lata, lo lógico era pensar que el Slovan daría un paso adelante aunque fuera por vergüenza profesional, y que ahí encontraría el Athletic los huecos para rematar el partido.
Con lo que nadie contaba era con el fallo de Iraizoz. Dudó el portero en la salida, calculó mal el tiempo y el espacio, y el balón no llegó al área, que era donde él decidió esperarle para recogerlo con las manos, en lugar de dar dos pasos y despejarlo con el pie. Llegó antes el jugador eslovaco para dejarle en evidencia y marcar un gol que no esperaba ni el más pesimista de los locales ni el más soñador de los visitantes. Que el partido llegara al descanso con empate daba pie a una profunda reflexión sobre lo injusto del orden universal, la relatividad de esta vida o incluso para volver a Kant y pensar un rato en la crítica de la razón pura. Pero la perspectiva de un bocadillo de tortilla es demasiada tentación incluso para el aficionado más juicioso.
El que llegó al descanso ya pensado fue Bielsa, quien decidió empezar el segundo tiempo con una formación sustanciamente distinta. Dejó en la caseta a Iñigo Pérez para dar entrada a Iraola en la banda, lo que devolvía a De Marcos al centro del campo y a Iturraspe al medio centro. De nuevo toda una lección de cómo un solo cambio puede revolucionar tácticamente a todo el equipo. El otro cambio, el de Toquero por Llorente, puede parecer, y de hecho lo es, un más simple hombre por hombre, pero su resultado fue más apreciable en el cómputo final. Quizá Bielsa pudo comprobar por fin el efecto que produce la presencia de Toquero en el equipo y en la grada. No hablamos de fútbol, o quizá sí, porque el fútbol no es solo el manejo más o menos ordenado del balón. Toquero aporta otras cosas, esos intangibles que al final suelen ser tan determinantes o más que esos datos que reflejan las estadísticas tan de moda.
Por decirlo sencillo, Toquero le puso las pilas al equipo y a la grada. El anodino primer tiempo, dio paso a la electricidad del segundo. El Slovan se seguía defendiendo en su área, pero ahora el Athletic le atacaba de una manera diferente, más sanguínea. La conducción con el balón cosido a la bota dejaba paso al barullo en el área, al balón colgado; la imprecisión alternaba con el taconazo exquisito. Cuando el propio Toquero le colocó dos sombreros a su par en el filo de la línea de fondo, el partido ya estaba donde quería el Athletic.
Que el gol de Susaeta fuera de un cabezazo como sin querer, no resta mérito al triunfo rojiblanco, porque nadie en sus cabales puede dudar de la incontestable superioridad que manifestó el equipo local incluso en los momentos de mayor despiste, que los tuvo, sobre todo en los minutos previos al descanso. El gol mal anulado a Herrera por inexistente fuera de juego, hubiera servido para que el marcador reflejara mejor lo que sucedió en el terreno de juego, pero los árbitros son árbitros, aquí y en Estonia, qué le vamos a hacer. La UEFA puede seguir ensayando con la recuperación de los antiguos jueces de gol, armar a los colegiados con micrófonos y pinganillos y hasta pueden pitar con sonido estereofónico. El error es parte de la condición humana y los referees, además de humanos, son árbitros.
Bielsa, que toma nota de todo, pudo comprobar de forma empírica que hay ocasiones en las que el corazón supera a la razón. No estuvo mal el experimento de Iñigo Pérez e Iturraspe ocupando el eje del equipo, porque ambos surtieron de balones interesantes a sus compañeros en las bandas y dieron sentido al juego de ataque, pero estuvo mejor la reivindicación de Toquero. Probablemente no será un futbolista del gusto de Bielsa, ni será nunca un titular en su esquema, pero el delantero demostró que tiene garra de sobra, voluntad para parar un tren y suficiente fútbol en las botas como para ser una alternativa eficaz a la hora de asaltar los fortines con los que se va a seguir encontrando el Athletic en San Mamés.
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4 comentarios:
Yo hubiese cambiado a Iturraspe y mantenido a Iñigo Pérez (además de dejarle sacar alguno de los corners, que Susaeta se lo dejó fácil para no hacerlo peor)
¿Hubiese resistido el arco de la Catedral al gol de Toquero tras esas dos txapelas?
Yo hoy no coincido mucho, JC.
A mi el partido me aburrió los 90 minutos. Poco ritmo. Algo más con Toquero, que confirmó que debió salir contra el Granada, aunque también vale para contrastar, otra vez, que Bielsa toma nota de todo y es consecuente con lo que dice.
Sólo espero no perder en Mallorca. Por salud mental, más que nada.
Bielsa no solo tomo nota, estuvo corrigiendo y por momentos dando claras muestras de enfado.
El segundo tiempo fue mejor que el primero y se vieron algunas cosas interesantes, aunque todo en tono menor en comparación con otros partidos. De todas formas no perdamos de vista que al Athletic le ha sobrado una jornada para ser campeón de grupo. Trece de quince puntos no está nada mal.
Lo de Toquero y los dos sombreros es la evidencia de que los jugadores se están convenciendo de que pueden intentar cualquier cosa. Y eso es muy positivo
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