Ha llovido mucho desde que los equipos rusos (soviéticos entonces) presentaban unas formaciones llenas de fornidos mocetones rubios y pálidos, que exhibían una condición física que indefectiblemente llevaba a Matías Prats a definirlos como robots. Equiparar a los soviéticos en general, y no solo a sus futbolistas, con ingenios mecanizados, estaba a la orden del día entonces, cuando por aquí mandaban los padres y abuelitos de los demócratas de toda la vida de ahora. Ha caído agua equiparable al diluvio universal, desde que aquellos mocetones rubios y pálidos aparecieran en los partidos todos con idéntico corte de pelo, militar, por supuesto, que contrastaba con las melenas y las barbas de los Best, Hulshoff, Breitner y compañía.
Los equipos soviéticos, salvo alguna excepción como la de los georgianos del Dinamo de Tblisi, o los ucranianos del Dinamo de Kiev, a los que la UEFA consintió que ganaran tres Recopas, solían estar condenados a no pasar de los cuartos de final en las competiciones europeas. En cuanto al fútbol de selecciones, aquel equipo que lucía orgulloso en la pechera de la camiseta aquel CCCP, que era la versión en caracteres círilicos de las siglas URSS, (aunque alguno llegó a estar convencido de que era el acrónimo de cu curru cucu paloma) no corría mejor suerte que la de los clubs de procedencia de sus jugadores. Lo más lejos que llegaron fue al cuarto puesto que logaron en el Mundial de Inglaterra en 1968.
Al margen de la histórica final de la Eurocopa del gol de Marcelino, la URSS siempre tuvo que luchar contra los elementos, vestidos para la ocasión de riguroso negro arbitral. Los rusos y adyacentes recordarán, además de a Marcelino, a dos conspícuos reprentantes del fútbol español que les hundieron en la miseria. En el Mundial de España Lamo Castillo les masacró sin piedad en el partido contra Brasil. Ocho años después un joven Sánchez Arminio, armado únicamente con un banderín de linier, remató la faena.
El Athletic no ha tenido muchas experiencias con el fútbol ruso. En la Recopa de la temporada 73-74 el equipo rojiblanco entonces entrenado por Milorad Pavic, que se había proclamado campeón de Copa en la final contra el Castellón, eliminó al Torpedo de Moscú empatando sin goles en la ida y ganando 2-0 el partido de vuelta con goles de Astrain y Lasa. Fueron dos encuentros que no pasaron a las páginas donde se narra la épica rojiblanca, bastante aburridos y monótonos. Aquel Athletic que estaba en el fin del ciclo de los Sáez, Uriarte, Arieta, Igartua o Astrain, no estaba para grandes espectáculos. De hecho, fue a caer en la siguiente eliminatoria contra un equipo llamado Beroe de la ciudad búlgara de Stara Zagora. El 1-0 de San Mamés fue insuficiente tras el 3-0 encajado en el partido de ida.
Dos años antes, en el verano de 1971, el Athletic había tenido ocasión de enfrentarse por primera vez a un equipo ruso. Fue con ocasión del primer Torneo Villa de Bilbao, que organizó el ayuntamiento presidido por la alcaldesa Pilar Careaga, que se que quería sumar así a la moda del fútbol veraniego, que en la época causó tanto furor entre políticos locales deseosos de salir en la televisión, como tanganas, protagonizadas generalmente por equipos sudamericanos como Peñarol, Nacional o River, clásicos en aquellas kermeses de agosto.
En aquel primer Torneo Villa de Bilbao (y último, puesto que al año siguiente pasó a denominarse Trofeo Internacional San Mamés, bajo organización y patrocinio exclusivo del Athletic) los rojiblancos se enfrentaron al Dinamo de Moscú que llegó a Bilbao encabezado por el legendario Lev Yashin. La presencia de la araña negra en Bilbao dio pie al Athletic para citar en San Mamés a tres leyendas de la portería, el citado Yashine, Ricardo Zamora, y José Angel Iribar, entonces en pleno fulgor como guardameta rojiblanco. Rusos y vascos se enfrentaron en el partido por el tercer y cuarto puesto. Tras el empate a dos goles, el Dinamo se impuso en la tanda de penaltis. Un inciso personal: La imagen de Yashine paseando por el puerto de Bermeo con todos los componentes del Dinamo en una excursión que les organizó el Athletic, es una de esas fotos fijas que jalonan mi biografía futbolera.
Desde Gorbachov y su perestroika, los equipos rusos ya no son aquellos grupos de fornidos mocetones rubios y pálidos. Ahora, gracias a los nuevos millonarios descendientes directos del comité central, los equipos rusos rivalizan en colorido con cualquier combinado occidental. El Lokomotiv que encontrará el Athletic cuenta en sus filas entre otros con dos brasileños el portero Guilherme y Maicon, el español Zapater, excapitán del Zaragoza, o el ecuatoriano Caicedo, estrella del Levante la pasada temporada. En este sentido el equipo moscovita es homologable a cualquier rival que le podía haber tocado en suerte al Athletic. Sin embargo, los rusos siguen manteniendo (este año será el último) la peculiaridad de un calendario condicionado por su duro invierno. El Lokomotiv jugó su último partido de competición el pasado 20 de noviembre (perdió contra el Spartak, 2-0) y no volverá a disputar un partido de su Liga hasta el 3 de marzo. Así pues, cuando en febrero se enfrente al Athletic, estará en plena pretemporada, entrenándose en algún lugar de la costa mediterránea y jugando partidos amistosos. Las piernas de sus jugadores disfrutarán pues de frescura en lo físico pero estarán ayunas de competición. Hacer cábalas sobre si el Athletic ha sido afortunado o desafortunado en el sorteo, resulta ocioso cuando se trata de una eliminatoria que se disputará dentro de dos meses. Al paso que vamos, ni siquiera Angela Merkel es capaz de garantizar que Europa seguirá tal y como la conocemos para cuando el Athletic viaje a Moscú...
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4 comentarios:
eskerrik asko por la entretenida entrada, que esto de los barikus por la tarde es muy duro de llevar.
¿Lo de Sánchez Arminio podría considerarse como el protozoo del Villarato?
Juegan su último partido de liga el 20-N y disputarán en San Mamés la vuelta el 23-F.
Definitivamente, nada queda ya de la URSS de Lenin y Stalin.
Dicen que son lentos atrás, y que no tiene grandes cosas, las estrellas, dicen, Caicedo, Zapater y Sychev, que lleva varios goles.
Pasamos ronda. Tiemblan Ajax y ManU.
Pues si las estrellas son uno del Levante y otro del Zaragoza, ya ya me dirás. Van sextos en su Liga a doce puntos del lider Zenith y a dos del famoso Rubin Kazan.
Que quede constancia que Sánchez Arminio, al margen de otras consideraciones, fue un buen árbitro para el Athletic
Sí, lo de Sánchez Arminio me consta, ese es de la época en que yo me incorporaba a San Mamés. Mi aita siempre me lo recuerda, de lo mejorcito para el Athletic.
Otro, un poco posterior, que recuerdo como decente para los rojiblancos era Soriano Aladrén. Despedido con aplausos en San Mamés el día de su retirada.
Creo recordar que Arminio fue el árbitro que pito aquel legendario Euskadi-Irlanda que supuso el retorno de la tricolor allá por 1979
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