¿Mereció la pena el esfuerzo?. Es la primera pregunta que se plantea tras observar que el equipo titular de Bielsa se estrenó en la Copa con un raquítico 0-1, a todas luces injusto para la cantidad de ocasiones que generó. Hay otras pregutas que llevan la respuesta incorporada. Por ejemplo. ¿Hay relevo para Llorente?. Evidentemente no, y aunque sea políticamente incorrecto escribirlo, Toquero se retrata cada vez que le asignan esa responsabilidad en este equipo. El jugador más querido de San Mamés disimulaba mucho mejor sus limitaciones en el tosco esquema anterior. Ahora, cuando el equipo juega con otra armonía, desentona incluso ante los ojos de los más fanáticos admiradores de su entrega y disposición al combate. El papel de Toquero en este equipo es otro: el de solución de última hora para asaltar fortines, como ocurrió la noche del Slovan, el de galvanizador de equipo y afición cuando el partido se duerme... pero nunca el de sustituir a Llorente en el liderato del ataque. Y no se tome como desprecio. Hoy en día Llorente es para el Athletic lo que Messi para el Barcelona: un jugador insustituible. Así que queda seguir rogando para que el internacional vuelva cuanto antes y permanezca entero otra tacada de noventa y tantos partidos. Añorar a Aduriz es llorar por la leche derramada. Los errores históricos tienen eso, que hacen daño a largo plazo. El Athletic sabe bastante de eso.
Pero volvamos a la primera pregunta. ¿Mereció la pena el desgaste al que sometió Bielsa al Athletic para tan magro resultado? Es una cuestión que no tiene respuesta porque nunca sabremos qué hubiera sucedido de alinear los rojiblancos un equipo más experimental. No lo sabremos aunque uno se lo puede imaginar a la luz de la experiencia. En esta clase de partidos el pequeño se crece al calor del público y el grande se achica en su indolencia hasta acabar haciendo el ridículo más de una vez. Obsérvese lo que le sucedió ayer mismo al Atlético de Madrid en Albacete. Salvo casos excepcionales, la diferencia de calidad global entre la plantilla de un Primera y un Segunda B no es tan estratósferica como pueda parecer a primera vista, y menos cuando median el llamado factor campo y otras circunstancias intangibles pero influyentes como la motivación de los jugadores. Y no hablo de equipos titulares sino de plantillas. El equipo de Primera tiene un grupo de quince o dieciseis jugadores claramente superior a los titulares del de Segunda B, pero a partir de ahí, los que no juegan habitualmente conforman un colectivo aprovechable tomados de uno en uno, pero de rendimiento poco fiable como grupo. No están habituados a jugar juntos, ni a asumir la responsabilidad de llevar el peso del equipo, tarea reservada a los titulares habituales. En el caso concreto del Athletic, además, estamos ante una plantilla realmente corta que, de elegir Bielsa la opción de la rotación, le hubiera obligado a recurrir a algunos elementos del Bilbao Athletic, equipo que milita en la misma categoría que el Oviedo.
Elucubraciones al margen, todos hubieramos dado por bien empleado el esfuerzo de los titulares rojiblancos si llegan a acertar la mitad de las ocasiones que crearon. Si la eliminatoria hubiera quedado liquidada en esos noventa minutos, no tendríamos dudas ni preguntas. El problema es que no fue así, por una carencia que viene lastrando al equipo durante toda la temporada: la escasa puntería que demuestran casi todos en boca de gol o, por decirlo de otra forma, la ausencia de un goleador, de un hombre de área, como tienen prácticamente todos los equipos, y que obliga a los rojiblancos a generar una cantidad ingente de ocasiones para aprovechar un par de ellas.
Al Athletic no le están cundiendo los esfuerzos en forma de goles, ni su buen fútbol en forma de puntos en la Liga. Y lo curioso es que el de San Mamés es el quinto equipo más goleador de Primera, por detrás de los dos inalcanzables y a tres goles del Valencia y el sorprendente Levante y a tan solo uno del Atlético de Madrid. Lo que ocurre es que a la vista del fútbol desplegado y las ocasiones creadas, casi todos los partidos se han cerrado con la sensación de que el Athletic mereció o pudo conseguir algo más, tanto en puntos como en goles.
Algo de esto volvió a suceder en Oviedo tras noventa minutos en los que la superioridad rojiblanca fue mayor sobre el irregular césped que en el marcador. Y fue una lástima porque cuando las cosas se hacen con la seriedad y el rigor como las hizo el Athletic, el premio debe ser mayor que una victoria mínima que sí, encarrila la eliminatoria sin lugar a dudas, pero deja parte del trabajo pendiente para el segundo partido.
Sigue flotando en el ambiente la duda de qué pasará con las piernas de quienes están jugando tantos partidos a medida que pasen las semanas y esa duda no se resolverá por lo menos hasta que pasen un par de meses. Bielsa parece muy seguro de lo que hace y habrá que confiar en su profesionalidad y en la de sus ayudantes.
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3 comentarios:
Así es, esa es la duda. La verdad es que fui crítico con la gestión de plantilla que, en su día, hizo Caparrós. Ahora que Bielsa no rota, no lo critico, quizá no esté siendo justo...
También existe otra lectura. Hay veces que por rotar en el partido de ida, en el de vuelta se tiene que recurrir a jugar con todo y a un ritmo por encima de lo deseable. Por no haber dado descanso a los no habituales, todo apunta a que el partido a jugar el día de Santo Tomás será de ritmo más amable.
El único pero, el que dices. La hipermetropía del equipo: falla pases sencillos en corto y no deja de marrar ocasiones cantadas.
¡Ah! se me olvidaba. Sobre el asunto Aduriz, que a todos nos debió venir ayer a la memoria, algo recurrente cuando Toquero evidencia sus carencias como nueve... con el amigo que vi el partido llegamos a la conclusión de que hoy mismo debía llamar Urrutia a Valencia.
No andan muy bien de tela, menos con la eliminación de Champions.
Y hace falta alternativas y competencia por ahí arriba. Es desolador el panorama ofensivo cuando Llorente falta.
Me gusta lo de la hipermetropía, buena imagen para definir los fallos del equipo. Lo de las rotaciones, en efecto, su ausencia era un duro frente de crítica hacia Caparrós por parte de muchos sectores de prensa y afición y ahora lo de Bielsa es lo mismo pero elevado al cubo. La memoria es frágil y en fútbol, de cristal. Lo de Aduriz me empieza a crear dudas. Sería un buen refuerzo porque al Athletic le hace falta un segundo delantero como el comer, pero no sé si respondería a las expectativas que se están creando sobre su figura. ¿Es el de antes?. Los años no pasan en balde
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