Los pronósticos en fútbol suelen tener un valor relativo, pero no es exagerado afirmar que el Athletic ha estado afortunado en el sorteo de Copa, y no solo por el primer emparejamiento, en octavos de final, con el Albacete, sino porque en el camino hasta la final no aparece ninguno de los rivales más temibles sobre el papel. Real Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla transitarán por el otro lado del cuadro, aplicando terminología tenística. Si el Athletic supera a los manchegos se encontrará en cuartos de final con el ganador del choque Real Sociedad-Mallorca y, de continuar su camino, en semifinales esperaría el mejor de este cuartero Córdoba-Espanyol, Mirandés-Racing. No se puede decir que hayan puesto una alfombra roja a los pies del Athletic, pero comparando su emparejamiento de octavos con un Valencia-Sevilla, un Real Madrid-Málaga o un Barcelona-Osasuna, habrá que admitir que si no alfombra, al menos han desbrozado bastante su camino.
Hay dos elementos que favorecen más todavía al Athletic: el orden de partidos (la vuelta será en San Mamés) y el talante de su entrenador, que si sigue fiel a sus principios, y no hay elementos que induzcan a sospechar lo contrario, encarará el doble partido con toda su artillería. De ese modo podrá evitar que le ocurra lo que el Atlético de Madrid, al que la derrota en el primer partido acabó pesando tanto que terminó eliminado.
El Albacete juega en un campo con nombre de torero, Carlos Belmonte, lo que da una ligera idea de por dónde van los intereses del público manchego. Actualmente milita en el mismo grupo de la Segunda B que el Oviedo, y ocupa la quinta posición con un punto menos que el equipo asturiano. Podría decirse que está en su sitio natural, por historia y presupuesto. El equipo manchego vivió su época más gloriosa en la primera parte de la década de los noventa cuando, de la mano de Benito Floro, protagonizó tres ascensos consecutivos hasta debutar en la máxima categoría en la temporada 91-92, en la que acabó en un sorprendente séptimo puesto. La irrupción de aquel equipo en el panorama futbolístico, desató la imaginación de la prensa especializada, que tras una sesuda reflexión, lo rebautizó como "el queso mecánico", que no debe entenderse como plagio de aquella "naranja mecánica" de los Cruyff, Neskens, Rep y compañía, sino como el fruto de un ingenio prodigioso. Años después otros equipos como el Extremadura o el Mérida repitieron el milagro de ascender desde la Tercera a la Primera División. El tiempo se ha encargado de poner a todos en su sitio después de protagonizar algo muy parecido a un cuento de hadas. De todo aquello queda el recuerdo y la trayectoria profesional de técnicos como Benito Floro o Rafa Benítez, artífices en su día de aquellas proezas.
El Athletic tiene algunas historias para recordar de sus visitas al Carlos Belmonte. En la del estreno, por ejemplo, su contribución fue determinante para que a los albaceteños les empezara a gustar el fútbol casi tanto como los toros. Aquel equipo dirigido por Iñaki Sáez cayó derrotado 4-0 ante la mirada atónita de los cientos de peñistas que habían acudido a verle ganar a un recién ascendido, y en medio del regocijo local, que empezaba a escribir su historia futbolística con letras mayúsculas. El uruguayo Zalazar, un centrocampista con uno de los disparos más violentos que se han visto en un campo de fútbol, era la estrella de aquel equipo en el que también despuntaban Soler y Catali y donde Ismael Urzaiz ejercía de meritorio, recién salido de la cantera del Real Madrid.
Si tenebroso fue el debut, la segunda visita se convirtió en uno de los partidos más extraños disputado por el Athletic en toda su historia. Ya dirigidos por Heynckes, y con el actual presidente como titular, los leones jugaron en el Carlos Belmonte una noche de miércoles un partido aplazado en su día por la muerte en accidente de tráfico de Rommel Fernández, un delantero panameño de gran envergadura que había llegado al fútbol español fichado por el Tenerife, para recalar después en el Valencia, que acabaría cediéndolo al Albacete. El partido no se pudo poner mejor para el Athletic con dos goles de Valverde en los primeros compases, y un hat trick de Ziganda, cuyo último gol, a la hora de partido, fue largamente ovacionado por el público local, resignado al recital que estaban dando los leones.
Fue enconces, cuando apenas quedaba media hora, cuando el partido dio un giro completo. El Albacete había puesto en el campo tras del descanso a Antonio, un futbolista bullidor, no carente de calidad, cuyas correrías servían de consuelo a un 0-5 demoledor. Fue precisamente Antonio el que anotó el primer gol para su equipo, acortando una distancia todavía sideral. El malagueño Antonio Jesús López Nieto pitó a continuación un penalti en el área rojiblanca, de esos que solo se pitan cuando se tiene la certeza de su intrascendencia. Zalazar lo transformó, el público se creció y apeló a la emotividad coreando el nombre del difunto Rommel, el Athletic sufrió una especie de enajenación mental transitoria, y el partido llegó a sus últimos minutos con un 4-5 increíble. López Nieto, que antes había pitado un penalti que debió ser intrascendente, dejó de pitar otro bastante más claro a última hora, que hubiera supuesto el empate. Los calificativos exultantes que los cronistas bilbainos habían ido acumulando en sus crónicas de urgencia para cuando Ziganda había hecho el quinto gol, se fueron transformando paulatinamente en exabruptos a medida que caían los goles en la portería de Valencia. Aquella fue la goleada más angustiosa de la historia.
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2 comentarios:
Recuerdo ese partido, lo escuché con gozo y después con angustia en la Popu, entre semana, mientras estudiaba -más bien poco- para un examen de finales de COU.
Coco, Geli, Catali, Parri, Chesa... lo cierto es que los nombres eran de risa.
Por aquí, no sé si fruto del champán, ya somos varios los que hemos notificado a RRHH que en abril cogemos unos días de vacaciones el 19 y 20 de abril.
Se vive de ilusión, coño.
Ondo pasau eizuz jaiek, JC.
Pues a mí me tocó rehacer la crónica tres veces en el palco del Carlos Belmonte más o menos a la luz del mechero y soplando a la batería del ordenador para que aguantara.
Ondo igaro gabonak eta ea datorren urtea obeagoa bada
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