Se estrena la Copa esta temporada en San Mamés y no parece que haya un ambiente desatado para asistir al acontecimiento. Ni la fecha, ni la hora, ni el rival, y si se apura, el resultado, invitan a acudir a la catedral. Si el aspecto de la grada en alguno de los partidos de la Europa League recordó a un choque copero contra un Segunda B, lo de esta noche puede ser similar a un entrenamiento a puerta abierta. La afición es así, qué le vamos a hacer. Si hay gente que ya ha reservado plaza de avión para Manchester, cómo no se va a dar por eliminado al Oviedo...
El único que no lo debe de tener tan claro es Bielsa, que anuncia el mismo equipo que ganó al Zaragoza con el cambio obligado de De Marcos por Iraola.
Lo de Oscar De Marcos merece comentario aparte. Confieso que ya cuando le veía en el Alavés me parecía un jugador técnicamente destacado (cosa fácil por otra parte dado el nivel general de la categoría donde militaba) pero frío. Un tecniquillo o un mingafría, según la nomenclatura al uso. Pese a todo me gustó su fichaje por el Athletic porque era un futbolista diferente a la mayoría de los que en aquel momento disponía Caparrós. Sus primeras actuaciones vinieron a confirmar aquella impresión que tenía de él: bien dotado técnicamente pero poco temperamental. Cuando desapareció de las alineaciones e incluso de las convocatorias, me temí que no tendría una larga vida como rojiblanco, es más, en algún momento pareció que hasta podía ser carne de cesión.
De Marcos ha sido el futbolista más beneficiado por el cambio en el banquillo. Con Bielsa se ha convertido en un fijo en las alineaciones gracias, entre otras cosas, a que puede jugar hasta en tres sitios diferentes. Mantiene su calidad técnica pero, de la mano del argentino, hemos descubierto a un jugador físicamente potente, capaz de mantener un ritmo altísimo durante los noventa minutos y, sobre todo, la gran sorpresa, un jugador bravo con un espíritu de sacrifico por encima de lo normal. No hace alardes De Marcos, ni parece una furia desatada de la naturaleza cuando disputa un balón o se pega un carrera. Lo suyo es ser discreto y eficaz, sin exageraciones de esas que suelen levantar a la grada. Contra el Zaragoza estuvo a punto de cumplir en su literalidad eso que tantas veces exige el aficionado a sus jugadores: que se dejen los huevos en el campo. Al de Laguardia le faltó poco y no se enteró nadie hasta que el servicio médico hizo público un parte que duele solo con leerlo. La imagen de De Marcos saliendo solo de la clínica donde le operaron, vistiendo un holgado pantalón de chandall que disimulaba la sonda y el estropicio, define su personalidad. "Los hombres sabemos lo que duele cuando te dan ahi" dijo, y se marchó tan tranquilo.
De Marcos no estará esta noche ante el Oviedo, como tampoco estará Llorente, a quien las vacaciones le vendrán estupendamente para recuperar su rodilla dañada. Sus ausencias serán las únicas del equipo que Bielsa considera titular. El técnico no ha dejado lugar a la duda. Jugaron los titulares en Oviedo y volverán a hacerlo en el partido de vuelta. El fútbol para hasta el 7 de enero y eso facilita la decisión. Bielsa envía una señal muy clara. Hay mucho en juego esta noche, tanto como una eliminatoria de Copa. No estamos ante el partido contra el PSG, donde efectivamente el Athletic no se jugaba nada en lo deportivo. Para potenciar su señal, el entrenador no ha dudado en recordar las dificultades que está teniendo su equipo en casa ante rivales en teoría de menor nivel futbolístico.
Lo lógico y lo normal, sería que los rojiblancos ganaran esta noche sin problemas e incluso que se dieran una alegría en forma de marcador holgado. Pero hemos visto ya tantas cosas ilógicas y anormales en San Mamés este año, que se agradece la decisión del técnico de ir con todo. Tiempo habrá para descansar y recomponerse del esfuerzo de estos cuatro primeros meses de competición.
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