La derrota más dolorosa. Es el titular y la idea en la que coinciden la mayoría de la prensa y los aficionados y, efectivamente, pocas cosas habrá más dolorosas en el fútbol que perder como lo hizo el Athletic en Montjuic: de autogol en el último minuto y después de haber dispuesto de ventaja en el marcador desde prácticamente la primera jugada del partido. Pero, contra la opinión general, creo que lo más doloroso de este asunto, no es el autogol de Ocio sino el conjunto de circunstancias que desembocaron en ese desenlace y que merecen una reflexión que nadie parece dispuesto a hacer, ni dentro ni fuera, fieles todos al discurso oficial. Ese que afirma que el equipo está creciendo, que esto no es lo que era y que dónde va a comparar la seguridad defensiva de este año con la de las dos temporadas anteriores. Vale. Ayer el mejor volvió a ser el portero, pero tal vez sea eso lo que algunos entienden por mejora de la seguridad defensiva. Por no hablar del autogol de Ocio, el gran fichaje que iba a salvarnos de todos nuestros males defensivos. Me gustaría leer lo que se hubiera escrito y dicho si Sarriegi hace ese magnífico despeje hacia atrás con la espinilla.
Y qué decir del experimento de Ustaritz en la banda derecha. En Montjuic quedó claro que la apuesta de Caparrós para el eje de la zaga es la pareja Amorebieta-Ocio y para mantenerla prefirió desplazar a Ustaritz a la banda donde se perdió, como se perdía día sí y día también Amorebieta, cuando le colocaban en la banda izquierda en temporadas pasadas. Por edad y condiciones, ambos deben formar el eje central del futuro en la defensa del Athletic y esperemos que por muchos años. Experimentos como el de ayer sólo sirven para concitar dudas en los jugadores y desconfianza entre los aficionados.
El Athletic perdió por un autogol en el último minuto porque los noventa minutos anteriores (ochenta y ocho para ser más exactos, desde el gol de Gabilondo) prefirió entregar el balón al Espanyol y confiar en su seguridad defensiva, esa que dicen que tanto ha mejorado. Como hizo ante el Levante y como hizo ante el Valladolid. Y entregar el balón al rival entraña esos riesgos. Ocurrió que el Espanyol de Valverde es bastante más equipo que los citados y además llegó una jugada desgraciada en el último minuto. Lo de Ocio fue mala suerte en un instante puntual. Lo de los otros ochenta y ocho minutos, no. Y eso es lo grave... y lo doloroso.
Volviendo a lo de siempre. El Athletic vuelve a estar a un punto del descenso. Es verdad que hay un buen número de equipos por detrás, pero la situación es esa: el próximo partido en San Mamés, con el Depor de Lotina como visitante, la victoria vuelve a ser de obligado cumplimiento. Pero, de momento, mañana hay Copa.
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