Dice Caparrós que prefiere ganar por uno a cero que perder por tres a cuatro. Es otra forma de decir aquello de Clemente: "el que quiera espectáculo que vaya a ver la gabarra a la ría". El entrenador del Athletic no oculta su talante resultadista. Desde su punto de vista, el espectáculo se reduce a ganar y no le falta razón. Los resultados le darán y le quitarán, no el espectáculo, por muy estupendos que se quieran poner algunos en la grada. Viene todo esto a cuento de la escasa producción goleadora de los rojiblancos, escasez que su técnico admite pero a la que no le concede la importancia que debiera darle. Para él, lo importante es mantener el equilibrio entre los goles marcados y los recibidos. Es de Utrera pero podría parecer de Sorrento. O de Rímini. En Italia sí que suelen estar atentos al equilibrio entre lo marcado y lo recibido. Pero para jugar a eso, hay que partir de la casi certeza de que se va a recibir poco o nada y, por desgracia, no es el caso del Athletic. A pesar de que el equipo es uno de los menos goledos de la Liga, Iraizoz sólo ha mantenido virgen su portería en tres partidos: contra Osasuna en la jornada inaugural, Betis, y el último domingo ante el Recre. Es decir, las tres veces jugando en San Mamés. Y de las tres, los delanteros rojiblancos se quedaron sin mojar en dos. Fuera, el Athletic ha encajado al menos un gol en todos los partidos que ha disputado, lo que significa que nunca ha conseguido regresar al vestuario con el punto que regala la Federación, aunque bien es verdad que en un par de ocasiones, Levante y Valladolid, ha conseguido marcar un par de goles que le han dado los tres puntos. El equilibrio al que se refiere Caparrós se traduce en nueve goles a favor y doce en contra, dato en el que tienen mucho que ver los tres que encajó en su día el Athletic en Barcelona, su derrota más abultada. No estaría del todo mal si no fuera porque la lista de goleadores rojiblancos se reduce a tres jugadores: Aduriz, Etxeberria y Susaeta. Pocas alternativas son esas como para sorprender al contrario. Se dirá que han marcado los dos delanteros titulares y el media punta con más llegada, pero eso sólo demuestra lo que es obvio en cada partido, que el Athletic carece de una segunda línea de llegada que es la que a la postre distingue a los equipos más poderosos. Si los centrocampistas no marcan, las dificultades en el área rival crecen y en el Athletic los Javi Martínez, Gabilondo, Orbaiz o David López, ¡ay David López!, están inéditos, posiblemente porque su entrenador prefiere que se concentren más en defender que en atacar. La ausencia de gol es el peor problema que puede tener un equipo y el Athletic lo padece sin ningún género de dudas. Mantener el equilibrio entre goles a favor y en contra, como pide Caparrós, es caminar sobre el alambre. Demasiado arriesgado para un equipo que ha dado síntomas de padecer de vértigo.
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