Antes de que los apologistas se apresuren a lanzar las campanas al vuelo tras la primera victoria del Athletic en San Mamés, convendrá recordarles que el Recre sólo viene a Bilbao una vez en la Liga. Será difícil que el Athletic se encuentre con un visitante que le de tantas facilidades, ni con un árbitro que decida no pitar falta una acción que el resto de sus compañeros hubieran sancionado con los ojos cerrados, que es como suelen resolver siempre las jugadas en el área pequeña, facilitando así el segundo gol de Etxeberria, que cerraba el partido cuando todavía quedaban bastantes minutos por delante. Bienvenido sea el primer éxito del Athletic en casa, porque buena falta le estaba haciendo al equipo y a la afición. Pero que el triunfo no ciegue ni a los jugadores, ni al entrenador. El Recre recordó demasiado al Athletic de hace bien poco. Frágil en defensa y romo en ataque, y con un portero cantarín para completar el cuadro. Ganar a un rival así se antoja obligatorio hasta para un Athletic que no había ganado a nadie (ni siquiera al paupérrimo Betis) en su casa. No puede considerarse el triunfo, por muy claro que fuera, como uno de esos éxitos de calidad que certifican la autoridad del ganador y le pronostican un buen futuro. Al contrario, durante muchos minutos, incluso durante un rato ya con el 2-0 en el marcador, el Athletic fue un equipo de recursos muy limitaditos, previsible hasta para la alocada defensa onubense y con muy poca presencia en el área rival, por la sencilla razón de que Caparrós prefiere asegurar el equipo de medio campo para atrás, limitando incluso la proyección ofensiva de centrocampistas y laterales, aunque ello le suponga contar con muy pocos efectivos adelante. Es su opción, tan legítima como cualquier otra. y a nadie engaña porque en esa filosofía ha cimentado su carrera en los banquillos. Lejos de ser criticable, debe ser considerado una virtud que un equipo tenga claro lo que quiere hacer y lo haga, aunque sea tan poquito como viene haciendo este Athletic que algunos se empeñan en ver tan distinto y mejorado. En el equipo se impone el estilo Koikili: ser conscientes de las limitaciones propias y hacer sólo las cosas que de verdad se saben hacer. Sin meterse en más honduras ni pedir virguerías donde solo cabe aspirar a la supervivencia. De momento.
Hemen doa testua.
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