jueves, 21 de febrero de 2008

Un juguete roto


La directiva del Athletic, mediante su medio de comunicación preferido, ha hecho saber que no se quedará con Del Horno al finalizar la temporada y que devolverá al jugador a su club de origen, el Valencia. La directiva del Athletic (esto no lo dice su medio de comunicación favorito) ya quiso devolver al jugador al Valencia aprovechando el periodo de Navidad, pero en el club levantino no quisieron saber nada del asunto. Bastante tienen con lo que tienen, como para apechugar con un problema añadido.
La historia de Del Horno en el Athletic acaba, pues, aquí. Por mucho que el periódico favorito de García Macua diga que Caparrós seguirá contando con Del Horno siempre que le haga falta hasta el final de la temporada, lo más lógico sería que el lateral no volviera a jugar. Si su estado de forma actual ya es más que dudoso, mejor no pensar en lo que puede ser a partir de ahora.
La cesión de Del Horno del Valencia le ha costado al Athletic 1.200.000 euros. Una operación ruinosa se mire por donde se mire. A Del Horno le conocían muy bien en el Athletic. Una de las razones por las que en Ibaigane le pusieron una alfombra roja para que se marchara al Chelsea fue precisamente su escasísima vocación de futbolista profesional, una característica que ya conocían en el club prácticamente desde su edad juvenil aunque siempre se albergó la esperanza de que llegaría el día en el que el jugador asentara la cabeza, algo que finalmente no ha ocurrido. Y en el Chelsea le empezaron a conocer el mismo día que firmó el contrato. Pero esa es otra historia.
No es, Del Horno, el primer futbolista que pierde el Athletic por su mala cabeza. Nadie me podrá convencer de que en Lezama no se perdió hace unos años tal vez a la mejor promesa futbolística de los últimos tiempos, el jugador más brillante que personalmente haya visto nunca en las categorías inferiores del Athletic. No pudieron, o supieron, llevarle por el camino correcto. El club perdió a un centrocampista que hubiera hecho época y el chaval perdió la oportunidad de haberse convertido en una figura a escala internacional.
Es algo que el Athletic no se puede permitir, no ya por una mera cuestión de rendimiento deportivo, sino por su propia responsabilidad sobre los jóvenes que tiene bajo su disciplina. Y no me vale con la salida fácil de que fulanito es un golfo y no hay forma de hacer carrera con él. Para dirigir a un grupo de novicios Escolapios no hacen falta tantos entrenadores, psicólogos, profesores o preparadores físicos como hay en Lezama. Se dirigen solos. Tampoco hacen falta si van a renunciar a todos los chavales díscolos o propensos a la vida disipada que se encuentren en el camino. Su labor es precisamente enderezarles cuando aún están a tiempo, lo mismo que la de los ojeadores es descubrir el talento antes que nadie. Como decía Jesús Gil para fichar a un jugador de mil millones no me hacen falta técnicos. Y para llevar por el buen camino al que ya está en él, tampoco hacen falta tantas nóminas en el fútbol base.
Se ha perdido un futbolista pero todavía estamos a tiempo de no perder a la persona. Del Horno, y su entorno más cercano, es el primero que tiene que reflexionar para darse cuenta de a dónde le lleva el camino que ha emprendido. Todavía está a tiempo de reconducir su situación. No le falta talento futbolístico y todavía tiene edad y condiciones para explotarlo, quizá no ya al nivel que apuntaba cuando empezó, pero sí como para poder decir en un futuro que fue futbolista profesional.

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2 comentarios:

Iñaki Murua dijo...

Estoy pensando a ver quién puede ser esa promesa que se quedó que citas...

En cuanto a lo de Asier, me gusta la imagen que das.

Lo de la filtración empieza a ser más que casual, como el globo sonda del chaval catalán de hoy.

Por cierto, bonita forma de seguir haciendo amigos de nuestro presidente.

Juan Carlos Latxaga dijo...

Fue un chaval que no llegó a nada. Creo que no llegó ni a juveniles, pero su propio nombre apuntaba a que sería una estrella (esto es una pista muy buena). Cuando yo le ví por primera vez en Lezama tenía diez años y había venido con el equipo de su pueblo a jugar uno de aquellos torneos de Semana Santa que organizaba el Athletic para ojear y captar chavales. Le ví jugar en el pabellón cubierto varios cinco contra cinco y supuse que Maradona sería algo parecido a su edad. En fin, una pena.