El Athletic tuvo el partido donde quería el minuto dieciocho y la eliminatoria y el paso a las semifinales de la Copa en la mano en el 24, cuando Muñoz transformó por segunda vez el penalti que Rubinos ordenó repetir. Al descanso se retiraron un Athletic pletórico que había arreglado los daños del fiasco del Sardinero en tan solo 45 minutos, y un Racing que fue un equipo menor y superado durante toda la primera parte. Pero del vestuario regresaron dos equipos totalmente diferentes. El Athletic salió como lastrado por la responsabilidad de tener que resolver una eliminatoria que tenía a su alcance y el Racing volvió mentalizado para corregir el desastre que había sido durante toda la primera parte. El equipo de Marcelino se asentó antes y mejor en el campo y tardó muy poquito en marcar el gol que mataba al Athletic.
Pero ayer era noche copera en San Mamés y Susaeta materializó el milagro aprovechando un rechace del portero tras un trallazo de Llorente. La fulgurante reacción de los rojiblancos y su tercer gol, desvelaron al público un equipo desconocido este año. Acostumbrados a ver a sus jugadores bajar los brazos a la primera contrariedad, el gol de Susaeta fue una noticia inmejorable. Sólo otra vez, en Valencia, el Athletic había sido capaz de marcar por triplicado.
El partido se desgarró entonces y hubo minutos de intensidad copera como no se recordaban desde hace tiempo en la catedral. Y llegó la jugada que los rojiblancos consideran clave: el derribo de Gabilondo en el área pequeña cuando se disponía a recibir el balón libre de marcaje. Fue un penalti mucho más claro que el que Rubinos había pitado en el primer tiempo, pero señalar dos penaltis en un mismo partido se les hace muy cuesta arriba a los colegiados. Además, minutos antes se había producido una jugada muy protestada por los jugadores del Racing en el área del Athletic. Quizá su recuerdo encogió el ánimo del árbitro en la caída de Gabilondo. Tal y como estaba el partido ese cuarto gol hubiera sido posiblemente definitivo, pero por el contrario, llegó el segundo del Racing. El árbitro pitó una falta de Ocio cuando el balón ya estaba en poder de Aranzubia, y los cántabros ejecutaron una jugada ensayada que acabó con un remate a placer de Tchité en el área pequeña. Si en la jugada del primer gol la defensa del Athletic había permanecido estática, en el segundo hubo media docena de Tancredos vestidos de rojiblanco en el área.
Ya no hubo ni tiempo ni opción para el milagro. El Racing se hizo con el mando de un partido que acabó empatando. El Athletic no supo gestionar sus ventajas y pagó su falta de cuajo. Los de Caparrós volvieron a poner de manifiesto que no forman un equipo fiable. Fallan cuando las cosas ruedan cuesta abajo y se rinden cuando el campo se pone cuesta arriba. Da lo mismo que juegue Perico que Juan, que se intenten unas cosas u otras. No se entiende la posición tan retrasada de Yeste, justo por delante de los centrales, y la alineación del joven Ramos junto a LLorente, dejando a Aduriz en el banquillo, solo sirvió para desmentir a aquellos que dijeron que la entrada en el campo del de Bermeo por delante del riojano en último partido era un toque de atención del técnico a este último. Sirvió para eso y para confirmar lo que ya se observaba desde hace varios partidos: que Caparrós no lo ve nada claro y sigue haciendo experimentos a ver si suena la flauta.
Al Athletic ya sólo le queda concentrarse en pelear por la salvación en la Liga, y cuando se emplea el verbo pelear, debe entenderse en su literalidad. A falta de juego y de calidad, a los rojiblancos sólo les queda la pelea palmo a palmo en cada partido y por cada punto. Empezando este mismo domingo en Zaragoza.
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