No me gusta Iñaki Badiola, el presidente de la Real. No le conozco personalmente pero en apenas cuarenta días de mandato ha dado motivos para sospechar que no será un buen presidente. El Badiola de antes de la junta de accionistas en la que resultó elegido era un candidato distinto, que aportaba ideas, digamos que pintorescas y que no demostraba tener excesivos conocimientos del mundo del fútbol. El Badiola de después de aquella junta es un presidente que no ha cumplido ni una sola de sus promesas electorales y un tipo agresivo que ya ha dejado varios cadáveres en el camino y amenaza con más cada vez que abre la boca.
Por eso no me gusta que haya proclamado que el Athletic será su segundo equipo si alcanza un acuerdo extrajudicial en el caso Zubiaurre. Me preocupa, y me asusta, que haya dicho que García Macua le cae bien, "incluso le tengo cariño a Fernando García Macua. Me parece un tío genial" y que mantiene una buena relación con el presidente del Athletic. Me asusta porque, efectivamente veo algunas afinidades entre los dos personajes y no quiero para el Athletic un presidente como el que tiene la Real en estos momentos. No quiere esto decir que las dos entidades no deban retomar unas relaciones normalizadas después de la ruptura del año pasado, precisamente por la reacción de la Real a la última sentencia del asunto Zubiaurre. Relaciones normalizadas, sí, pero cuando se normalice la situación generada por aquella desgraciada decisión de Lamikiz de presentar como propio a un jugador que seguía siendo de la Real. Y no sé hasta qué punto se puede normalizar esta situación si son Badiola y García Macua los encargados de la tarea.
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