A cinco puntos del descenso después de encadenar dos victorias consecutivas, la segunda remontando un gol en campo contrario. El Athletic emite señales positivas que no deben, sin embargo, ocultar el ruido de fondo del equipo. La ciclotímica afición rojiblanca hará bien en no lanzar las campanas al vuelo por la situación que vive el equipo tras el triunfo en el Manzanares, al menos hasta comprobar qué sucede en la próxima cita en San Mamés ante el temible Villarreal.
El Athletic consiguió una victoria meritoria y merecida en un campo que le suele se adverso, gracias sobre todo a que supo sacar partido de todas las debilidades del Atlético de Madrid, que son muchas. Pudo cambiar el partido si aquel balonazo que repelió el larguero entra en la portería de Armando, cuando el marcador estaba todavía 1-0, pero tampoco es cuestión de flagelarse. Un partido de fútbol es la sucesión de una serie de circunstancias y, esta vez, resultaron favorables a los intereses del equipo de Caparrós.
Sucede que, en general, el Athletic es un grupo más fiable fuera que en casa, por la sencilla razón de que al tratarse de un equipo bastante limitado, le va mucho mejor cuando juega a la contra, buscando el fallo del rival, que cuando tiene que asumir la iniciativa de la creación de juego en su propio campo. Cuando el rival falla, el Athletic puede sacar partido; cuando el rival no falla, el Athletic pierde. El Zaragoza no falló y el Athletic perdió; el Atlético de Madrid fue un desastre sin balón y el Athletic ganó. En San Mamés ocurre lo contrario. El Athletic tiene que llevar el peso del partido y ahí la historia es muy distinta. Por eso los rojiblancos han perdido tantos puntos en casa todos estos años.
Del Manzanares, además del triunfo, llegaron otras buenas noticias que pueden tener más trascendencia de cara al futuro que los tres puntos, con ser estos tan valiosos. Me refiero al papel que volvió a jugar LLorente, cada vez más centrado y consciente de sus enormes cualidades. Volvió a ser un referente arriba gracias a su movilidad y a su participación en el juego. El gol fue un premio y a la vez debe ser un nuevo elemento de convicción para el que tiene que ser el nueve del Athletic.
Y qué decir de Javi Martínez. Firmó la mejor jugada que ha hecho el Athletic esta temporada y una de las mejores de los tres últimos años. Su galopada desde el punto de penalti hasta el área contraria se recordará como aquel eslalom de LLorente sobre la línea de fondo en aquella victoria contra el Zaragoza de hace un par de temporadas. Son ambos dos futbolistas jóvenes que están llamados a ser columnas vertebrales del Athletic de los próximos años. Como probablemente lo sea también Susaeta, autor del primer gol culminando certero la jugada de Martínez.
Buenas noticias que hubieran sido mejores si Caparrós se hubiese atrevido a dar a Ustaritz la continuidad que se ganó ante el Levante, sin que esto quiera decir que Ocio lo hiciera mal en Madrid,ni mucho menos. Como no lo hizo mal ninguno de los rojiblancos en un partido que, en otras condiciones anímicas los de San Mamés hubieran podido resolver con un margen mucho más amplio. La clasificación aprieta y los de Caparrós, por órdenes del banquillo o por espíritu de supervivencia dedicaron casi toda la segunda parte a conservar el marcador en lugar de ir directamente a machacar a un rival confundido por su flojera defensiva, agravada por la expulsión justa de Raúl García.
El partido del Manzanares deja un último dato para la reflexión. El Athletic suma ahora 29 puntos y está más o menos a cuatro victorias de la salvación cuando faltan catorce partidos. Nueve de esos puntos los ha conseguido el Athletic frente a rivales de cuidado como Valencia, Sevilla y Atlético de Madrid, y seis de ellos, a domicilio. Curioso dato.
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