Sabino Padilla se encuentra a estas horas en Portugal participando en la primera concentración invernal de la sección ciclista del Benfica para conocer a los componentes de la escuadra y cerrar los últimos flecos de la negociación del contrato para una temporada que está negociando con el equipo portugués. Sabino ha preferido alejarse del fútbol, pese a que ha tenido oportunidad de continuar en la élite de habérselo propuesto, y regresar al ciclismo desde la base, puesto que aunque el Benfica sea una de las grandes instituciones deportivas de Portugal, su sección de ciclismo no deja de ser una escuadra modesta.
Da la impresión de que Sabino ha preferido limpiar su mente y su espíritu bajando un par de escalones en su currículo para empezar de nuevo casi desde el anonimato y olvidar la traumática experiencia que le ha supuesto su salida del Athletic, una de esas injusticias que uno nunca acabará de entender aunque viva siete vidas, porque ni viviendo tantas vidas entenderé nunca la catadura moral de esos individuos que son capaces de todo con tal de obtener el fin que se proponen, ya sea en los negocios, en la política o en el deporte. El daño que le han hecho a Sabino a cambio de un puñado de votos engrosará la parte más negra de la larga historia del Athletic. Nunca a lo largo de todos esos años, el club había 'vendido' a ninguno de sus miembros como se ha vendido la cabeza de Sabino en una bandeja a cambio de no se sabe qué compensación que, por cierto, no ha llegado. Debe de ser que los tiempos están cambiando, pero no me gusta el rumbo que está tomando este Athletic en su camino hacia la presunta modernidad.
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