García Macua ha sacado adelante el presupuesto por cuarenta y cinco votos de diferencia, la más exigua en una votación de este tipo, pero lo importante para él es que ha conseguido la aprobación de la Asamblea. No faltará quien en el futuro le recuerde al presidente lo apretado de la votación, pero como una de esas victorias de penalti injusto en el último minuto, lo importante en este caso es el resultado.
Era hasta cierto punto previsible que cambiara el sentido de la votación de la Asamblea por varias razones. Cualquier junta directiva tiene recursos para movilizar el voto de los compromisarios a favor de sus intereses. La campaña mediática ha sido intensa y exhaustiva, con una mayoría de medios incondicional. El mensaje de o mi presupuesto o el diluvio también ha hecho mella. Por último, siendo el Athletic un club de tradiciones, hubiera sido novedad que un presidente fuera castigado dos veces. Ya lo fueron una vez Lertxundi y Arrate, y los compromisarios han sumado ahora a su colección de trofeos a García Macua. No será el último a no ser que cambien mucho las cosas en el Athletic.
En cualquier caso el resultado de la Asamblea se antoja difícilmente extrapolable al conjunto de la masa social rojiblanca. Los compromisarios del Athletic no representan ni siquiera a los nueve socios que en teoría avalan con su firma su condición de tales. A veces dudo hasta de que alguno se represente a sí mismo. El tiempo dirá lo que piensan de verdad los socios de la gestión de la actual junta.
En su día tuve mis dudas sobre la conveniencia de que las televisiones locales retransmitieran en directo las Asambleas pero ahora estoy convencido de que la presencia de las cámaras es positiva. Es verdad que hay algunos compromisarios que les da lo mismo tener un micrófono en la mano o un cucurucho de vainilla, que ellos te sueltan la historia interminable en versión discurso. Esos viven ahora sus minutos de gloria ante las cámaras, ¡Mari, pon el vídeo que esta noche voy a salir en la tele!, pero, al mismo tiempo, las cámaras reflejan en toda su crudeza la lamentable realidad que se esconde detrás de la grandes palabras y los inmarcesibles amores a los colores.
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