La visita es el mensaje

Parafraseemos al gran Marshall McLuhan que dijo aquello de que el medio es el mensaje. Nuestro no menos grande Fernando García Mackua, se dijo para su coleto, la visita es el mensaje, y allá se fue, hasta Lezama, a hacer una visita al míster y a los chicos, acontecimiento recogido con gran alarde gráfico y exiguo cuerpo de texto en la página oficial del club, como no podía ser de otra forma.
La visita ha sido de siempre una destacada práctica social. Antaño se visitaba a las amistades en su domicilio, ¡niño ordena la habitación que tenemos visita!, y había que ser un experto en protocolo para no meter la pata no solo cuando eras sujeto pasivo del acto visitador, sino también cuando te tocaba ser el activo y eras tu, quien, repeinado y con ropa de domingo, eras el visitante. Se visita al amigo enfermo en la habitación del hospital o convaleciente en su casa. Se visita al familiar más o menos lejano que anda pasando un trance amargo...En fin, que la visita, que en su día fue un elegante hecho social, ha pasado en nuestros días a ser sinónimo de malos tiempos.
La modalidad visita a Lezama también tiene una gran tradición entre nosotros. Algunos de los visitantes alcanzaron tal nivel de virtuosismo en el arte de la visita que se podía escribir un tratado. Hubo un directivo de porte circunspecto y traje oscuro que se presentaba portando un maletín. Era como el cobrador del frac, pero sin frac. Le llamábamos el heraldo de la muerte. Días después de su visita el club anunciaba la baja de algún jugador. No fallaba. Pero había incluso mejores. Los que jugaban a que no querían que trascendiera su visita, pero dejaban pistas tan elocuentes como el coche en el aparcamiento. Y estaban los que se dejaban ver fugazmente entre los visillos del primer piso, un sí es no es, como un fantasma, lo suficiente para que el periodismo que mataba el rato viendo el entrenamiento se preguntara, oye, ¿no es ese de la ventana fulanito?. ¿Qué estará pasando para que ese esté aquí?. Y se empezaba a construir una historia. Aquellas visitas si que venían con mensaje dentro.
Lo que ha protagonizado el presidente del Athletic esta mañana ha sido un vulgar acto de agit-prop diseñado por un alumno de primero de manipulación. La prosa oficial no permite deducir nada distinto de lo que cualquier malpensado puede colegir de la presencia de Mackua en las instalaciones de entrenamiento. Es decir que el presidente fue a protagonizar un spot publicitario. El error de planteamiento radica en que los clientes no sabemos exactamente lo que nos ha querido vender. Ha sido como uno de esos anuncios de coches en los que sale una tía maciza mirando con arrobo a un mirlo mientras de fondo suena música de violines. Al final no es que no te hayan dicho ni cuánto cuesta ni cuánto consume el coche, sino que ni siquiera sabes de qué coche o de qué marca se trata. Pero queda bien. Fino y elegante. Te anima a comprar aunque no sepas qué.
No es lo peor que los aficionados no sepamos a qué ha ido el presidente a Lezama. Si ha ido a dar ánimos, a dar el pésame o a pedir una camiseta firmada para hacer una cortesía en una visita privada. Me parece mucho más preocupante dudar de que él mismo sepa a qué ha ido exactamente. Habrá que leer mañana al exégeta de la prensa del régimen para conocer la verdad revelada.

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