martes, 22 de mayo de 2012

Aguirre la cólera de Dios



"Si se produce la pitada, el partido se suspende, se juega a puerta cerrada y ya verá usted cómo no se vuelve a producir". Es la última frase de Esperanza Aguirre. Esas pocas palabras encierran todo el desprecio y la cólera que le cabe a la gente de su clase cuando se refiere a los otros, a los díscolos, a los que protestan, a la chusma que se niega a pasar por el aro como Dios manda. "Ya verá usted cómo no se vuelve a producir". La gentuza tendrá el escarmiento que se merece y ya verá cómo aprenden, a palos si hace falta, que es como han aprendido siempre. Esos no saben con quién están hablando, le faltó decir a la presidenta de la comunidad de Madrid, que es lo que los de su clase han dicho siempre que alguien ha osado llevarles la contraria.
Esperanza Fuencisla Aguirre y Gil de Biedma, condesa de Murillo y Grande de España es la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, esa en la que un domingo sí y el siguiente también, grupos de fascistas se dan cita en sus dos principales campos de fútbol para berrear sus consignas, agitar banderas franquistas y mofarse de la muerte de un ciudadadano vasco asesinado por uno de ellos. No se recuerda que doña Esperanza pidiera entonces la clausura del campo a cuyas puertas se produjo aquella muerte. Doña Esperanza les conoce muy bien, ha visto sus banderas franquistas, sus cruces gamadas, sus yugos y sus flechas muchas veces desde el palco presidencial de esos campos. También ha oído sus insultos y sus amenazas a los vascos y a los catalanes. No hay noticia de que alguna vez se haya dignado en hacer algún comentario al respecto; mucho menos en habilitar las medidas para que no se vuelva a repetir. A doña Esperanza le votan los madrileños y le votan mucho puesto que ejerce la presidencia con mayoría absoluta. No es descabellado calcular que algunos de sus votos le llegan también desde esas hordas de fascistas que se apostan detrás de las porterías del Bernabéu y del Manzanares. En este país,único en Europa en el que no existe la ultraderecha, los votos al extremo centro llegan desde los caminos más insospechados.
Doña Esperanza es la presidenta de la Comunidad en la que se ha autorizado una manifestación falangista el mismo día en el que se disputa la final de Copa. Es verdad que la decisión última ha sido del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, y doña Esperanza se sabe de memoria lo de la separación de poderes, claro, pero hubiera podido aprovechar los micrófonos para decir algo al respecto, aunque sea eso tan manido de que ella siempre respeta los dictámenes de los tribunales. A lo mejor es que a nadie se le ocurrió preguntarle. Puede ser. Tampoco es descartable y si no le preguntan, no tiene porqué responder.
A doña Esperanza le han descubierto ahora una ruina económica que ella ha estado negando durante meses. Tiene un banco que debe más que tiene y la Comunidad que preside ha duplicado el déficit que dijo que tenía y ha dejado en muy mal lugar al gobierno del Estado, que ha venido sosteniendo que la culpa del déficit la tienen los otros, los de siempre. A doña Esperanza la han pillado mintiendo y eso que está muy feo para una persona normal, es horrible para toda una condesa. Y además es pecado, según el catecismo del padre Astete. A lo mejor, doña Esperanza ha visto en la final de Copa el cielo abierto, no para redimir sus pecados, sino para mantener al personal entretenido con un tema que en Madrid, que es la Comunidad que preside, tiene asegurado el éxito de crítica y público. Los catalanes y los vascos siempre vienen bien cuando hay que cambiar de conversación.
Doña Esperanza no ha dicho quién tiene que decidir la suspensión del partido, ni quién mide si la intensidad de la pitada es lo suficientemente ofensiva para darlo por finalizado. ¿Será la Casa Real?, ¿el ministro de Interior?, ¿la delegada del Gobierno?, ¿la Federación Española?, ¿el árbitro?, ¿ella misma, que es condesa pero muy arremangada para estas cosas?, ¿mandará a esos antidisturbios que tan bien se han entrenado con los del 15M?. Son preguntas retóricas que no tienen respuesta porque no la pueden tener y doña Esperanza lo sabe. Pero estaría bien si en su fuero interno se preguntara al menos por el efecto que puede tener su soflama en los cerebros rapados de los que van a dejar manifestarse el viernes por las calles de Madrid. No hace falta que responda. Bastaría con que reflexionara, pero me temo que eso es mucho pedir.
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4 comentarios:

Iñaki Murua dijo...

Chapeau!

Gustavo Avila dijo...

Parece mentira que aun lleguen y conserven puestos de poder, personas sin capacidad de entender que al promover censuras de forma tan alegre, lo más probable es que terminen afectando sus propias libertades básicas.

Fue tan irresponsable y ligero el planteamiento de la funcionaria, que de verdad he quedado asombrado que existan políticos electos con este tipo de mentalidad en España.

Echar leña al fuego para tratar con la humareda de tapar asuntos propios, tiene sus límites. No puedes polarizar a la sociedad con temas como estos y creer que no van a existir consecuencias.

:(

Gontzal dijo...

Textu ona baino hobea.

Aquí uno que está preocupado para mañana. Cualquiera se embute en la rojiblanca para alternar por Madrid con Athletic Hiria cerrada.

No quiero ser catastrofista, pero me temo que hay muchísimas posibilidades de que haya un serio disgusto.

Juan Carlos Latxaga dijo...

Eskerrik asko Iñaki eta Gontzal.
Gustavo en España todavía hay muchos políticos con esa mentalidad e incluso peores. Sería muy largo hablar de ese asunto pero como dice el tango veinte años no es nada, ni casi cuarenta en este caso.
Gontzal, siempre habrá sitios tranquilos para andar por Madrid. Afortunadamente, la inmensa mayoría es gente normal. Mientras tengas cuidado con no encontrarte con algún militante de extremo centro no tienes problema. Ya sabes que en España no hay ultras como en Francia, Alemania y esos sitios tan depravados