viernes, 25 de mayo de 2012

El Athletic solo logrará el éxito en la final
si alcanza la perfección

Una noticia previa a la final: Bielsa reconoce que no tiene decidido el equipo titular. Una gran verdad antes de la final: Bielsa asegura que es indispensable que cada jugador esté cerca de su máximo potencial y que la organización del equipo sea precisa. Traducido: es indispensable que el Athletic funcione a la perfección tanto en el aspecto individual como en el colectivo.
El técnico ha preferido no especificar la naturaleza de sus dudas para confeccionar la alineación. Lo único que está claro es que esta ausencia de certeza constituye toda una novedad. Tanto que es la primera vez desde que está en el Athletic en la que Bielsa no confirma su once titular la víspera del partido. Hasta la fecha, ha sido fiel a uno de los principales postulados de su ideología. Sus equipos aspiran a ser protagonistas y por lo tanto se configuran a partir de una serie de convicciones independientemente de quién sea el rival. Marcelo Bielsa se ha regido por este principio irrenunciable para enfrentarse al Oviedo o al Manchester United. El Athletic, salvo causa de fuerza mayor, ha jugado con una alineación que poco a poco se ha ido grabando en la memoria de los aficionados. Hasta hoy el técnico no había dado razones para dudar de sus planes y todos dábamos por hecho el once que se enfrentaría al Barcelona por la Copa. Si el mister vacila por la reciente enfermedad de Herrera e Iturraspe, estaríamos ante la lógica reserva del entrenador que quiere esperar hasta última hora para conocer el exacto estado físico de sus jugadores. Si las razones son de índole táctica y obedecen a las características del rival, estaríamos hablando de otra cosa de un calado bastante mayor. Veremos.
También en Barcelona se habla de la alineación de Guardiola, aunque en su caso es más habitual. Para empezar Guardiola suele introducir cambios puntuales prácticamente en cada partido. Pero además el técnico blaugrana tiene que cubrir dos bajas tan sensibles como las de Pujol y Dani Alves. Dos ausencias en la misma línea pueden crear problemas incluso al entrenador del Barcelona, aunque resulta ocioso recordar que tiene recambios suficientes para encontrar una solución. Ocurre sin embargo que Pujol y Alves, sin ser los dos jugadores de más calidad del equipo, con lo relativo que es hablar en estos términos cuando nos referimos al Barcelona, sí son dos futbolistas que aportan un plus de energía, de empuje, cuando las cosas no les salen como prevén. Son de esa clase de jugadores que con una carrera por la banda o una subida a rematar un balón parado galvanizan al resto de los compañeros cuando no funciona el guión habitual. En ese sentido, el Barcelona podría acabar acusando su ausencia si el Athletic consigue mantener vivas sus opciones hasta el final.
Claro que, como muy bien ha dicho Bielsa, si el Athletic quiere contar con alguna oportunidad de ganar esta Copa tiene que alcanzar un rendimiento rayano con la perfección. Para ganarle al Barcelona hay que jugar mucho al fútbol y hay que cometer muy pocos errores, ninguno a ser posible. Basta recordar lo que ocurrió en el partido de Liga que estos dos equipos disputaron en San Mamés. Los leones jugaron el que hasta entonces era su mejor partido de la temporada, pero un error en el último instante les privó de una victoria por la que trabajaron durante los noventa minutos con un alto grado de acierto.
Parar a Messi, por supuesto, pero también a Xavi o a Iniesta o a Alexis. No hace falta descubrir ahora al Barcelona. Este equipo ha perdido este año cuatro partidos: contra el Chelsea en la semifinal de la Champions League, contra el Real Madrid en el Camp Nou, en Getafe, inmediatamente después de ganar en Milan, y ante Osasuna, justo antes de viajar a Leverkusen. De las cuatro derrotas, dos las sufrieron alineaciones no habituales. El Athletic aspira a endosarle su quinta derrota. No es poca tarea.
Es una final y todo puede pasar aunque a nadie se le oculta que el favorito es el Barcelona. Le viene bien al Athletic ceder esa parte del protagonismo al rival. Le permitirá una disposición mental de la que careció hace quince días en Bucarest, cuando el exceso de responsabilidad atenazó las piernas y nubló las mentes de los leones. Seguro que los de Bielsa han asimilado aquella lección y han aprendido a superar la ansiedad que les derrotó sin darles opción siquiera a competir.
Todos hemos aprendido de aquello y aunque el entusiasmo popular crece a medida que se acerca la hora del partido, se percibe en el ambiente una actitud general distinta a la de las horas previas a la final europea. Es difícil verbalizar lo que no pasa de ser una percepción, pero hay algo diferente en estas vísperas. Como si de pronto se hubiera activado la memoria colectiva del club y sus seguidores, como si la experiencia de treinta y siete finales de Copa disputadas se hubiera trasladado de generación en generación, hay un algo en el ambiente que refleja que el Athletic y su gente se comportan con más naturalidad, con la comodidad y la familiaridad del que se mueve en terreno conocido. Es la Copa, nuestro torneo, conocemos de sobra los rituales y los tiempos; podemos ganar o perder, hemos disfrutado y sufrido las dos sensaciones y por eso nada nos cogerá por sorpresa.
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