lunes, 3 de octubre de 2011

El proyecto ya va tomando forma

Hay quien está empeñado en poner el foco del partido de Anoeta en el tiro al poste de Griezman y el penalti no pitado por mano involuntaria de Gurpegui. Alguno incluso vio un segundo penalti en un forcejeo entre Javi Martínez e Iñigo Martínez, pero bueno, ya se sabe cómo se ven las cosas en el fútbol. Se han oído por ahí versiones que concediendo el primer tiempo al Athletic, destacan la reacción de la Real en la segunda parte, como intentando dividir el encuentro al salomónico modo. Si el cronómetro y Pitágoras no engañan, veinte minutos no son la mitad de noventa, así que pongamos las cosas en su justo término. El Athletic dio un repasito curioso a la Real a lo largo de los primeros cuarenta y cinco minutos y mantuvo el control del partido sin mayores apuros en los veinticinco finales. Sí que es cierto que en los primeros veinte minutos tras el descanso, la Real tiró de orgullo y amor propio y llevó el encuentro a las cercanías de la portería de Iraizoz, más por empuje y genio que por juego, tapados como estaban sus organizadores, Xabi Prieto y Zurutuza, desaparecido el otras veces bullidor Griezman y ayuno de balones el goleador Agirretxe. Tuvo mucho que ver con todo ello la disposición de Bielsa y el trabajo de sus jugadores. Seguro Aurtenetxe en la banda, muy cómodo Javi Martínez otra vez como central, eficaz en grado sumo Gurpegui por delante y cada vez más asentado Amorebieta no solo defendiendo sino sacando el balón. Eso en cuanto al sistema defensivo se refiere. Porque el Athletic volvió a dar una lección de juego de ataque, desde Iraola hasta Gabilondo, pasando por la revelación de este comienzo de temporada, el polivalente De Marcos, un Munian cada vez más convencido de sus galones y, cómo no, un LLorente que por fin reapareció como el delantero que marca la diferencia. Quedarse con que el Athletic pudo echar por la borda todo lo bueno que había hecho durante el partido en esos veinte minutos un tanto caóticos, es quedarse mirando al dedo que señala la luna. Es cierto que durante esos minutos el equipo rojiblanco perdió la iniciativa y el balón, pero apuros, lo que se dice apuros, se concretan en un gol tan precioso como casual y anecdótico, y el disparo al palo y el consiguiente cabezazo de Agirretxe que Iraizoz aprovechó para redimirse. Todo ello en el contexto del lío que tenía montado el sistema defensivo rojiblanco por la lesión y retirada de Javi Martínez y la incorporación de San José en su lugar. En total once minutos, los que van desde el gol de Martínez en el 59, al segundo de Llorente en el 70. Ese gol del nueve rojiblanco selló definitivamente el partido y el Athletic volvió a dibujar el escenario del primer tiempo, controlando el balón, los espacios y el tiempo. Si Toquero llega a marcar en el descuento, o De Marcos y Susaeta eligen mejor en un par de jugadas, el marcador hubiera reflejado mucho mejor lo que se vio en el campo. El primer triunfo del Athletic en la Liga tiene el valor añadido de la confirmación del funcionamiento de un sistema y de una idea. Los profetas del apocalípsis deberán esperar sentados y aprovechar el tiempo para perpetrar nuevas teorías futbolísticas que oponer a las de Bielsa. Por ejemplo, deberán reformular el teorema del perjuicio que causa el dibujo de Bielsa al juego de Llorente. Y de paso, harán bien también en ir escribiendo un nuevo tratado sobre la falta de compromiso del delantero con la causa del equipo. Su imagen tras el partido, tumbado sobre el césped, apretando los puños, celebrando la primera victoria, basta y sobra para desmontar una tesis doctoral. Ya puestos, los de la trompetería apocalíptica deberán mirar también la cuestión de Javi Martínez como central, o al menos pergeñar un modesto teorema acerca de la oportunidad de que el navarro actue en ese puesto en determinadas circunstancias. No es cuestión de echar las campanas al vuelo por una simple victoria, por muy importante que sea ésta, pero el transcurso de la semana, con los triunfos ante el PSG y la Real, ha puesto de manifiesto que el proyecto va tomando forma, una forma muy atractiva e interesante, además. El hecho de ver al Athletic marcando el paso en Anoeta desde el minuto uno, dejando muy claro que había ido a ganar el partido, es la mejor de las noticias, sobre todo porque se repite. La misma imagen se vio en Cornellá y en La Rosaleda. En Anoeta, además, esa imagen quedó reflejada en el marcador. Decíamos el jueves que el Athletic había encontrado el camino. El domingo siguió transitando por él y, lo que es mejor, con paso cada vez más firme.
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2 comentarios:

Gontzal dijo...

A mi me gustó el partido, bastante, salvo ese cuarto de hora en el que sufrimos excesivamente.

Bielsa ha flexibilizado y rectificado en algunos aspectos, lo que me hace respetarle aún más, es bastante típico que los profesionales del banquillo se obcequen cuando reciben críticas tras los ataques de entrenador. Ha hecho autocrítica sincera.

Sobre el penalti de Gurpe, que los otros sólo existen si ves el fútbol con gafas de culo de vaso txuri-urdin, hay un detalle claro: antes de que el jugador de la Real dispare, ya tiene el brazo extendido. Salvo que el de Andosilla tenga la clarividencia adivinatoria de Grizmann, parece involuntaria. Eso sí, el CTA ha liado aún más el asunto de las manos, y los árbitros no saben ni cómo aplicarlo. Si no, a ver cómo se explica que no pite el penalti y, sin embargo, amonestase al mismo jugador por una mano con el brazo pegado al cuerpo.

Cómo estoy disfrutando viendo a los descarriladores de la teletienda. Qué complicado es fingir la alegría cuando estás deseando que el Club y el entorno se incendie.

Juan Carlos Latxaga dijo...

Yo creo que sencillamente hubo suertecilla y el árbitro no vio la jugada. De lo contrario pita penalti porque ya dejó claro cuál era su criterio con la amarilla a Gurpe que comentas. Hubo suertecilla en alguna jugada puntual pero seguimos dejando marcadores escasos para lo que se ve en el campo.
Pues sí. Es difícil aparentar la alegría que no se tiene. El domingo al mediodía yo ya vi algún cara vinagre mascullando algo de la Asamblea. ¡Qué país, Miquelarena!