lunes, 23 de enero de 2012

La realidad y la ficción

La euforia por el buen juego del Athletic y sus últimos resultados había desenfocado la visión de la afición. Hubo quien creyó que los de Bielsa podrían ganar en el Santiago Bernabéu. En su ingenuidad pensaban que el partido ante los blancos es como todos los demás. Ya se sabe que en el fútbol la memoria es flaca, pero no lo debería ser tanto como para olvidar que en la casa del Real Madrid o eres aplastantemente superior, digamos como el Barcelona o el Milan de los buenos tiempos, o estás expuesto al albur de cualquier circunstancia que inexorablemente decantará el partido hacia el lado de los blancos. Unas veces es un gol anulado, otras una oportuna expulsión y las más el penalti médico habitual. Esta vez hubo casi de todo. Qué le vamos a hacer. No faltará el comentarista bienintencionado que asegurará que al Madrid no le hacen falta ayudas arbitrales para ganar al Athletic. Pues sí, ayer le hicieron falta todas la ayudas para ganar a los de Bielsa, mire usted por dónde. Porque durante más de una hora, incluso cuando ya tenían el marcador en contra, los rojiblancos no fueron menos que los blancos en casi ninguna faceta del juego. Tuvieron más balón, llegaron más y remataron más que los de Mourinho hasta el punto de que durante diversas fases del primer tiempo provocaron el enfado del público con los suyos. El Madrid estuvo contra las cuerdas un buen rato. La falta de instinto asesino de los leones les permitió mantenerse de pie. Solo cuando el árbitro ya había hecho su trabajo, pudieron los blancos sacar pecho. Para la historia y la estadística quedará un marcador tan abultado como injusto, pero el fútbol es algo más. Por eso no hay reproche alguno para los de Bielsa pese a la goleada.
El Athletic construyó una obra de arte durante el primer tiempo. Defendió con seguridad y atacó con ambición, sentido, y mucha gente. Le perdió lo que le ha venido perdiendo durante toda la temporada: su falta de puntería para plasmar en el marcador su superioridad en la hierba. Llorente y De Marcos tuvieron la sentencia en sus botas con el marcador a favor, sin contar las numerosas jugadas de peligro que se fueron al limbo por una elección equivocada en el último pase o por una imprecisión. El porcentaje de llegadas al área respecto de las posesiones fue sencillamente espectacular, más de la mitad de las veces que el Athletic se hacía con el balón en el centro del campo o en su defensa, conseguía llevarlo hasta los dominios de Casillas.
Fue injusto que se llegara al descanso con empate, pero todo lo que le faltó al Athletic a la hora de culminar, le sobra al Real Madrid cuando enfila hacia la portería contraria. Una buena jugada de Marcelo igualó el excelente contrataque que habían dibujado doce minutos antes Javi Martínez y Herrera para que lo culminara Llorente. Lástima, porque los de Bielsa habían hecho méritos, y ocasiones, para regresar con ventaja al vestuario, pero los méritos hay que materializarlos, y los rojiblancos no supieron hacerlo. En el pecado llevaron la penitencia.
La realidad del Bernabéu se empezaba a atisbar en el horizonte. Buen juego, dominio del balón y ambición...pero sin premio. Y con algunas situaciones digamos que sospechosas, como el dispar criterio del árbitro para juzgar dos acciones idénticas de Cristiano Ronaldo: patada por detrás, sin posibilidad de disputa del balón, tarjeta amarilla la primera, plácet arbitral la segunda.
Pero lo peor estaba por venir. La fatalidad del Bernabéu llegó puntual a su cita. Lo hizo nada más empezar la segunda parte. Un forcejeo entre Iturraspe y Kaká se convirtió en penalti. Hubo agarrón de Iturraspe, claro, como lo hubo de Ozil en el inicio de la jugada. Cuenta la leyenda que Mateu Lahoz es de los que dejan jugar y no suele señalar ese tipo de acciones; será cuando ocurren en sitios que no sean el área del rival del Real Madrid. A Muniain, sin ir más lejos, le agarraron no menos de media docena de veces, en distintas partes del campo, sin que el hecho mereciera la atención del colegiado.
El Athletic continuó a lo suyo sin arrugarse, aunque la ventaja en el marcador tranquilizó a los de Mourinho, que ahora defendían mejor y encontraban algunas facilidades para contratacar a un equipo que tenía que arriesgar más en busca del empate. El equilibrio duró veinte minutos, hasta que Mateu Lahoz señaló el segundo penalti contra el Athletic, acompañado esta vez con la expulsión de De Marcos. Sentencia definitiva para que no cupiera la menor duda.
La cosa coincidió prácticamente en el tiempo con el doble cambio que ordenó Bielsa, sentando a Llorente y Amorebieta para dar entrada a Toquero e Ibai y bajando a De Marcos al lateral izquierdo, de ahí su presencia en el área en la jugada fatal, lo que impide analizar la maniobra del técnico. El partido ya estaba liquidado y lo mejor que podía pasar era que los minutos corrieran con rapidez. Otra vez la realidad, la cruda realidad del Santiago Bernabéu.
La ficción corrió a cargo de Antonio Miguel Mateu Lahoz, un tipo que se hacía pasar por un árbitro valiente y con criterio, que deja jugar al estilo de sus colegas ingleses, ignorando las faltitas y las interpretaciones melodramáticas a la que tan aficionados son los futbolistas de la Liga española, sean locales o foráneos. A Mateu Lahoz ya se le cayó la careta el jueves en Cornellá cuando dejó sin señalar dos penaltis en el área del Espanyol, que hubieran puesto al Mirandés en la semifinal de Copa. Dos acciones mucho más burdas por cierto que las que ayer observó con vista de lince en el área del Athletic, tan burdas como la falta de Ramos a Muniain que estuvo en el origen del cuarto gol del Real Madrid, por ejemplo, o tan sutiles como el empujón de Ramos a Ibai en el área madridista. Por no hablar de la agresión de Lass a Toquero sin balón por medio, en el más puro estilo de la escuela de pensamiento (si ello fuera posible) de Pepe, delante de las narices del colegiado.
Ayer Mateu Lahoz demostró que es como todos los demás, lo suficientemente cobarde para cambiar de criterio sobre la marcha y achantarse ante Cristiano Ronaldo o ante cualquier madridista a la hora de la verdad, y ciego para distinguir la oportunidad de aplicar la ley de la ventaja. Pura filfa. Los árbitros españoles son todos tan parecidos en su forma de proceder que solo se distinguen entre sí por la cantidad de gomina que usan. Ayer lo pudimos volver a comprobar. En el Santiago Bernabéu en caso de duda, blanco. Como siempre.
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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes más razón que un santo y yo ayer haciendo zapping buscando una crítica a Mateu y nada de nada... 100% que si Ramos le había dicho tal a Mou que si Mou le regaño que si la grada pita...

Y luego una jugada en contra del Mandril (o del Farsa) y venga toda la maquinaría futbilista-periodistica-propagandistica en marcha para machacar al arbitro.. Así que luego claro que es más fácil arbitrar a favor que en contra...

Scasi dijo...

Hola Latxaga, ¿no serías tú unos de esos que pensaban que se podía puntuar en el Bernabéu?...

Yo no vi ninguna obra de arte en la primera parte, vi un equipo que salía rápido a la contra, que es lo que mejor hace el Athletic de Bielsa, con un Madrid que defensivamente deja mucho que desear, un Varane que está muy muy verde....
Y un Athletic que en la finalización de los ataques es bastante previsible por su falta de pericia como bien dijo Beilsa en su día....

Mucho amagar y poco golpear, ese púgil que amenaza amenaza y al final acaba en la lona....

A lo que añadimos el típico arbitraje del Bernabéu, y más contra el Athletic (nos acordamos de la mano y expulsión de amorebieta de muñiz en los primeros minutos de partido....)etc etc

Y los errores de principantes tipo de iturraspe en área, que no deja de agarrarle ni cuando ya de ha caído, no se puede ser más inocente (el día del Albacete hizo un agarrón muy parecido que el árbitro no vio)....etc etc....

Los cambios....no me convenció que colocara a De Marcos de lateral, siendo el jugador que en el centro del campo tiene más recorrido físico, dejando a herrera y centrando a Muniain....
Dando vía libre al Madrid por el centro con las pérdidas en jugadas de ataque...
En una de ellas vino el pase a Beznema, con vía lbre por el centro, con De Marcos habilitando a ozil y llegando tarde y forzado y haciendo un penalti claro...

Y Mateu haciendo de las suyas...pero eso entra en lo previsible de los arbitrajes en el Bernabéu....

Juan Carlos Latxaga dijo...

De Mateu ya se ha olvidado todo el mundo en Madrid y alrededores. De hecho, se olvidaron en cuanto pitó el final. Para ellos fue un arbitraje normal. El problema suele surgir cuando se enfrentan el Madrid y el Barcelona y el árbitro se tiene que equivocar para un lado. Cuando juegan contra todos los demás, ya saben a qué lado tienen equivocarse.
Pues no, Scasi, y está grabado hace siete días. Dije que es metafísicamente imposible ganar en el Bernabéu. Acostumbro a ser un puntito pesimista antes de los partidos del Athletic, que como sabes, un pesimista no es más que un optimista bien informado.

Anónimo dijo...

Buena crónica amigo... El Primer penalty fue un forcejeo mal manejado por Itu como se comenta, pero que un árbitro con algo de criterio y sentido común -algo que hoy en día no existe mucho- se deja pasar ya que está arrancando el segundo tiempo y para que arruinar tan buen juego.

El de Özil fue una jugada fortuita luego de un mal rechazo en el medio de cabeza... El equipo estaba apretando y se dio un error, no fue por jugada del Madrid ni nada que se le parezca.

El 4to es tal cual como lo comentas, pero hay que agregar que Muniain se está acostumbrando a levantar las manos y echarse hacia atrás en jugadas divididas en donde hay contacto... Cuando más bien el debería hacer una falta técnica para cortar la jugada y que el árbitro decida.

Son detalles que demuestran que el equipo esta aun algo verde y se comen una goleada injusta por ser pardillos. Estos detalles tienen solución, no saber jugar si que no la tiene...

Te felicito por tu blog ;)

Juan Carlos Latxaga dijo...

Gracias anónimo. Sí, ese puede ser un buen resumen. El equipo, o algunos jugadores, están algo verdes todavía. Un problema que se soluciona con el tiempo