Con la premura habitual, una extensa reflexión de diez minutos y un ojo de lince que para sí quisieran intermediarios, directores técnicos y demás fauna que pulula alrededor del fútbol, el periodismo local ha anunciado que ya tenemos lateral izquierdo en la persona de Balenziaga después de presenciar su partido ante el Valladolid. Me sumo a la moción con el entusiasmo propio del corporativismo militante, aunque me reservo un plazo de al menos media docena de partidos para confirmar si el chaval es capaz de dar continuidad a lo hecho ante los albivioletas. Maneras tiene, y buena pinta también, bastante buena pinta, sobre todo a la hora de subir la banda con criterio y centrar con temple. Suyo fue el centro del gol de Llorente, prácticamente el único de todo el partido en el que la trayectoria del balón daba ventaja al delantero sobre el defensa, y suyo fue el centro, malo, que provocó el penalti que cerró el partido. Pero insisto habrá que verle ante extremos más peligrosos que el que le tocó el domingo en suerte y ante laterales más ambiciosos y más contundentes. Jon Vélez, sin ir más lejos, me pareció Van Basten en el partido contra el Málaga en el Colombino, comparación que ya no se puede sostener ni de lejos, evidentemente, aunque el chaval aporta un trabajo y una presencia física que agradece, sobre todo, Llorente. El día en el que Vélez, además, aproveche para marcar cuando se queda solo con el balón en los pies en el área pequeña, como le ocurrió ante el Valladolid, habrá dado un paso decisivo en su carrera.
También empezará a justificar su fichaje David López si repite con más asiduidad el juego que desplegó los veinte minutos anteriores al descanso, cuando permutó su posición con Susaeta. Fue casi el mejor rato que ha dado el riojano desde su llegada el año pasado, demasiado poco para un fichaje que tanto ilusionó.
Bastó que estos jugadores se aproximaran al ritmo y al nivel que se le de debe suponer a un jugador del Athletic, para que los de Caparrós lograran la primera victoria de la temporada, esa que es ten necesaria para calmar los nervios, elevar la autoestima y desterrar las dudas que tienen todos los equipos en el estreno de la competición. Los rojiblancos lograron una victoria justa, merecida y hasta corta a costa de un Valladolid que fue mucho menos de lo que se esperaba.
Pero la alegría por el triunfo o tiene que devenir en euforia. Es normal que la gente salga del campo con la última impresión, la de todo un segundo tiempo en el que el Athletic jugó con holgura y sin ningún temor por el resultado, pero conviene recordar los primeros veinticinco minutos del partido y aun todo el primer tiempo, periodo en el que a los jugadores del Valladolid le bastó mantener el orden y recordar las consignas que les habían dado en la caseta para anular el escasísimo y monótono juego de los leones, empeñados en repetir siempre una misma secuencia que consistía en llevar el balón como fuera a uno de los laterales del área grande y desde allí centrar sin más criterio que colocar el cuero delante de la portería.
Gracias a que los de Mendibilar no tuvieron el día más afortunado, incluso con tan escaso bagaje el Athletic debió irse al descanso en ventaja si el árbitro no se equivoca anulando un gol en la última jugada por un fuera de juego inexistente, y por la buena actuación del portero, el mejor del equipo castellano. Luego, cuando al comienzo de la segunda parte llegó el gol de Llorente, gracias a que Susaeta y Balenziaga entendieron al mismo tiempo que el juego por la banda es algo más que llevar la pelota y centrar al buen tun-tun, todo fue mucho más fácil para el Athletic. El Valladolid no tuvo más remedio que abrirse y lo hizo en canal. Con un poco más de puntería o de suerte, los leones le pudieron hacer una avería muy seria. Al final la cosa quedó en una victoria aseada y suficiente. Una muy buena noticia para un Athletic necesitado de sonrisas. Los de Caparrós tendrán el jueves en Huelva una excelente oportunidad de ratificar todo lo bueno que enseñaron el domingo y borrar todo lo malo que exhibieron en Málaga. Todo les hará falta a la vista del calendario que les espera a continuación.
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3 comentarios:
Tiempo al tiempo, Juan Carlos, que ayer aplaudimos hasta despejes mal hechos. Balenziaga apunta maneras, pero por un partido...
Y lo de Koi es raro, raro, raro.
Bueno Juan Carlos, veo que has vuelto con la liga. Buen análisis y coincido con tu opinión. Por cierto, se agradece que analices al verdadero protagonista, que fué Balenziaga, y no el que algunos pretenden que lo sea juegue o no juegue, Fran Yeste. Por cierto, La pasada temporada comentamos en algún momento lo de las teles locales y su influencia en el Athletic. Pues parece que todo sigue igual, amarillismo extremo en algún programa de una tele con txapela. Y si Iñaki Murua me lo permite, lo de Koikili no es que sea raro, es que hay marejada seguro. ¿Por política, por enfrentamiento con alguien del equipo...? no sé pero por ahí dicen que van los tiros.
Ah, para terminar, que escribo más que el autor, no entiendo la euforia ahora. El partido del Valladolid fue bastante normalito. Qué manía tenemos de estar o muy arriba o muy abajo...
Son los tiempos que corren. El periodismo deportivo (también el otro) se ha llenado de urgencias y de competitividad mal entendida. Hay que hacer mucho ruido para llamar la atención en un mercado saturado y hay un convencimiento absoluto de que la fórmula es la de las salsas rosas, norias y demás. El rigor aburre a las masas, necesitadas de emociones cada vez más fuertes. Balenziaga es Breitner con el pelo liso...mientras gritamos a coro ¡Yeste culpable!. Los que invitan a una copa a un futbolista y le palmean la espalda cuando gana, son los primeros en acusarle de alcoholismo cuando pierde. Nunca olvidaré la anécdota de un honrado y ejemplar padre de familia bilbaino, socio del Athletic indignado, que se acercó un día a la redacción donde entonces trabajaba para denunciar que se había encontrado con un determinado jugador del Athletic en un conocido puticlub de la villa, "y no es la primera vez", me dijo.
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