Es lo que tiene el perder el primer partido. Los equipos derrotados en la jornada inaugural de la Liga se llenan de ansiedad por quitarse el cero de encima cuanto antes, si puede ser sumando la primera victoria, esa que rompe el hielo, mucho mejor. No en vano la primera suele ser una de las victorias más celebradas en la intimidad del vestuario. Si pensamos en el Athletic y en cómo cayó derrotado la primera jornada, la ansiedad debe de ser mucho mayor. No es de extrañar por lo tanto que en Málaga los rojiblancos buscaran amarrar como fuera el punto que regala la Federación. Lo consiguieron y habrá que darlo por bueno sobre todo porque jugando como jugaron los de Caparrós, sólo podían aspirar al empate. Como el Málaga hizo otro tanto o menos, en La Rosaleda se dio el único resultado posible: empate a cero.
Fue un partido con pocas noticias aunque, en cierta forma, las escasas que se produjeron fueron favorables para el Athletic. Para empezar, ya sabemos que el Málaga será, salvo milagro en el mercado de invierno, uno de los equipos que quedará por detrás del Athletic al final de la temporada. Ya lo sospechamos cuando vimos a los andaluces perder ante los rojiblancos en la pretemporada, aquel partido en el que Jon Vélez pareció Van Basten en un par de jugadas, y el domingo las sospechas se tornaron certezas. Claro que esa buena noticia también tiene su reverso. Si el Athletic no fue capaz de sumar los tres puntos ante semejante rival, ¿dónde conseguirá sumarlos?.
La otra y última buena noticia fue el debut de Iturraspe y Balenziaga, dos chavales con buena pinta que, sin deslumbrar, hacen concebir esperanzas de que acabarán instalándose en el primer equipo esta misma temporada. El lateral lo tiene más fácil, porque para eso lo han fichado y ya sabemos en qué consideración tiene Caparrós a sus dos rivales para el puesto. El técnico ya proclamó que el lateral izquierdo está ahí para el que quiera cogerlo, así que Balenziaga lo tiene claro. El chaval mostró buenas maneras y algunos detalles interesantes, que es lo que se suele decir cuando un debut no viene acompañado de fuegos artificiales. Uno, que a estas alturas ya ha visto muchos estrenos en el Athletic, presume de tener buen ojo para los nuevos, así que me voy a mojar: Balenziaga puede ser un buen lateral para el Athletic; sin alardes pero cumplidor, que no será poco.
Iturraspe lo tiene más difícil pese a que parece el ojito derecho del entrenador, a juzgar por como lo ha promocionado durante todo el verano. Lo tiene más difícil porque su sitio en el campo es más complicado y porque tiene más competencia. Pero también parece un jugador en disposición de luchar por el puesto siempre que no le caiga demasiada responsabilidad y que la sensatez prevalezca en todos los ámbitos, empezando por él mismo, siguiendo por el entrenador y acabando por el público. La palabra clave es paciencia. No sobran futbolistas en el Athletic y a primera vista y a la espera de más exámenes, parece que Iturraspe lo es, de acuerdo con la clasificación que hacía un antiguo entrenador del Athletic que dividía a su plantilla entre futbolistas y no futbolistas.
Y hasta aquí las buenas noticias que produjo un partido miserable en el que de fútbol sólo se vio el primer cuarto de hora de la segunda parte cuando el Athletic decidió mover el balón en lugar de usarlo como un proyectil. El punto palía un tanto la ansiedad que produce ver un cero en el casillero, pero es sólo una sensación momentánea. A medida que transcurra la semana, volveremos a sentir esa extraña sensación de ahogo en la garganta. El domingo llega el Valladolid, que ya lleva trabajo adelantado después de ganar con todo merecimiento a un Atlético de Madrid que parecía dispuesto a comerse el mundo. Está claro que aquí nadie se come nadie, pero es imprescindible morder mucho más de lo que lo hizo el Athletic en La Rosaleda.
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