jueves, 1 de marzo de 2012

El privilegio de seguir siendo un club

En estos tiempos en el que el fútbol se ha llenado de jeques, magnates rusos y constructores, los socios del Athletic seguimos teniendo el privilegio de ser los dueños del club. A veces se suele decir con tanta maldad como ignorancia que esa es una frase hecha. Suele ocurrir cuando nos quedamos sin una entrada, o cuando las cosas no se hacen exactamente como nosotros pensamos que deben hacerse. Pero afirmar que los socios somos los dueños del club no es una frase hecha sino una realidad afortunada, como se pudo comprobar anoche en el Euskalduna donde los compromisarios dieron luz verde al proceso de redacción de unos nuevos estatutos. Ese privilegio solo está al alcance de socios de clubes que, como el Athletic, mantienen intacta su identidad. Hace tiempo que la inmensa mayoría del resto perdió su condición de socio para convertirse en mero abonado, cuyo único derecho es hacerse con una localidad que le da derecho a entrar al campo los días de partido porque la vida de la institución la dirige un ruso, un jeque o un patán venido a más vendiendo ladrillos a precio de lingotes de oro. Luego han llegado los concursos de acreedores y los dineros públicos para sacar las castañas del fuego, pero esa es otra historia.
Por eso era tan importante la Asamblea de compromisarios de anoche en el Euskalduna, pese a que no contó con el eco mediático de otras ocasiones. En el objeto de esa reunión se visualizaba la grandeza del Athletic: los socios compromisarios decidían sobre el corpus reglamentario que rige la vida del club y nombraron a una comisión de entre ellos para que redacte los nuevos estatutos que después serán refendados, o no, por una nueva Asamblea. Pocos clubes de élite pueden hacer eso. El Manchester United, por poner un ejemplo muy de moda estos días, no. Allí manda ahora un grupo de norteamericanos, que deciden los destinos del legendario club al margen de sentimientos y de historias. Tanto es así que un grupo de ¿nostálgicos? ha decidido fundar otro club que empezando desde lo más bajo recupere el espíritu del viejo United. Lo mismo ocurre en Liverpool, y en tantos otros sitios, hasta el punto de que los aficionados ingleses ya empiezan a hacer cada vez más patente su hartazgo por la pérdida de valores de sus clubes.
Más de cuatrocientos socios compromisarios votaron en la Asamblea de ayer y lo hicieron en el sentido que se suponía. Estaban obligados en la práctica a aprobar los mínimos cambios necesarios para adecuar los actuales Estatutos al Decreto del Gobierno vasco, así que el primer punto del orden del día era más trámite que objeto de debate.
Pero también votaron a favor de iniciar el proceso de reforma de los Estatutos, así que ahora empieza el verdadero debate. No se trata de una cuestión baladí porque la nueva norma está llamada a regir los destinos del club durante muchos años, más, se supone, que la actual, producto de una reforma en la segunda mitad de la década de los noventa. No será un proceso sencillo porque en la mente de todos está la necesidad de reformar la regulación de aspectos tan esenciales en la vida del club como los procesos electorales o la conformación y funcionamiento de la propia Asamblea de Compromisarios. Incluso el propio sistema de representación por la vía de los Compromisarios está puesta a debate.
Resulta duro y políticamente incorrecto decirlo, pero la democracia ha creado no pocos problemas a la vida institucional del Athletic. Lo que en principo supuso avance y adecuación de la realidad del club a los principios que rigen una sociedad avanzada, ha acabado prostituido por el afán utilitarista de algunos. Donde hubo delegación por la vía del aval, ahora solo queda trapicheo de firmas y carnets que muchas veces se ofrecen al mejor postor, cuando no los utiliza su poseedor para convertirse en un poder fáctico. Las relaciones de amistad han dado paso al clientelismo y la propia Asamblea de Compromisarios, pensada y diseñada para ser un órgano de representación de los socios, ha estado muchas veces dividida en luchas banderizas en las que los Compromisarios eran en lugar de protagonistas, peones de intereses superiores. La democracia se ha desnaturalzado por su uso en el club. Esa es la realidad, provocada sin duda por una minoría interesada pero que termina imponiéndose a esa mayoría silenciosa de socios cuyo único interés es que gane el Athletic. Demasiadas veces hemos asistido a espectáculos muy poco edificantes y es urgente acabar con los motivos que los provocan.
La redacción del nuevo articulado de los Estatutos debe corregir esta deriva y reconducir la situación a aquel viejo ideal que proclamó Beti Duñabeitia cuando proclamó aquello de 'un socio, un voto'. Ese es, ni más ni menos, el reto que tienen ante sí los cinco miembros de la comisión encargada del trabajo. Hay más cosas que corregir y que actualizar, detalles que un día quedaron escritos y que el paso del tiempo ha convertido en obsoletos. Nada especial que no se pueda arreglar con un poco de voluntad y otro poco de sentido común. La discusión de base es la que afecta a lo ya comentado: elecciones, representación, responsabilidad, control de la gestión. No será fácil, pero es imprescindible hacerlo. Y el debate no nos debe asustar. Nosotros seguimos teniendo el privilegio de poder debatir sobre las cosas que nos interesan porque seguimos teniendo el privilegio de seguir siendo un club.
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2 comentarios:

Gontzal dijo...

Lo cierto es que redactar unos estatutos que del solución a los problemas más graves del Club no parece complicado.

Creo que básicamente coincidimos casi todos en que los principales problemas vienen de la recogida de firmas para avalar precandidaturas, de la imposibilidad de votar en las elecciones de forma no presencial y de cómo constituir asambleas suficientemente representativas pero cuyos miembros tengan verdadero interés en participar en los problemas del Club, algo que un sorteo no garantiza.

Lo de los socios barria no tiene un pase. Y todo por un nombre marketiniano que llama socio a quien no es más que un miembro de una lista de espera.

La aplicación de las nuevas tecnologías es clave. Viendo hoy lo de las taquillas es más que claro que el Club no va acorde a los tiempos en varios aspectos.

Se ha vuelto a perder una ocasión para imponer algo de racionalidad en la gestión de los asuntos de las entradas.

Juan Carlos Latxaga dijo...

Es más complicado de lo que parece Gontzal y a la experiencia de la última vez me remito.
Todos tenemos localizados los problemas; hace falta que coincidamos en las soluciones
Lo de los barria no debe tener sitio en los estatutos ni como disposición transitoria. En efecto, el nombrecito es cosa del marketing
Creo que voy a discrepar contigo en lo de las taquillas y las nuevas tecnologías. Espero escribir un post al respecto mañana cuando tenga más datos. De momento, se viene a la cabeza una frase de mi abuelo: "la cosa es criticar"