Lástima de gol a última hora de Forlán. Un 1-3 hubiera estado más de acuerdo con la estética del partido que el 2-3 que figura ahora en todas las tablas. Lástima, porque la brillante victoria que firmó el Athletic merecía un marcador más rotundo que esa ventaja mínima. Pero lo que cuenta es la victoria al fin y al cabo, y gol arriba, gol abajo, los rojiblancos se trajeron tres puntos que valen su peso en oro, por el momento, por el escenario y, por qué no decirlo, por lo inesperado.
Probablemente, en Madrid achacarán la responsabilidad del éxito de los leones a la crisis de los colchoneros y en parte no les faltará razón. Las miserias del equipo de Aguirre son conocidas en todo el planeta fútbol y Caparrós diseñó el partido perfecto para explotarlas a su favor, con el añadido de que los jugadores ejecutaron lo previsto con la precisión de un reloj. Lo que no se acaba de entender es la obcecación del Atlético de Madrid para hundirse en sus propias miserias. Si tienes tantos problemas para sacar el balón jugado desde atrás, lo más lógico es que intentes jugarlo en largo. Al fin y al cabo, el Atlético tiene arriba calidad suficiente para recoger un pase al pie o cazar un balón suelto.
Pero los de Aguirre se empeñaron en salir tocando desde atrás para felicidad de un Athletic que ejecutó la presión arriba con una organización inusitada. Empezaban Vélez y Llorente (así nació el segundo gol), y Susaeta y David López cerraban las bandas, mientras Javi Martínez y Orbaiz levantaban un muro que riase usted del que han construido los israelíes.
El Athletic empezó el partido con muy buena pinta y ni siquiera la desgracia de encajar un gol de auténtica mala fotruna en el único remate a su portería de todo el primer tiempo, alteró su ánimo. Se lo tenían muy creido los leones y no renunciaron al plan previsto. Siguieron jugando como si no hubiera ocurrido nada, y eso que el partido se puso en las peores condiciones para ellos, con un Atlético que, a favor de marcador, podía jugar al contrataque. Ni así. El Athletic se hizo con el balón y con el espacio y solo la falta de pegada le impidió empatar antes. Afortundamente, Koikili acertó a ultimisima hora y consiguió llevar el partido al descanso tal y como había empezado: con empate en el marcador pero con dos equipos de talantes opuestos.
El deprimido Atlético de Madrid se quedó al borde del suicidio cuando Llorente adelantó a su equipo tras un robo de balón en la banda en el enésimo fallo de la defensa colchonera. A partir de ese momento, y quedaba todo el segundo tiempo por delante, el equipo local desahogó su frustración por la vía del matonismo. Pasan presidentes, pasan jugadores y pasan entrenadores, pero el Atlético tiene marcada en su código genético esa inclinación por la violencia. El aficionado más lego puede citar de memoria una docena de ilustres killers que han vestido la camiseta colchonera en los últimos veinte años o treinta años. Hasta aquellos llamados a jugar al fútbol parecen contagiarse cuando firman por el club del Manzanares, como ayer demostró el yerno de Maradona con su alevoso pisotón al tobillo de Iraola así, como quien no quiere la cosa. Afortunadamente para el Athletic, el árbitro, Muñiz Fernández no le perdió la cara al partido y lo mantuvo en un cauce más o menos normal a base de tarjetas amarillas y una expulsión, la de Maniche, a quien bien pudo seguir algún otro compañero.
Los de Caparrós fueron a la suyo y Gabilondo, que acababa de salir para sustituir a David López, en una de esas apariciones que suele tener de vez en cuando, se marcó la jugada del partido para servir en bandeja el gol a Llorente quien, por cierto, aseguró el remate franco con la solvencia de un goleador en racha.
Muerto el partido con ese tercer gol, y en superioridad numérica, a los leones les bastó con capear el temporal de patadas y seguir con la presión para mantener al balón y al rival en su propio campo, mucho más cerca de Leo Franco que de Iraizoz.
Qué diferencia con lo que tuvimos que soportar hace apenas cuatro días ante Osasuna, y qué demostración de la igualdad existente en este campeonato. El Athletic, que venía de empatar de mala manera y a duras penas con dos equipos que ocupan puestos de descenso, como Osasuna y Espanyol, bailó, y pudo golear a placer a un rival que está y aspira a volver a la Champions League.
Cuesta refrenar la euforia después de ver un partido como el del Calderón y el mejor antídoto es precisamente el recuerdo del encuentro de Copa. Pero un equipo con la solvencia y la seguridad que tuvo el Athletic ante el Atlético debe empezar a pensar que por ese camino se llega al éxito. Sin rifar el balón, con disciplina táctica, aplicación y confianza en las posibilidades propias. ¿Habrán aprendido la lección?. El jueves tendremos el primer test.
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3 comentarios:
Ayer Caparrós anduvo listo en el planteamiento en mi opinión, conocedor de los problemas de su rival a la hora de sacar el balón por tener jugadores verdes atras, le anuló al Atlético adelantando unos metros las líneas. Un plan sencillo que ayudo a lograr la séptima victoria seguida del Athletic.
El Atlético atrás fue un chiste. Seiktaridis fue una broma de jugador. Y al que robo Llorente el balón en el segundo gol zurigorri y primero del de Iruña, pues lo mismo, otra broma. Si ese balón se lo roban a uno de los nuestros estaríamos echando txispas. Llorente ridiculizó a Ufjatari.
Por otro lado observo que hay árbitros que les pagan por arbitrar en contra nuestra. El agarrón a LLorente en el primer tiempo cuando se iba sólo hacia porteria es roja directa y no amarilla.
La defensa del Atlético ayer de txiste, y Pernia de descojono.
Todo lo contado no quita mérito a una victoria de enmarcar.
SEGUIMOS CRECIENDO
P.D. Tengo interés en saber que dirá hoy LOROÑO en la tertulia radiofónica jajajaj. Como suele decir que somos muy malos y este equipo da lo que da jajajaj.
SOMO el Micologo. Hoy toca la reina de las setas. La Amanita de los cesares. Amanita cesarea. Gorringo. Gureto
Yo hacía tiempo que no disfrutaba como lo hice ayer viendo al Athletic. Ese tipo de partidos te hacen recuperar la ilusión y el orgullo de ser zurigorri.
Al margen del resultado, me quedo con el juego. Me encantó el Athletic, y no uno, sino todos. Cierto es que hubo unos mejores que otros por fases (los delanteros en la primera no estuvieron acertados) pero en general disfruté con el equipo. Se vio que podía ganar en todo momento y con el 1-0 no estaba con sensación de derrotado.
A esto me apunto, Caparrós. Que no sea flor de un día. Juan Carlos, creo que no será fácil que se repita, pero como nos gustaría, ¿eh?
Somo, con el criterio que les indican a los árbitros no es -absurdamente- expulsión puesto que donde se cometió la falta no se considera que es la zona de influencia. Para que se considere expulsión tiene que estar entre las dos líneas ficticias que van de los vértices del área grande de un equipo a la de otro. Esa es la explicación que dan, aunque coincido contigo que es absurdo. Absurdo que tenga el mismo castigo que la falta que acto seguido cometió Susaeta.
Creo que estuvo blando con las tarjetas, pero a Muñiz, que es caserete, no se le puede pedir mucho más.
Te agradezco Gontzal la explicación que me das y que la desconocia totalmente sobre para que se considere expulsión tiene que estar entre las dos líneas ficticias que van de los vértices del área grande de un equipo a la de otro.
Somo
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