miércoles, 15 de febrero de 2012

El Athletic llevó ochocientos seguidores a Moscú hace cuarenta años

Iñaki Sáez había levantado la Copa apenas dos meses antes en el Bernabéu tras ganar en la final, con goles de antón Arieta y Félix Zubiaga, a aquel buen y sorprendente Castellón, ¡pam, pam, orelluts!, de los Del Bosque, Clares y Planelles, entrenado por Lucien Muller. Así que en septiembre de 1973 el Athletic se disponía a emprender el primer viaje de su historia a la URSS para iniciar su andadura en la Recopa con la eliminatoria que le había emparejado con el Torpedo de Moscú. No era la primera ocasión en la que futbolistas vascos jugaban en la capital soviética, como recordaba en las vísperas del partido Vladimir Moshkarkin, uno de los responsables técnicos del rival de los rojiblancos. "Yo era el defensa derecho de la selección soviética cuando nos enfrentamos a los futbolistas vascos", evocaba en una entrevista, admirado todavía por el nivel futbolístico de aquella selección de Euskadi. "Nos obligaron a cambiar nuestra táctica", admitía, "nos ganaron 4-1 y a raíz de aquella derrota comenzamos a practicar el sistema WM. Me acuerdo bien de aquellos futbolistas, Luis Regueiro, Guillermo Gorostiza, Blasco y otros muchos", hacía memoria Moshkarkin, "aunque hace casi treinta y seis años de aquello".
Aquel septiembre de 1973 del tardofranquismo, se acababa de estrenar José Antonio Eguidazu como presidente del Athletic, sustituyendo a Félix Oraá. Con el nuevo presidente comenzaba lo que con el tiempo se conocería como 'operación retorno', aquella serie de fichajes de jugadores vascos diseminados por equipos de Primera División. Después de muchos rumores y desmentidos, Pedro Zabalza firmaba por fin por el Athletic "por menos de seis millones de pesetas" según el presidente. Aquel verano en el que la Federación abrió las fronteras para que los clubes pudieran fichar a dos extranjeros, el centrocampista navarro dejaba el Barcelona, que estrenaba la apertura fichando a Johan Cruyff, confesando que su traspaso se había complicado por su interés en obtener cierto rendimiento económico a la operación a sus veintinueve años. La católica y conservadora La Gaceta del Norte reproducía en sus páginas un extracto de una entrevista a Zabalza en Radio Barcelona, para acercar a los aficionados del Athletic un perfil del nuevo rojiblanco.
Transcribía así un retazo de aquella entrevista el corresponsal del periódico:
-¿No es un inconveniente - le preguntaba el despistado locutor - que todos los jugadores del Athletic sean vascos?
-No, por Dios. Astrain y yo también somos vascos.
Sólo un par de semanas después los periódicos de Bilbao daban cumplida cuenta de los actos de celebración del Día del Caudillo en la sede del Gobierno Civil donde "numerosos vizcaínos desfilaron ante nuestras primeras autoridades para mostrar su adhesión y lealtad inquebrantable al Jefe del Estado".
Estaba a punto de inaugurarse la pista de hielo de Artxanda, había empezado el movimiento de tierras para ampliar el aeropuerto de Sondika y se destacaban en la prensa los beneficios que proporcionaría la central nuclear de Lemoiz cuando entrara en funcionamiento. En una de las numerosas salas de cine que había en aquel Bilbao se estrenaba 'Zorba el griego'. Sofico anunciaba una rentabilidad del 12 por cien para sus incautos inversores, aunque estos, todavía, no sabían lo incautos que eran, claro, y los organizadores del concierto pedían voluntarios que acogieran en sus hogares a los miembros del grupo estadounidense 'Viva la gente', que iba a actuar en breve en La Casilla. Franco nombraba a Fraga embajador en Londres y Allende moría en el Palacio de la Moneda de Santiago, en el golpe de Estado de Pinochet.
El traspaso de Zabalza al Athletic había despertado en la afición la sospecha de una turbia maniobra de intercambio de jugadores y José Angel Iribar tenía que salir a los medios de comunicación para desmentir los rumores que le situaban en la portería del Barcelona."¿Cómo tengo que decir que quiero acabar mi vida deportiva en el Athletic?", exclamaba el Txopo. José Mari Amorrortu acababa de debutar en el primer equipo rojiblanco jugando veinte minutos contra el Celta en Balaídos en el partido que abría la temporada.
Fue una aventura aquel partido de Moscú. El Athletic viajó desconociéndolo casi todo de su rival. La prensa local suponía que al ser Milorad Pavic yugoslavo, contaría en su círculo de amistades con algún conocedor del fútbol soviético. Pero solo lo suponía. La ausencia del rival del Athletic de los torneos veraniegos a los que sí habían acudido otros equipos de su país, acrecentaba el misterio. Tan solo se sabía que el Torpedo era el equipo de una fábrica de camiones y tractores, lo mismo que el Dynamo era el de la Policía y el CSKA, el equipo del Ejército, y ello gracias a la condición de 'niño de la guerra' del doctor Paco Angulo, que entonces echaba una mano al doctor Barrallo cuidando la salud de los leones y hacía al mismo tiempo de informador de las peculiaridades de la URSS Generalidades, como que en septiembre era conveniente llevar ropa de abrigo a Moscú.
No era fácil viajar entonces y mucho menos al otro lado del 'telón de acero'. El equipo, que el domingo previo había jugado su partido de Liga en Atocha, se desplazó en autobús a Biarritz, desde donde voló a París para tomar un avión hacia Moscú con parada técnica en Varsovia. En el viaje de vuelta se hizo el trayecto inverso con las mismas escalas. El equipo llegó a casa, derrengado, bien entrada la madrugada del jueves al viernes y Pavic se mostraba preocupado porque el domingo visitaba San Mamés el Real Madrid. Eran otros tiempos y los leones ganaron 2-1 superando con claridad a los merengues en el juego, pese al penalti con el que fueron castigados en el segundo tiempo.
El Athletic no estuvo solo en Moscú. Ochocientos aficionados se desplazaron para acompañar al equipo, algunos con viajes tan complicados como el que hicieron los que volaron de Bilbao a Londres, de allí a Copenhage, donde hicieron noche, para llegar a Moscú al día siguiente. No es una cifra desdeñable para la época, al contrario, bien podía decirse que era una multitud, pero es que aquel partido, calificado como 'el acontecimiento deportivo de la temporada' en la publicidad de Radio Bilbao, constituyó, efectivamente un hito histórico, más por todas las connotaciones que encerraba el destino, que por la entidad del rival.
El Athletic empató sin goles en el Estadio Lenin, que siete años más tarde albergaría los Juegos Olímpicos de Moscú. Los ochocientos seguidores rojiblancos ganaron por goleada en unas gradas con capacidad para albergar a 106.000 espectadores, pero que presentaron un aspecto desolado en la retransmisión sin sonido que hizo la televisión. En el partido de vuelta, el Athletic se impuso por 2-0, con goles de dos defensas, Astrain y Lasa.
La aventura de aquella Recopa acabó se manera sorprendente en la siguiente eliminatoria. Tocó en suerte el Beroe, de Stara Zagora, un rival desconocido y un destino que costaba localizar en el mapa de Bulgaria. El 3-0 del partido de ida fue una losa que los leones no pudieron levantar en San Mamés, donde solo pudieron ganar por 1-0.
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4 comentarios:

Gontzal dijo...

Me abstendré de opinar, el otro día se me llamó juvenil, qué no se dirá de algo sucedido cuando aún no había nacido.

Buen post, se agradecen este tipo de entradas entre tanto exceso de opinión sobre la final.

Gustavo Avila dijo...

Pinceladas de maestro...

Gracias JC.

Scasi dijo...

Muy interesante Juan Carlos....

el viaje sería toda una odisea....

el frío quizá menor por la fecha del partido...

Siguiendo con el frío, una pena la desaparición después de años de la pista de hielo de Artxanda, yo era un seguidor del Casco Viejo, subiendo algunos domingos a ver los partidos con mis aitas.....

A ver qué partido sale mañana, esperemos que la eliminatoria quede abierta, que no se le scongelen las ideas....

Juan Carlos Latxaga dijo...

Gontzal ya sabes que este sitio está abierto a la opinión de juveniles, seniors, veteranos, niños y militares sin graduación, que ponían antes en los precios de las taquillas.
Muchas gracias a tí, Gustavo.
Scasi, he estado leyendo papeles viejos y el viaje (mejor dicho, el destino) tuvo casi más eco que el propio partido. Hablamos de 1973, cuando aquí había lo que había y la URSS era un paraíso comunista como Dios manda. Viajaron bastantes niños de la guerra y descendientes que habían vuelto.
Jo, la pista de hielo de Artxanda, qué cosas se hacían entonces. Llegó a haber una Liga de hockey hielo con seis equipos y los de Bilbao llegaron a jugar, y pasar, una eliminatoria de Copa de Europa.