El hecho de que el Athletic esté ya clasificado para la siguiente fase de la Europa League resta trascendencia al partido ante el Slovan y anima a más de uno a calcular que Bielsa dispondrá de un equipo de circunstancias para este choque. Habría que matizar, sin embargo, eso de la escasa trascendencia del último partido de la fase de grupo que se disputará en San Mamés, porque los puntos en juego siguen teniendo un valor deportivo...y económico. Acabar como campeón de grupo garantiza jugar el segundo partido de los dieciseisavos de final en casa, una circunstancia que siempre otorga una pequeña ventaja competitiva. Por otro lado, la UEFA, en previsión de que se produzcan esta clase de partidos intrascendentes en la fase de liguilla, al menos para uno de los contendientes, ha establecido unos incentivos económicos en forma de primas por puntos, que no deberían ser desechadas de antemano en los tiempos que corren aunque, evidentemente, el interés deportivo prime sobre el económico a la hora de tomar una decisión. Por último, y no menos importante, está el asunto del público. No ha tenido una gran respuesta en taquilla esta primera fase de la competición europea. Los abonos vendidos han sido muchos menos de los esperados por el club, y si las gradas ya presentaron un aspecto muy pobre ante el PSG, el día del Salzburgo la asistencia fue más parecida a la de un partido de Copa contra un Segunda B, que a la que se espera en una competición europea. Un club que como el Athletic, cuenta con una afición fiel y una más que asentada tradición de noches europeas en San Mamés, debería analizar en profundidad qué es lo que ha pasado para que ocurra este fenómeno. La crisis, la saturación de fútbol en televisión o la escasa entidad teórica de los rivales, podrían facilitar algunas pistas al respecto aunque me temo que no todas. En cualquier caso la institución ha reaccionado bien, premiando a los socios que se hicieron con el abono con la posibilidad de hacerse con entradas a precios de saldo. La excelente respuesta en taquilla anuncia una gran entrada que estará formada por aficionados, o no tanto, que no se suelen acercar habitualmente por la catedral. Una razón más para que los que salten al césped traten de ganarse una ampliación de la clientela, además de mantener el debido respeto a los habituales.
Centrándonos en lo deportivo, resulta obvio pensar que un partido de estas características es el más propicio para que el entrenador recurra a eso que se ha dado en llamar rotación. Lo que ocurre en el Athletic es que Bielsa dispone de una plantilla lo suficientemente reducida como para que apenas tenga margen suficiente para cambiar el aspecto del equipo porque, además, la propia dinámica de la competición, en forma de sanciones o lesiones, ya ha estado haciendo su propia rotación de una manera natural.
Si acudimos a los números, tenemos que, además del portero, son Llorente, Muniain, De Marcos, Susaeta y Javi Martínez los que más minutos han jugado, seguidos de cerca por Iraola, Amorebieta e Iturraspe, y un poco más lejos, Aurtenetxe. Los centrales San José y Ekiza se han repartido los minutos y la condición de titulares, mientras que un jugador considerado indiscutible como Herrera, ha tenido un importante descanso forzoso por culpa de una lesión y la posterior intervención quirúrgica. Quedarían pues, como relevos naturales con plaza fija en la plantilla únicamente Toquero, Gabilondo, Iñigo Pérez y David López. A ellos cabría sumar a Ramalho o Ibai, además del resto de los jugadores del filial inscritos en la lista previa para la competición europea, cuyo concurso masivo desfiguraría la alineación hasta extremos poco probables en un equipo de Bielsa. Hasta ahora, el técnico argentino ha demostrado no ser amigo de cambios y ha preferido recurrir a diversas combinaciones con un grupo reducido de jugadores a los que, eso sí, ha dotado de la suficiente polivalencia como para que la baraja pareciera muy distinta con las mismas cartas. Tiene margen para dar un respiro a algunos de los fijos pensando en el partido del próximo domingo en Mallorca, aunque no tanto como para que nos encontremos con un equipo irreconocible. Por cierto, que el partido europeo no podía haber estado mejor situado en el calendario. Mejor no pensar en lo que hubiera sido en el plano mediático, una semana entera hablando, escribiendo y estableciendo comparativas entre Caparrós y Bielsa.
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2 comentarios:
Yo empiezo por lo último. Menos mal. Sería insoportable. Hay capítulos de la vida del Club que parece no se van a cerrar nunca.
Yo sí rotaría, y aunque no haya demasiado donde elegir no estaría de más probar una alternativa por la derecha a Susaeta o repetir con Iñigo Pérez en el centro, para ver si lo de Sevilla fue casual o es una alternativa a un Iturraspe al que no veo progresar en exceso.
Lo del premio a los que sacamos el bono es un bonito gesto, inusual, además, en el Club. Lo organizativo pudo mejorarse, cierto, pero que no me lo comparen con lo de la final de Copa de Valencia, que algunos ya no saben ni a qué agarrarse para zumbarle al pobre Josu.
Yo iré con mi mujer, cuyo único aliciente creo que es el bocata de tortilla. Habrá que obligarle a aplaudir.
Y todavía me sobra una entrada, que la gente no está muy dispuesta. Influye la crisis pero sobre todo la sobredosis de fútbol.
Nos vamos a cargar el invento, porque si esto pasa en el Athletic, que no pasará por otros lares...
Vamos a ver si con los nuevos hay más ambiente en San Mamés que el domingo pasado contra el Granada, que en algunos momentos parecía que estábamos en el teatro (y no lo digo por la actuación de la compañía de Fabriciano). Y últimamente han sido varios los partidos en los que en San Mamés se puede escuchar el vuelo de una mosca
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