Que la temporada ya ha acabado para el Athletic es un hecho más que evidente. La despedida de San Mamés el próximo sábado contra el Atlético de Madrid y el cierre definitivo en Mestalla la próxima semana, con ser dos partidos más que interesantes, sobre todo por lo que se juegan los rivales, no llaman la atención del aficionado rojiblanco, que vive todavía en la resaca del subidón de la final de Copa. La cita de San Mamés tiene el punto nostálgico de las despedidas y lo de Valencia puede ser divertido de confirmarse la reedición de la guerra de las banderas que
anuncian por allí en desagravio por lo ocurrido en la final de Copa, pero nada más.
Lo que de verdad interesa al aficionado es la composición de la plantilla para la próxima temporada y parece que, a diferencia de otros cursos, esta vez hay coincidencia general en los nombres que se barajan, tanto para venir, como para marcharse.
En el capítulo de incorporaciones destaca Díaz de Cerio, cuyo fichaje se da por hecho desde hace meses y que solo falta por formalizar cuando acabe junio, precaución mínima exigible después de la broma del caso Zubiaurre. Se habló en su día de Barkero, ex realista que está dando un buen rendimiento en el Numancia, pero su nombre ha dejado de sonar ultimamente. Parece que hasta los que pretendieron promocionarle se han dado cuenta de que ocupa plaza en la lista de los de fichar por fichar, simplemente por su condición de vasco y porque no hay nadie más. Barkero no aportaría nada a esta plantilla ni por edad (ya ha cumplido los 30) ni por calidad.
En cambio vuelven a sonar con fuerza dos nombres recurrentes, los de Mikel San José, un chaval de Lezama que se llevó el Liverpool donde está jugando en su equipo de suplentes, y Ander Herrera, otro chaval que está despuntando en un Zaragoza que aspira al ascenso.
Hablamos de un defensa y de un medio punta o centrocampista de creación, que tienen en común lo complicado de su trayectoria previa. Me explico. San José abandonó Lezama en pos de los cantos de sirena del fútbol inglés, lo que, en principio, no dice mucho de su fidelidad a la causa rojiblanca. Claro que en su día los técnicos del Athletic le ofrecieron una ficha del Baskonia y el Liverpool le puso delante un contrato para su segundo equipo. Tratar a los jugadores de la cantera en base al dato de su fecha de nacimiento y al recorrido de un escalafón funcionarial, infantil, juvenil, Baskonia, Bilbao Athletic, primer equipo, tampoco dice mucho de la profesionalidad y ojo clínico de los técnicos de la cantera. Ese trabajo lo podría hacer cualquier administrativo de Ibaigane, así que repartamos las presuntas culpas y maticemos el supuesto desapego del chaval. Lo que hay que comprobar ahora es que, si de verdad es posible su regreso, el hijo pródigo venga con las dos lecciones aprendidas: las futbolísticas que sin duda le habrán dado en Liverpool y las que dicta el corazón.
Caso totalmente opuesto es el de Ander Herrera. Hijo de Pedro Herrera, Herrerita, de corazón rojiblanco que no precisa prueba, pero criado futbolísticamente a las ubres del Zaragoza, equipo por el que el chaval bebe los vientos y en el que quiere triunfar en Primera División, como ha proclamado sin recato cada vez que se le ha preguntado. Si dudamos de la identificación de San José con el Athletic, en el caso de Herrera no hay ninguna duda: sencillamente no existe. Estaríamos ante el fichaje de un profesional al que sólo cabría exigir rendimiento inmediato a la espera de que el roce haga el cariño. Su edad (19 años), la calidad que apunta y el puesto que ocupa en el campo están, en cualquier caso, por encima de cualquier consideración. Si el Zaragoza cede (la cláusula es de cuatro millones), debe estar en el poster del Athletic de la próxima temporada.
A última hora, el siempre sorprendente ex presidente de la Real, Iñaki Badiola, se ha descolgado anunciando en la
página web desde la que ejerce de feroz oposición, el presunto ofrecimiento que Aperribay ha realizado a García Macua poniendo a tiro a Xabi Prieto y el guardameta Riesgo. La cosa tiene tantas posibilidades de ser una información verídica como de ser una intoxicación para envenenar el ya de por sí enrarecido ambiente que se respira en Donostia alrededor de una Real que se ve en Segunda por tercer año consecutivo.
Es obvio que la Real se tiene que desprender de uno de sus porteros, Riesgo o Bravo, porque en su situación no puede permitirse el lujo de mantener en la plantilla al titular de la selección chilena y a un guardameta que ha completado una temporada más que aseada cedido en el Recre. Y tampoco hay que ser una lumbrera para relacionar los nombres de Riesgo y Athletic, pero suena demasiado raro para ser verdad, aunque cosas más inverosímiles pasan en el fútbol.
Otro tanto podría decirse de Prieto, un jugador de calidad indudable y de ficha demasiado cara para un equipo de Segunda. Claro que si San Mamés señala con el dedo a Yeste o Gabilondo por su excesiva frialdad, Prieto a su lado es un témpano de hielo capaz de sacar de sus casillas al aficionado más paciente. En contra del presunto traspaso pesa además la decisión previa de De Cerio. Dos peajes de autopista el mismo verano es un precio demasiado alto para cualquier presidente realista.
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