Se quejan los aficionados no socios de su marginación y usan como argumento principal, el lugar común de que el Athletic somos todos, o el Athletic es de todos, que toma cuerpo en la subvención que recibe por parte de la Diputación. Esgrimen los que protestan, que si el Athletic recibe dinero del contribuyente, no puede ahora cerrarse en exclusiva a sus socios. Cualquier decisión de la Directiva sobre la forma de repartir las entradas hubiera sido motivo de queja por parte del sector presuntamente agraviado. Si García Macua hubiera reservado, pongamos que un millar de entradas para los aficionados no socios, estos hubieran protestado argumentando que en tiempos de escasez son ellos los únicos con derecho por la sencilla razón de que son ellos los que con sus cuotas contribuyen al sostenimiento del club. Protesta por protesta, García Macua ha preferido quedar bien, o menos mal, con los que votan, aprueban o rechazan presupuestos, que con los que animan y apoyan, pero no deciden nada en el seno del club. La lógica de tal decisión es aplastante
Volviendo al argumento de la subvención de la Diputación como justificación de un reparto más universal de las entradas, solo cabe decir que es más bien pobre, por no decir totalmente inconsistente, como muy bien han replicado algunos socios que se han dado por aludidos. Por la misma razón, esos socios reclaman su mayor derecho puesto que, además de contribuyentes de la Hacienda pública como el resto, pagan además su cuota como socios,luego siguiendo ese hilo argumental son doblemente acreedores del club. Por la misma razón que defienden los de la teoría de la subvención, podrían expresar su malestar los clientes de Petronor o de Iberdrola, que esos sí que también somos todos, y aportan sus buenos dineros al club sin que ello revierta en forma de entradas entre la clientela.
Ocurre que estamos ante casos similares y, por lo tanto, equiparables. La Diputación mantiene un convenio de colaboración con el Athletic que consiste en una contraprestación económica a cambio de publicidad y otra serie de aportaciones del club como un considerable paquete de entradas para todos y cada uno de los partidos que disputan sus equipos en casa, entradas que la Diputación reparte según su criterio sin que hasta la fecha se conozca la existencia de manifestaciones de indignados contribuyentes Gran Vía abajo exigiendo su parte alícuota del billetaje.
Sencillamente, no es cierto que el Athletic no corresponda con entradas al dinero público que recibe. La Diputación, como Petronor, Iberdrola y algunos otros, dispondrá de las correspondientes entradas para la final, las que el club se ha reservado para satisfacer sus compromisos. Los aficionados que no son socios yerran pues el objetivo al señalar con el dedo al club. Harían mejor en fijarse en el Palacio Foral y reclamar un reparto democrático de las entradas que recibirá la Institución.
Y los socios harían bien en exigir un mayor detalle de ese elástico apartado de los compromisos del club. Cuántos y cuáles son, y en qué se sustancian exactamente. Es de suponer que un campeón de la transparencia como García Macua, no tendrá un comportamiento turbio a estas alturas, con lo sencillo que tiene que es contabilizar en público el número de entradas que se llevarán los anunciantes, los miembros de la Fundación, los empleados, los técnicos, los jugadores y los directivos.


