Es verdad que la alineación que presentó Marcelo Bielsa era algo así como uno de esos experimentos que suelen hacer los entrenadores algunos días entre semana contra equipos vecinos de Segunda B o de Tercera. El Athletic formó a lo largo del partido con una tropa de meritorios, lesionados recién salidos de la convalecencia y futbolistas sometidos a observación. Castillo, por ejemplo, tuvo noventa minutos para demostrarle al entrenador que el lateral izquierdo puede dejar de ser el solar que estamos viendo este comienzo de temporada y Ekiza tuvo también oportunidad de reivindicarse ahora que hay menos elementos para ocupar el centro de la defensa. Habría que preguntar al mister qué opina al respecto; o mejor, lo interpretaremos a partir de sus próximas decisiones.
A pesar del aire de entrenamiento con el que encaró el Athletic el partido, su superioridad sobre el equipo finlandés es tan abrumadora que, casi sin proponérselo, los rojiblancos dispusieron de tres o cuatro llegadas claras para remachar el clavo de la goleada del primer partido. Sin embargo fue Schüller quien marcó el primer gol rematando completamente solo al borde del área pequeña la primera vez que tres finlandeses consiguieron pisar el área de Raúl con el balón en su poder. La defensa que hicieron en esa jugada Iturraspe, Ekiza y San José, con la colaboración de De Marcos y ante la somnolienta mirada de Muniain fue... indescriptible, por no emplear un calificativo más preciso e hiriente.
Fue increíble que el partido llegara al descanso con ventaja finlandesa pero el despropósito alcanzó proporciones delirantes cuando los locales lograron su segundo gol. Bielsa, tan aficionado a los videos, tiene material en esa jugada como para dictar un curso de verano y para achicharrar de paso a San José con su célebre láser verde.
Lo de este chico, San José, merece un aparte. Fue él quien consiguió el primer gol del Athletic rematando en el segundo palo un saque de falta de Ibai. Lleva tres goles en su cuenta, casi tantos como los errores que ha cometido en su propia área provocando la sangría que está padeciendo el Athletic. Estamos ante un futbolista con apreciables capacidades técnicas a la hora de sacar el balón jugado o de dar un pase en condiciones; ante un central muy potente en el área contraria, pero ahora mismo, tenemos un defensa lento, con cintura de hormigón al que desborda un juvenil en cuanto le sacan del corazón del área y le obligan a defender en espacios más abiertos. A lo mejor Bielsa le tiene que dar una vuelta a la ubicación de San José en el campo o diseñar un sistema que le permita jugar más arropado.
Y es que otro de los puntos negros de la defensa del Athletic lo constituyen las constantes cesiones de segundos remates al borde del área por el vacío que se crea en esa zona entre una línea defensiva clavada en el punto de penalti y unos centrocampistas descolgados. La consigna más elemental del fútbol actual, jugar muy juntos, no se cumple en el Athletic. Por ahí vinieron el segundo y el tercer gol de los finlandeses. En el segundo salió San José al borde del área tarde, mal y en desventaja; en el tercero se quedó clavado anulando el fuera de juego que reclamaba Castillo del jugador que estaba marcando.
Son situaciones que ya se daban el año pasado y que se terminaron corrigiendo gracias a la solidez que acabó demostrando el triángulo Javi Martínez, Amorebieta, Iturraspe. Ahora faltan dos de los lados de ese triángulo y se nota, vaya si se nota.
Son tan flojos los finlandeses que el Athletic tuvo tiempo de adecentar el resultado en un par de jugadas a balón parado y hasta pudo ganar en los últimos minutos, pero en este caso eso es lo de menos. Era uno de esos partidos en los que no hay nada que ganar y bastante que perder y el Athletic perdió varias cosas pese al empate en el marcador. Perdió imagen y perdió, más si cabe, confianza en sus zagueros. Tampoco puede decirse que mejorara mucho en el juego ofensivo pese a que el hecho de marcar tres goles en campo contrario pueda decir otra cosa. Con la producción ofensiva del Athletic, un equipo con un delantero un poco despierto o con un par de centrocampistas con puntería y ganas hubiera vuelto loco al encargado del marcador.
Pero el Athletic tiene un agujero negro en su defensa que devora y hace desaparecer a todo el equipo. Es un problema muy serio y provoca además una injusticia con un grupo de jugadores que a pesar de los pesares, sigue teniendo argumentos más que suficientes para que las cosas le funcionen de otra manera. Pero mientras Bielsa y los futbolistas directamente concernidos no acierten a taponar ese agujero, el Athletic correrá siempre el riesgo de irse por el sumidero en cualquier momento del partido.


