martes, 26 de junio de 2012

La burbuja del fútbol

Si este país fuera medianamente serio, digamos como Uganda por seguir los cánones de homologación que ha establecido el presidente Rajoy, hace mucho tiempo que alguien con sentido común hubiera puesto coto al dislate del fútbol. El problema es que en este país, más de diez millones de ciudadanos han elegido como presidente a un señor que se marcha apresuradamente al estadio convencido de que todos los problemas económicos se arreglan pidiendo un préstamo de cien mil millones de euros a los vecinos, pagadero a escote y en cómodos plazos. El problema es que en este país más de diez millones de ciudadanos eligieron en su día como presidente a un señor que se inventó aquella curiosa locución, suave desaceleración de la economía, para describir lo que el resto del universo definía como crisis, ahora también popularmente conocida como 'la que está cayendo'. El problema es que en este país, más de diez millones de ciudadanos eligieron como presidente a un señor que se cambió la chaqueta de pana por la de cachemire, con la misma majeza con la que los toreros alternan la seda con el percal. Y así sucesivamente hasta los Reyes Católicos, por poner una fecha aproximada.
El problema es que cuando en el verano de 1995 el Celta y el Sevilla se vieron condenados a descender a Segunda B por no haber presentado a tiempo los avales que se exigían a todos los equipos para competir en las dos categorías profesionales, las calles de Vigo y de la capital andaluza acogieron las mayores manifestaciones jamás conocidas, y mira que en este país ha habido motivos para manifestarse.
El problema es, en resumen, que tenemos lo que nos merecemos y el fútbol, como actividad lúdico-deportivo-económica más importante y desarrollada a nivel mundial desde el siglo pasado, nos retrata como sociedad. El fútbol profesional español le debe ahora mismo a la Hacienda pública que, como reza el eslogan, somos todos, 752 millones de euros y subiendo. Y a la Seguridad Social, 10,6 millones de euros según datos de hace tres meses que ya habrán quedado superados. Nadie ha oído hablar nada de esto a lo largo de todas estas eternas semanas en las que desde el gobierno solo se anuncian recortes de todo tipo. En este país, que no es Uganda, la relación entre el fútbol y los políticos se visualiza fundamentamente en los palcos de los estadios, a donde acuden ufanos a hacer demostración pública de su amor a los colores sin distinción de credo, sexo ni afiliación.
Josu Urrutia ha denunciado ahora que Mediapro, la operadora de televisión que detenta los derechos del fútbol, le debe al Athletic siete millones de euros, que pueden ser diez al final del ejercicio, de persistir su morosidad. Es un dinero que falta en la caja del club y que provoca el lógico daño en sus finanzas, puesto que es una suma con la que el Athletic contaba para afrontar determinados gastos que se supone que ahora tendrá que salir de la línea de crédito que el club tenga acordada con los bancos. Pero el rojiblanco no es ni el primero ni el único club acreedor de una compañía que habiendo nacido de la nada lleva camino de llegar a la miseria. Mediapro, Sogecable, Prisa, Globomedia, Audiovisual Sport, y algunos otros nombres más o menos originales son las múltiples cabezas de la misma hidra que se ha ido devorando a sí misma en forma de alianzas de conveniencia, batallas y sabotajes mutuos que por aquello de la economía de palabras, el periodismo resumió en su día como 'guerra del fútbol' y que consistió básicamente en tratar de acelerar la ruina del rival para que ésta se produjera un minuto antes que la propia.
Algún lince de los negocios descubrió que Eldorado se escondía entre la posición téorica del medio volante y el área chica y que sólo había que meter unas cámaras de televisión para encontrarlo y repartir el botín. Un poco antes, solo un poco, otro lince descubrió que cambiando una sola ley podía transformar toda la geografía patria en solar urbanizable. Y allí fue Troya. Los raciales ladrillos de arcilla de toda la vida y una cosa nueva llamada pay per view nos pusieron en la primera fila de la economía y de la modernidad y así, en alegre biribilketa, hemos llegado hasta aquí. La llamada burbuja inmobiliaria nos ha estallado en las narices y no repuestos del susto, asistimos horrorizados a los primeros síntomas que anuncian el estallido de la otra burbuja, la del fútbol, que llegará más pronto que tarde. Y cuando esto suceda ¿qué será de nosotros?. A lo mejor tenemos que emigrar todos a Uganda, mire usted.
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4 comentarios:

Gontzal dijo...

Más razón que un Santo, Juancar.

Y lo del fútbol lo acabarán interviniendo desde Europa, es absolutamente inviable un modelo basado en deudas a bancos y administración. Ya se han acabado los pelotazos urbanísticos tipo Ciudad Deportiva, con la banca controlada de verdad será difícil que nadie conceda créditos tipo el de Caja Madrid a Florentino.

Valencia, Sevilla, Atlético, Málaga... el caso del Mallorca... es que tiene que reventar.

Iñaki Murua dijo...

Muchas trampas ha habido, y, como dice Gontzal los pelotazos se acabaron. Me acuerdo cuando Ruiz Mateos quería comprar el Espanyol, el Valencia y el Athletic, porque los terrenos que poseían suponían una buena inversión. Veremos, veremos.

michelle dijo...

No dura dos años más este circo. Me juego todo a que al menos 4 equipos desaparecen en esos dos año.... gracias a que a nosotros nos va a coger en una cosecha buena y saneados.

Juan Carlos Latxaga dijo...

En los países serios ya ha empezado la limpieza. Un histórico como el Glasgow Rangers ha desaparecido por una deuda menos de 30 millones de euros.
Si la UEFA se pone firme con el fair play económico, van a tener que buscar equipos en Marruecos para llenar el cupo de europeos de la Liga española