Si en Old Trafford el Athletic llamó a las puertas del cielo, en el Veltins Arena se instaló definitivamente en el Olimpo. Su juego no tuvo nada que ver con el que exhibió en Inglaterra, pero el que quiere ser alguien en estos niveles, tiene que saber hacerlo bonito y también ser eficaz. Cada día tiene su afán, y el de ayer era de los de ponerse la coraza y no volver la cara.
El Schalke 04 no engañó a nadie. Resultó ser exactamente el equipo que nos habían anunciado: poderoso en ataque y flojito en defensa. Se desnudó desde el primer minuto para que no hubiera lugar a equívocos. Cuando atacaba hacía sufrir a la defensa del Athletic, pero si los rojiblancos encontraban una salida clara a la pelota, era la defensa germana la que crujía, sobre todo en su costado izquierdo, donde a Iraola, De Marcos y Susaeta les bastaba con repetir el mismo movimiento para superar al lateral y plantarse con ventaja en el área.
Por ahí llegó el gol que abrió el partido y que debió terminar de asentar al Athletic, pero el costado izquierdo de la defensa rojiblanca tampoco estaba siendo la línea Maginot precisamente y hacía rato que los alemanes se habían dado cuenta. Desde allí llevaron el balón hasta la bota oportunista de Raúl, para que empatara el partido y diera oxígeno a los suyos.
Una de las mejores virtudes de Bielsa, y tiene muchas, es su capacidad de análisis y rapidez de maniobra a lo largo de los partidos. El primer tiempo había dejado claro que el centro del campo no estaba funcionando, entre otras razones porque Herrera volvió a no estar y porque Muniain se perdía sin encontrar nunca el sitio para hacer daño. Las constantes pérdidas de balón favorecían extraordinariamente los planes de los alemanes y estaba claro que el Athletic tenía un problema demasiado gordo como para soportarlo durante todo el segundo tiempo. El técnico argentino retiró a Herrera para colocar a Muniain en su sitio y a Ibai Gómez abriendo el campo en la banda izquierda. Mejoró algo la cosa y en el arranque de la segunda parte los rojiblancos dispusieron de más balón, suficiente como para dibujar un par de llegadas más que interesantes que merecieron más acierto en la finalización.
El juego del Athletic se parecía más entonces al que mostró en Manchester, bien es verdad que sin llegar a aquella excelencia, pero en el banquillo contrario también saben maniobrar y Stevens se fue a por el partido dando entrada a Holtby y Jurado, dos centrocampistas de creación.
Si hasta entonces el Schalke había dejado claro que lo suyo es el juego de ataque, a partir de los cambios se convirtió en un equipo unidireccional. Por momentos recordó a ese Athletic que se vuelca en San Mamés hasta llevarse por delante todo lo que encuentra. Los alemanes apretaron y apretaron hasta que Raúl logró un golazo aprovechando un despeje corto de Aurtenetxe.
La eliminatoria pendió de un hilo entonces. Fueron doce minutos en los que la posibilidad de un tercer gol de Schalke fue una amenaza real para un Athletic al que no le quedaba otra que defenderse como mejor podía. Pero este equipo no renuncia a su personalidad ni en los peores momentos. Se defendía, sí, pero contragolpeaba en cuanto veía la menor opción. Una galopada de Susaeta por la banda derecha acabó en centro pasado y corner en el otro lado. Ibai Gómez puso el balón en el primer palo y la cabeza de Llorente lo envió a la red. A los jugadores del Schalke les hubiera dolido mucho menos si se los hubieran pillado con la tapa de un piano. El gol les dejó sin aire y sin esperanza. Estaban pensando en resolver la eliminatoria y se veían con un segundo gol en contra, demoledor de cara al segundo partido. El Athletic, que había salvado una situación muy delicada como un grande, se puso a jugar a lo grande. Cogió el balón y ya no lo soltó. De Marcos, ¡cómo no! hizo el tercero y Muniain se vengó de todos los malditos últimos minutos marcando el cuarto sobre la bocina, como dicen los del basket.
Jugando peor, los leones se traen a San Mames un resultado mejor que en la eliminatoria anterior y siguen dando lustre a la imagen que se están labrando este año en Europa. El pescado de los cuartos de final no está del todo vendido, pero casi. Si todavía queda alguien que quiera seguir debatiendo sobre objetivos, gestión de la plantilla o condición física del equipo, lo puede seguir haciendo. Al fin y al cabo, cada uno es muy libre de perder el tiempo como quiera.


