Con quince meses de retraso, la directiva que preside Fernando García Macua ha explicado su proyecto para la cantera del Athletic. Uno más. Desde hace algunos años cada presidente o cada junta directiva, o mejor habría que decir, cada candidato a presidir el Athletic, se ha visto en la necesidad de presentar su propio plan para Lezama, arrojando a la papelera lo hecho por su antecesor. Se trata de generar un debate en las elecciones y Lezama es terreno cultivado incluso para aquellos que no han pisado la instalación en su vida ni han visto un partido del juvenil.
El esquema se ha repetido desde la llegada de Lertxundi a Ibaigane allá por 1990. Nuevo máximo responsable de Lezama, nuevos planes, nueva estructuración...y cuatro años después más de lo mismo, y así sucesivamente. Así de memoria recuerdo las novedades que introdujo Lertxundi: el cierre del pasillo interior de la instalación a la prensa, la obligación de todos los entrenadores de rellenar un acta o informe al final de cada sesión de trabajo y, sobre todo, la primera separación entre el fútbol profesional y el de base personificada en las figuras de Txutxi Aranguren y Koldo Agirre como cabezas visibles respectivamente. Antes, en tiempos de Aurtenetxe, el primer equipo era cosa de su entrenador y el resto, de Iñaki Sáez. (Hoy mismo he leído un titular en la prensa que hablaba de 'profesionalizar la cantera'. Eso mismo dijo Lertxundi, 'profesionalizar Lezama', hace dieciocho años. Nada nuevo bajo el sol).
Arrate desmontó aquella estructura y nombró a José Mari Amorrortu, (que había estado a las órdenes de Koldo Agirre) máximo responsable. Llegaron el plan Lezama XXI y la adaptación de los conceptos del fútbol base del Ajax al Athletic haciendo jugar a cadetes, infantiles y juveniles en una categoría un año superior a la de su edad. Se pretendía así evitar que los equipos del Athletic ganaran por goleada cada semana y despertar en los chavales rojiblancos una especie de espíritu de supervivencia enfrentándoles a rivales un año más viejos. Según los especialistas del Ajax esa desventaja en edad pretendía emular lo que ocurría en los partidos que antiguamente se jugaban en la calle, donde la pillería y la astucia acababan convirtiéndose en técnica individual y competitividad. Tomó cuerpo también la idea de la residencia en Derio, a falta de una infraestructura propia en Lezama y hasta se comenzó a hablar de la idea de crear un colegio propio en las instalaciones para que los jugadores pudieran alternar estudios y entrenamientos. La idea quedó desechada por la práctica imposibilidad que suponía crear de la nada una insitución de enseñanza propia con su claustro de profesores, currículum y todo lo que conlleva semejante idea. La residencia de Derio, gestionada por la Fundación Novia Salcedo, fue la solución que los técnicos entendieron más apropiada para sustituir el viejo sistema de pensiones y casas particulares que había usado el Athletic históricamente para albergar a los jugadores de base procedentes de ámbitos alejados de Bilbao. Al cierre de Lezama a la prensa le sucedió el cierre del aparcamiento de los jugadores del primer equipo. El Athletic continuaba aislaándose de su entorno, medios y aficionados. Los nuevos tiempos estaban llegando.
Javier Uria volvió a desmontar todo aquello. Desapareció Amorrortu, creó la figura del director técnico en la persona de Zubizarreta, y le adjudicó un ayudante, Valverde, que en dos años se convirtió nada menos que en el entrenador del primer equipo, y se trajo a un profesor de la Universidad de Granada para dirigir Lezama. El legado más importante (y quizá más pesado para el Athletic) del fallecido presidente fue el gigantismo que se apoderó de Lezama, tanto en el plano físico de la propia instalación, como en el plano humano, con una multiplicación inaudita de empleados y cargos desconocidos hasta entonces. De aquella época es el famoso Plan Dena.
Ugartetxe encabezó la transición hasta Lamikiz, quien llegó con Txema Noriega como máximo responsable de Lezama y rescindió el contrato de Zubizarreta. El Plan Dena murió en apenas un año, y el nuevo equipo propuso algo similar introduciendo diversas modificaciones en el original. El gigantismo no disminuyó.
Ahora García Macua ha presentado su propio proyecto, aunque algunas partes del mismo ya estaban en funcionamiento, como la concentración de los jugadores del cadete de segundo año en un mismo centro de enseñanza. Manifestó Intxaurraga en el acto de presentación su satisfacción por la mejora de los resultados académicos de los chavales. Otras fuentes contrastadas hablaban a finales del curso pasado del centenar de suspensos que había recolectado la plantilla cadete del Athletic en su conjunto. Convendría una explicación más amplia al respecto.
Como convendría una explicación más profunda del sobrecosto que supone la nueva macroestructura de Lezama, con 60 contratos nuevos que, en palabras del máximo responsable, Luis Solar, le supondrán al Athletic un gasto añadido de 150.000 euros, lo que viene a salir a razón de 2.500 euros por cabeza de cada nuevo contratado. Solar debería puntualizar si hablaba de un sobrecosto mensual o anual y junto con Intxaurraga explicar sus criterios aritméticos y lo que ambos definirían como fracaso escolar.
De la prolija explicación que hizo Intxaurraga me quedo con el dato de que a partir de ahora Lezama cuenta con una plantilla de 150 personas. Cuando el Athletic ganó su última Liga, en Lezama trabajaban a tiempo parcial media docena de entrenadores, además de dos preparadores físicos, dos médicos y dos masajistas. Del primer equipo se ocupaba Clemente, sin segundo, tercero, entrenador de porteros ni nada por el estilo. Sólo Manolo Delgado le ayudaba con la preparación física. El 90 por cien de la plantilla del equipo campeón era fruto de Lezama y el Bilbao Athletic acabó segundo en Segunda División. Se dirá que los tiempos han cambiado mucho, pero me temo que mucho más han cambiado otras cosas en el Athletic. Y no precisamente para bien.
Pero a pesar de todo, Lezama seguirá proporcionando jugadores al Athletic. Siempre lo ha hecho. Con Aurtenetxe y con Lertxundi; con Arrate, con Uria o con Lamikiz. Y también lo hará con García Macua. Habrá años que saldrán más y otros menos. Siempre ha sido así. No estoy diciendo que surjan por generación espontánea; sencillamente estoy sosteniendo que el fútbol es mucho más simple de lo que nos quieren hacer creer los que viven de él.
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