Este es el actual estado de cosas. El Athletic pierde 0-1 con el Barcelona en San Mamés y la gente sale del campo con una sensación como de alivio: perder estaba asumido, lo que preocupaba era hacer el ridículo. Y como el equipo no hizo el ridículo, nos damos por satisfechos. A esto hemos llegado pero es nuestra cruda y triste realidad.
El del domingo habrá sido uno de los Athletic-Barcelona que más tranquilo y relajado he visto en mi vida. Una vez comprobado que los leones salieron al campo dispuestos a dar la cara y que en los primeros diez minutos no se había producido ninguna catástrofe en forma de fallo tonto, me dediqué a esperar pacientemente el momento en el que los de Guardiola subieran un punto su ritmo de juego para resolver el partido. A medida que pasaban los minutos, sobre todo a partir del descanso, me concentré en el banquillo visitante, a la espera del momento en que saliera Messi a calentar. Era la señal que esperaba. Pero a Guardiola no le hizo falta. Eto'o lo arregló escapándose de Amorebieta en una jugada que debió ser intrascendente. El pase de Henry desde el centro del campo al único compañero que tenía más adelantado, no debió llegar a ninguna parte, pero el central del Athletic había concedido un metro al hombre que debía marcar, y esos cien centímetros acabaron definiendo el marcador y el partido.
Tampoco es para responsabilizar a Amorebieta de la derrota. Es verdad que llegó en esa jugada, pero pudo llegar en cualquier momento, en cuanto el Barcelona se lo propusiera. Esa era la impresión que flotaba sobre San Mamés durante toda la tarde, y el gol de Eto'o no hizo sino confirmar lo que todo el mundo estaba esperando.
Esta es la actual dimensión del Athletic y no hay que darle más vueltas. Los leones salieron acelerados, dispuestos a vender cara una derrota anunciada y se encontraron con un Barcelona menor, sin Xavi, ni Messi, ni Pujol, que entró al trapo y durante toda la primera parte aceptó un partido de choque, de ida y vuelta, el que más le convenía al Athletic. Pero el equipo rojiblanco está hoy en día varios peldaños por debajo del azulgrana, así que equilibrado el partido por la renuncia al toque de los de Guardiola, la esperanza de los de Caparrós se centró en mantener el empate a cero. Un punto es un punto y hubiera significado una buena dosis de autoestima. Pero sobre todo, es a lo único que puede aspirar un equipo que ya no es que no haga goles, ni siquiera ocasiones, sino que al que ni se le adivina la de qué forma puede acercarse al área rival. Se dirá que Valdés sacó dos paradones a saques de falta de David López y Yeste, pero aviados estamos si pensamos en resolver los partidos por ese camino. A cambio, tampoco hay que olvidar que Iraizoz fue el mejor de su equipo en la primera parte, con dos paradones a remates de Eto'o, estos sí, en jugada.
Tras el descanso, nada de nada. El Athletic que había sostenido el equilibrio a base de entrega y derroche, fue perdiendo frescura con el paso del tiempo, lo que abre la duda acerca de la eficacia de las famosas papillas que deben de tomarse los jugadores en el descanso. Mira que la poción mágica es de los tiempos de Asterix y nosotros sin enterarnos hasta que nos la ha vendido, supongo que a precio de whisky del bueno, un druida amigo de Caparrós.
El Athletic se fue diluyendo a medida que las piernas empezaban a pesar y el Barcelona fue haciéndose con más balón porque el rival no estaba para robarlo como antes del descanso y por la aparición de Iniesta, que se había pasado el primer tiempo viendo el partido. Cuando a los dieciocho minutos llegó el único gol, se acabó el partido. Al Athletic no le quedó ni el recurso de lanzarse a la desesperada sobre el área rival. No tiene jugadores para ello y los cambios no aportaron absolutamente nada, entre otras cosas porque los que entraron no son muy distintos a los que salieron.
Impotencia y resignación, eso fue todo. Escribía la semana pasada que para el Athletic sería importante no ya no sufrir daños, que los sufriría y ahí está la clasificación para comprobarlo, sino que los daños no fueran irreparables, por ejemplo en forma de goleada demoledora. Los de Caparrós lograron una derrota aseada. A esto hemos llegado, a contemplar una derrota como un logro. ¿Qué será lo próximo que nos espera?
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1 comentario:
Creo que la clave está en que los que fuimos a San Mamés lo hicimos por nuestra responsabilidad como socios y aficionados, a amparar al equipo que nos hemos dotado y a ser fieles a nuestra filosofía. Es lo menos que debemos hacer si queremos ser congruentes.
Por lo demás, en lo deportivo, nos mantuvimos vivos porque al Barça le valió cocinarnos como a unas alubias de Gernika, pil-pil en el perolo, hasta que necesitó incarnos el diente. Éramos conscientes de que iba a llegar.
La alineación, para mi, dejó bastante que desear y la reacción de Caparrós ante el mal juego llegó muy tarde.
Miedo me da lo que viene. Si este Barça, con ese nivel, nos gana, el Madrid y el Villareal nos pueden arrasar.
Mientras tanto, perdámonos en denunciar confabulaciones en la Bolsa de Bilbao, que parece que es lo que importa.
Os invito a leer mi post sobre el partido de ayer: http://www.aquihayzarpazo.com/2008/10/nueva-decepcin.html
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