viernes, 27 de abril de 2012

Una noche inolvidable

¿Te acuerdas de aquella noche que eliminamos al Sporting?. ¿Cuántas veces nos haremos esa pregunta de ahora en adelante?. En vísperas de otros momentos históricos, que sin duda llegarán, en épocas malas, que también vendrán, y en los días horribles que, cómo no, también nos tocará sufrir cuando nos entren las dudas y estemos en riesgo de perder la fe en esta maravillosa utopía. La pregunta por sí sola nos animará y nos reconfortará sin necesidad de que nos den una respuesta. La conocemos de sobra. ¿Te acuerdas de aquella noche?. Y nos vendrán a la memoria las imágenes y las sensaciones que vivimos el partido en el que eliminamos al Sporting y San Mamés estalló en el último minuto. Habrá explosiones nucleares más suaves que la que hizo temblar anoche los cimientos de la vieja catedral cuando Llorente marcó el gol que nos ponía en la final.
Recordaremos todo lo que sufrimos los ochenta y nueve minutos anteriores, cómo nos abrazamos a nuestro vecino de localidad, cómo lloramos, cómo reímos, cómo gritamos al viento un grito largo, liberador, cuando vimos el balón dentro de la portería. No sabíamos cómo había llegado hasta allí, pero allí estaba, dentro, y bien dentro. El árbitro señalando el centro del campo y los leones formando una montaña rojiblanca en el corner entre la Norte y la Este. En aquel momento no había crisis, ni paro, ni prima de riesgo, ni problemas de ningún tipo. El mundo había dejado de girar en aquel instante mágico y las imágenes sucedían como a cámara lenta. Abrazos, puños en alto, bufandas al aire. Gol, gol, goool. ¡Estamos en la final!.
Los que no tuvieron la inmensa fortuna de estar en San Mamés, también recordarán siempre aquel momento en el que el Athletic se ganó el pase a la segunda final europea de su historia. Y años más tarde recordarán con detalle dónde estaban viendo el partido, con quién lo vieron, cómo saltaron de alegría, cómo se abrazaron con un desconocido.
¿Te acuerdas cuando eliminamos al Sporting?. Y en la respuesta muda encontraremos todas las razones que nos hacen ser del Athletic desde que vimos la primera luz hasta que nos envuelva la última oscuridad. Somos del Athletic porque solo siendo del Athletic se pueden vivir noches como aquella en la que eliminamos al Sporting.
Analizar el partido desde una perspectiva futbolística es una tarea tan imposible como intentar racionalizar los sentimientos. Anoche San Mamés no fue el escenario en el que se jugó un simple partido de fútbol, sino una inmensa caldera en la que entraron en ebullición tantas emociones que acabaron desbordándola. Por mucho que Bielsa planificara el partido y explicara a cada jugador lo que tenía que hacer en cada momento y circunstancia, nunca hubiera podido explicarles cómo se puede poner freno a un corazón desbocado. Porque ese era el verdadero problema de los jugadores del Athletic anoche, contener el impulso de unos corazones de león latiendo a un ritmo frenético, al ritmo que imponía una grada que empujaba, y empujaba y empujaba, redoblando el ánimo, elevando el diapasón cada vez que intuía que el equipo se quedaba.
Intentaron los rojiblancos tomarse el partido con calma. Javi Martínez y Amorebieta tocaban atrás con paciencia, buscando la salida de Iturraspe, esperando que Herrera o Muniain bajaran a recibir para servir a las bandas. El plan era el esperado: hacerse con el balón y moverlo con calma a la espera del hueco en la muralla rival y sin arriesgar una pérdida que podía ser letal. El Sporting tampoco sorprendió. Presión adelantada para impedir que funcionara la sala de máquinas del Athletic, y velocidad para intentar sorprender a la contra. Ya había hecho lo mismo en su campo.
Todo el buen trabajo que desarrollaban los portugueses en la zona ancha, se les venía abajo cuando el Athletic superaba la primera línea de presión. Atrás, sobre todo los centrales, mostraban una flojera que invitaba al optimismo. Cada vez que los leones ligaban tres pases seguidos, lograban colocar el balón delante de la portería de Rui Patricio. Así llegó el primer gol. Un balón recuperado en el costado derecho por Herrera, centro de Munian al pecho de Llorente y dejada de éste de espaldas a la portería para que Susaeta, de cara, voleara a la red.
Después del arranque dubitativo, el gol tenía que facilitar las cosas, pero si a los del Sporting también les llaman leones, será por algo. Como en Lisboa, tomó el mando Martins, un centrocampista de gran dinamismo y apreciable técnica que supo moverse en los espacios que le dejaba el triángulo Iturraspe, Herrera, Muniain. Desde allí, empezó a catapultar a los veloces Capel y Van Wolfswinkel. No es que Iraizoz pasase apuros, pero los portugueses se mostraban amenazantes desde su dominio del centro del campo. Y es que el gol no hizo variar a Sa Pinto su planteamiento inicial. El técnico conoce muy bien al Athletic y a San Mamés y sabe de las limitaciones de su equipo. Nada de riesgos; paciencia y esperar una oportunidad. Al fin y al cabo, seguían estando a un gol de la final y la zaga del Athletic también se veía comprometida cuando algún portugués enfilaba el área en velocidad.
Llegó el empate en un rebote que cazó el goleador Van Wolfswinkel, pero, afortunadamente, tal y como ocurrió el día del Schalke, la reacción del Athletic fue inmediata y a los portugueses al alegría les duró apenas dos minutos. Otra vez Llorente puso en evidencia a los dos centrales para servir a Ibai el balón que pondría de nuevo en ventaja a los rojiblancos.
Era importante llegar al descanso minimizando el golpe del gol en contra y el Athletic agradeció el acierto de Ibai. Quedaba toda la segunda parte para marcar un tanto más y los leones hicieron méritos suficientes para lograrlo. Rui Patricio desvió lo justo un gran disparo de Susaeta y un magnífico cabezazo cruzado de Javi Martínez a la salida de un corner se encontró con el poste. Es cierto que también Insúa estrelló un saque de falta en la base del poste, pero hubiera sido demasiado que el Sporting cobrara dos goles en tres remates.
Todo el segundo tiempo fue un ejercicio agonístico por parte de Athletic, un canto al esfuerzo y al espíritu de sacrifico de todos y cada uno de los leones, incluídos los espectadores, parte actívisima del encuentro, sosteniendo y empujando al equipo con una modulación de la intensidad del ánimo que no se hubiera podido mejorar ni entrenando. Electricidad en el ambiente y derroche de sudor sobre el césped compusieron un cóctel demasiado fuerte incluso para el áspero paladar de un Sporting aguerrido y coriáceo, bien plantado en su parcela y amenazando siempre con dos flechas merodeando el círculo central.
Era imposible que el fútbol fuera tan cruel como para castigar al Athletic con un fracaso. Quien pone tanto corazón solo merece el éxito incluso en este juego a veces tan injusto. La fortuna se hizo esperar pero al fin se presentó en el momento más oportuno, en ese en el que lo que ocurre es irremediable. Faltaban dos minutos para la prórroga cuando Llorente coló un remate inverósimil entre el poste y el cuerpo del portero. San Mamés estalló y la onda expansiva levantó dos palmos del suelo a cientos de miles de rojiblancos allí donde estuvieran. A los que nos pilló en la Catedral todavía nos tiemblan las rodillas.
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10 comentarios:

Joxerra Bustillo Kastrexana dijo...

Bonita crónica, Juankar.
Estoy impresionado con este Athletic.
El "suplente" Ibai se ganó el puesto y Amorebieta parecía Beckenbauer. Hasta Aurtenetxe se esmeró en defensa.En general, todos impecables.
Gipuzkoatik, gora Athletic!

Odriozola dijo...

Solo puedo decir "Aupa Athletic !!!!!.

Y sí, lejos de aquí, bastante lejos, al menos una familia la noche pasada dio un gran salto abrazada toda ella cuando sonó el pitido final. Y los mas pequeños, dormidos desde dos horas antes, como manda la norma, se despertaron con el bullicio general. También, mas adelante, serán Athleticzales.

Txus dijo...

Si ya venia emocionado al curro esta mañana, leer tu crónica me pone otra vez nerviosillo. Porque ayer estaba atacado perdido. Es el partido que he vivdo con más nervios en toda mi vida de socio. Creo que ahora, horas después, valoro el gran partido del equipo. Porque ayer en el campo, cargado de tensión, no aprecié adecuadamente el componente futbolístico de lo que hizo el equipo. Madurez, entrega. Simplemente genial. Fuimos a por el partido, a ganarlo, a clasificarnos, y lo hemos conseguido. Estamos en DOS FINALES, y las vamos a ganar.
Aupa Athletic y abrazos emocionados a todo el mundo, Karajo!!

Patxiko Rementeria dijo...

Ileak tente eta begiak busti, zirrararen zirraraz.
Atzo hainbeste sufritu eta gero orain kronika hau irakurrita horrela jartzen naiz, momentu historikoa berbiziz. Orain gozatzea geratzen zaigu. Eta zenbat!

Gustavo Avila dijo...

Tengo que agradecerle al Athletic reencontrarme con el fútbol.

Son un club maravilloso, con la capacidad de hacer soñar...

Felicitaciones y que el viaje continúe.

Ahora las 2 finales.

Gontzal dijo...

Testu zoragarria.

Una crónica que combina el resumen de lo deportivo con la definición de los sentimientos. Da gusto.

Todavía lo pienso y se me humedecen los ojos.

Juan Carlos Latxaga dijo...

Acabo de ver el partido grabado en la tele y me sorprendido emocionándome casi tanto como en San Mamés. Visto con tranquilidad es un partido mucho mejor de lo que me pareció en el campo. Lo recordaremos siempre.

Juan Carlos Latxaga dijo...

Frank, honelako gauak betirako gelditzen dira gure barruan. Belaunandi zurigorri berri bat ari da sortzen denboraldi honetan

Josu O. dijo...

Nahiz eta 35 urte pasatu oraindik gogoratzen dut non egon nintzen Juventusen kontrako finaleko partiduetako batean.

Uste dut urte hau ere ez dudala ahaztuko nire bizi guztian!

Iñaki Murua dijo...

Días después leo tu crónica y revivo de nuevo el partido, Juancar. Un nuevo gran momento en la vieja Catedral, tejiendo el sentir rojiblanco con otros momentos, quizá no tan recordados a nivel general, pero que, como mi bufanda, me siguen acompañando años después.

Tú, encima, has sido capaz de escribir. Las páginas de mi libreta, lo admito, acabaron un tanto mojadas y arrugadas el 26 de abril de 2012 en la preferencia de San Mamés.