El Athletic despidió la temporada en San Mamés con un ejercicio de impotencia. Los que trataron de vender el partido con el morbo de una vendetta contra el Racing no sé sabe por qué agravios que conocerían solo ellos, se equivocaron de producto. O más bien, lo que se vio en el campo volvió a demostrar que muchas veces el marketing y la publicidad suelen ser engañosos y poco o nada tienen que ver con lo que nos quieren vender. El Athletic, del domingo, mejor dicho su juego, fue como una de esas cosas de teletienda, que aguantan muy justito las apariencias, aunque se note demasiado el plástico que trata de imitar la madera noble, y que, desde luego, no tienen un pase en cuanto las observas de cerca.
El Racing vino a San Mamés convencido de que el empate le servía. En el mejor de los casos para clasificarse para la UEFA, de ahí los gestos de su portero al final del partido, ignorante de lo que había sucedido en el Camp Nou, y en el peor de los supuestos, el punto les otorgaba a los de Marcelino la ventaja de depender de ellos mismos en el última jornada en El Sardinero, donde recibirán a un Osasuna que sigue en 'articulo mortis'.
Fue demasiado rival para el Athletic este Racing que está bien organizado y que se dedicó fundamentalmente a guardar su portería. Los rojiblancos no son un prodigio de imaginación en ataque y si les dejas sin Orbaiz y encima les privas de Yeste el encefalograma es plano, entre otras cosas porque Iraola ha completado una temporada gris, en la que sus incursiones por la banda han brillado por su ausencia, y el Del Horno que se fue al Chelsea, no ha vuelto.
La movilidad de Llorente y algunos intentos de Susaeta, que tampoco es el que debutó, fueron muy pobres armas para sorprender a un equipo bien plantado atrás. Más o menos, al Athletic le vinieron a ocurrir las mismas cosas que le han pasado en todos y en cada uno de los partidos que ha jugado en San Mamés salvo en raras excepciones. La tendencia de Gabilondo a bascular hacia el centro volvió a dejar al equipo sin banda izquierda en ataque, a Javi Martínez le sigue faltando posicionarse diez metros más adelante para poder sacar partido de su llegada al área, que la tiene, y el domingo Gurpegui, cuando jugó en su posición, volvió a evidenciar que a los efectos, estos partidos son para él una pretemporada. Y mejor no comentar nada de cuando se colocó como lateral derecho para ocupar el sitio del lesionado Iraola.
El aburrimiento de un partido en el que las vacaciones de los dos porteros solo se vieron alteradas en algún balón por alto en la portería del Athletic, y no por maldad de los delanteros del Racing sino por ese problema de altura que hace de Armando, a pesar de los pesares y sin ánimo de ofender, un portero de Segunda, no se rompió hasta que el árbitro pitó el final. Las dos últimas temporadas tuvimos numerito de los jugadores con pancartas y cosas así, dando las gracias al estimado público por lo sufrido durante todo el año. A falta del numerito que empezaba a ser tradicional y que, afortunadamente, ese año no han tenido que repetir, surgió Yeste con toda la capacidad de sobreactuación que le da su vena histriónica. Acababa se salir cinco minutos antes y le protestó al árbitro que acabara tan pronto el partido. Normal. Ni siquiera había roto a sudar. Tampoco lo hará el domingo en el Sánchez Pizjuán. Su autoexpulsión suena a mensaje al míster: si me vas a llevar de suplente, creo que es mejor que me ahorre el viaje. Así están las cosas en el Athletic. Eso sí, la Intertoto todavía es matemáticamente posible. Los del agit-prop rojiblanco ya tienen de qué hablar esta última semana.
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