Contra Osasuna se repitió lo que ha venido ocurriendo en ese periodo triunfal, esto es, que el Athletic gana bien a sus iguales y con holgura a los que son inferiores. Si a eso le añadimos el empate que consiguió ante el Barcelona y lo injusto de su derrota ante el Valencia, tenemos que el equipo también sabe tratar de igual a igual a los que se suponen superiores. Días de vino y rosas los que estamos viviendo quienes hace poco sufríamos como perros.
Lo bueno del asunto es que por fin tenemos un equipo reconocible, con una alineación previsible en la que apenas bailan un par de nombres en función de circunstancias lógicas como lesiones o sanciones, no al albur de la última ocurrencia del entrenador. Y como el fútbol es así, ese par de nombres que bailan, mejoran a sus anteriores, sencillamente porque cuando las cosas le salen bien a un equipo, todos sus componentes resultan beneficiados, no en vano éste es un deporte de asociación.
Vivimos un momento dulce y es cuestión de disfrutarlo, porque también sabemos que en este deporte lo bueno y lo malo se suelen suceder muchas veces sin un motivo claro que produzca el cambio. Parece que hay unanimidad en atribuir a la presencia de Gurpegi en el lado derecho del centro del campo la espectacular mejoría del conjunto; confiemos en que la cosa siga por ese camino al menos durante el próximo trimestre. Muy bien situados en la Liga y con el Anderlecht en perspectiva podremos seguir acudiendo a San Mamés con la sonrisa en la boca y no con esa cara de ir al dentista que se nos ponía a todos hace bien poco. Pedir que, además de ganar, el equipo juegue un fútbol más lucido, acaso sea mucho pedir, pero que no sea por no intentarlo. El día de Osasuna, sin ir más lejos, a todos nos quedó la sensación de que tal y como se había puesto el partido para el primer cuarto de hora, y la pinta que tenía el equipo navarro, nos pudimos haber divertido mucho más de lo que hicimos. Pero tampoco nos vamos a poner estupendos. Hace apenas unos meses nos hubieramos dado con un canto en los dientes por ver ganar al Athletic con tanta tranquilidad y suficiencia.
Ahora, mientras la competición nos da un descanso que los medios aprovecharán para inundarnos de balances, estadísticas, resúmenes y comparativas para explicarnos lo mal que estuvimos y lo bien que estamos, habrá que sacar algo de tiempo para estudiar la encuesta que nos han enviado a casa. Se admiten sugerencias. No es el euskobarómetro, ni pregunta por la confianza que nos despierta García Macua; tampoco nos han explicado ni cómo, ni quién va a procesar las respuestas, pero eso es como pedirle a Caparrós que haga jugar bonito al equipo. Me conformaría con que no haya notario dando fe, no al menos el que contrataron para la rifa y que no se les note demasiado lo que pretendan hacer, que tampoco lo sé. Tiene guasa que nos vengan ahora con una encuesta sobre Lezama cuyas conclusiones, en el mejor de los casos, podrán aplicar en su último año de mandato.


