Repasado lo ajeno, vayamos a lo propio. Me niego a analizar las posibilidades de futuro de los zurigorris que participaron en el partido por una simple cuestión de racionalidad. Ni quiero colaborar a la fabricación acelerada de figuritas de mazapán, ni, mucho menos, participar de linchamientos de futbolistas de tan tierna edad. Tengo mi opinión, por supuesto, pero basta repasar la alineación del último equipo juvenil campeón y contrastarla con el posterior desarrollo profesional de los protagonistas para tentarse la ropa antes de lanzarse a futurólogo. Como suele decir el gran Gonzalo Beitia, jugar bien al fútbol es sólo una de las diez condiciones imprescindibles para llegar a ser futbolista de Primera División.
Hecha la puntualización, no puedo olvidar la nefasta gestión del partido que hizo Arostegi en los últimos diez minutos. Sus cambios para perder tiempo, el último en pleno descuento, sólo sirvieron para que el árbitro llevara el partido hasta el minuto 95 con el resultado de todos conocido. No vale decir que si la cosa hubiera acabado con 2-1 todo hubieran sido parabienes, ni que nadie podía esperar lo que ocurrió en el minuto 94. Un entrenador está para preverlo todo desde antes de que comience el partido hasta el último segundo. Tras los cambios, el Athletic tuvo que jugar toda la prórroga sin sus mejores referencias de ataque. Mal.
En Nerja estuvo la plana mayor de Ibaigane y de Lezama, con el presidente a la cabeza, pero faltó Caparrós, un amante de la cantera que ya hizo debutar con el primer equipo y con gran pompa mediática, a Jonas Ramalho, un chaval que jugó como titular toda la final. Su colega sevillista Jiménez sí que estuvo en el campo. ¿Qué era eso tan importante que tenía que hacer Caparrós para no estar en toda una final?.
La presencia del presidente y su posterior comparecencia ante los micrófonos nos sirvió para enterarnos de que no va a hacer comentarios sobre una crisis que no existe, y que en Lezama llevan trabajando 30 años (las instalaciones se inauguraron en 1971)
Siguiendo con los entrenadores. A lo mejor es que las imágenes de Canal Sur engañaban, pero cuando enfocaban al banquillo del Sevilla siempre aparecía solitario y meditabundo el entrenador, un chico joven de barba. Cuando enfocaban al banquillo del Athletic en cambio, apenas se distinguía a Arostegi, rodeado de un ejército de ayudantes, adjuntos, consejeros, delegados y demás. Nivelazo.
Un último apunte para la retransmisión de ETB y sus comentaristas. Vale que el periodista no reconozca a unos jugadores juveniles, pero que no lo haga el comentarista, que es técnico de Lezama, suena raro. Y mucho más raro suena que el citado técnico se asombre de que el Sevilla haga su cuarto cambio en la prórroga, más que nada porque no sabía que había cuatro cambios. Claro que ni uno ni otro se enteraron de que el Athletic había hecho sus cuatro sustituciones en el tiempo reglamentario; de hecho pensaban que le quedaba un relevo porque sólo había hecho dos. Desconozco en qué condiciones tuvieron que hacer la retransmisión, o su ubicación, pero no debieron de ser las mejores.


